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Trump 2 no será igual a Trump 1: El  Caso Cuba

enero 20, 2025   0

I- En estos días asume por segunda ocasión la presidencia de los Estados Unidos el republicano Donald Trump. Aunque siempre una segunda administración muestra diferencias con la primera, esta vez las desigualdades serán notablemente más marcadas.

A diferencia de lo común, y por segunda vez en la historia de Estados Unidos, la segunda administración Trump no tendrá lugar a continuación de la primera. En esta oportunidad, entre una y otra, y por un período de cuatro años, una administración demócrata ocupó la Casa Blanca.

En 2016 Trump ganó con 306 votos electorales por 232 su rival Hillary Clinton. En 2024 ganó 312 votos electorales, pues obtuvo los 6 del estado de Nevada que no había ganado anteriormente. Ahora ganó los 6 estados pendulares, pero esta vez por diferencias mayores que las muy estrechas que había logrado en 2016. Pero mucho más importante aún es que en esta ocasión, a diferencia de la primera, ganó el voto popular, hecho que algunos consideran un mandato. En realidad esta parece una apreciación exagerada ya que lo ganó por estrecha diferencia de 1.5%, muy distante de los 4.5% de Biden en 2020, 2.8% de Clinton en 2016 o 7.2% de Obama en 2008.

Otro factor a considerar es que todo presidente norteamericano en su primer período de gobierno tiene como objetivo principal garantizar su reelección. Eso les hace ser mucho más propensos a tener en cuenta los intereses de otros grupos y sectores, y al compromiso en busca de necesarios acuerdos consensuados. Estas condiciones, en su mayor parte, desaparecen en una segunda administración.

Pero existe además un factor muy importante que probablemente constituye la mayor diferencia entre el primer mandato y este: su control sobre el Partido Republicano.

En 2016 la mayor parte de los especialistas coincidían en que Trump contaba con el apoyo de la mayoría de las bases republicanas. En la actualidad su poder sobre las bases ha aumentado en un 20% según cálculos, y sobrepasa el 80% de los electores de dicho partido.

Pero el núcleo fundamental de respaldo con que cuenta Trump dentro del Partido Republicano lo constituye un grupo grande de fanáticos de extrema derecha que le siguen ciegamente conocidos como MAGA por su lema Make America Great Again. Estos apasionados trumpistas que según la National Library of Medicine en un estudio publicado en enero de 2024 constituyen un 33.6% del total de los miembros del partido, ignoran las leyes y consideran legítimo el uso de la intimidación y la violencia.

Si hace 8 años el dominio de Trump se ejercía fundamentalmente sobre los electores republicanos de base, hoy día ese predominio se ha extendido a prácticamente la totalidad de los políticos del partido. Ello puede verse claramente en los endosos recibidos para su postulación a la presidencia. En 2016 Trump obtuvo el endoso de un senador y 11 representantes; en 2024 fue de 43 senadores de un total de 49, y de más de 203 representantes del total de 220.

Otro factor importante es el control que ha venido asumiendo sobre las estructuras del partido, especialmente del Comité Nacional del Partido Republicano (CNR). Lo preside, a propuestas de Trump, Michael Whatley, quien apoyó sus falsos reclamos sobre el robo de que había sido objeto en las pasadas elecciones. Además, su nuera, Lara Trump, fue nombrada copresidenta del CNR y Chris LaCivita, uno de los principales asesores de su campaña, Jefe de Operaciones.

Esto apunta a un elemento nuevo y de vital importancia, en la actualidad el poder de Trump se ha extendido y alcanza también a la mayoría de los políticos de alcance nacional y las estructuras del Partido. Ahora Trump domina totalmente el Partido.

En su nuevo mandato Trump contará además con una Corte Suprema dominada por conservadores, donde de los 9 jueces 6 han sido nombrados por presidentes republicanos, y con un Poder Legislativo con mayoría republicana, tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes.

En las elecciones del pasado mes de noviembre los republicanos lograron mantener su exigua mayoría en la Cámara de Representantes. Los 5 asientos de ventaja ahora (220 por 215) es incluso algo menor de la que antes tenían. Pero a diferencia de la anterior, será una Cámara de Representantes dominada casi por entero por el trumpismo.

Recientemente, y antes de la elección del nuevo Speaker de la Cámara, Trump lanzó su apoyo al speaker en funciones Mike Johnson, anunciando que este contaba con su total respaldo y el apoyo MAGA. Gracias a ello Johnson ganó una relección que parecía tener perdida. Con él de líder, Trump tiene las garantías requeridas de que tendrá en la Cámara Baja, el apoyo irrestricto que necesita para un camino lo más expedito posible de sus políticas.

Sin embargo, es probable que Trump pueda enfrentar la segunda parte de su mandato de 4 años sin contar con el control de la Cámara de Representantes. Considerando que la ventaja republicana es mínima y que casi siempre el partido que controla la Casa Blanca suele perder escaños en el Congreso en las elecciones de medio término, las perspectivas de tener esta Cámara bajo control demócrata durante los dos últimos años de su mandato, son considerables.

El Senado, que estaba bajo control demócrata 51 por 49, pasó a tener mayoría republicana como resultado de las elecciones del pasado noviembre. Ahora los rojos lo dominan 53 por 47.

El líder de la hasta ahora minoría republicana es el veterano senador Mitch McConnell. Este, aunque endosó a Trump como candidato, ha tenido serias diferencias con él, pero McConnell anunció su retiro y por lo tanto no continuará como líder de la mayoría.

En recientes comicios senatoriales salió electo como nuevo líder John Thune, quien, aunque no era precisamente el preferido de los MAGA, se ha comprometido en pasar la agenda de Trump. Thune en ocasiones ha discrepado con el magnate e incluso condenó su conducta del 6 de enero, señalando como inexcusable sus intentos por impedir una transferencia pacífica del poder. Estos antecedentes apuntan a que Trump tendrá un aliado no incondicional en su líder del Senado.

A diferencia de lo que pudiera ocurrir con la Cámara Baja, todo apunta a que el Senado continuará bajo control del Partido Republicano durante todo el gobierno de Trump, y probablemente más allá.

La fuerte polarización política por la que atraviesa Estados Unidos desde los años 80 del pasado siglo ha continuado intensificándose. Entre sus varias consecuencias, una ha sido que prácticamente sólo queden 6 estados de los llamados pendulares, mientras que 25 estados son ahora claramente republicanos y 19 claramente demócratas.

En estas últimas elecciones, los únicos 3 senadores demócratas que quedaban en estados republicanos, perdieron sus escaños. Todos los senadores demócratas hoy están en estados demócratas o en los llamados pendulares. Lo mismo ocurre con los republicanos, todos excepto una senadora, están en estados claramente republicanos o en pendulares. Por todo lo apuntado y considerando la mayor cantidad de estados republicanos, 25 por 19 demócratas, es que parece bastante difícil, si esta situación no cambia, que los demócratas vuelvan a tener control de la Cámara Alta.

Una diferencia importante entre la primera administración Trump y esta segunda puede verse con claridad en los anuncios de funcionarios para ocupar los principales cargos en el nuevo gobierno. Si en 2016 Trump hubo de tener en cuenta a otras fuerzas políticas, especialmente dentro del propio Partido Republicano, en esta ocasión, todos los hasta ahora anunciados, sin una sola excepción, son personas totalmente afines a él y su movimiento extremista MAGA. En algunas ocasiones lo ha hecho, sin importarle siquiera que se trate de personas sin la menor preparación y experiencia para asumir cargos de la mayor importancia, incluso en aspectos tan sensibles como los relacionados con la defensa y la seguridad nacional.

Todo parece indicar que en esta próxima administración veremos una política mucho más agresiva en sus propósitos de convertir a los Estados Unidos en la única gran potencia dominante del mundo.

Con su habitual falta de escrúpulos y su estilo de recurrir cuando lo estime necesario a las amenazas, el chantaje, la intimidación o la violencia, y su desdén e irrespeto por las normas que rigen la conducta de un mandatario, Trump ha dicho al primer ministro de Canadá que ese gran país podría convertirse en el estado 51 de los Estados Unidos y él en gobernador, ha amenazado con anexionarse nuevamente el Canal de Panamá, con enviar tropas a México, y ha mencionado sus intenciones en adquirir Groenlandia por cualquier vía debido a su importancia estratégica.

Tanto en el plano interno como internacional, y sin haberse instalado aún en la Casa Blanca, han tenido lugar acontecimientos que ponen de manifiesto los objetivos y la manera característica de actuar de las huestes trumpistas, en forma tal que los distinguen de acciones similares durante su anterior administración.

En la preparación de las audiencias para la confirmación de Pete Hegseth como Secretario de Defensa, una coalición de grupos de fanáticos MAGA ha estado presionando a algunos senadores republicanos para que lo confirmen en el cargo. Estas acciones concertadas marcan una diferencia con las que tuvieron lugar durante la primera administración Trump en que acciones de este tipo eran aisladas y carentes de recursos financieros. Ahora la Heritage Foundation, Building America´s Future y otros tanques pensantes y grupos de interés han aportado millones de dólares en apoyar la nominación de Hegseth y otros nominados de Trump a través de campañas en televisión, llamadas telefónicas y otras vías, donde las amenazas y la mentira prevalecen. A los senadores que no se han mostrado decididos aún se les amenaza con enfrentarles a candidatos trumpistas en sus próximas primarias. La senadora Joni Ernst que en un principio no se mostraba convencida sobre Hegseth fue víctima de estas presiones hasta que dio señales de que no se opondría[1].

Elon Musk, quien gastó 250 millones de dólares de su fortuna para ayudar a Trump en su reelección y es considerado actualmente uno de los hombres más cercanos al magnate, ha estado influyendo a favor de partidos y organizaciones de extrema derecha en Europa. En Gran Bretaña ha calificado al primer ministro de “absolutamente despreciable” que debería estar en la cárcel, y está considerando donar 100 millones de dólares al Partido Reformista de extrema derecha. En Italia está en contacto con el gobierno de la primera ministra derechista Giorgia Meloni para proporcionar comunicaciones militares seguras a través de su red de satélites Starlink. En Alemania, que próximamente celebrará elecciones federales anticipadas, Musk está animando a los votantes a votar a la ultraderechista AfD, ofreciéndole la legitimidad que durante mucho tiempo se le ha negado a un partido vigilado por el servicio de inteligencia nacional de Alemania por sus vínculos con los neonazis[2].

II- Perspectivas políticas en relación con Cuba

La sorpresiva movida de Joe Biden sacando a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, y las referentes al Título III de la Ley Helms-Burton y las entidades cubanas con las que se prohibía realizar transacciones financieras, a sólo 6 días de la llegada de Trump a la Casa Blanca, ha provocado una situación totalmente nueva y diferente a la que se presumía como escenario probable en el contexto de las relaciones bilaterales entre los Estados Unidos y Cuba.

Ahora habrá que reflexionar sobre cuál podrá ser la reacción de la nueva administración ante este hecho consumado. De antemano habría que considerar dos factores; uno de magnitud histórica y otro nuevo.

El primero es que cualquier medida que se tome, cualquier política que se implemente por parte de la nueva administración estará orientada a poner fin a la revolución y el socialismo en Cuba.

El segundo es que esta segunda administración Trump no se parecerá a la primera. Si en la primera la política hacia Cuba estaba condicionada por toda una serie de factores y compromisos, estos no existen ahora, y la misma dependerá casi exclusivamente de lo que determine Trump según su criterio.

Como el primer factor obviamente no necesita ser analizado, pasamos a ver el segundo.

Durante su primera administración Trump era un presidente débil. Aunque de 538 votos electorales ganó 306, las diferencias en los estados pendulares que le dieron la victoria fueron mínimas y había perdido el voto popular; también enfrentaba serios desafíos dentro de su propio partido. Solamente un 4% de los congresistas republicanos apoyaron su candidatura a la presidencia. Además, pretendía reelegirse en 2020. Por una parte tenía que cuidarse de sus enemigos y por otra debía establecer compromisos para no perder adeptos y ganar nuevos.

Uno de los personajes de quien más debía cuidarse era Marco Rubio. Habían transcurrido pocos meses de las primarias. Marco Rubio también había sido candidato a la presidencia, y durante la contienda habían tenido serios enfrentamientos en los que Trump había desacreditado a Rubio y le había “bautizado” como “little Marco”. Rubio ostentaba una alta posición dentro del Comité Selecto de Inteligencia del Senado, de hecho, en enero de 2019 se convirtió en presidente del mismo. Trump estaba consciente de que desde allí se le podía hacer mucho daño. En algún momento se filtró un papel en el que Trump escribió sobre la política a seguir con Cuba: “Make Marco Rubio happy”. Se fue tan lejos en eso de hacerlo happy que con posterioridad Rubio se ha jactado de haber sido el arquitecto de la política anticubana llevada a cabo por la administración Trump.

Además, exagerando su importancia, se había convencido a Trump de que el voto cubano era determinante para ganar Florida, y con Florida la presidencia.  Trump, para lograrlo, se relacionó con lo peor de la “mafia cubana” de Miami; desde la brigada mercenaria derrotada en Playa Girón hasta el payaso odiador Otaola; se fotografió con muchos de ellos y se comprometió a tomar en cuenta sus intereses. Con la mira puesta en su reelección, no podía abandonarlos.

Ahora la situación es diferente. Trump no es un presidente débil; todo lo contrario. Marco Rubio se le plegó totalmente al igual que más del 90% de los congresistas republicanos, al punto que Trump le ofreció la Secretaría de Estado. Ahora Rubio es un subordinado suyo que hará exclusivamente lo que se le ordene. ¿En verdad Trump confiará totalmente en él o se trata de una movida brillante para neutralizarlo? Quizá Rubio esté consciente de todo, pero su interés personal en ser candidato a la presidencia en 2028 le hará ser el más fiel de sus súbditos, ya que sabe que para tener éxito necesita del apoyo de Trump y su movimiento MAGA.

El Comité de Inteligencia del Senado ya no constituye peligro alguno. Su presidente ahora será el senador Tom Cotton, uno de los hombres MAGA más extremistas de la Cámara Alta.

¿Qué hará Trump en relación con la “mafia miamense”? Está por ver, pero ya no los necesita, así que probablemente no los tendrá muy en cuenta.

De Trump se ha dicho todo o casi todo. Los peores calificativos, los epítetos más horribles, todos muy merecidos, pero entre tantas imperfecciones y características negativas no se le ha señalado la falta de inteligencia.

En relación con Cuba el tema que seguramente predominará a la hora de elaborar una estrategia hacia la Isla es la emigración. Este asunto fue centro de su campaña electoral, sus posiciones al respecto cuentan con gran apoyo entre la población y él ha expresado que actuará al respecto desde su primer día en la Casa Blanca. Contar con el apoyo de Cuba para frenar una emigración desordenada y en el tema de la devolución de ilegales, sería de gran ayuda.

 El nuevo presidente podría considerar dos alternativas:

  • Continuar tratando de asfixiarla para que ocurra lo que llevan 60 años esperando. La situación en Cuba es hoy peor que nunca antes, sin Fidel, y con nuevas generaciones que no sienten ni actúan como las que le precedieron e hicieron la revolución, y que ya son numéricamente mayoría. Son principalmente los que han preferido irse, pero que si se les cierra la entrada a los Estados Unidos, podrían optar por un 11de julio de 2021 multiplicado.
  • O pueden concluir que si no ha ocurrido en 60 años no tiene por qué ocurrir ahora. En Cuba siempre se ha maniobrado para evitarlo y aún quedan recursos y modos para lograr que así continúe. Siendo así, queda el recurso de las conversaciones, las negociaciones, para aflojar, siempre y cuando Cuba acceda a ceder en algunos asuntos.

Aunque atendiendo a los antecedentes probablemente la inmensa mayoría de los que reflexionen al respecto lleguen a la conclusión de que Trump se decantará por la primera variante, no se debe descartar la segunda.

Si se pretende avanzar con éxito en esta segunda variante, se requiere de hábiles negociadores y disposición a ceder por ambas partes. Si la parte norteamericana resulta más inteligente de lo que habitualmente puede esperarse en un escenario de este tipo, entre un Goliat arrogante y un David que no se somete, y hace exigencias razonables, quizás pudiera avanzarse en algunos aspectos. Pero se sabe que Trump es un negociador implacable, muy seguro de sí mismo y de una personalidad soberbia y altanera que no acepta perder. Probablemente si no es al principio será después y vendrán las exigencias en temas de principio que toquen la soberanía e independencia, a los que Cuba nunca cederá. Parece bien difícil que esta variante pueda concluir con éxito. Al final la política de agresiones continuaría.

En cualquiera de las dos alternativas las perspectivas no son buenas. Si Cuba quiere sobrevivir con revolución y socialismo, tendrá necesariamente que aprender a crecer con bloqueo y agresiones.

Referencias bibliográficas

Trump Supporters Go All in for Pete Hegseth with Money and Coordination, by Kate Kelly and Kenneth P. Vogel, The New York Times, enero 13, 2015.

A New Age of American Interference in Europe, by Katrin Bennhold, The New York Times, enero 13, 2025.

Ciaño Zanetti, Carlos: El Partido Republicano y su Dossier Antidemocrático, julio, 2022.

Ciaño Zanetti, Carlos: La Amenaza Roja, abril, 2024.

Ciaño Zanetti, Carlos: La Victoria de Trump y el Senado, noviembre, 2024.

Ciaño Zanetti, Carlos: Los Peligros de una Nueva Administración Trump, enero, 2025.

Ciaño Zanetti, Carlos, y Denisse Fundora: Resultado de las Elecciones de 2024 en Estados Unidos, noviembre, 2024.

Ciaño Zanetti, Carlos: Acontecimientos importantes ocurridos desde las elecciones hasta enero 27, enero, 2021.

Saleha Mohsin, Joshua Green and Annmarie Hordern: Trump Treasury Cabinet Pick in Flux as Jockeying Slows Selection, Bloomberg, 18/11/24.

Natalie Allison, Megan Messerly, Meridith McGraw and Lisa Kashinsky: Even Republicans are stunned by Trump´s Gaetz Cabinet pick: ´Absolute gut punch´, Politico, 13/11/24.

Carl Hulse An Emboldened G.O.P. Senate Majority is Readdy to Empower Trump, New York Times, 6/11/24.

Emily Brooks, Trump gives complete and total endorsement of Johnson as Speaker, The Hill, 30/12/24.


[1] Trump Supporters Go All in for Pete Hegseth With Money and Coordination, by Kate Kelly and Kenneth P. Vogel, The New York Times, enero 13, 2015.

[2] A New Age of American Interference in Europe, by Katrin Bennhold, The New York Times, enero 13, 2025.


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