Cuba en el 117 Congreso de Estados Unidos: mucho ruido y pocas nueces
El 117 Congreso de los Estados Unidos, presentó nueva composición como resultado de las elecciones de noviembre de 2020. La Cámara de Representantes permaneció bajo control Demócrata con una mayoría precaria de 12 asientos y el Senado quedó con 50 escaños para cada partido, pero regido por los demócratas, al estar éstos a cargo del Ejecutivo.
En relación con Cuba se estimaba que el presidente Biden, cumpliría sus promesas de campaña y ello motivaría al Congreso a emprender algunas acciones, tales como eliminar la prohibición de viajar a Cuba. La actitud asumida por Biden ha echado por tierra estos pronósticos.
Los frutos que exhibe hasta hoy la política de Estados Unidos hacia Cuba no son otra cosa que el resultado de un gobierno con un Ejecutivo inerte y un Congreso incapacitado de actuar debido a una polarización extrema entre dos fuerzas muy parejas y un Partido Demócrata no carente de contradicciones internas.
En el Congreso han predominado las acciones anticubanas destinadas a mantener e incluso intensificar las sanciones. En ello han jugado un rol determinante los 3 senadores y 7 representantes de origen cubano.
En los 11 meses transcurridos, ni un solo proyecto de ley sobre Cuba ha sido aprobado por ambas cámaras. No obstante, otros proyectos de ley y enmiendas, donde se incluyen acápites que asignan fondos para las actividades de carácter subversivo en Cuba, y los que prohíben destinar fondos para el cierre de la Base Naval de Guantánamo, sí fueron aprobados y convertidos en ley.
En el 117 Congreso, el tema Cuba ha constituido en la práctica, un asunto de propaganda e influencia política. La propaganda ha sido obra de los que se oponen al mejoramiento de las relaciones de los Estados Unidos con Cuba, especialmente de los congresistas republicanos de origen cubano de la Florida, promocionando las políticas más reaccionarias implementadas por Trump y acusando de contraproducentes las aplicadas por Obama a finales de su mandato.
En cuanto a la labor de influencia política negativa, han sido también ellos, y el senador demócrata Bob Menéndez, los actores fundamentales. Sus principales objetivos han sido, el presidente Biden, el Secretario de Estado Blinken y los funcionarios que requieren de ratificación por el Senado o van a rendir cuentas al Congreso. En otras ocasiones lo han sido mandatarios de terceros países y dirigentes de organismos internacionales y regionales.
Todos los congresistas que han tratado de influenciar a favor de cambiar el curso actual de las relaciones, han sido demócratas.
Veamos un resumen de lo acontecido con relación a Cuba en el Congreso.
Proyectos de Ley
En el Senado
Se presentaron 6 proyectos de ley; 4 de carácter negativo y 2 a favor del mejoramiento de las relaciones.
Todos los negativos fueron patrocinados o copatrocinados por los senadores de origen cubano Marco Rubio, Bob Menéndez y Ted Cruz, y por el senador de la Florida, Rick Scott, aunque en algunos casos también por otros republicanos y en menor medida por demócratas.
Éstos contemplaban: Poner el nombre de un líder opositor fallecido a la calle frente a la embajada de Cuba en Washington; defender la propiedad intelectual y marcas comerciales contra el robo de las mismas en Cuba; que la Administración Biden garantizara el libre acceso a Internet de los cubanos; y uno al que dieron el nombre de DEMOCRACIA Act., que autoriza al presidente a imponer sanciones, a personas de terceros países involucradas con sectores de la defensa o la seguridad cubanas y a los que cometan abusos de derechos humanos o corrupción en Cuba.
Los 2 proyectos de ley de carácter positivo proponían levantar el embargo y restablecer relaciones comerciales normales con Cuba. Uno patrocinado por Ron Wyden y el otro por Amy Klobuchar, ambos demócratas.
En la Cámara de Representantes
Se presentaron 8 proyectos de ley; 5 de carácter negativo y 3 favorables a Cuba.
Todos los proyectos de ley negativos contaron con el patrocinio o copatrocinio de los legisladores cubanos, en algunos casos de otros republicanos y eventualmente de algún demócrata.
Éstos contemplaban: que no se sacase a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo; modernizar el proceso de reunificación familiar y utilizar la base Naval de Guantánamo para entrevistas y trámites; y otros 3 similares a los presentados en el Senado; uno para salvaguardar la propiedad intelectual y marcas de bienes confiscado en Cuba; otro para llevar Internet a los cubanos; y otro similar al que en el Senado se le dio el nombre de Democracia Act.
Los 3 favorables a Cuba fueron introducidos por demócratas: uno por Chuy García para eliminar el tope de mil dólares trimestrales en remesas; otro por Steve Cohen llamado Baseball Diplomacy Act, que permitiría a los peloteros cubanos viajar a Estados Unidos y jugar beisbol sin tener que renunciar a su país; y el patrocinado por Bobby Rush y otros para levantar el embargo.
Resoluciones
En el Senado
Se presentaron 7 resoluciones, todas de carácter negativo.
Las 7 llevaban la firma de todos o algunos de los senadores de origen cubano y de Rick Scott.
Planteaban, en resumen: solidaridad con los manifestantes del 11 de julio; condenas a la represión y demandas de liberación para los presos políticos; condenas a la falta de libertad de prensa y expresión; respaldo a organizaciones contrarrevolucionarias y a algunos de sus cabecillas; contrarrestar la maligna influencia de Cuba en el continente; y necesidad de restaurar la democracia en la Isla.
En la Cámara de Representantes
En la Cámara se presentaron 3 resoluciones similares a las introducidas en el Senado, todas patrocinadas o copatrocinadas por legisladores de origen cubano. Una de éstas, patrocinada por Debbie Wasserman Schultz, solidarizándose con los cubanos que se manifestaron el 11 de julio y solicitando la liberación de los detenidos, fue aprobada por el pleno de la Cámara por 382 votos a favor y 40 en contra. El representante Jim Mc Govern explicó su voto en contra pues la resolución no menciona los devastadores efectos del bloqueo como factor importante causante de los descontentos en la Isla.
Audiencias
Algunas audiencias en el Senado y la Cámara de Representantes, especialmente las destinadas en la Cámara Alta a ratificar nuevos nombramientos, han constituido escenarios de ataques contra el gobierno cubano, y de presiones a los funcionarios que comparecieron en las mismas, para que se comprometiesen a llevar a cabo políticas anticubanas.
En el período analizado se conoció de 22 audiencias con referencias a Cuba; 12 en el Senado y 10 en la Cámara de Representantes.
En el Senado
Los senadores Bob Menéndez, Marco Rubio y Rick Scott fueron los que con más saña y frecuencia atacaron a Cuba y presionaron para que los nuevos funcionarios se comprometieran a no cambiar el curso actual de las relaciones con la Isla, especialmente Menéndez, aprovechando su condición de Presidente del Comité de Relaciones Exteriores.
Llama la atención una carta enviada a los líderes del Comité de Relaciones Exteriores por 3 congresistas republicanos de la Florida, solicitando no ratificar en su cargo a ningún funcionario que no se comprometiese de antemano a promover la democracia y las libertades civiles en Cuba.
Rubio y Scott anunciaron que no votarían a favor de la ratificación de Thomas Vilsack como Secretario de Agricultura porque éste favorecía las relaciones comerciales con Cuba. Rubio bloqueó la confirmación de la funcionaria designada como embajadora en España por considerarla apologista del régimen cubano.
En una sola ocasión se escuchó en una audiencia una voz reclamando un trato justo para Cuba, y fue del senador Patrick Leahy, quien le preguntó a Blinken porque un país tan similar a Viet-Nam en cuanto a partido único y derechos humanos, no podía recibir el mismo trato que el país asiático.
En la Cámara de Representantes
El comportamiento de las audiencias en la Cámara de Representantes fue bastante similar en lo que a ataques a Cuba se refiere. En este caso casi todas las arremetidas fueron por parte de representantes de origen cubano, fundamentalmente los floridanos María Elvira Salazar y Rafael Díaz-Balart, pero también Nicole Malliotakis y Albio Sires, quien llegó a plantear que hay presencia de torturadores cubanos en las cárceles de Nicaragua aplicando submarinismo, quemaduras de ácido y torturas físicas.
El único planteamiento positivo que se escuchase en una audiencia en la Cámara de Representantes, fue el de Barbara Lee, quien le expresó al Secretario de Estado Blinken que era lamentable la falta de prioridad que estaba teniendo la política hacia Cuba, y que era necesario sacar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo e iniciar el diálogo y las negociaciones con la Isla.
Entre las numerosas acusaciones que los funcionarios que comparecían debieron escuchar, tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes, además de las contempladas en las Resoluciones, estuvieron: tortura; desapariciones; trata de personas en el personal médico; robo del 20% de las remesas; absoluto control de la economía por los militares; apoyo al narcotráfico y al narcoterrorismo; facilitador de la entrada de Rusia y China al continente; necesidad de mantener vigente la Helms-Burton y especialmente su título III; e incluso indagaciones con el Jefe del Comando Sur de como derrocar a la dictadura cubana. También hubo señalamientos críticos a los gobiernos de Canadá y España por no colaborar con los esfuerzos anticubanos de Estados Unidos y a López Obrador por invitar a Díaz-Canel a México y tratarlo como a un rey.
Declaraciones, comunicados, etc.
Se contemplan también cartas, anuncios, testimonios, noticias a la prensa, publicaciones en sitios web y otras de diversa índole que sobre Cuba se han utilizado por congresistas como vías para la propaganda y la influencia política.
De carácter positivo se identificaron 11 acciones contenidas en declaraciones, cartas al presidente, comunicados de prensa o intervenciones en plenos de la Cámara por parte de los senadores Leahy y Klobuchar, y de los representantes, Mc Govern, Barbara Lee y Gregory Meeks, todos demócratas; los 4 primeros más de una vez, y en ocasiones con el respaldo de otros congresistas también demócratas. En las mismas se critica la inclusión de Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo y se solicita poner fin a las sanciones impuestas por Trump y retornar a una política de negociaciones y relaciones normales. Destaca al respecto una carta dirigida a Biden que fue firmada por 80 representantes.
Las de carácter negativo son incontables y todas llevan la firma de los congresistas de origen cubano, y del senador Scott. En esencia plantean las mismas conocidas acusaciones, y además, solicitudes al presidente Biden para que incremente la política de sanciones a la Isla. También abundan las críticas de los republicanos a Biden por mostrarse pusilánime con Cuba, así como las demandas a terceros para que de una forma u otra contribuyan con los esfuerzos de Estados Unidos contra Cuba. Al respecto mencionan indistintamente a la ONU, la OPS, la UE, la CIDH, México, España y Canadá.
Perspectivas para los próximos años
Las perspectivas para el año próximo son similares a las del actual. El estado de las fuerzas internas del órgano legislativo permanecerá igual, ya que este año no habrá elecciones que puedan cambiar la composición del 118 Congreso. Por otra parte, el presidente Biden, no parece decidido a dar pasos significativos que estimulen acciones legislativas en una dirección positiva.
Sin embargo, en noviembre de 2022, tendrán lugar elecciones de medio término, por lo que para los años 2023 y 2024, habrá una composición distinta en el Congreso, donde se producirán nuevas acciones; en una dirección y magnitud que dependerá de los cambios que como resultado de esas elecciones ocurran en el estado de las fuerzas de los partidos Demócrata y Republicano en dicho órgano legislativo.
A casi un año, se hace sumamente difícil tener un pronóstico confiable. Sin embargo, contamos con antecedentes, algunas encuestas, cosas que están ocurriendo y que van a afectar los resultados, y las opiniones de algunos destacados analistas.
Un factor que influye en este tipo de elecciones es el nivel de aceptación del presidente. Aunque hasta hace pocos meses Biden tenía un nivel de aceptación bastante alto, éste ha descendido a entre un 38% y un 41% según varias encuestas, debido fundamentalmente a la inflación, la Covid, el caos en la frontera y Afganistán. No obstante, con casi un año para las elecciones, Biden tiene tiempo de recuperarse.
El comportamiento de anteriores elecciones de medio término muestran que el partido que controla la Casa Blanca pierde en las mismas una considerable cantidad de asientos. Entre 1978 y 2018 hubo 11 elecciones de medio término y en 9 de ellas el partido que controlaba la Casa Blanca perdió como promedio 18 asientos en la Cámara de Representantes.
Por otra parte sabemos que este es un año donde en los estados tienen lugar procesos de redistribución de distritos (el gerrymandering); que a los republicanos corresponde hacerlo en 187 distritos por 84 a los demócratas; de la agresividad de los republicanos particularmente después de las elecciones de 2020 en que Trump planteó que hubo fraude; y de las nuevas leyes y regulaciones que los mismos están aprobando en algunos estados con gobiernos bajo su control para, con el pretexto de evitar que se cometan fraudes, dificultar el acceso de los electores a las urnas, algo que se conoce daña fundamentalmente a los demócratas.
Por las razones apuntadas, algunos analistas están considerando como probable que la Cámara de Representantes pase a control republicano, ya que para ello bastaría con que apenas 5 asientos cambien de mano. En el Senado donde las fuerzas están parejas con 50 escaños para cada partido, las expectativas son menos claras considerando que los demócratas deberán defender 14 escaños por 20 los republicanos.
Las perspectivas para los años 2023-2024, con un presidente que parece decidido a preservar la esencia de su política hipócrita y oportunista hacia Cuba, una probable Cámara de Representantes en manos republicanas, y un Senado similar al actual, son bastante negativas y peligrosas para la Isla. Considerando el notable incremento de las maniobras de desestabilización y las campañas mediáticas que están teniendo lugar, sobre todo después de los sucesos del 11 de julio, con el propósito de lograr finalmente cumplir con el viejo anhelo de derrocar la revolución cubana, no sería nada extraño que se intente alguna provocación o magnificar cualquier situación o acontecimiento que pueda tener lugar, para sancionar a Cuba con medidas más severas que, en este caso, podrían contar con la complicidad del Congreso para codificarlas en ley.
Déjanos tu comentario