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El silencio del Parlamento Europeo

junio 28, 2021   0

Leyla Carrillo

 

 

 

Lic Leyla Carrillo Ramírez

leyla@cipi.cu 

La democracia representativa desbordada en el mundo occidental, asume los intereses y los privilegios de las élites dominantes. Lamentablemente, lejos de la lógica y del devenir histórico, la derecha se expande en diversas latitudes geográficas y los partidos oligárquicos preponderan en los parlamentos nacionales y en el Parlamento Europeo, donde la representación mayor corresponde, precisamente, a los partidos derechistas, objetados por una minoría de partidos de izquierda y ecologistas.

El Parlamento Europeo está integrado por 751 diputados contratados, con un perfil influyente, porque aunque carece de potestad para dictar políticas en toda la Unión Europea, sensibiliza sobre temas concretos, con sugerencias sobre medidas que adopten la Comisión y el Consejo, las instituciones comunitarias con poder decisorio. En otras palabras, el Parlamento actúa como la “conciencia político-social” de los 27 países integrantes de la UE.

Por lo tanto, la institución se desempeña como el oráculo de Estrasburgo (donde radica), que procura influir como el oráculo de Delfos en la antigua Grecia, aunque sus criterios no siempre imperen sobre los Estados miembros de la Unión.

Un eurodiputado percibe un salario envidiable, muy superior a lo acostumbrado para los funcionarios políticos en los países europeos más ricos, goza de privilegios, viáticos e inmunidades, incomparables con los que disfrutan los parlamentarios nacionales y expone una vez al año sobre su gestión, o en un bienio, como ha sucedido durante la prolongada pandemia de COVID-19. Valdría entonces la pena preguntarse ¿qué democracia y cuáles derechos humanos protegen los integrantes del Parlamento Europeo?

Una de las respuestas a la anterior pregunta puede encontrarse en la reciente Conferencia para el futuro de Europa celebrada precisamente en Estrasburgo, cuando los asistentes presenciales y virtuales convinieron en la necesidad de “mejorar” la consulta a la población de la UE sobre las medidas adoptadas. A buen entendedor, pocas palabras.

Desde luego, en toda regla existen excepciones. Porque en el espectro de los eurodiputados, hay hombres justos y dignos, que divisan más allá de la conveniencia y de los objetivos calculados por los demócratas representativos.

Curiosamente, el Parlamento Europeo exhibe su miopía ante los problemas propios más acuciantes de carácter humanitario, como son los casos en el territorio de la UE de frecuentes actos discriminatorios, xenófobos, antiislamistas,  antisemitas, antiárabes, antiafricanos o anti-gitanos; el galopante desempleo; la desigualdad salarial entre mujeres y hombres; la persecución despiadada y la muerte en aguas mediterráneas de migrantes y desplazados; la participación de efectivos europeos integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de la UE en conflictos internacionales, con violaciones denunciadas en organismos internacionales, bajo el amparo de defender “la seguridad propia”, la piratería y el terrorismo; la indefensión de seres carentes de peculio para afrontar la crisis aguzada por la pandemia del siglo, con el costo de más vidas que las previstas en una región que ostentaba los mejores índices de salud y desarrollo.

También resulta llamativo que el Parlamento Europeo no se pronuncie contra atrocidades inocultables en diversos países, como el genocidio y las masacres cometidas por Israel contra los palestinos, el empleo de equipos y sustancias prohibidas en la prolongada guerra contra Irak; los ataques con drones contra la población civil en Afganistán; el silencio cómplice durante más de un decenio sobre el secuestro y las torturas en la ilegal cárcel de Guantánamo; las acciones genocidas de la Coalición Internacional contra el pueblo sirio; los daños oculares infligidos por los carabineros en Chile; las desapariciones, los falsos positivos y la represión de los paramilitares en Colombia; el desastre ecológico provocado en Brasil contra la Amazonia y la omisión sobre los crímenes de odio y racistas en Estados Unidos, donde los infantes sufren abusos al ser separados de sus padres inmigrantes.

Una acuciosa lectura de las resoluciones emitidas por el Parlamento Europeo durante varios lustros, arroja un vasto listado de acusaciones contra países cuestionados por los polos de poder occidental, sobre determinados países, no casualmente, subdesarrollados o emergentes, con énfasis en tiempos más recientes contra China, la República Popular Democrática de Corea, Rusia, Belarús,  Irán, Libia, Líbano, Mali, Siria, Yemen, Nicaragua, Haití, Venezuela y Cuba, entre otros.  

En tanto, el espurio listado emitido por el Parlamento Europeo contra países “violadores” de los derechos humanos o terroristas, coinciden con frecuencia, con el estilo, la selección y las finalidades de tanques pensantes, centros académicos, instituciones subversivas como Human Rights Watch, Amnistía Internacional y USAID, y el Departamento de Estado estadounidense, que atisban “amenazas” para sus respectivos países, siempre provenientes de las naciones expoliadas o menos favorecidas del planeta.

La reciente resolución del Parlamento Europeo ataca, una vez más a Cuba, a la que acusa de violar derechos humanos, no sorprende, como tampoco es auténtica ni única. Es más, se esperaba por varias razones e induce varias reflexiones:

  • Algunos eurodiputados se acercan a grupúsculos y mercenarios cubanos, contraviniendo normas del Derecho Internacional, al injerir en la soberanía del Estado cubano. Sus auspicios y los bien remunerados premios como el “Sajárov” (costeados con fondos del contribuyente europeo) son concedidos a individuos enaltecidos desde el extranjero, constituye una constante aplicada contra Cuba y otros países denostados.
  • Intenta desestimular la solidaridad popular, sectorial y de curules o parlamentos nacionales, extendida por 80 ciudades del orbe, que promueven erradicar el bloqueo para que el pueblo cubano viva en condiciones de normalidad.
  • Entorpece la votación en la Asamblea General de la ONU, una vez más, de la Resolución contra el bloqueo comercial, económico y financiero contra Cuba, que en 2020 alcanzó 187 votos y 184 el presente año.
  • Instiga un ambiente hostil, que reduzca la votación comunitaria, porque la Unión Europea favorece como grupo regional, desde hace varios años el proyecto cubano, debido a las implicaciones extraterritoriales de la ley Helms-Burton y otros engendros.
  • Con la adopción de la controvertida resolución afloran contradicciones entre algunas fuerzas e instituciones de la UE. De una parte, la institución parlamentaria manifiesta oposición a una normalización de las relaciones con Cuba e intenta retrocederlas a la época en que la Posición Común se añadió al bloqueo estadounidense. Por otra, la Comisión mantiene el diálogo político y de cooperación que favorece el entendimiento, bajo condiciones de respeto mutuo y negociación.
  • La contradictoria conducta del Parlamento Europeo, indica que alberga entre sus círculos de diputados, a personas dispuestas a aproximarse más a la conducta agresiva y discriminatoria ejercida por Estados Unidos, que a los intereses europeos de distensión.

 

Años atrás se publicó un artículo sobre una de las resoluciones más virulentas del Parlamento Europeo emitidas contra Cuba. En 2020 se analizó otra resolución contra Venezuela. Hoy, con preocupación, se constata que el “destino manifiesto” del Parlamento Europeo es oponerse, no solo a los pasos avanzados en el diálogo de Cuba con la Unión Europea, sino también a la erradicación de medidas coercitivas impuestas contra las que la comunidad internacional coincide, año tras año, durante la votación contra el bloqueo anticubano.

En estos días, cuando el pueblo cubano libra una intensa batalla por erradicar dos virus mortales: el de la pandemia y el bloqueo más prolongado de la historia, retomamos dos aforismos:

  • Un principio justo desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército (del Héroe Nacional de Cuba)
  • Si no tienes algo mejor que el silencio, permanece callado (del refranero árabe)

A la reciente resolución parlamentaria le faltan originalidad, recato, respeto a la independencia y a la soberanía y humanismo, cuando aborda los derechos humanos en Cuba. Una vez más, sería preferible el silencio del Parlamento Europeo.

 

 

 


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