Israel, el genocidio en Gaza y Palestina

Fuente: Prensa Latina
La reflexión crítica sobre el genocidio en Gaza, brindada por la directora ejecutiva de la organización no gubernamental B´Tselem,[1] Yuli Novak,[2] pone al desnudo la política irracional y criminal seguida por el gobierno israelí contra la población palestina, así como la crisis existencial dominante en la sociedad judía de su país, agravada con la presencia del gabinete ultraderechista que comanda Benjamin Netanyahu.
La activista de derechos humanos echa por tierra los argumentos empleados por el sionismo, que intentan justificar todas las acciones punitivas contra el sufrido pueblo, cuyos derechos merecen ser restituidos sin cortapisas. Al respecto, Novak precisa lo siguiente:
“El genocidio no ocurre sin una inmensa participación: una población que lo apoya, lo permite, o mira hacia otro lado. Eso es parte de su tragedia. Casi ninguna nación que ha cometido genocidio comprendió lo que estaba haciendo en el momento en que lo estaba haciendo. La justificación siempre es la misma: defensa propia, inevitabilidad, las víctimas se lo buscaron”.[3]
Novak, con su mirada reprobatoria de ese martirio en curso, avanza mucho más en su reflexión, que se contrapone a los objetivos trazados por la Operación Espadas de Hierro, al establecer que:
“Lo ocurrido el 7 de octubre fue una fuerza catalizadora de lo que está pasando, pero no la única. Un genocidio requiere décadas de apartheid y de ocupación. De separación y de deshumanización, de políticas diseñadas para cercenar nuestra capacidad de empatía. Aislada del mundo, Gaza se había convertido en la culminación de todo eso. En nuestra imaginación sus habitantes se transformaron en abstracciones, rehenes perpetuos, sujetos a bombardeos cada pocos años, que morían en cientos o en miles sin que tuviéramos que rendir cuentas por ello”.[4]
Tampoco se inhibe en censurar los excesos cometidos por los efectivos de Hamás contra la población civil, en el referido ataque a Israel, lo cual no ensombrece el desenlace antisionista, en momentos en que la administración Biden ratificaba su respaldo irrestricto al aliado estratégico en Medio Oriente, en detrimento de los intereses palestinos, ratificado además en el interés de Washington de proseguir con la implementación de los Acuerdos de Abraham, alcanzados por la Casa Blanca de Trump, previa culminación de su primer mandato.
A lo apuntado, la acción temeraria de Hamás tuvo en cuenta la pérdida de capacidad (y legitimidad, tal vez) de la Autoridad Nacional Palestina, como instancia política y administrativa representante y defensora del universo palestino frente al estado de Israel y la comunidad internacional, que quedó prácticamente reducida a la contraposición de Hamás (y Jihad Islámica), en su esfuerzo afanoso por desempeñar algún papel de liderazgo en la franja de Gaza, posterior a la derrota de Fatah, su integrante primordial, en las elecciones legislativas de 2006.
Desde entonces y hasta el presente, esa rivalidad prevalece, a pesar de los esfuerzos diplomáticos impulsados por Beijing, y otros actores internacionales, para alcanzar una reconciliación entre todas las organizaciones palestinas, si tomamos en consideración los intentos desplegados por el presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, por lograr el control de facto de Gaza.
En paralelo, la propia política extremista de asfixia contra los palestinos en Cisjordania, agravada con el gabinete ultraderechista de Netanyahu, que estimula la política de asentamientos ilegales de colonos en ese territorio, representó el detonante para el desenlace del 7 de octubre de 2023, que no respondió a los intereses del denominado Eje de Resistencia, ni a Teherán, propiamente, sino a la causa palestina, como tal.
La reflexión de la activista israelí acompaña los informes elaborados por las ONG B´Tselem y Médicos por los Derechos Humanos-Israel (PHR-I, en inglés),[5] en los cuales se afirman que Israel está cometiendo un genocidio contra los palestinos en Gaza,[6] así como que los aliados occidentales del país tienen la obligación legal y moral de detenerlo, que se incorporan como elementos legitimadores de la condena internacional, por ser ONGs de Israel y Palestina, precisamente.
Guy Shalev, director de PHR-I, considera que, con la destrucción del sistema sanitario de Gaza, por sí sola convierte la guerra en genocida, atendiendo al artículo 2c de la Convención sobre el Genocidio. Agregó que los EE.UU. y los países europeos tienen la responsabilidad legal de tomar medidas más enérgicas que las adoptadas hasta el presente. “Se deben utilizar todas las herramientas disponibles. Esto no es lo que pensamos, es lo que exige la Convención sobre el genocidio”.[7]
En el transcurso del año se ha hecho evidente un incremento de las manifestaciones y acciones de la comunidad internacional favorables al cese del genocidio, la condena del sionismo israelí, el reconocimiento de Palestina y la solución del conflicto histórico con la creación del estado palestino, con notoria expresión en varias ciudades y universidades estadounidenses y en otras latitudes, como Sidney, Tokio, Estambul y hasta Tel Aviv, como eje principal de las protestas que ha vivido Israel, a nivel de país.
Merece recordar que un segmento importante de la población israelí ha estado enfrentando las pretensiones de usurpación de las prerrogativas del poder judicial, por parte del ejecutivo ultranacionalista actual, como acto de protección a Netanyahu, sobre quien pesan tres causas ante la justicia, así como la intención de los radicales sionistas de imponer su visión antidemocrática sobre lo que representa la separación de poderes y, por esa vía, garantizar derechos.
Próximo a cumplirse dos años de lo acontecido el 7 de octubre de 2023, se evidencia como asignaturas pendientes para Israel la implementación de negociaciones fiables que permitan el regreso de los rehenes y la culminación del genocidio en Gaza, que se ha incorporado como reclamo de un segmento de la población israelí.
Resulta fehaciente que toda acción política, diplomática, humanitaria y de solidaridad en favor de Palestina deviene como acto positivo, en un contexto en que no se pueden descartar escenarios negociadores de naturaleza distinta y hasta contradictorio, que deberá contemplar a todos los actores palestinos concernidos, en momentos en que se configura un consenso a nivel internacional sobre sus derechos y la creación de su estado, que no soslaya como prioridad la condena al genocidio sionista.
En correspondencia con ese derrotero, se puso de relieve la celebración de una conferencia internacional, en Nueva York, del 28 al 30 de julio de 2025, organizada por la ONU y patrocinada por Francia y Arabia Saudí, bajo el rótulo Conferencia Internacional para la Solución Pacífica de la Cuestión de Palestina y la Implementación de los Dos Estados,[8] que adoptó una declaración conjunta titulada como Llamado de Nueva York, firmada por 15 países, que apunta al reconocimiento de Palestina como “paso esencial hacia la solución de dos estados”.
Al mismo tiempo, el cónclave puso en la escena la denominada Declaración de Nueva York, que plantea una fase de quince meses para alcanzar una Palestina desmilitarizada, asumida por la Autoridad Nacional Palestina y acompañada por una misión de mantenimiento de la paz de la ONU temporal, con el objetivo de proveer seguridad a los palestinos en el período de transición. En principio, la Declaración fue endosada por Francia, Arabia Saudí, Brasil, Canadá, Egipto, Indonesia, Irlanda, Italia, Japón, Jordania, México, Noruega, Qatar y Senegal.
La Declaración de Nueva York hace un llamado a reconocer a Palestina como un estado soberano, a la par que denuncia los ataques del 7 de octubre a Israel, con un llamado al desarme de Hamás, la entrega de su control en Gaza, coincidente con una condena de la Liga Árabe a los ataques referidos, siendo ello la primera reacción oficial de esa organización política regional. La declaración asume el sentimiento excluyente del evento a que Hamás participe en unas elecciones democráticas en 2026.[9]
No resulta sorprendente la actitud excluyente respecto a Hamás, asumida por los participantes en el cónclave, en momentos en que la organización palestina ha ratificado su voluntad de resistencia al régimen sionista, que lo ha emprendido contra la población civil gazatí, como represalia evidente ante la incapacidad de derrotar a la organización nacionalista en el desarrollo de la operación Espadas de Hierro.
El capítulo de la exclusión de Hamás coincide con el proyecto sionista en Líbano de desarmar a Hezbolá, que involucra directamente al gobierno del país levantino, que constituye una maniobra que apunta a la desarticulación del Eje de la Resistencia, un propósito clave trazado por el sionismo que persigue el pretendido aislamiento de la República Islámica de Irán en la región, tras la caída de Siria bajo dominio del BAAS.
A lo referido, merece anotar que el aislamiento contemplado contra Hamás se contrapone de modo unilateral —y deviene apoyo de facto a la versión más radical del sionismo en el gobierno—, a las acciones desplegadas por el universo de organizaciones palestinas en función de la unidad, con respaldo diplomático de varios actores externos que, además de reconocer la pluralidad política e ideológica que conforma el nacionalismo en Palestina, representa condición sine qua non para avanzar hacia el establecimiento del anhelado estado, sin renunciar a la lucha armada contra el ocupante y su régimen colonial.
En correspondencia con lo apuntado, encontramos la rúbrica de la declaración de siete puntos por parte de varias organizaciones de la resistencia —Hamás, Jihad Islámica Palestina, FPLP, FDLP, FDLP-CG y Fuerzas Al-Sa’iqa—, cuyo párrafo final establece: “Nuestro pueblo palestino, al igual que otros pueblos del mundo que han sufrido bajo la ocupación y el colonialismo, alcanzará su libertad e independencia, sin importar el tiempo y los desafíos, basado en la justicia de su causa, la resistencia de sus hijos y el apoyo de todos los pueblos libres del mundo en su lucha legítima por la liberación, el retorno y la independencia”.[10]
La declaración palestina, fechada el 31 de julio de 2025, reconoce también:
“Agradecemos y valoramos cualquier esfuerzo internacional que apoye a nuestro pueblo palestino y sus derechos legítimos, como fruto natural de los sacrificios y la resistencia de nuestro pueblo durante más de 77 años desde la Nakba. Este apoyo es resultado directo del creciente círculo de solidaridad internacional generado por la guerra destructiva del sionismo y la presión ejercida sobre la comunidad mundial. En este sentido, nuestro pueblo exige el reconocimiento incondicional de su Estado independiente y sus derechos nacionales inalienables, como una cuestión de justicia histórica y política que no puede ser negociada ni pospuesta”.[11]
Como se puede apreciar, las organizaciones palestinas firmantes reconocen la importancia de los esfuerzos desplegados por la comunidad internacional, en favor de ver concretados los intereses del pueblo palestino, lo que deja abierto el espacio a futuros desempeños diplomáticos en favor de esa causa, sin menoscabo al derecho a la lucha armada.
Por su parte, los gobiernos de los EE.UU. e Israel no participaron y hasta rechazaron la realización de la conferencia, lo que corrobora en el caso de Tel Aviv su intención de proseguir con la ocupación militar de la franja, a contrapelo incluso de un segmento importante de su población, que reclama con hincapié los mejores esfuerzos negociadores del gobierno para alcanzar el retorno de los rehenes en manos de Hamás.
En este contexto, Washington ratifica su decisión de prioridad hacia la implementación de los Acuerdos de Abraham, que representa la estrategia diplomática estadounidense dirigida hacia África Norte y Medio Oriente, que persigue el proceso de normalización de relaciones entre el universo árabe con Israel que, de un modo u otro, se antepone de manera decisiva a la solución de la problemática palestina, marcada por la política de apartheid seguida por el sionismo por décadas.
Tampoco Rusia y China asistieron, lo que deja abierto otros escenarios para el abordaje del tema, desde la perspectiva de ambas capitales, como resulta el próximo 80 periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU en que Palestina cobrará mayor expectativa, sobre todo en el contexto del segmento de Alto Nivel, en el sentido condenatorio del genocidio israelí en curso y el reconocimiento del derecho del pueblo palestino a su estado.
Algunas consideraciones
El episodio abordado ilustra la gravedad reafirmada del conflicto israelí contra los palestinos, a finales del primer cuarto del siglo XXI, que subraya la impunidad que contempla una política de terrorismo de estado y su consecuencia más severa: el genocidio. La aplicación sistemática de una política de apartheid, su ingrediente fundamental, en la estrategia histórica implementada por el sionismo contra los derechos palestinos ha arribado a su máxima expresión.
El genocidio israelí ha causado una reacción de rechazo internacional, que se distinguió como un acto de denuncia inicial y solidaridad gradual desde el Sur global, con Sudáfrica a la cabeza, que se amplía ahora a otras latitudes, incluso en el Occidente colectivo, que incorpora ingredientes sustanciales como el reconocimiento de Palestina como estado, cuyo proceso marca un ascenso.
Los intentos de exclusión de Hamás a sus derechos, como organización nacionalista palestina, es un acto arbitrario que favorece al sionismo y su política colonial, a la par que niega el derecho inalienable al empleo de la lucha armada contra la potencia ocupante. El 80 periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU debe representar un escenario importante para la cuestión palestina, aun cuando el gobierno de los EE.UU. asume una postura de respaldo irrestricto de su aliado estratégico: Israel, lo cual lo convierte en un cómplice activo, y ratifica al mismo tiempo la prioridad que Washington concede a la ampliación de los Acuerdos de Abraham, que marcan la normalización de los vínculos de Tel Aviv con el universo árabe.
[1] B’Tselem(en hebreo) es la organización Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados, fundada el 3 de febrero de 1989 por un grupo de destacados académicos, abogados, periodistas y miembros de la Knesset (parlamento) de Israel. Se encarga de documentar ante el público israelí y sus responsables políticos las violaciones de los derechos humanos en los territorios ocupados del Estado de Palestina (Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza), así como ayudar a crear una cultura de derechos humanos en Israel. Su labor en defensa de los DD.HH. de la población palestina bajo ocupación le ha valido duras críticas de los políticos y activistas israelíes de derechas. Ha recibido premios y elogios por parte de instituciones, académicos y periodistas internacionales, como el Premio Estocolmo a los Derechos Humanos (2014) y el Premio de los Derechos Humanos de la República Francesa (2018). Ver: About B’Tselem / B’Tselem. En: https://share.google/Jal1t8WFidXym1
[2] Yuli Novak es una activista de derechos humanos israelí. De 2012 a 2017, se desempeñó como directora ejecutiva de Breaking the Silence, una ONG israelí creada en 2004 por veteranos de las Fuerzas de Defensa de Israel que fueron destacados en los Territorios Ocupados. La misión declarada de esta ONG es “romper el silencio” que rodea las actividades desarrolladas por estos militares. En 2022, se vio obligada a abandonar Israel, debido a amenazas de muerte y por ser llamada traidora por políticos israelíes. A finales de junio de 2023, Yuli Novak fue nombrada directora de B’Tselem hasta el presente.
[3] Novak, Yuli (2025). Los israelíes crecimos preguntándonos cómo pudo ser y ahora nuestro país comete genocidio en Gaza. elDiario.es (en colaboración con The Guardian) 31 de julio de 2025 – 21:30h. Actualizado el 01/08/2025 – 05:30 h. En: https://share.google/04pXmEUfnl7ipGNZN
[4] Novak, Yuli. Op cit.
[5] Médicos por los Derechos Humanos-Israel (PHR-I, en inglés) es una ONG israelí fundada en 1988 por la Dra. Ruchama Marton, que dirige su actividad y esfuerzos a la promoción de una sociedad más inclusiva, en la cual el derecho a la salud sea aplicable para todos. Recibe financiamiento de la Unión Europea y de ONGs europeas afines, así como de entidades. Opera en Israel y en los Territorios Palestinos Ocupados. Ver: Physicians for Human Rights-Israel -Wikipedia. https://en.m.wikipedia.org/wiki/Physicians_for_Human_Rights%E2%80%93Israel
[6] ONG israelíes:” Israel está cometiendo un genocidio” en Gaza. DW 28/07/2025 En: https://twitter.com/dw_espanol/status/1949775904319656379?s=08
[7] Graham-Harrison, Emma (2025). Organizaciones de Israel denuncian que su país comete un genocidio en Gaza: “Es un ataque claro e intencionado contra civiles”. elDiario.es (en colaboración con The Guardian) 28 de julio de 2025 – 13:18h Actualizado el 28/07/2025 – 14:48h En: https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/organizaciones-derechos-humanos-israel-denuncian-pais-cometiendo-genocidio-gaza_1_12496837.html
[8] La conferencia fue autorizada mediante una resolución de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, adoptada el 4 de diciembre de 2024, con una votación de 157 a favor, 8 en contra (Argentina, Hungría, Israel, Estados Federados de Micronesia, Nauru, Palau, Papua Nueva Guinea y EE.UU.) y 7 abstenciones (Camerún, República Checa, Ecuador, Georgia, Paraguay, Ucrania y Uruguay).
[9] En total, 17 países árabes, incluidos Arabia Saudita, Catar y Egipto, condenaron los ataques del 7 de octubre y pidieron el desarme de Hamás y la exclusión de cualquier papel político. Estos países también han afirmado su intención de normalizar las elaciones con Israel, siempre que esto vaya de la mano con el establecimiento de un Estado palestino; posición esta que se aliena con el interés de la administración Trump de impulsar la ampliación de los Acuerdos de Abraham.
[10] Gil de San Vicente, Iñaki (2025). Contra el genocidio: lucha armada. Antimperialistas.com 6 de agosto de 2025 En: https://antimperialistas.com/contra-el-genocidio-lucha-armada/
[11] Gil de San Vicente, Iñaki. Op. cit.
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