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África y los BRICS: algunas reflexiones puntuales

noviembre 21, 2025   0

La existencia del grupo BRICS está teniendo una influencia ascendente en las relaciones internacionales —política y económica— del continente africano, al finalizar el primer cuarto del siglo XXI, en un contexto en el que los viejos y nuevos retos coexisten, sin perder de vista también los progresos alcanzados en el ámbito multilateral, que involucran al desempeño de los estados de la región y a la Unión Africana, como tal, enfrascada esta última en el perfeccionamiento de su desempeño institucional.

Al mismo tiempo, ha ganado en visibilidad el Banco Africano de Desarrollo en este período, como herramienta financiera que se ha posicionado en la contribución de desarrollo del continente, sobre todo de ese amplio concierto diverso que resulta ser África Subsahariana que, pese a su crecimiento económico de 4,5% promedio anual, desde 2000 hasta el 2019, continúa lidiando con más de 400 millones de habitantes que subsiste con menos de 1,90 dólares diarios (Nanziri, 2025).[1]

En este contexto, resulta importante remitirse al derrotero seguido entre la República Popular China y África, desde finales de 1999 y hasta el presente, con el establecimiento del Foro de Cooperación entre las partes (conocido por sus siglas en inglés, como FOCAC), con tendencia ascendente en los ámbitos de comercio, cooperación e inversiones, que ha contribuido a dinamizar los vínculos bilaterales en varios sectores, tomando como referente los programas nacionales de desarrollo de los países africanos, así como los programas trienales acordados en el marco del foro.

FOCAC y su evolución constituye un ingrediente esencial, para comprender lo que representaría para África insertarse en el grupo BRICS, como un espacio de complementariedad, que de modo análogo lo encarna el foro respecto a los organismos financieros de Bretton Woods: el Banco Mundial y el FMI, caracterizados por sus condicionamientos disímiles, enfatizados con arraigo neoliberal, incluido lo de orden político, que se vieron reforzados a partir de la cumbre franco-africana de La Baule en 1990.

En cuanto a la cumbre franco-africana citada, políticos, académicos y activistas africanos y de otras latitudes no se han excusado en reprochar su acento neocolonial que, de un modo u otro, ha perdurado en fase decadente, enfrentado en estos momentos por los movimientos militares en el poder, en varios países del Sahel (Mali, Burkina Faso y Níger), y en África central, como resulta la experiencia posterior en Gabón, y más recientemente en Madagascar.

Con la entrada de Sudáfrica como estado miembro del entonces grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China), en 2010, constituyó un paso trascendental, al representar el primer país del continente y, por ende, legitimar la proyección Sur-Sur con un sentido mucho más amplio de lo que significa el vínculo bilateral con el continente, así como con la República Popular China.

Desde entonces, los pilares de la cooperación entre los BRICS y África se sustentan en varios ejes, a saber:

  • Comercio. La República Popular China aparece como el socio comercial más relevante desde 2009, seguido por India. El comercio se caracteriza por la exportación de materias primas africanas, tales como petróleo, minerales, productos agrícolas, y la importación de manufacturas y bienes de capital de los BRICS.
  • Inversión en infraestructuras. Los países de los BRICS, especialmente la RPChina a través de la Iniciativa de Franja y la Ruta, han financiado y construido infraestructura crítica en África, como son puertos, ferrocarriles, carreteras y presas.

El tema del Financiamiento para el Desarrollo representa uno de los pilares clave para la relación entre África y los BRICS, debido a que pone de manifiesto una expresión de oportunidad y complementariedad en relación con el Banco Mundial y el FMI, como fuera apuntado previamente.

En este contexto, el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, en inglés), fue creado por los BRICS en 2014, cuya puesta en marcha aconteció en 2016. Su objetivo descansa en movilizar recursos para proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible en sus países miembros y otros enmarcados en el denominado Sur global. En lo que respecta a África, Sudáfrica ha sido el mayor receptor de financiamiento del NDB.

Los proyectos contemplados se han centrado en sectores fundamentales para el país austral, como son la energía, agua y saneamiento, enfocado en préstamos para la expansión y rehabilitación de sistemas de agua en municipios, desarrollo social, sobre todo para proyectos de viviendas en la etapa post-COVID-19.

En el caso de la energía, Sudáfrica había estado sufriendo déficit en la capacidad de generación eléctrica, ante lo cual el gobierno ha optado por el establecimiento de plantas solares y eólicas, con el propósito de mejorar la eficiencia de la empresa estatal de energía Eskom.

Paralelamente, el NDB ha intervenido en el desarrollo de infraestructura de transporte en Rwanda y en proyectos de energía renovable en Etiopía, por citar dos ejemplos ilustrativos de países africanos y sectores relevantes, con los cuales dicha entidad bancaria mantiene vínculos concretos. No obstante, algunos observadores plantean, de modo crítico, que el accionar del NDB exhibe una concentración de cartera en Sudáfrica, ante lo cual subrayan que su éxito a largo plazo en el continente (y en África subsahariana, en lo específico) dependerá de su capacidad para diversificar y desembolsar fondos con la efectividad requerida en un universo más amplio de países.

Sobre lo arriba anotado, merece recordar la materialización de la nueva Estrategia de los Estados Unidos hacia África Subsahariana, implementada por la administración Biden —presentada en Pretoria, en agosto de 2022, por el secretario de Estado Anthony Blinken—, puso de relieve la necesidad de procura de recursos financieros de fuentes diversas, aportadas tanto por fondos públicos y privados estadounidenses, como de la propia Unión Europea, e incluso procedentes del BM y el FMI, con el aval de Washington, los cuales serían destinados a proyectos identificados en países de economía de mediano y pequeños ingresos, atendiendo a las clasificaciones de la ONU.

Era evidente que la administración Biden se propuso potenciar al Occidente colectivo, con los EE.UU. a la cabeza, en un esfuerzo mancomunado para neutralizar la avalancha de la influencia china, rusa y de otros actores, sobre todo asiáticos, en suma, quienes están apostando febrilmente por el comercio, cooperación e inversión en el continente con recursos naturales trascendentales, mano de obra joven y potencial económico que ya marcan pauta en el siglo XXI.

Al quedar trunco este proceso, con el regreso a la escena política estadounidense de la versión Trump 2.0, cuyo margen de incertidumbre y utilización de la política arancelaria como instrumento de presión y negociación política de proyección mundial, abre una oportunidad sin par al grupo BRICS y su Nuevo Banco de Desarrollo para operar en el universo africano.

No obstante, para algunos expertos, el NDB deberá proyectarse como una plataforma para la prosperidad compartida. De ese modo, podemos apreciar lo siguiente:

 “La próxima fase del NDB dependerá en su habilidad de convertirse en una plataforma para la innovación y la colaboración, mezclando finanza pública, transformación digital y tecnología verde. Al defender el financiamiento en moneda local, el banco puede ayudar a los estados miembros a reducir su exposición a los choques externos, mientras fortalece los ecosistemas financieros. Su expansión continuada subraya que el proyecto de multipolaridad financiera no es acerca del reemplazo de un centro de poder por otro, sino crear un sistema global más justo y representativo” (Cole, 2025).[2]

Lo planteado por el experto subraya el reto que, desde su punto de vista, tendrá que asumir el Nuevo Banco de Desarrollo, en el marco de los BRICS, pero en lo especifico en su potencial ampliación de vínculos con el horizonte africano, que está presente en la filosofía subrayada orientada hacia el Sur global.

Referencias bibliográficas

Cole, Jackson (2025). The NDB; Charting a path for a multipolar financial future. BRICS & the global south. Special G20 edition-November, 2025, p. 51.

Nanziri, Elizabeth (2025). Barriers to inclusive development in Africa. BRICS & the global south. Special G20 edition-November, 2025, p. 8.


[1]    Prof. Elizabeth Nanziri se desempeña como profesora asociada de Política Económica y Desarrollo Financiero, en la Escuela de Negocios de Stellenbosch, Sudáfrica.

[2]    Jackson Cole es especialista en temas chinos y sudamericanos y asociado en el BRICS+ Consulting Group.


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