«MAGA vs. Realidad: Las Contradicciones que Desafían el Gobierno de Trump»

En el actual panorama político y social de Estados Unidos, el término WOKE se ha convertido en un eje de confrontación ideológica. Ese término, demonizado por distintos sectores, ha sido ampliamente usado en los medios estadounidenses en la actualidad y se asocia con la conciencia de la justicia social. En el transcurso del tiempo, su significado se ha ampliado identificándose con la concientización de distintas formas de opresión y desigualdad que incluye el racismo, sexismo, homofobia y otras formas de discriminación. Esta forma de interpretar lo que acontece en un contexto de injusticia sistémica, surgió entre los años 30 y 70 en la comunidad afroamericana y posteriormente en el 2010 se popularizó en las redes sociales vinculándolo a movimientos sociales como el “Black Lives Matter”. El término ya se adopta en contextos más extensos asociado a una posición ideológica que prioriza la justicia social y la igualdad muy frecuentemente en contra de las estructuras de poder tradicionales.
Por el contrario la ideología MAGA (Make America Great Again) ahora afianzada en la Casa Blanca, extendida a los tribunales y al Congreso estadounidense ha servido para el ascenso al poder del propio Trump, sin embargo, su radicalismo va más allá de las acciones y medidas que éste ha implementado desde que llegó a la presidencia de Estados Unidos en enero 2025. Ese movimiento surgió en 2016 como el centro de la campaña de Trump apelando al nacionalismo económico, la resistencia al “establishment” y se solidificó como una fuerza dentro del Partido Republicano con un marcado populismo anti-élites contra políticos tradicionales y medios), conservadurismo cultural con la oposición al progresismo WOKE y la lealtad absoluta a Trump como su líder.
Esto incluye, como ha estado ocurriendo, cerrar departamentos federales, obligando a estados, gobiernos locales, universidades y medios de comunicación a alinearse con Trump, acciones consideradas como un ataque directo a lo “WOKE” e impedir el uso de recursos federales para el llamado “marxismo cultural” que incluye el trans-generismo y el nuevo pacto verde.
En la ideología de derecha el “marxismo cultural” incluye la defensa de la teoría crítica de la raza, iniciativas ambientales, sociales y de gobernanza, derechos LGBTQ, fronteras abiertas, atención médica universal y energía verde. Por tanto, la Agenda 47 de la campaña Trump/Vance ataca todas esas manifestaciones que encierra el “marxismo cultural” persiguiendo, acorde a esa terminología, “eliminar a todos los burócratas marxistas de la diversidad, la equidad y la inclusión” y perseguir a los “maníacos marxistas que infectan las instituciones educativas”.
Luego de la implementación de medidas que se corresponden con la agenda del actual presidente Trump y habiendo transcurrido un semestre de esa Administración, se aprecian contradicciones que podrían predecir un futuro contraproducente no esperado por sus votantes. Estas se manifiestan en distintos sectores de la sociedad estadounidense e incluso en el movimiento extremista.
La lealtad ciega a Trump está siendo considerada como elemento con tendencia a perder en las elecciones por la división de intereses y por antecedentes de que algunos, por seguirlo, las perdieron en 2022 y 2023. Ya se está viendo una posible fractura entre populistas y trumpistas puros lo que se debe de tener en cuenta para las elecciones de medio término en 2026. MAGA ya no es monolítico cuando este exige radicalismo y Trump negocia con el grupo de poder de la élite. Estas fisuras comprometen la unidad del GOP.
La política dirigida a la elevación de los aranceles tuvo la oposición de un grupo de senadores republicanos con el objetivo de limitar el poder que tiene el Presidente para imponerlos. La “Ley de revisión comercial” propone obligar al mandatario a obtener la aprobación del Congreso, a prolongarse por un máximo de dos meses a menos que el Legislativo apruebe extenderlos y de la misma forma el proyecto da al Legislativo la potestad de cancelar los aranceles antes de los 60 días si hay consenso en ambas cámaras, pero Trump no parece respetar ninguna disposición.
Si bien el Presidente ha pasado por alto lo establecido en el Legislativo, lo cierto es que ha habido discrepancias dentro del Partido Republicano y a la vez, los intentos de cierta moderación por parte de Trump para negociar, son entendidos por los extremistas como traición. A esto se unen las tentativas de pactar con los demócratas temas sobre infraestructura y la deuda.
Los radicales presionan a Trump para que no ceda en lo referente a la migración y los recortes sociales. La cruzada anti-inmigrante con deportaciones masivas tiene la oposición de empresarios republicanos de sectores como la agricultura y la construcción quienes dependen de mano de obra inmigrante y algunos estados republicanos solicitan más visas temporales, todo lo cual contradice el discurso extremista.
Las órdenes ejecutivas relacionadas con el recrudecimiento de las políticas migratorias han sido muy censuradas entre jueces federales y diversas organizaciones. Sobre todo, órdenes referidas a la cancelación de las vías de asilo, aceleración de deportaciones masivas, que de hecho constituyen una amenaza a los derechos humanos por la deshumanización y discriminación a que están siendo sometidos los migrantes. De la misma forma, el malestar de los empresarios y trabajadores de la hotelería y el turismo, básicamente sostenidos por migrantes, llevó a Trump a reconsiderarlos en el caso de las deportaciones por las consecuencias negativas a esos negocios.
Se aprecian divisiones en cuanto al conflicto ucraniano, con fisuras entre esos extremistas en que unos quieren abandonar la OTAN y otros apoyan a Ucrania contra Rusia.
Estas no son las únicas contradicciones, pues si bien Trump tiene una base fuerte y fiel, esto no representa un apoyo ideológico y masivo de sus propuestas que deberán manifestarse a futuro con la parte de sus votantes provenientes de la clase trabajadora que votaron por un incentivo económico personal que no se proyecta según esperaban. Esa será una base que se fragmentará y se identificará con proyectos más afines.
Gabinete de Trump
La elección de su gabinete no es coherente con bases sólidas de sus ideas, ni idoneidad ni conocimientos, más bien basada en la lealtad a él como persona, todo lo cual representa una contradicción básica de gobernabilidad con implicaciones a futuro. Particular ejemplo es la alianza estratégica entre Trump y Elon Musk que se ha hecho más visible con el enfrentamiento político entre ambos. Musk presentó su renuncia al Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) a finales de mayo 2025 calificando como una “abominación repugnante” el proyecto fiscal de Trump. La serie de elementos privados que salieron a la luz siguieron esta trifulca con una amenaza del Presidente referida a las graves consecuencias que afrontaría Musk si decidía apoyar a los demócratas en las próximas elecciones. Estas diferencias tuvieron repercusión económica, política y tecnológica en EE.UU. y en el mundo. Viéndolo en el contexto de su gobierno, fue solo uno de sus nombramientos en breve tiempo de su Administración.
Legisladores demócratas
Por su parte los legisladores del Partido Demócrata se han opuesto activamente a esas medidas de Trump presentando demandas contra órdenes ejecutivas, abucheando e interrumpiendo discursos presidenciales en el Congreso, así como tácticas filibusteras de prolongar los discursos para retrasar las votaciones en son de protesta. Ejemplo de ello fue el discurso de más de 25 horas de un senador demócrata contra las políticas de recortes de gastos de Trump. No obstante, sus reacciones contrarias no han sido significativas, ni de gran impacto.
Política comercial
Internamente en Estados Unidos, la política comercial de Trump con la imposición de aranceles a diversos países, ha provocado inquietud en los mercados financieros con reservas por una posible guerra comercial que desate una recesión económica global y estanflación (estancamiento con inflación) conduciendo a la incomodidad de líderes empresariales que han pedido a la Casa Blanca la reconsideración de la instauración de estos.
Afectaciones a la sociedad civil
Se aprecia alarma en organizaciones y grupos de la sociedad civil por esas políticas que atentan contra las libertades y la democracia. Al volver a instaurar la “ley mordaza global”, sobre la prohibición de financiamiento a organizaciones internacionales que ofrecen servicios de salud reproductiva incluido el aborto, y la disminución del rol del gobierno federal en la educación y la ciencia, son retrocesos en materia de derechos.
Las promesas de reducir el tamaño y poder del gobierno federal y suprimir a los “demócratas” opuestos a su agenda han impactado de forma negativa en una parte de la población. La creencia de la mayoría de los estadounidenses es que la corrupción e ineficiencia agravan la crisis de gobernabilidad existente hoy en Estados Unidos.
Hay que mencionar el rechazo a la ley Big and Beatiful Bill o BBB recién aprobada en el Congreso estadounidense que tiene pocos beneficios para programas sociales y la inmigración, sobre todo a las personas de bajos ingresos y de clase media.
Reacción de congresistas anticubanos
La reacción de los congresistas de ascendencia cubana, quienes de forma particular se deben a votantes afectados por las medidas migratorias de Trump, aunque no han mostrado abierta contradicción y continúan apoyando posturas de línea dura, han abogado por una “solución permanente” para los beneficiarios del programa “parole humanitario”, presionando igualmente por leyes que aseguren la frontera. Obviamente se trata de discernir entre los migrantes identificados con la oposición a la Revolución cubana y otros que no lo son, solicitando un trato especial para los primeros. Esto devino en la “Ley Dignidad” de la congresista María Elvira Salazar destinada a asegurar la frontera y reformar el sistema de inmigración, que en la práctica es un paliativo a lo que está ocurriendo en la actualidad que le permite quedar bien con dios y con el diablo.
Comunidad cubana
La comunidad cubana en el sur de Florida, que votó mayoritariamente por Trump, ha tenido un apoyo moderado a sus políticas de deportación. Aunque algunos pueden sentirse «traicionados» por las medidas que afectan a sus compatriotas, muchos han aceptado la idea de que estas acciones son necesarias para mantener la seguridad y el orden en la frontera. La retórica de Trump acerca de que las deportaciones se centrarían en «criminales» y la creencia de que su gobierno no se ensañaría con los cubanos, han sido factores importantes para que haya diversidad de opiniones e incertidumbre entre los indocumentados de los diversos países. En el caso de los cubanos, especialmente aquellos que han llegado más recientemente, han expresado su temor y frustración ante la posibilidad de deportaciones, ya que han perdido el estatus privilegiado que alguna vez tuvieron bajo leyes anteriores.
Con la revocación del parole humanitario se han afectado aproximadamente 111,000 cubanos, muchos de los cuales enfrentan riesgo de deportación y el Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) suspendió el procesamiento de solicitudes de residencia permanente para quienes ingresaron con estatus humanitario. Como consecuencia, hay miles de cubanos en un limbo legal y la comunidad siente mucho temor a perder el estatus migratorio con el que arribaron a Estados Unidos, en particular los que no tienen un año y un día para acogerse a la Ley de Ajuste Cubano.
El impacto emocional es de consideración no sólo por no poder regularizar su situación legal sino por el estrés, ansiedad y separación familiar.
Agencias y trabajadores federales, científicos y académicos
Las recientes medidas de la administración de Donald Trump, que incluyen despidos masivos y reducciones en el personal federal, han ocasionado una ola de reacciones negativas en distintos sectores sociales, en los sindicatos y trabajadores federales. Esas organizaciones argumentan que los despidos son ilegales y se dañará la capacidad del gobierno para otorgar servicios esenciales. También hay inquietud con las afectaciones a programas sociales y servicios críticos.
Qué decir del malestar de los científicos y académicos con la reducción de personal y cancelación de misiones críticas; de la inconformidad de trabajadores de agencias como la NASA en que cientos de empleados han firmado cartas de protestas contra los recortes de Trump argumentando que socavan la misión de la agencia y pone en riesgo el liderazgo científico de Estados Unidos. Es de señalar, que la legalidad de los despidos masivos ha sido objeto de debate en los tribunales y algunos jueces federales han emitido órdenes para bloquear temporalmente los recortes, pero han sido silenciados por la Corte Suprema, tratando esta última de allanar el camino al Gobierno federal con su reducción de plantilla. Esta fluctuación legal mantiene el tema en la palestra pública y no de forma constructiva.
En general, mientras que los partidarios de Trump argumentan que la reducción de la llamada burocracia federal es necesaria para aumentar la eficiencia y recortar gastos, sus oponentes señalan que estas medidas son un ataque al «Estado profundo» y que ponen en peligro servicios públicos vitales para la ciudadanía. Se aprecia tensión entre la relación de Trump y sus propias agencias que ya tiene sus antecedentes en las críticas públicas a los oficiales de inteligencia, señalándolos como “extremadamente pasivos e ingenuos” y rechazando sus evaluaciones sobre amenazas globales y su plan de “limpiar el Estado Profundo” tiene considerable resistencia interna.
Geopolítica y política exterior
No se puede soslayar la consecuencia geopolítica que está tensando las relaciones con los países del mundo. Algunos países anuncian represalias por el escenario de guerra comercial con las amenazas e imposición de aranceles, mientras que otros tratan de negociar por el impacto negativo en sus economías. El unilateralismo de Trump y críticas a los aliados, en que ha cuestionado acuerdos internacionales y organizaciones multilaterales como la OTAN, el Acuerdo de París sobre el clima y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han hecho que sus detractores lo acusen de aislacionismo y de socavar la cooperación global, llevando a algunos aliados a reconsiderar su dependencia de Estados Unidos y a buscar una mayor autonomía. La Unión Europea, por ejemplo, ha sido instada a asumir una mayor responsabilidad en su propia seguridad.
Entretanto, su política exterior es percibida por la comunidad internacional con incredulidad y oposición. Como ejemplo está su propuesta de convertir territorio en conflicto de Oriente Medio en destino turístico, entendido como “inmoral, ilegal e irrresponsable” por funcionarios de las Naciones Unidas, así como priorizar la competencia con China y Rusia y la revisión de acuerdos internacionales que se ve como una tendencia hacia un orden mundial menos cooperativo y más conflictivo.
Sus medidas han tenido particular implicación en las relaciones con varios países de la región latinoamericana, sobre todo, en cuanto a migración se refiere, por la negativa de algunos gobiernos a recibir a los deportados y contradicciones sobre el trato a los que han solicitado asilo. También este proceso se interpreta como injerencia a la soberanía de los países con amenazas y presiones en cuanto a otros temas.
En resumen, en el ámbito geopolítico las medidas de Trump se aprecian como una amenaza al orden mundial existente, favoreciendo el caos y la confrontación por encima de la cooperación y el diálogo. Esto ha llevado a una reevaluación de las alianzas y a una búsqueda de mayor independencia por parte de otras potencias.
Sin lugar a dudas, hay una crisis interna en Estados Unidos con un nivel de polarización social al interior del país provocado en parte por la postura excluyente de su Presidente que trata de redefinir la política desde el punto de vista económico, cultural y geopolítico. Sin embargo, el nivel de contradicciones internas y externas de su administración constituyen una amenaza a su propio proyecto que va desde divisiones del Partido Republicano hasta el descontento de sectores clave como empresarios, migrantes, científicos y aliados internacionales que proyecta un creciente aislamiento y resistencia.
Hay que concluir que el discurso “Make America Great Again” encara un dilema, dado en su implementación práctica que puede estar generando más caos que grandeza tanto dentro como fuera de Estados Unidos.
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