Cargando...

Trump, Sudáfrica y el G20

noviembre 21, 2025   0

Imagen tomada de Prensa Latina

Donald Trump ha arremetido contra Sudáfrica una vez más en el transcurso de 2025; actitud esta que subraya la antipatía del presidente de los EE.UU. frente al país africano, que ha tenido la sagacidad de interponer una denuncia ante la Corte Internacional de Justicia, en respuesta al genocidio perpetrado por el estado sionista de Israel hacia el pueblo palestino en Gaza.

Como consigna Washington, Tel Aviv es el aliado estratégico de los EE.UU. en Medio Oriente, condición que se ha reafirmado desde el regreso del magnate presidente a la Casa Blanca.

En esta oportunidad, Trump ha expresado la negativa rotunda a que los EE.UU. participe en la cumbre del G20, prevista en Johannesburgo, los días 22 y 23 de noviembre. En principio, no se prevé incluso presencia oficial del país norteño, lo que de corroborarse representaría una ausencia notable en este foro, que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno y presidentes de los bancos centrales de las economías más relevantes del mundo.

El rechazo de Trump a tener una presencia en el G20 de Johannesburgo descansa, esencialmente, en su alegato apócrifo que plantea la existencia de discriminación y abusos contra la población blanca sudafricana, atribuida al gobierno sudafricano sobre todo con enfoque a los afrikáans, aserto que se contrapone a la realidad misma que significa la existencia de un gabinete de unidad nacional, resultante de las elecciones generales del 2024.

El gobierno de unidad nacional, encabezado por el ANC, lo integra el emblemático partido de oposición, Democratic Alliance, que agrupa a un segmento electoral importante de la población blanca, y ha mostrado vitalidad política propia en Sudáfrica, desde su conformación hasta el primer cuarto del siglo XXI.

Merece recordar, que la cruzada de Trump contra el gobierno sudafricano tuvo un momento álgido en la era de entente cordiale entre el presidente estadounidense y Elon Musk, entonces consejero senior de la Casa Blanca y sudafricano de origen, cuya influencia negativa contra la realidad multirracial y multipartidista de Sudáfrica fue clave para la conformación de la actitud agresiva de Trump contra Pretoria.

En esa altura, la razón principal aducida tuvo que ver en la aprobación de la denominada Ley No. 13 (Ley de Expropiación de 2024) relativa a la tierra, por el Parlamento, y firmada por el gobierno sudafricano, el 23 de enero de 2025, con el propósito de favorecer al universo de la población más desfavorecida, como son las mujeres, jóvenes, LGBTQI+ y discapacitados.

Cabe apuntar, incluso, que Washington incorporó una medida ejecutiva presidencial, que facilitó un discreto proceso migratorio de familias afrikáans hacia los EE.UU., en la primera mitad de 2025, como parte de la campaña mediática y las acciones políticas seguidas para desacreditar al ejecutivo sudafricano y, por esa vía, mantener en alto el nivel de desencuentro que prevalece.

Otro elemento sustancial que se suma a la cruzada de los EE.UU. contra Sudáfrica fue la entrada en vigor del arancel del 30 % sobre las exportaciones sudafricanas, a partir del 8 de agosto de 2025, con incidencia potencial en la pérdida de miles de empleos en el país austral, sobre todo en los sectores agrícola y de fabricación de automóviles.

Este capítulo es primordial para comprender la profundidad del derrotero unilateral seguido por la Casa Blanca, frente a lo cual el presidente Cyril Ramaphosa ha desempeñado un papel activo para superarlo y sostener la relación comercial bilateral, que involucra la presencia de unas 600 empresas estadounidenses que operan en Sudáfrica.

Sobre el particular, ha trascendido el contenido de la visita de Ramaphosa a Washington, como parte del interés de su gobierno de sostener la relación con su contraparte, que tuvo como epicentro la propuesta sudafricana de compra de gas natural licuado del país norteño y la inversión por un monto de 3.3 billones de dólares en la economía estadounidense, como parte de un acuerdo marco, lo que fue infructuoso.

Pero no sólo la arremetida de Trump ha caracterizado el contexto bilateral, sino que se extiende a nivel multilateral, con lo apuntado en lo que refiere a la celebración de la edición del G20 en Johannesburgo.

En este ámbito, el secretario de Estado Marco Rubio puso signo de interrogación a los principios que identificarán la cita en Sudáfrica: “Solidaridad, Igualdad y Sostenibilidad”, que se corresponde con la filosofía que ha impulsado la política exterior implementada por el país austral, posterior al levantamiento del régimen de apartheid, que se sobrepone al escenario de lo estrictamente comercial o de mercado; máxime que Sudáfrica ha sido defensor de sus intereses nacionales, pero también del continente africano en los diferentes foros internacionales.

Incluso, el presidente Trump ha manifestado su rechazo a que Sudáfrica sea sede de una cumbre del G20 y hasta de su membresía en ese foro. En su plataforma Trust Social manifestó: “Los afrikaners (población descendiente de los colonos holandeses, y también de los inmigrantes franceses y alemanes) están siendo asesinados y sacrificados, y su tierra y granjas están siendo confiscadas ilegalmente”. Por su parte, los partidos afrikaners han negado la existencia de algún tipo de genocidio o matanzas contra esa comunidad en el país.

Sin dudas, el primer año de la segunda presidencia Trump está marcando un hito negativo en sus vínculos con África Subsahariana, pero con mayor agresividad con Sudáfrica, en un contexto en el cual el concierto africano ha reafirmado la diplomacia y el diálogo político para lidiar con una superpotencia agresiva, que no parece estar dispuesta a que el Sur global desempeñe un rol de destaque en la construcción de una nueva era multipolar, con apego al multilateralismo.

Sobre lo último apuntado habría que anotar que, precisamente, Sudáfrica está llamada a desempeñar ese rol, atendiendo a su condición de miembro del grupo de los BRICS y aspirante a un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU, resultante del proyecto de reforma del sistema de las Naciones Unidas, que constituye una aspiración de prioridad para el continente en este siglo.

Paradójicamente, fue Pretoria la sede en la cual el entonces secretario de Estado de los EE.UU., Anthony Blinken, presentó los pilares de la nueva Estrategia de los EE.UU. para África Subsahariana, en agosto de 2022, que establecía como presupuestos el diálogo y negociación diplomática por parte del gobierno estadounidense, respaldado por una matriz mediática de seducción hacia la región, cuyo punto culminante sería el reconocimiento del papel de África para la economía mundial en los años venideros.


Déjanos tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *