Donald Trump, la Teoría del Caos y sus acompañantes
Hay que reconocer que una de las características del actual gobierno de Donald Trump en el manejo de la “información” es la creación constante de contenidos que se solapan unos con otros, generan dudas, ponen a circular torrentes de datos falsos y, obviamente, hacen más difícil los análisis. Por ello, como dijera un fotógrafo experto, lo que está delante del lente se comprende mejor si en lugar de acercarnos al objetivo alejamos el enfoque y tenemos en cuenta detalles que normalmente no se relevan si tomamos pieza por pieza de la imagen.
Es una prioridad para todos los humanos responsables observar con mucha preocupación lo que pasa alrededor y al interior de Venezuela. Estados Unidos desarrolla contra esa hermana nación un plan por escalones en el que se priorizan las presiones de todo tipo para intentar lograr una fractura de la Alianza Cívico-Militar Bolivariana desde su propio tuétano y eventualmente intentar ejecutar mal calculadas operaciones militares contra el país. Pero tratemos de analizar este proceso en conjunción con otras “noticias” aparentemente no relacionadas, pero que al final nos pueden acercar a eso que llamamos realidad.
En la medida en que aumentaban las presiones contra Caracas renunció (17 de octubre) a su cargo el almirante Alvin Holsey responsable del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, apenas a poco más de un año de su nombramiento. Pocas veces a un afrodescendiente le es confiada una responsabilidad de esa magnitud, lo que hace más difícil la decisión personal (y de su entorno) de abandonar el cargo. Se han tejido diversas teorías al respecto, pero la más objetiva parece ser que la decisión es producto de los desacuerdos de dicho funcionario con las acciones militares que ya se ejecutaron contra civiles inocentes de varias nacionalidades frente a las costas venezolanas. No es una noticia insignificante que un militar de muy alto rango (y su equipo de dirección) decidan no ir a la guerra antes de que esta comience.
Con tantas turbulencias, otro dato aparentemente extraviado en el radar de estos días ha sido la presentación de cargos (17 de octubre) contra el otrora Asesor de (In) Seguridad Nacional, John Bolton, por el supuesto delito de conservar en su poder información clasificada, que habría sido utilizada para exponer públicamente la disfuncionalidad del primer gobierno de Trump, algo que no requiere de datos tan sensibles. Pero es que Bolton fue el arquitecto principal de todo el proyecto antivenezolano (y anticubano) desarrollado por Trump en los años 2018 y 2019. Aparentemente a él le están pasando la factura por la debacle del llamado Grupo de Lima, por el robo masivo de los activos venezolanos y por formar el llamado “paquete Guaidó”, que Trump realmente nunca compró del todo por considerar que el individuo y su estado mayor carecían de liderazgo.
Otras claves que van apareciendo en la imagen que debemos apreciar resultan de observar en su conjunto el mapa de Suramérica. Poco tiempo transcurrió antes de que el mandatario estadounidense lanzara ataques personales contra el presidente colombiano Gustavo Petro, quien deberá entregar el poder en breve y acaba de encabezar el proceso de elección de su sucesor dentro de la fuerza política que preside. La acciones ofensivas de Trump persiguen claramente tener algún tipo de impacto ante los futuros comicios y dividir las fuerzas más progresistas al interior del país.
Colombia tiene frontera común con Ecuador, país que atraviesa una profunda crisis política de difícil pronóstico. Más al Sur aparece Perú, nación que no abandona un ciclo crítico que la ha llevado a tener la una buena cantidad de primeros mandatarios en escaso período de tiempo. ¿Alguien podría pensar que una importante conmoción militar en el borde caribeño de Suramérica no tendría un efecto dominó hacia el Sur de la región? Todo ello sin contar lo que sucede al interior de Bolivia, que acaba de transitar por un proceso eleccionario que eleva al poder a una fuerza política que priorizará el desmontaje de todos los progresos sociales que se implementaron en los últimos años por los gobiernos Morales-Arce.
En el plano internacional Trump viene del resentimiento de no haber podido sumar a su currículo el Premio Nobel, que ha perdido precisamente ante la persona que ha sustituido a Juan Guaidó en las nóminas del Departamento de Estado. Un reconocimiento al que Trump consideraba que habría sido catapultado por un supuesto cese al fuego logrado en Palestina que se ha desdibujado, fracaso en el que se ha mostrado claramente el contubernio de Washington con Tel Aviv. La mayoría de los que respaldaron tal puesta en escena (una gran cantidad de países árabes) ven ahora cómo el estado de Israel se abroga el derecho de seguir asesinando selectivamente y cada vez es más remota una paz duradera.
Ha cambiado la velocidad y la intensidad (estamos en temporada ciclónica en el Caribe) de las “superpropuestas trumpistas” respecto a la guerra en Ucrania. Los inminentes acuerdos que al parecer se lograrían con Rusia, amparados por terceros, han descendido en los titulares. El riesgo de que Europa sea arrastrada a un conflicto que sólo desean algunos de sus gobernantes (y nunca sus pueblos) es cada vez mayor.
Sería una real pérdida de tiempo tratar de ordenar y otorgarle un sentido lógico a la charada de las tarifas contra terceros que se aprueban un día y se dejan sin efecto en la jornada siguiente, pero que ya han provocado serias consecuencias hacia el interior de las fuerzas leales trumpistas, en particular en el sector de la agricultura.
Salgamos por un momento del enfoque internacional y tratemos de comprender lo que sucede en las calles estadounidenses. Los ataques masivos contra inmigrantes por las fuerzas de ICE, el envío de la Guardia Nacional a varios estados y ciudades gobernados por demócratas que se han intensificado a los largo de meses, se ven ahora descoloridos por el hecho de que Estados Unidos lleva semanas viviendo sin acuerdo presupuestario para sus agencias federales, situación que ha llevado a despidos masivos en varios sectores y a plantear la ilusión de que los gastos regulares de las fuerzas armadas serán cubiertos por donantes privados. Nadie aclara qué sucederá en caso de un conflicto real a gran escala en el Caribe.
Esta falta de acuerdo en el Congreso ha servido además para paralizar la actividad del poder legislativo, situación que facilita a Trump la falta de supervisión sobre las acciones ejecutivas del presidente.
A pesar de todo ello hay noticias internas que se mueven con poca cobertura y que explican claramente la esencia del caos trumpista.
Fuente: Político, Fecha: 19 de octubre, Título: “El está administrando al detalle de forma fenomenal”: Cómo Trump agarró todas las palancas en Washington?.
Fuente: The Hill, Fecha: 21 de octubre, Título: Los abogados de Trump hablan con el Departamento de Justicia para lograr acuerdos sobre pasadas investigaciones.
Fuente: Bloomberg, Fecha: 28 de octubre, Título: Trump apela en Nueva York la condena (34 cargos) por soborno a cambio de dinero, citando errores en el juicio.
En realidad hay muchas más noticias similares en estos días, pero estas tres que no provienen de fuentes “socialistas” o “comunistas”, que no tienen en su génesis ninguna seña de carácter “terrorista”, nos dicen claramente a qué ha ido Trump a gobernar en Washington DC y por qué crea conflictos con terceros nacionales o extranjeros para distraer la atención de sus objetivos reales. Su propósito nunca ha sido “hacer a Estados Unidos grande de nuevo”, objetivo de difícil realización, sino pasar a retiro sin cuentas pendientes con la justicia, o al menos no dejarle deudas de ese tipo a sus descendientes. Algo así como que no le otorguen el premio Alcatraz por la obra de toda la vida.
El problema radica en que en su entorno cohabitan humanos de casi todas las subespecies, que pueden llevar el margen de error en los cálculos a límites insospechados. Por eso hay que seguir denunciando la escalada contra Venezuela a todo costo.
Aún hay tiempo para que los militantes trumpistas más destacados cuestionen a funcionarios específicos sobre sus propósitos reales. En particular, sería provechoso para Estados Unidos y para América Latina y el Caribe que le preguntaran al secretario-asesor-archivero personal de Trump sobre lo siguiente:
- ¿Cómo garantiza que una irresponsable acción militar de cualquier magnitud contra Venezuela no genere una crisis migratoria aún de mayores proporciones que la vivida en los años 2018 y 2019?
- ¿Cómo es posible actuar de forma tan irresponsable ante un actor de la magnitud de Venezuela y suponer que no se producirá un efecto de reacción en cadena en primer lugar hacia Colombia y después hacia otros países vecinos?
- En caso de que se produzcan los dos escenarios anteriores cómo se evita un aumento de la criminalidad y, en especial del narcotráfico, que atentaría contra la estabilidad de varios países centroamericanos y el suroeste de los Estados Unidos.
Teniendo en cuenta que es prácticamente imposible asegurar el “éxito” de un golpe militar contra Venezuela desde la lógica trumpista (no se usa el término estadounidense con toda intención) , que además de violatorio del derecho internacional atentaría contra dos supuestas prioridades de la agenda de Trump ( migración, narcotráfico ), cabría preguntar cuáles son los objetivos reales de aquellos que se mueven en su entorno más inmediato.
Se trata de personajes con mínima preparación militar en el mejor de los casos, con escaso conocimiento de los asuntos multilaterales, con cero éxito empresarial, bajo coeficiente de creatividad legislativa y con una “visión” política que no va más allá de las fronteras de la Calle Ocho en Miami. ¿Estará cerca una reorganización del gabinete?
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