Los gastos militares del Imperio en el año fiscal 2020; beneficios para el Complejo Militar Industrial y menos fondos para aliviar la pobreza
Los gastos militares de EE.UU. han tenido un incremento incesante durante los últimos años, gracias a la innegable influencia que las grandes transnacionales de la industria bélica estadounidense (que son el núcleo de lo que se conoce como el Complejo Militar Industrial), tienen en la administración de Mr Donald J. Trump.
Como deben recordar los lectores, una de las primeras medidas que tomó el actual inquilino de la White House, una vez asentado en la célebre oficina oval, fue aumentar en más de 50 mil millones de dólares el presupuesto del Departamento de Defensa para el Año Fiscal 2017 (FY 2017).
El Presidente Trump emitió el 27 de Enero de 2017 un documento denominado Presidential Memorandum on Rebuilding the U.S. Armed Forces (Memorando Presidencial para Reconstruir las FF.AA. EE.UU.), en el cual, aludiendo a las potestades de su cargo, dio un conjunto de órdenes, que en esencia, representaron un fortalecimiento de la postura militarista que históricamente ha asumido el gobierno norteamericano.
Los presupuestos militares para cada año han ido en aumento, y según lo aprobado en la Ley de Autorización de Defensa Nacional para el Año Fiscal (FY) 2020 (2020 National Defense Authorization Act), el pasado 20 de Diciembre, el monto del mismo ascenderá a 738 mil millones de dólares, unos 12 mil millones de dólares más que lo asignado para el FY 2019 recién concluido (726 mil 223 millones de dólares según el reporte de la OFFICE OF THE UNDER SECRETARY OF DEFENSE (COMPTROLLER) MAY 2019, table 1-2) .
Para justificar estos colosales gastos, los personeros del Pentágono y la Casa Blanca aluden a la existencia de infinidad de supuestas amenazas a la seguridad de EE.UU. y de sus aliados; no es ocioso recordar que, insistentemente, tales personajes hacen referencia al papel del “liderazgo norteamericano” en la seguridad mundial, el que plantean es beneficioso para la paz y la estabilidad global (lo cierto es que es muy lucrativo para las grandes transnacionales de capital mayoritariamente estadounidense que extienden sus tentáculos por la mayor parte del planeta).
En dos de los documentos estratégicos principales de la política norteamericana, la Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) de Diciembre de 2017 y la Estrategia de Defensa Nacional (EDN) de Enero de 2018, la República Popular China (RPCH) y la Federación de Rusia son presentadas como potencias rivales que pretenden variar el status global, favorable al dominio imperialista norteamericano y de sus aliados, con lo cual el papel de “liderazgo” ejercido por EE.UU. sería sustituido por un orden mundial “multipolar”. Esto significaría la pérdida para los halcones de Washington de su posición dominante, por ello, en la EDN se hace énfasis en la necesidad de mantener y reforzar la superioridad militar estratégica de la que ha gozado EE.UU. prácticamente desde el fin de la II Guerra Mundial, pero sobre todo después del derrumbe de la URSS. La EDN considera esta situación como la principal amenaza o reto para EE.UU., poniendo en un segundo plano al terrorismo, lo que constituye un cambio respecto a las anteriores estrategias: La competencia estratégica interestatal, no el terrorismo, es ahora la principal preocupación en la seguridad nacional de EE. UU. (EDN 2018).
Presentan dentro de esta presuntas amenazas, además, las siguientes: la existencia de gobiernos de diferentes naciones que no se pliegan a las exigencias norteamericanas, como Irán, Venezuela, la República Popular Democrática de Corea y nuestra patria, y que son calificados como “estados villanos” u otras denominaciones similares; amén de las llamadas amenazas transnacionales, como el terrorismo, el narcotráfico, el comercio ilegal de armas, etc.
Además, no es ocioso recordar que EE.UU. se mantiene embotellado en el conflicto de Afganistán, guerra calificada como la más larga que ha librado jamás el poderoso imperio del Norte, y que pese a los enormes recursos invertidos y las numerosas tropas desplegadas en el país asiático, no han alcanzado la victoria; las perspectivas de una solución son lejanas, y esto aumenta el disgusto dentro de un importante sector de la población norteamericana, amén del rechazo internacional. También, como se sabe, los norteamericanos están involucrados en otros conflictos en el planeta, de forma directa o indirecta.
Súmese a eso el que EE.UU. mantiene un importante número de fuerzas desplegadas permanentemente fuera de su territorio, en unas 514 bases militares (según documentos oficiales) en más de 30 países de Asia, Europa, África y América Latina, o de forma transitoria (que ellos denominan rotacional), en agrupaciones aeronavales que navegan por todos los océanos mundiales, u otras fuerzas. No es ocioso decir que hay muchas instalaciones o fuerzas norteamericanas que, aunque actúan o existen fuera de su territorio, no es pública su existencia.
Ciertamente, lo que si parece estar claro es que, ante el evidente declive de la hegemonía norteamericana a nivel global (proceso que, aunque lento, parece indetenible), y el ascenso de otros poderosos actores en el escenario mundial, se ha trastocado el unilateralismo, que disfrutaron los “halcones” anidados a orillas del Potomac tras el fin de la llamada “Guerra Fría”, en un mundo multipolar en el cual no pueden imponer sus condiciones.
Por lo tanto, aparentemente los principales conformadores de la política en Washington han concluido que solo les queda mantener la superioridad militar como instrumento para alcanzar sus objetivos políticos a nivel planetario (y de paso, llenar las arcas de las grandes empresas armamentistas).
De ese enorme presupuesto para la “defensa”, más de 133 mil millones se destinarán a adquisiciones (procurements), lo que significará que nuevos buques de guerra (existe un plan para elevar a 365 navíos la actual flota de 285), aviones de combate, tanques, cañones y otros medios de combate se añadirán a las actuales fuerzas armadas. Asimismo se destinan 102 mil millones de dólares a Investigación, Desarrollo, Pruebas y Evaluaciones (Research, Development, Test, And Evaluation), lo que significa que nuevas armas y sistemas militares continuarán desarrollándose. En ambos casos, tales partidas presupuestales son mayores que el gasto militar en el año 2019 de cualquiera de las restantes potencias militares del planeta, con la excepción de China y los propios EE.UU.
A esto puede sumarse que más de 16 mil millones de dólares serán destinados al departamento de Energía de los EE.UU. para el mantenimiento ´de las armas nucleares, que en número superior a 7000 ojivas integran el arsenal norteamericano de esas armas de destrucción masiva; únicamente la Federación de Rusia dispone de cantidades similares de esos medios de destrucción, cuyo eventual empleo liquidaría de la faz de la tierra a toda la humanidad. Sería un triste final para una especie biológica que se autocataloga de sabia (Homo Sapiens).
71 mil 500 millones de dólares serán destinados a las operaciones militares fuera de su territorio (las denominadas Overseas Contingency Operations, OCO), lo que significa que aproximadamente una décima parte de todo el gasto militar estadounidense estará destinado fundamentalmente a continuar desarrollando guerras y a intervenir en aquellos lugares donde considere necesario “defender” sus intereses (por ejemplo, continuar apropiándose del petróleo de la República Árabe de Siria).
También puede considerarse que en las mentes de los regentes imperiales residentes en Washington DC esté presente el recuerdo de que la intensificación de la Carrera Armamentista a finales del Siglo XX provocó el colapso de la URSS (amén de otras causales), y especulen que tratar de arrastrar a sus actuales adversarios a un evento semejante les reportará un resultado similar. Muy sintomático es que EE.UU., bajo el gobierno de Mr. Trump, se ha ido retirando de la mayor parte de los tratados, e incluso está en peligro la ratificación del muy importante Tratado de Reducción de Armas Estratégicas del año 2010, conocido como START III, que controla la posesión de ojivas nucleares en activo por parte de las dos superpotencias nucleares, Rusia y EE.UU.
Ciertamente, las actuales tendencias hacen prever que las amenazas a la paz internacional son cada vez más peligrosas. Solo cabe esperar que los pueblos del mundo, incluido el pueblo norteamericano, decidan obligar a sus gobiernos a renunciar al armamentismo y actuar en favor de la paz y el desarme universal. ¡Un Mundo Mejor es Posible!
Bibliografía
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(https://www.acq.osd.mil/eie/Downloads/BSI/Base%20Structure%20Report%20FY18.pdf)
Gould, Joe. Pentagon finally gets its 2020 budget from Congress. Defense News, December 19, 2019
(https://www.defensenews.com/congress/2019/12/19/pentagon-finally-gets-its-2020-budget-from-congress/)
Office of the Under Secretary Of Defense (Comptroller). National Defense Budget Estimates for FY 2020. Washington DC May 2019
(https://comptroller.defense.gov/Portals/45/Documents/defbudget/fy2020/FY20_Green_Book.pdf )
Macías, Amanda. Trump signs $738 billion defense bill. Here’s what the Pentagon is poised to get CNBC, Dec 20, 2019
(https://www.cnbc.com/2019/12/21/trump-signs-738-billion-defense-bill.html)
SIPRI. YEARBOOK 2019. Armaments, Disarmament and International Security Resumen en español. Stockholm.2019 (https://www.sipri.org/sites/default/files/2019-08/yb19_summary_es_0.pdf )
The White House. National Security Strategy of United States of America. Washington, December 2017, (https://www.whitehouse.gov/wp-content/ uploads/2017/12/NSS-Final-12-18-2017-0905.pdf)
The White House Office of the Press Secretary. Presidential Memorandum on Rebuilding the U.S. Armed Forces. Washington DC, Jan 27, 2017
(https://www.whitehouse.gov/the-press-office/2017/01/27/presidential-memorandum-rebuilding-us-armed-forces)
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