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Cuba

La antinomia la guerra y la paz en la obra de José Martí

junio 8, 2024   0

Jorge Arche, José Martí, 1943

Introducción

La guerra y la paz son dos fenómenos propios de las relaciones internacionales que al mismo tiempo se comportan como un contraste irreconciliable, definen sostenibilidad o inestabilidad, en un país o grupo de estos, en regiones o inclusive a nivel global, pero lo que sí es esencial es que determinan los límites de la existencia o no del ser en la tierra.

La guerra como fenómeno político-social lo vio José Martí desde sus inicios en determinada etapa del desarrollo de la sociedad e interpretó sin proponérselo la máxima de Von Klausewitz que: “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. También coincidió en expresiones de Lenin al tener presente no sólo la política interior de un país que ahoga los oprimidos y fortalece el poderoso,

Al escribir sobre la “teoría de la violencia de Duhring, Engels demostró que no fue la guerra quien engendró la desigualdad patrimonial y sus clases; sino que, por el contrario, la propiedad privada y la división de la sociedad en clases, convirtieron los choques armados de las tribus en guerras en su contenido político social.

Quizás se perciba no muy común un tema como este en la obra doctrinaria del apóstol de la independencia de Cuba, sin embargo, nuestro Maestro no pudo ver la guerra sino como algo generoso y necesario para una patria, esclava y dolida.

El Apóstol de la independencia buscaba siempre el “equilibrio” como concepción general, quizás el sentimiento de patriotismo y la necesaria libertad lo que pudo llevar a la dicotomía guerra-paz.

“Es criminal quien promueve en un país la guerra inevitable”[1] reconocía que la guerra no inevitable por esencia, sino que puede ser evitada, la cual siempre estará sujeto a realidades concretas, pero en la misma medida consideraba que cuando la guerra es objetivamente inevitable, es necesario promoverla y organizarla para evitar que estalle de forma desorganizada.

En toda la obra martiana, el término de “guerra” aparece utilizado de las más variadas formas y en la inmensa mayoría de las ocasiones, lo acompaña un calificativo: “democrática y juiciosa”, “republicana”, “juiciosa”, “tenebrosa”, “inminente”, “hermosa”, “honrada y útil” “culta”, “sana y vigorosa” “renaciente” “necesaria”, “generosa y breve” “justa”, “injusta”. Como se puede apreciar en estos calificativos, están involucrados elementos políticos, filosóficos, morales, estéticos, jurídicos y otros.

Desarrollo

Martí acude al análisis y a la asimilación creadora de las enseñanzas y experiencias de diversas guerras y de las luchas libradas por los pueblos para obtener la libertad e independencia de la opresión colonial

Se destacan en su obra los análisis que realizó de contiendas tales como la guerra de independencia de las 13 colonias, la resistencia a la conquista española, el proceso independentista latinoamericano (1810-1824), la guerra de secesión en los EE.UU. (1861-1865) y el estudio de la guerra de los 10 años.

Presentar un Martí con una combinación de pensador militar y de hombre de respeto al derecho y la vida con paz es algo dicotómico, pero fue una realidad, amaba tanto la vida que vio la guerra de independencia como una guerra justa y saludable para el mantenimiento de una paz duradera y libre de agresión al ser humano.

En un discurso en conmemoración del 10 de octubre en Hardman en 1889 expresó: “hay tiempos de maravilla en que, para restablecer el equilibrio interrumpido por la violación de los derechos esenciales a la paz de los pueblos, aparece la guerra que es un ahorro de tiempo y desdicha y consume los obstáculos al bienestar del hombre en una conflagración purificadora y necesaria”.[1]

Como se puede interpretar el ‘’ maestro’’ concibió la nueva guerra como algo distinto o fenómeno político-social con otra concepción a la del 1868, donde se incluyen varias razones de las cuales mencionaremos dos:

Guerra dirigida por una organización política, que serviría de instrumento a la vez de una paz duradera en la futura república y que negara por supuesto una guerra innecesaria e injusta y, en segundo lugar, una guerra rápida y generosa, para evitar la menor cantidad de muertes.

Estas dos razones estuvieron siempre en el pensamiento de Martí desde muy temprana edad, su famoso poema obra de teatro Abdala es un canto lirico de combate, se refleja un sentimiento íntimo a su tierra y sus semejantes y en su conceptualización de amor a la patria se eleva ese sentido de humanismo y cual, si fuera una pasión materna de un peligro hacia su hijo,

“¿no ves que de mi brazo espera Nubia

la libertad que un bárbaro amenaza?’’

y termina en los brazos de su madre.

“los valientes guerreros se abalanzan…

¡Nubia venció!, muero feliz: la muerte

poco me importa, pues logré salvarla…

¡oh!, que dulce es morir, cuando se muere

luchando audaz por defender la patria!’’.[2]

“España no puede ser libre mientras tenga en la frente manchas de sangre.’’[3]

La imagen de los niños Lino, Ramón, Tomás, los viejos Castillo, Juan de Dios y otros sentenciados por un consejo de guerra como presos políticos quizás fue lo que lo inició en una fuerte convicción de la necesidad de una acción armada ante los horrores de la opresión, del castigo de la guerra despiadada y donde la propia España hacia caso omiso al convenio de ginebra de 1864 y la declaración de San Petersburgo de 1868.

En 1873 es aun más fuerte en su crítica al crimen y la falta de humanismo de España con sus guerras, arremete contra la hipocresía de la república española, manteniendo colonias y exterminando pueblos enteros y culmina sentenciando.

“no sea infame a la república española no detenga su ideal triunfante no asesine a sus hermanos, no vierta la sangre de sus hijos sobre sus otros hijos, no se opongan a la independencia de Cuba, que la república de España sería entonces república de sin razón y de ignominia el gobierno de la libertad sería esta vez gobierno liberticida[4]

Sobre cimientos de cadáveres recientes y de ruinas humeantes no se levantan edificios de cordialidad y paz.”[5]

Continua en esos años con trabajos como en carta a Néstor Ponce de León fechada el 15 de abril de 1873, artículos como “la solución”, “las reformas”, editados en la Cuestión Cubana en Sevilla del 1873, dan fe de profundos análisis humanistas, valoración del conflicto Cuba-España, donde el eje siempre es el ser humano con sus necesarias libertades y derechos en el conflicto tan debatido en esa época.

Ya en tierras mexicanas, en la Revista Universal escribe un artículo que, a su temprana edad, 22 años, da una gran luz de madurez en la valoración de la guerra. En la década de 1880 escribe: “la paz tiene sus deberes, como la guerra, y todo estado social, ya paz ya guerra, es un combate…”[6]

Los insurrectos cubanos no mataron a ningún prisionero español en los primeros meses de la revolución, “les despojaban de sus armas y les dejaban en completa libertad’’ …¿Es de esperar en la humana naturaleza, por heroica que ella sea, que siguiese dando libertad a los prisioneros españoles, cuando las tropas españolas mataban a todos los prisioneros cubanos?

“…han fusilado, sin embargo, a todos cuantos prisioneros han tenido.”[7]

y más adelante escribe: ‘’incendian, sí incendian, pero incendian por medida de guerra, no incendian por maldad ni por placer”.

“no son incendiarios; queman como medida de guerra, los campos que han de producir a sus enemigos, dinero para continuar la lucha contra ellos … aquí se queman los campos; las heroicas mujeres de Zaragoza quemaban con agua hirviendo las cabezas humanas de los franceses invasores.”[8]

Así u otra forma y en algunos que otros escritos durante su estancia en Latinoamérica valora, analiza y discute el problema de factor hombre en la guerra contra España.

En 1887 en carta a José Dolores Poyo se revela hasta donde había avanzado su comprensión de la esencia de la guerra cuando afirma (…) “no es ya como antes la guerra cubana una simple campaña militar en la que el valor ciego seguía a su jefe afamado sino un complicadísimo problema político”.[9]

A tal grado llegó su comprensión de la esencia de la guerra que le negó tal categoría a los enfrentamientos armados, carentes de objetivos políticos, definiendo que cuando la guerra (…) no la mueve un plan político seguro “es correría más que guerra y semillero de tiranos”.[10] “…la paz es el deseo secreto de los corazones y el estado natural del hombre bueno”. [11]

En el plan de alzamiento remitido a la isla y fechado el 8 de diciembre de 1894 se perfilaron algunas cuestiones tales como:

El trato a los españoles arraigados en la isla cuya benevolencia e indecisión para la guerra eran consideradas como medio principal de éxito y robustez inmediata de esta, por lo que orientó suprimir rigurosamente toda la medida de pura nacionalidad y tener por el contrario tomar las encaminadas a fomentar su confianza, a la vez que se utilizaba toda la fuerza de las armas contra aquel que se enfrentara con las armas de la revolución.

Se puntualiza que con respecto a los cubanos solo se obrará en caso necesario contra aquellos que se opusiesen a la revolución con las armas; mientras que con los que se opusiesen a ella de otra forma se obraría, pero siempre respetando sus vidas.

Antes que comenzara la guerra de los 10 años ya existían documentos que hablaban del comportamiento en la guerra y de cierto derecho humanitario tales como:

  • los tratados de amnisticio y suspensión de armas y el de regulación de la guerra firmado por la República de Colombia y España en 1820.
  • el código de Lieber de 1863.
  • el convenio de Ginebra de 1864.
  • la Declaración de San Petersburgo de 1868 con el objeto de prohibir el uso de determinados proyectiles en tiempo de guerra.

En escritos, disposiciones y circulares del delegado del Partido Revolucionario Cubano se puede encontrar:

  • el respeto a los prisioneros de guerra, su conservación, incluyendo su tratamiento en conformidad con su grado.
  • las guerras deben ser breves para que haya más humanidad.
  • un prisionero de guerra no debe estar sujeto al castigo por ser combatiente, ni se puede ejecutar venganza contra el.
  • los hospitales militares serán reconocidos neutrales, protegidos y respetados.
  • los militares heridos o enfermos serán recogidos y cuidados, sea cual fuere la nación a que pertenezcan.
  • que el propio progreso de la civilización debe atenuar las calamidades de la guerra.
  • la finalidad de la guerra debe ser el debilitamiento de las fuerzas militares del enemigo y no el inútil sufrimiento de los hombres.

Prácticamente en los primeros párrafos del Manifiesto de Montecristi ya se escribe por el Maestro, cuanto el evitaría porque la futura contienda fuera sangrienta, vengativa e irracional y concluye como todo esto serviría a la futura república y democracia.

“de repetir ante la patria, que no se ha de ensangrentar sin razón justa esperanza de triunfo” y puntualizar, “… los propósitos precisos, hijos del juicio y ajeno a la venganza y culmina para que quede claro “la guerra no es …el mismo tiempo de un partido cubano sobre otro o la humillación siquiera de un grupo equivocado de cubanos; sino la demostración solemne de la voluntad.”[12]

Deja claro sin lugar a dudas:

  1. no hay absoluta guerra entre partidos.
  2. no lo considera una guerra salvaje, irracional.
  3. la venganza no puede ser de modo alguno un principio.
  4. lo rápido de la guerra evitaría que fuera aún más sangrienta.

En el Manifiesto el Maestro es aún más amplio al exponer su virtud mayor: el humanismo al hablar del enemigo y más adelante emplea otros términos tales como “la guerra no es la tentativa caprichosa de una independencia más temible que útil, ni es desorden, es indulgencia fraternal para los cubanos tímidos equivocados ʽradical respeto al decoroʼ y todo esto lo lleva a un nivel más estratégico, cimiento de república”[13] y Martí cierra este gran documento: …”seamos lícitos invocar como guía y ayuda de nuestro pueblo, a los magnánimos fundadores, cuya labor renueva el país agradecido y al honor que ha de impedir a los cubanos herir de palabra o de obra a los que mueren por ellos.”[14]

A Enríquez y Carvajal le puntualiza con convicción la realidad de la guerra y su influencia necesaria en la república, utiliza términos como “necesidad primaria de la guerra” de “todos los principios indispensables, que le dan crédito a la revolución y a la seguridad de la república, teniendo como centro el hombre y repite en varias ocasiones “respeto y sentido humano, al sacrificio.” [15]

En la circular a los jefes del día 26 de abril y la circular a los jefes y oficiales de Jiguaní la Jatia el 12 de mayo, en la política de guerra iniciada a las jefaturas el 28 de abril, así como en carta dirigida a algunos jefes, durante el mes de abril y mayo; además de las claras órdenes e indicaciones tácticas y estratégicas a seguir no pierde en ningún momento nuestro Héroe Nacional, el sentido humanista de la guerra e interpretando y hacer que los demás la hagan con justeza de la guerra pero sin la crueldad que conlleve a romper la dignidad de los hombres y el maltrato al ser humano, en estos documentos se evoca:

“…al orden y al triunfo, breve de una guerra que aspira, a conseguir, por, medios generosos y sin devastación inútil, la emancipación de Cuba”.[16]

“a los soldados quintos se les a (sic) de atraer”

“a los prisioneros en términos de intendencia se les devolverán vivos y agradecidos”

“la guerra debe ser sinceramente generosa, libre de todo acto de violencia innecesarios contra personas y propiedades y de toda demostración o indicación de odio al español”.[17]

Martí consideraba que en la guerra (la cubana) se fomentaba su conocimiento de las fuerzas de país, la capacidad de unión y las propias fuerzas motrices, que echaron andar una verdadera revolución en la república, desde la planificación de una guerra hasta la formación de una república, pasando por el hombre que llevara quizás, la alegría de la victoria, pero lo acompañaba el sufrimiento de la guerra por tanto hay que cuidarlo.

Conclusiones

Martí no sólo es un estratega militar, sino dentro de esa estrategia divulgó su respeto al ser humano, su sentimiento de paz y de equilibrio de las fuerzas.

No es una dicotomía pensar que Martí evocó la guerra y quería vivir en paz en la República, solo puntualizaba que la acción armada era necesario para arrebatarle la victoria al imperio español y fomentar la paz.

Al pensar en la verdadera República, declaraba que sería el fin de una guerra entre los hombres y un despertar en los nuevos tiempos.

Martí a pesar de dirigir la guerra necesaria hasta su muerte reconoció que esta no podía ser despiadada, la guerra debía respetar la dignidad del hombre.

Bibliografía

Martí Pérez, José: Obras Completas, t.1y t.4, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.

Martí Pérez, José: Edición Crítica, t.1, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2000.

Martí Pérez José: Obras completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991, t. 1, t.2 y t. 8.

Folleto sobre el 150 aniversario del nacimiento de José Martí. República Dominicana.

Klausewitz, Von: “De la guerra”, El Oficial, Biblioteca Nacional, La Habana, 1969.

Valdés Casanova, Gumersindo: Tradiciones humanitarias de la Revolución Cubana en la lucha armada, CEDIH, La Habana, 1998.

Código de Lieber. Centro de Estudios del Derecho Internacional Humanitario.

Convenio de Ginebra.1864.

Declaración de San Petersburgo de 1868.

Comité Internacional de la Cruz Roja (Compilación). Derecho Internacional relativo a la conducción de las hostilidades.


[1] José Martí Pérez: Ob.cit., t.4, , p. 236.

[2] José Martí Pérez: Edición Crítica, t.1, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2000, p.27.

[3] Ibid., p.66.

[4] Ibid., p.110.

[5] José Martí Pérez: Obras Completas, t.1, Ob. cit., p.91.

[6] Ibid., t. 28, p. 232.

[7] Ibid., t1, p.255.

[8] Ibid., p.256.

[9] José Martí Pérez: Obras Completas, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1991, t.1, p. 211 y t.2, p. 215.

[10] Ibid., t.8 p. 226.

[11] José Martí Pérez: Obras Completas, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1991 t.13, p.396 (La Nación, Buenos Aires).

[12] Folleto sobre el 150 aniversario del nacimiento de José Martí, República Dominicana, pp.11, 13 y 21.

[13] José Martí Pérez: Obras Completas, Ob. cit., 1975, t.4. pp.135,140, 141 y 149.

[14] Ibid.

[15] Ibid.

[16]Ibid.

[17]Ibid.


[1] José Martí Pérez: Obras Completas, t.1, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, p. 315.


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