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Cosmovisiones doctrinales políticos-filosóficas del sistema político de los Estados Unidos de América y su estrecha articulación con la política exterior estadounidense

mayo 16, 2024   0

Los fundamentos filosóficos del sistema político de los Estados Unidos se originaron en diversas fuentes, entre ellas están:

  • Los sistemas políticos de la antigua Atenas y la República Romana influyeron en la concepción de la democracia. Aunque el término no aparece en la Declaración de Independencia ni en la Constitución de Estados Unidos de América, la democracia es declarada como fundamental para el gobierno en este país.
  • El pensamiento revolucionario sobre los derechos individuales de los filósofos de la Ilustración también influyó en el sistema político estadounidense. Estos pensadores abogaron por la libertad, la justicia y los derechos individuales como pilastras esenciales.
  • Las luchas por el poder entre nobles y reyes en la Inglaterra medieval condujeron a la Carta Magna y a la Declaración de Derechos en inglés. Estos documentos establecieron principios como la limitación del poder del monarca y la protección de los derechos de los ciudadanos.
  • Las tribus indígenas en el país norteño también contribuyeron a las filosofías y prácticas gubernamentales que surgieron del proceso revolucionario para la época. Sus sistemas de gobierno y valores influyeron en la construcción de la democracia estadounidense.

Sin embargo, sus cosmovisiones doctrinales hacia las relaciones con el mundo exterior se comportaron con presunción, estableciéndose códigos que daba a la nación estadounidense una presentación especial y de un pseudoliderazgo, que se mantiene hasta el día de hoy, esto se manifiesta en sus doctrinas mesiánica, del universalismo y el excepcionalismo.

Desde la llegada de los primeros colonos y más adelante la extensión territorial se fue conformando esa conciencia en sus principales líderes y pensadores, trasmitida al mundo de la época por sus padres fundadores en primer lugar y más adelante por cada presidente hasta nuestros días.

Las ideas fundamentales que presento en este pequeño ensayo, tienen como objetivo esencial demostrar las cosmovisiones político filosóficas del sistema político estadounidense y la articulación con su política exterior.

El excepcionalismo, universalismo y mesianismo son conceptos que se pueden interpretar en el contexto del sistema político y la política exterior de los Estados Unidos de América, empezando por su Constitución:

El mesianismo es una cosmovisión que se relaciona con una particular interpretación de la historia y la religión, donde el cambio de un estado del desarrollo de una sociedad o grupo de creyentes será causado por la llegada de un Mesías es decir una especie de salvador para la instauración de un nuevo mundo. Según la Biblia en el libro de II Samuel, el mesianismo se torna como una idea que trae la esperanza de la felicidad del mundo donde emerge un dios a favor del pueblo elegido. La idea mesiánica tiene también una expresión intermediaria, esto significa que, vendrá realizada por un Mesías-mediador.

En el contexto de la política estadounidense, el mesianismo se puede expresar en que la creencia de esto está asociada a que los Estados Unidos de América, tienen una misión especial para promover y sembrar sus valores y sistema de gobierno en todo el mundo. Esto puede verse en la idea del “Destino Manifiesto”, que fue una justificación para la expansión territorial de los Estados Unidos de América en el siglo XIX.

La doctrina del “Destino Manifiesto” es una ideología dentro de un sistema que expresa la creencia en que Estados Unidos de América es una nación destinada a expandirse por el mundo como la salvadora y mediadora de los problemas que tienen las sociedades de otros países inculcando los valores de la nación norteña como paradigma único.

Estas ideas conformadas en una doctrina son también usadas por ellos, para justificar la anexión de territorios. Los partidarios de esta ideología creen que la expansión no sólo es una necesidad buena, sino también que es el destino evidente. Esta frase pasó a convertirse en una evocación ideológica y posteriormente, doctrinaria.

El “Destino Manifiesto” tiene su origen en la época en que comenzaron a habitar los primeros colonos y granjeros llegados desde Inglaterra y Escocia al territorio de lo que más tarde serían los Estados Unidos de América, los cuales en su mayoría profesaban los cultos puritano y protestante. Esta frase aparece por primera vez en un artículo denominado “Diego” del periodista John L. O’Sullivan, publicado en la revista “Democratic Review” de Nueva York en el número de julio-agosto de 1845. En él se enunciaba:

“El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino.”

El historiador norteamericano William E. Weeks puntualizó tres elementos que lleva en si el Destino Manifiesto reflejado en las expresiones de sus defensores:

El virtuosismo de las instituciones y los ciudadanos de EE. UU.

Las instituciones y los ciudadanos de los Estados Unidos de América exhiben una variedad de virtudes que son fundamentales para la identidad del país y se mencionan algunos tales como:

Libertad: La libertad es una virtud central en los Estados Unidos de América y se refleja según sus criterios, en sus instituciones y ciudadanos, argumentando la libertad de expresión, de religión y de elección como derechos fundamentales refrendados y protegidos por la Constitución estadounidense.

Democracia: Las instituciones de los Estados Unidos de América están basadas en principios democráticos. Los ciudadanos tienen el derecho de votar y participar en el proceso político, lo que queda un poco ambiguo para otros en su interpretación, ¿quiénes son ciudadanos y cuál es el verdadero hecho de votar?

Igualdad: La igualdad es otra virtud que defienden como muy importante para los políticos en los Estados Unidos de América. Aunque la nación ha luchado con la desigualdad en su historia, la igualdad de oportunidades es un ideal que sigue siendo fundamental para su identidad, está por analizar a que se le llama igualdad de oportunidades.

Innovación: Los Estados Unidos de América son conocidos por su espíritu de innovación. Muchas de las empresas tecnológicas más grandes del mundo se originaron allí, y la nación es líder en varias industrias, aunque nada se dice directamente, como se logra y el papel imperial del proceso innovador, que no solo depende de su propio país y desarrollo sino de los países que han proporcionado durante años sus esfuerzos al desarrollo de esa potencia.

Resiliencia: Los ciudadanos de los Estados Unidos son conocidos por su resiliencia. Han demostrado una y otra vez su capacidad para recuperarse de adversidades y desafíos, aunque es de destacar que ha sido también a un costo alto de los ciudadanos más pobres propios y de otros países.

La misión para extender estas instituciones, rehaciendo el mundo a imagen de los EE. UU.

La frase del “Destino Manifiesto”, fue una creencia cultural en los Estados Unidos de América del siglo XIX. Esta doctrina sigue sosteniendo que este país norteño está destinado, por Dios y por la historia, a expandirse a lo largo del continente americano.

Esta expansión no solo se refiere a la adquisición de territorios, sino también a la difusión de las instituciones políticas y económicas de los Estados Unidos de América, así como de sus valores y su forma de vida. En otras palabras, hay una misión indiscutible de rehacer el mundo a imagen de los Estados Unidos de América.

Sin embargo, es importante recordar que esta visión ha sido objeto de críticas y controversias, ya que a menudo implica el desplazamiento y el sufrimiento de otros pueblos y culturas. Además, la idea de que un país debería remodelar el mundo a su imagen es un concepto que puede ser problemático desde una perspectiva del respeto a la diversidad cultural, étnica, religiosa y la autodeterminación de las naciones.

Por lo tanto, aunque esta frase puede evocar ciertos aspectos de la historia y la política de los Estados Unidos de América, también es importante considerarla en un contexto más amplio y crítico.

La decisión de Dios de encomendar a los EE. UU. la consecución de esa misión.

Esta creencia central del Destino Manifiesto, una ideología que guio la expansión de los Estados Unidos de América durante el siglo XIX y su práctica más adelante de anexarse o neocolonizar otros territorios. Según esta creencia, Dios había encomendado a los Estados Unidos de América la misión de expandirse y propagar sus instituciones y valores a través del continente americano, de manera y como práctica sistemática en todo el mundo, donde ellos consideren que se ven afectada su seguridad nacional.

Esta idea se refleja también en la famosa descripción del presidente Abraham Lincoln de los Estados Unidos de América cuando expresó que es y será como “la última y mejor esperanza sobre la faz de la tierra” que sugiere la creencia en un propósito muy divino para la nación norteña. Estas ideas del presidente Abraham Lincoln al referirse a su país cuando lo denominó como “la última y mejor esperanza sobre la faz de la Tierra”, debe de tenerse en cuenta ya que Lincoln era un puritano, y gran conocedor de los preceptos bíblicos, sus discursos eran prácticamente salmos de un carácter muy convincente para los congresistas de la naciente república federada.

El “Destino Manifiesto” se retomó en el siglo XX y en el XXI renaciendo en nuestros días, principalmente usada por los republicanos como una justificación teórica para la expansión estadounidense fuera de su territorio.

Uno de los ejemplos más claros de la influencia del concepto de “Destino Manifiesto” se puede apreciar en la declaración del presidente Theodoro Roosevelt en su mensaje anual de 1904.

“Si una nación demuestra que sabe actuar con una eficacia razonable y con el sentido de las conveniencias en materia social y política, si mantiene el orden y respeta sus obligaciones, no tiene por qué temer una intervención de los Estados Unidos. La injusticia crónica o la importancia que resultan de un relajamiento general de las reglas de una sociedad civilizada pueden exigir que, en consecuencia, en América o fuera de ella, la intervención de una nación civilizada y, en el hemisferio occidental, la adhesión de los Estados Unidos a la Doctrina Monroe (basada en la frase «América para los americanos») puede obligar a los Estados Unidos, aunque en contra de sus deseos, en casos flagrantes de injusticia o de impotencia, a ejercer un poder de policía internacional.”

El presidente Woodrow Wilson en 1920 en su mensaje al Congreso, después de la guerra, declaró:

“…Yo pienso que todos nosotros comprendemos que ha llegado el día en que la Democracia está sufriendo su última prueba. El Viejo Mundo simplemente está sufriendo ahora un rechazo obsceno del principio de democracia (…). Éste es un tiempo en el que la Democracia debe demostrar su pureza y su poder espiritual para prevalecer. Es ciertamente el destino manifiesto de los Estados Unidos, realizar el esfuerzo por hacer que este espíritu prevalezca”.

La Doctrina del Destino Manifiesto no ha dejado de existir, la creencia de los que dirigen la Administración Trump de que “América primero” (refiriéndose a Estados Unidos de América es una expresión de sentirse el Mesías y decisor en todos los territorios del orbe.

Casi no existe un territorio donde de una forma u otra no esté la mano del gobierno norteamericano, las aspiraciones de ser supremo renacen como aquel imperio que sus Cesares podían hacer del mundo lo que quisieran bajo la bandera de los dioses.

Y como una lógica histórica y doctrinal en su primer discurso en la ONU el expresidente Trump puntualizó:

“El primer deber de nuestros gobiernos es con su gente, con nuestros ciudadanos, para servir sus necesidades, para garantizar su seguridad y preservar sus derechos y defender sus valores”, dijo Trump. “Siempre pondré a Estados Unidos primero, así como ustedes, líderes de sus países, deberían hacerlo siempre con sus países”.

Es muy difícil separar el mesianismo de la práctica política dentro de los tres poderes del sistema político de los Estados Unidos de América y del desarrollo de su política exterior.

El universalismo. El universalismo, en sentido general, es una idea o creencia en la existencia de una verdad universal, que lo determina todo, y que, por lo tanto, es y siempre está presente igualmente en todos los seres humanos, los grupos y las naciones. Un pensamiento universalista asegura la veracidad de una forma única o específica de ver, explicar, organizar las cosas y dirigir los procesos.

El universalismo es una cosmovisión, una característica única en la forma de traducir e interpretar la realidad objetiva lo cual permitiría ver el mundo, o la vida en su totalidad, sobre la base de un paradigma único y común. Esta cosmovisión holística se determina además como un término que se refiere a la idea de que ciertos valores o principios son universales y deberían aplicarse en todo el mundo. En el sistema político estadounidense, esto se refleja en su compromiso con los derechos humanos y la democracia más la creencia de que estos valores deben ser promovidos globalmente como paradigmas incuestionables.

Por otra parte, el universalismo político es entendido como un tipo de doctrina que aboga por la unificación de todos los poderes e instituciones mundiales bajo una sola cabeza o forma de organización. Ejemplos de universalismo a nivel político y cultural incluyen los diversos imperios.

El universalismo político como doctrina o característica del Estado ha estado presente en muchas naciones del mundo antiguo, por ejemplo, con la extensión del imperio Otomano y el establecimiento político de los califatos, el universalismo musulmán tomó un carácter político que sigue presente en países mediorientales de mayoría musulmana.

Con el surgimiento y desarrollo de la Ilustración y el reforzamiento del modelo clásico y romano, la idea de un gobierno mundial volvió a cobrar fuerza en algunos sectores, las invasiones de Napoleón y la constitución del Primer Imperio Francés en su base teórica son ejemplos del comportamiento lógico-histórico del universalismo político.

Puntualizamos además que durante el siglo XVIII y XIX con las ideas de la Ilustración y el Iluminismo también llegó a América la ocupación de territorios y las relaciones con las ideas francesas (aliadas en ocasiones de las norteamericanas) fueron inculcándose en los pueblos y gobiernos que nacían en ese territorio. El desarrollo industrial antes de la primera guerra mundial, la época de la postguerra de la I y II guerra mundial fortaleció la concepción del universalismo político en Estados Unidos de América, que se vieron como nación ganadora y les posibilitó poseer un desarrollo vertiginoso y un comportamiento como metrópoli en un proceso nuevo neocolonial, donde su inspiración universalista se presentaba.

En 1801 el presidente Thomas Jefferson expresó: “Aunque nuestros actuales intereses nos restrinjan dentro de nuestros límites, es imposible dejar de prever lo que vendrá cuando nuestra rápida multiplicación se extienda más allá de dichos limites, hasta cubrir por entero el continente del Norte, si no es que también el del Sur, con gente hablando el mismo idioma, gobernada en forma similar y con leyes similares…”[1]

¡Ahí está la universalidad que se ha mantenido hasta nuestros días esas intenciones del gobierno de los Estados Unidos de América!

El excepcionalismo. Hace referencia a una creencia que los seres humanos tienen un estatus especial en la naturaleza, basado en sus capacidades únicas. Esta creencia es la fundación de varios conceptos naturalistas de los derechos humanos. Se refiere a la creencia de que los Estados Unidos de América son únicos o excepcionales en comparación con otras naciones. Esto se manifiesta en el sistema político estadounidense a través de su énfasis en la libertad individual, los derechos humanos, la democracia, a su desarrollo único, ejemplo de fortaleza en todas las esferas y a su influencia en la arena internacional.

Los proponentes religiosos del excepcionalismo humano basan la creencia en los libros sagrados, como el versículo 1:26 en Génesis:

“Y dijo Dios: Ahora hagamos al hombre. Se parecerá a nosotros, y tendrá poder sobre los peces, sobre las aves, los animales domesticados y los salvajes, y sobre los que se arrastran por el suelo.” Como se aprecia no se deja espacio a otras posibilidades, es una lectura e interpretación divina que solo reconoce un paradigma, más adelante desarrollado por los gobiernos norteamericanos como algo único ante los ojos del resto de la humanidad.

Según los propios críticos norteamericanos se discute que el excepcionalismo humano ha contribuido al bioconservatismo a expensas del medio ambiente, los derechos de los animales y los derechos individuales.

La política exterior de los Estados Unidos, su comportamiento en el entramado de las relaciones internacionales, es el resultado de un proceso de elaboración compleja, de grandes debates contradictorios, pero responde a los intereses de los grandes poderes “ocultos” e intereses de las grandes transnacionales.

Ellos venden al mundo los poderes tripartitos con sus características (el ejecutivo, legislativo y judicial), más el papel de la sociedad civil, grupos de presión, electorados, think tank (tanques pensantes), pero el poder económico, político, cultural, comercial y financiero son los que marcan lo excepcional de este país prácticamente desde su surgimiento, fundamento que es divulgado en el desarrollo de sus potencialidades culturales (material y espiritual al estilo de los grandes poderes estadounidense).

Es decir, una forma de vida superior, derechos humanos superiores y únicos, se interpreta entonces como el gran país de las oportunidades, ejemplo de la humanidad.

Estas cosmovisiones político-filosóficas que hemos presentado nos demuestran sin discusión alguna el pensamiento imperialista de los Estados Unidos de América. Si recorriéramos la historia del orbe nos daríamos cuenta cuantos ejemplos existen de la verdadera cara de las administraciones norteamericanas desde la época de los padres fundadores de esta nación hasta el pensamiento del presidente Biden y sus acólitos.

Las percepciones de las cosmovisiones mesiánicas, excepcionales y universales por las administraciones estadounidenses, poseen un carácter histórico y cultural basado en última instancia en la tradición de la superioridad sajona y su elitismo étnico frente a otras culturas e idiosincrasias, por lo tanto, al reflexionar sobre el sistema político de los Estados Unidos de América no podemos abstraernos de ellas. He aquí la cuestión, fundamentos, originalidad y cosmovisiones han de andar juntas y tener una interpretación holística.

Bibliografía

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  • Domínguez López, Ernesto (2020). “Transición y cambio político. Sobre la naturaleza dinámica del sistema y cómo estudiarla”, en Ernesto Domínguez López y Olga Rosa González Martín (coords.). ¿Cómo estudiar a Estados Unidos? Propuestas teórico-metodológicas para un proyecto transdisciplinario, La Habana, Editorial UH, pp. 13-66
  • Domínguez López, Ernesto (2022). “El problema de la polarización política en los Estados Unidos”. En Ernesto Domínguez López, Olga Rosa González Martín, Salvador Percastre-Mendizábal y Alberto Zuart Garduño (Eds.). Desigualdades, contradicciones y polarización en Estados Unidos. Discusiones sobre una sociedad fragmentada. México: Tirant Lo Blanch, pp. 19-75.
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  • Perry Anderson 1977 La cultura represiva (Elementos de la cultura nacional británica

[1] El gigante de las siete leguas. Editorial Capitán San Luis, Ministerio del Interior, 2010, p. 22.


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