Nomenclatura
Lic Leyla Carrillo Ramírez
A partir de las elecciones del Parlamento, la Unión Europea actualiza su nomenclatura. El resultado de los comicios europeos, al favorecer a movimientos populistas y nacionalistas, conduce a reconfigurar el histórico mandato de los partidos políticos tradicionales, ubicados hacia el centro, lo que repercute sobre la elección de los altos cargos.
Para ejercer la presidencia del Banco Central Europeo fue seleccionada la francesa Christine Lagarde, con experiencia al frente del Fondo Monetario Internacional y respaldada por dos sucesivos ejecutivos galos: Nicolas Sarkozy y Emmanuel Macron; pero también favorecida por la canciller federal alemana, debido a su trayectoria como parte de la troika comunitaria, en el proceso de austeridad propulsado por Angela Merkel en la “gestión de la crisis griega”. Sus funciones abarcan la coordinación de la política monetaria y de las principales decisiones económicas de los 19 países (alrededor de 340 millones de personas) que emplean el euro como moneda común.
La presidenta francesa del Banco Central será acompañada por tres alemanes: los presidentes del Banco Europeo de Inversiones, del Tribunal de Cuentas Europeo y del Mecanismo Europeo de Estabilidad, también denominado Junta Única de Resolución.
El Parlamento Europeo, que aglutina a 751 eurodiputados, eligió como presidente al italiano David Sassoli del Partido Democrático (S&D) y a 14 vicepresidentes, 5 de ellos alemanes, uno irlandés, uno portugués, uno austriaco, uno polaco, dos húngaros, un checo, un griego y otro italiano; en representación de los partidos Popular (4), el SyD, Renovación Europa, Verdes y GUE/NGL (Izquierda Unitaria Europea e Izquierda Verde Nórdica).
Entre las funciones de los vicepresidentes se hallan: velar por el funcionamiento de la institución, elaborar el proyecto preliminar de presupuesto y decidir sobre cuestiones administrativas, de personal y organizativas. También fueron electos los 5 cuestores, a cargo de tareas administrativas: (dos franceses, una eslovaca, un maltés y una austriaca), representando 3 de ellos al Partido Popular, una al SyD y uno al partido francés de Renovación.
El nuevo presidente del Parlamento Europeo ha proclamado relanzar el proceso de integración, efectuando cambios en la Unión, para que responda a las demandas e inquietudes ciudadanas, con prioridad al desempleo juvenil, la migración, el cambio climático, la revolución digital y el nuevo equilibrio mundial.
En cambio, la selección de la presidenta de la Comisión Europea, la institución ejecutiva de la UE, con más de 32 mil funcionarios, no ha obtenido igual acogida por todos los partidos que conforman la democracia europea.
Por ejemplo: el Partido Popular había propuesto a Manfred Weber, un socialcristiano y se opuso a la propuesta del socialdemócrata, Franz Timmerman. También fue rechazada la sugerencia de un francés concebida por el presidente Emmanuel Macron. Los Verdes cuestionaron la transparencia de la selección, mientras que los liberales y centristas de Renovación condicionaron su apoyo a la celebración de una conferencia sobre el futuro de Europa que sustente la presentación de los candidatos básicos, mediante elecciones europeas con la finalidad de evitar las propuestas directas por dirigentes de los países relevantes.
Ante las discrepancias en torno a la presidencia de la Comisión, la canciller federal de Alemania propuso a su ministra de defensa, Ursula von der Leyen, cristiano demócrata. Así, por primera vez en la historia comunitaria, una fémina presidirá la institución ejecutiva de la Unión, quien ya anunció que apoyará el proyecto franco-alemán para crear un ejército europeo, supervisar la implementación de algún tipo de Brexit y la necesidad de aplicar mayor pragmatismo.
Hasta donde alcanza la vista, la nomenclatura de instituciones básicas de la Unión Europea cuenta con una francesa, un italiano y una alemana. Seguirá una síntesis sobre la elección del presidente del Consejo y del Alto Representante para la Política Exterior y Seguridad (PESC), donde la UE ejercerá su estilo peculiar de democracia, no necesariamente la más esperada por los votantes, pero sí la más lógica según la preeminencia de los países más desarrollados de la Unión.
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