El ataque israelí a Doha. El estado palestino

El ataque quirúrgico perpetrado por Israel contra la delegación de Hamás, que acudió como en ocasiones anteriores a Doha (9.9.2025), para participar en las negociaciones destinadas a la liberación de los rehenes tomados durante la acción del 7 de octubre de 2023 a territorio israelí, reafirma la decisión del estado judío de proseguir su plan de eliminación de la organización nacionalista palestina.
Esa acción llevada a cabo contra el estado árabe del Golfo Pérsico es reflejo del respaldo irreductible que goza Tel Aviv del gobierno de los EE.UU., amén del desencuentro que dicho desenlace podría haber generado en Washington, tras ser informado de su realización.
Más allá de la protesta formal emitida por el gobierno qatarí y las reacciones de denuncia del hecho de gravedad y pronunciamientos de respaldo de Riad, Ankara y Teherán, fundamentalmente, lo cierto es que, en el evento realizado en la ONU sobre Palestina, con los auspicios de Francia y Arabia Saudí, en agosto último, en favor de la creación del estado palestino, mostró una arista favorecedora de Tel Aviv, al pronunciarse contra Hamás.
Dicha postura fue en la práctica un cheque en blanco, asumido por el gobierno de Israel, para emprender su acción temeraria en Doha, lo que en última instancia pone al desnudo que cualquier gestión político-diplomática, que signifique un mejoramiento de los vínculos bilaterales con el sionismo, no está exenta de riesgos ulteriores, como pudiera ser incluso un ataque, como se puso de manifiesto en el caso de Qatar, como lo dejara explícito el primer ministro Netanyahu, sobre todo mientras prevalezca el objetivo del Erezt Israel.
De cara a la próxima sesión dedicada al tema Palestina de la Asamblea General de la ONU, prevista en Ginebra, pudiéramos ser testigos de dinámicas disímiles, en un contexto en el cual se evidencia un respaldo mayoritario de la comunidad internacional a la creación del estado palestino, como solución que beneficiaría a ambos adversarios, se suprimiría la situación colonial prevaleciente, y se avanzaría a un destino de paz conveniente para toda esa región, con amplias posibilidades de desarrollo.
La cuestión del genocidio contra Gaza y las apetencias de ampliación de la presencia de colonos israelíes en Cisjordania, unido al comienzo de la operación terrestre en la franja a cargo de las Fuerzas de Defensa de Israel complican sobremanera la posibilidad de la solución del conflicto, sobre todo cuando la administración Trump está más comprometida con la eliminación de Hamás y la ampliación de los Acuerdos de Abraham en el concierto árabe, que con el reclamo de la comunidad internacional sobre la existencia del estado palestino, según las fronteras de 1967.
No obstante, la existencia de todos los obstáculos apuntados, en el ámbito multilateral se destaca la aprobación de la resolución en la Asamblea General de la ONU (12.9.2025), que respalda la Declaración de Nueva York, que respondió a la iniciativa gala-saudí, la cual reconoce al estado palestino, registró 142 votos a favor, 10 en contra (EE.UU., Israel, Hungría, Argentina y Paraguay, además de las diminutas islas estados del Pacífico) y 12 abstenciones. Este desenlace es importante a nivel diplomático multilateral, al subrayar la voluntad de la comunidad internacional en favor del derecho de Palestina a disponer de su estado.
El ataque sionista contra Hamás en Doha pone de relieve la incapacidad de las Fuerzas de Defensa de Israel para liquidar a la organización nacionalista palestina, integrante del Eje de Resistencia, que pese a la pérdida de Damasco, sigue manteniéndose como inspiración junto a Ansar Allah (hutíes) de Yemen, cuando Teherán retoma el diálogo con la OIEA y Europa, no sólo como respaldo a su derecho al desarrollo de la energía nuclear con fines civiles, a contrapelo de la posición estadounidense de condicionar cualquier tipo de mejoramiento de vínculo bilateral y levantamiento de sanciones, a la renuncia a proseguir con sus propósitos de investigación y uso de la energía nuclear. Por otra parte, las autoridades del país persa ganan tiempo para reforzar sus capacidades defensivas, a partir de la experiencia compleja de la Guerra de los 12 días.
En Israel, como parte del disenso en ascenso, generado por factores tales como, la duración de la implementación de la operación Espadas de Hierro en Gaza; la imposibilidad de derrotar a Hamás; el peso gradual del genocidio que se comete en la franja; la permanencia de los rehenes en manos de sus captores, así como el propio ataque contra la delegación de Hamás en Doha, caracterizan el estado de cosas prevaleciente. Al respecto, el Foro de Familias de Rehenes y Desaparecidos emitió un comunicado (13.9.2025) que estableció: “La operación dirigida en Qatar demostró, sin lugar a dudas, que existe un obstáculo para el regreso de los 48 rehenes y el fin de la guerra: el primer ministro Netanyahu. Cada vez que se acuerda un acuerdo, Netanyahu lo sabotea”.
Coincidente con el comunicado del citado Foro, el primer ministro de Qatar, jeque Mohammed bin Abdulrahman bin Jassim Al-Thani, en entrevista exclusiva con CNN, consignó que Netanyahu “mató cualquier esperanza” para los rehenes que permanecen en Gaza, tras el intento sionista de asesinar a los líderes de Hamás.
Por su parte, la cumbre árabe-islámica convocada por Qatar, que contó con la asistencia de medio centenar de países representados, celebrada en Doha, no tuvo resultados con acuerdos tangibles, que signifiquen un cambio de actitud respecto al estado sionista, más allá de las condenas que salieron a la luz. Lo relevante de la cita fue que ningún estado siguió el llamado de Irán a aislar a Israel; realidad esta que pone de relieve la prevalencia de intereses dispares, sobre todo de los actores regionales, que transitan en escenarios de diálogo, negociación e incluso controversia en lo que refiere a los vínculos con los EE.UU. y su aliado Israel, del mismo modo que no están dispuestos a una mayor radicalización del espectro de confrontación, mucho más allá de lo ya acontecido en la Guerra de los 12 días.
De todos modos, a manera de balance preliminar, lo fehaciente descansa en el aislamiento cada vez más notable de Israel frente a la comunidad internacional y la ONU, en momentos en que el primer ministro Netanyahu está sacando provecho al máximo de sus relaciones con el establishment estadounidense, atendiendo además al vínculo personal alcanzado con el presidente Trump en su primer mandato.
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