Una suntuosa visita a Washington con un estratégico trasfondo geopolítico
Introducción
La presencia estadounidense en Asia es un punto que sobresale en las diferencias entre los proyectos regionales que tanto Japón como la República Popular de China proponen. Las relaciones entre Beijing y Tokio se han desgastado en la última etapa dado el alineamiento de Japón con Washington para contener la influencia en el área china mediante las alianzas político-militares estratégicas, dígase el Aukus (EE. UU., Reino Unido y Australia) o el Quad (EE.UU., India, Japón y Australia). Por lo tanto, la nación nipona a menudo intenta lograr cierto equilibrio con el propósito de evitar inquietar a su vecino y no causar demasiado daño en el comercio con su mayor socio comercial.
Japón es un fuerte aliado de EE.UU., y si las relaciones entre el país norteamericano y China se deterioran, podría afectar las relaciones entre China y Japón. La presencia de China en la región y su creciente presencia económica, ha hecho que Japón desconfíe de China. En tal caso preferirá la presencia continua de EE.UU. en la región con el objetivo de equilibrar la influencia de China.
Las relaciones bilaterales han experimentado en los últimos años una escalada de tensiones por diversas razones: conflictos territoriales, rivalidad histórica por liderar la región y modificaciones japonesas a la política de defensa. No obstante, Japón y China parecen encontrar puntos de contacto en el área económico-comercial, aunque persisten conflictos de fondo que deben ser solucionados para que el acercamiento actual perdure en el tiempo. La forma en la que se resuelvan estas diferencias decidirá el futuro de la región, su paz, estabilidad y dinamismo económico
Sumado a ello, según una encuesta pública conjunta China-Japón del año pasado, más del 90% de los japoneses tienen una impresión negativa de China. A este escenario se le añade un auge del nacionalismo japonés en los últimos años, lo cual ha servido como base para aceptar en la población japonesa un discurso cada vez más ligado a la necesidad de resurgir a un Japón defensivo dentro de área. Poco a poco se ha ido difuminando el carácter pacifista de la Constitución, lo cual se ha traducido en un aumento cada vez mayor del presupuesto en defensa nipón.
La correlación de acciones y estrategias está fraguando un caldo de cultivo para una nueva Guerra Fría en Asia-Pacífico. Además de fortalecer aún más las tradicionales alianzas militares, los esfuerzos de Washington también apuntan a crear nuevas alianzas para contrarrestar la influencia china. Sobre esa base, fortalecieron las relaciones económicas, políticas y especialmente militares con Vietnam; mejoraron las relaciones con Myanmar y comenzaron a progresar las relaciones con la República Democrática Popular Lao.
Desarrollo
Las relaciones bilaterales entre Japón y China en este siglo, como en el pasado, han estado influenciadas en gran medida por la presión de terceros sobre temas delicados, entre ellos: la militarización, las disputas territoriales y las actividades comerciales. En última instancia, las relaciones comerciales y diplomáticas establecidas después de la normalización de las relaciones hace 52 años no han resultado lo suficientemente sólidas para cerrar la brecha de valor entre ellas. Se podría argumentar, entonces, que el enfoque económico y comercial es temporal y que las cuestiones que exacerban las diferencias deben resolverse para que el vínculo bilateral sea pacífico y estable.
Desde que asumió el cargo, Fumio Kishida ha posicionado a Japón como socio de Estados Unidos no sólo en Asia sino también a nivel mundial. Es partidario de la opinión de que la seguridad en Europa y la región del Indo-Pacífico están estrechamente entrelazadas, es un firme partidario de Ucrania y coopera estrechamente con los países del G-7 en su postura hacia Rusia.
El primer ministro japonés se mostró optimista y declaró que después de dos años de aplicar su nueva política capitalista, Japón finalmente ve la luz al final del túnel. Sin embargo, el primer ministro Kishida es actualmente muy impopular, entre otras causas: debido a una estrategia económica inestable e imprecisa que no favorece un crecimiento económico exponencial a partir de 2021 (Nova News, 2024). En primer lugar, dados los escándalos relacionados con su partido y las próximas elecciones estadounidenses, aumentan la posibilidad de cambios de política si el expresidente Donald Trump regresa a la Casa Blanca el próximo año. Durante su mandato como en los últimos años, el mandatario ha criticado repetidamente los tratados de defensa y seguridad de Washington, causando preocupación entre sus aliados tanto en Asia como en Europa.
Se trata de la primera visita de Estado de un primer ministro japonés a Estados Unidos en nueve años y demuestra la importancia de la alianza bilateral en el actual contexto geoestratégico de la región del Indo-Pacífico. Antes de viajar a Washington, Kishida aseveró su interés en reafirmar que Japón y Estados Unidos han construido una relación más fuerte para mantener el orden de la comunidad internacional libre y abierta.
Según un estudio sobre el gasto militar mundial en 2022 publicado por el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), con sede en Suecia, el gasto militar de Japón fue de 46 000 millones de dólares (6,4 billones de yenes), menos que el año anterior, y ocupó el 10º lugar del mundo. El gasto militar de Japón en 1988 era de 3,67 billones de yenes, en 1990 alcanzó el nivel de los 4 billones y siguió aumentando a lo largo de esta década; desde la primera década del 2000 se mantenía en general cerca de los 5 billones de yenes; y en 2022 superó los 6 billones por primera vez. El primer ministro Kishida Fumio ha expresado su intención de aumentar el gasto en defensa a unos 9 billones de yenes en el año fiscal 2027, lo que, de implementarse, colocaría a Japón en el tercer lugar del mundo en una simple comparación. Este enfoque está en línea con un ambicioso plan de expansión militar que Tokio anunció el año pasado como parte de una estrategia histórica de seguridad nacional para contrarrestar a China, a quien considera su mayor desafío estratégico.
Los recursos comprometidos en 2024 incluyen alrededor de 1,2 billones de yenes para mejorar el sistema de defensa antimisiles de Japón contra los frecuentes lanzamientos de misiles de Corea del Norte y para desarrollar su tecnología militar. Esta será la mayor aprobación de presupuesto de defensa de Japón desde la Segunda Guerra Mundial. A medida que Japón se aleja de un enfoque puramente defensivo desde una perspectiva de seguridad, además de los costos crecientes mencionados anteriormente, es deseable el desarrollo de capacidades de ataque de largo alcance. El primer ministro de Japón participará en una cumbre con el presidente Joe Biden después de que su gobierno aprobara recientemente un presupuesto de defensa récord de 7,95 billones de yenes (alrededor de 55 000 millones de dólares) para el año fiscal que finaliza en marzo de 2025 (Swissinfo, 2023).
Los adversarios de Japón han criticado este cambio, diciendo que el país se estaba girando hacia el militarismo, lo que creará un problema grave que afectará el desarrollo de las relaciones entre China y Japón. Así pues, en el corto plazo, Tokio está entrando en una nueva era de influencia global y podría convertirse en el aliado más importante de Washington contra el ascenso geopolítico de Rusia y China.
Desde que asumió el cargo en 2021, Kishida promovió un cambio repentino en la postura defensiva de Japón, que esencialmente puso fin al largo período de pacifismo constitucional posterior a la derrota en la Segunda Guerra Mundial. Entre los objetivos definidos por el gobierno japonés se encuentra, en primer lugar, el aumento del presupuesto de defensa hasta el 2 % del PIB para 2027, y la adquisición de nuevas y sin precedentes capacidades de contrataque y proyección de fuerzas, por ejemplo, mediante la compra de misiles de crucero: tipo de armamento que hasta ahora Japón había decidido no adoptar basándose en el artículo 9 de la Constitución, que prohibiría formalmente al país tener fuerzas armadas reales (ver figuras 1 y 2).
Figura 1: Comportamiento de las impresiones del otro país
Fuente: (nippon.com, 2023).
Figura 2: Qué obstaculiza el desarrollo de las relaciones chino-japonesas (Respuestas múltiples)
Fuente: (nippon.com, 2023).
Apuntando a China, a principios de abril, Estados Unidos y Japón anunciaron, como parte de la visita de estado del primer ministro Fumio Kishida a Washington, el mayor cambio en su alianza militar en más de medio siglo, para contrarrestar una China en ascenso. “Esta es la mejor y más significativa en nuestra alianza desde su creación”, dijo el presidente estadounidense durante una conferencia de prensa con el primer ministro japonés. Los líderes de los dos países revelaron planes para establecer una red conjunta de defensa aérea con Australia. A esto hay que sumar los acuerdos firmados durante la visita, que marcan nuevos estándares para la cooperación militar. Para Washington, destaca la importancia de Japón como aliado clave en la región Asia-Pacífico.
La reestructuración del mando militar estadounidense en Japón se considera el mayor cambio desde la década de 1960. De manera similar, Estados Unidos, Japón y Australia establecerán una red conjunta de defensa aérea. La medida tiene como objetivo mejorar la movilidad de las fuerzas estadounidenses y japonesas en caso de una crisis en el Estrecho de Taiwán. Este salto cualitativo y cuantitativo se produce en el contexto de las tensiones en el Mar del Este. Téngase en cuenta que la Casa Blanca no ha ocultado su deseo de crear alianzas en toda la región para contrarrestar a China.
En el marco de la visita Kishida se realizó en la primera cumbre trilateral entre Japón, Filipinas y Estados Unidos, con el objetivo de profundizar sus alianzas. En este sentido, es necesario poner en contexto como antecedente la celebración del Foro Internacional de Cooperación Trilateral 2023, donde el presidente Biden recibió al primer ministro de Japón Fumio Kishida, y al presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, para abrir lo que han llamado una nueva era de cooperación trilateral. En este escenario, Biden ha aprovechado la mejora de las relaciones entre Seúl y Tokio, lo que supone para Washington la oportunidad de crear un frente común que sirva de contrapeso al ascenso de China en Asia y al desafío que representa Corea del Norte a sus intereses. La consolidación de estas alianzas, pone de manifiesto el marcado interés político, económico y militar de Washington en la región asiática.
En los últimos meses, las tensiones entre China y Filipinas han alcanzado niveles no vistos en años. Ambos países afirman cada vez más sus reivindicaciones territoriales. Ante cualquier ataque contra aviones, barcos o fuerzas militares filipinas en el Mar de China Meridional, los EE.UU. desencadenarían un tratado de defensa mutua. La reunión de Biden con su homólogo filipino Ferdinand Marcos y el primer ministro japonés, Fumio Kishida, se produce en medio de enfrentamientos en curso entre barcos chinos y filipinos que han generado temores de conflicto.
El tema principal de los diálogos es una mayor cooperación en defensa y seguridad para permitir una mejor coordinación e integración de nuestras fuerzas, garantizando un despliegue y una conectividad óptimos entre las fuerzas. Mientras tanto, la cumbre trilateral se ha convertido en la base para incluir a Filipinas en el programa de apoyo de Estados Unidos y Japón, que por supuesto tiene en cuenta a China. Biden dijo que esta era la mayor mejora en su alianza desde su fundación.
Antes de partir hacia Washington, Kishida dijo que el aumento gradual de las tensiones geopolíticas había llevado al mundo a un “punto de inflexión histórico” y había obligado a Japón a cambiar completamente su postura de defensa. “Al ser testigos de la agresión de Rusia en Ucrania, de la actual crisis en Oriente Medio y de la tensa situación en el Este de Asia, estamos a sólo un paso de estar un paso más cerca”, afirmó el primer ministro japonés. “Por esta razón, Japón ha decidido fortalecer fundamentalmente sus capacidades de defensa y cambiar significativamente su política de seguridad en estos frentes”.
Kishida aseguró que a la luz de los desafíos de seguridad sin precedentes que enfrenta Tokio, la alianza entre la nación asiática y Estados Unidos se está volviendo “cada vez más importante”, una visión que el primer ministro espera que pueda ser reforzada por ambos partidos en Washington. Cabe señalar que Estados Unidos corre el riesgo de dividirse en el Congreso porque, por un lado, los partidarios del expresidente estadounidense Donald Trump apoyan el fin de la ayuda militar a Ucrania y el fortalecimiento de la política de inmigración. Sin embargo, los partidarios del presidente Biden apoyan mantener la ayuda a Kiev.
Para justificar este alejamiento histórico del pacifismo institucional que ha caracterizado al país desde la Segunda Guerra Mundial, Kishida mencionó:
Hay países en nuestro vecindario que están desarrollando misiles balísticos y armas nucleares, así como otros países que desarrollan sus capacidades de defensa en una manera turbia [refiriéndose no sólo a China sino también a Corea del Norte]. En cuanto a la agresión de Rusia contra Ucrania, la Ucrania de hoy podría convertirse en el Asia Oriental del mañana. Al ser testigos de la agresión de Rusia contra Ucrania y de la situación en el Medio Oriente y Asia Oriental, nos encontramos en un punto de inflexión histórico. Así que Japón ha decidido fortalecer fundamentalmente sus capacidades de defensa, y hemos cambiado significativamente la política de seguridad de Japón en estos frentes (Montgomery, Ogura, & McCarthy, 2024).
Como parte del proyecto de apoyo a Ucrania, las dos partes establecerán un foro para el desarrollo y la producción conjuntos de misiles y el mantenimiento de buques de guerra y aviones estadounidenses, así como un grupo de trabajo para entrenar pilotos de combate y aviones de entrenamiento. Por primera vez, Japón, Estados Unidos y Australia crearán una arquitectura de red aérea, de misiles y de defensa. También se espera que comiencen ejercicios militares trilaterales con Japón y Gran Bretaña. Biden dijo que sus ejércitos trabajarán juntos bajo una estructura de mando unificada y la declaración muestra que Estados Unidos está en una alianza militar-estratégica. Junto con Australia y Gran Bretaña, el país busca cooperar con Japón en temas relacionados con la computación cuántica, la tecnología submarina, el ultrasonido, la inteligencia artificial y la cibernética.
Respuesta del gigante asiático
En respuesta a la ampliación de las relaciones de seguridad para tratar con Beijing, (incluida la mejora de los sistemas de misiles y la posibilidad de que Japón se una al Acuerdo Trilateral de Asociación de Seguridad (AUKUS) entre EE.UU., Reino Unido y Australia); la parte china se ha opuesto firmemente a las declaraciones de los líderes de Japón, Estados Unidos y Filipinas. En este sentido, la República Popular China ha centrado su proyección exterior en la estabilidad regional, con el rechazo de acciones que profundizan la división y dañan la seguridad y los intereses estratégicos de otros países. Los gobiernos de Estados Unidos y Japón han asumido compromisos con China sobre la cuestión de Taiwán. En este contexto, se subraya el consenso internacional existente sobre el principio de una sola China.
El gigante asiático se opone a las preocupaciones de Estados Unidos y Japón con respecto a la política nuclear de China, la rápida expansión del arsenal nuclear de la República Popular China sin transparencia y un diálogo significativo suscita preocupaciones sobre la estabilidad global y regional. El gigante asiático tiene una política de no ser el primero en utilizarlas y se compromete a no utilizar armas nucleares contra Estados no poseedores de armas nucleares y zonas libres de armas nucleares. Al comentar sobre este tema, la representante china enfatizó que ningún país debería sentirse amenazado por las armas nucleares de China hasta que las utilice contra China (Ministerio de Relaciones Exteriores Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular de China, 2024).
En este sentido, Beijing ha expresado su opinión sobre el papel de Estados Unidos como propietario del arsenal nuclear más grande y moderno del mundo. Pero todavía mantiene una política de primer uso, desarrolla estrategias de disuasión nuclear contra otros países, invierte enormes cantidades de dinero, se retira de tratados y organizaciones relacionados con la energía nuclear y ha hecho fortalecer la alianza nuclear de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y ampliar la cooperación con aliados en el campo de la tecnología militar avanzada. Japón, víctima de explosiones nucleares, en lugar de pedir a Estados Unidos que desarme sus armas nucleares, prefiere confiar en el paraguas nuclear estadounidense para desarrollar capacidades avanzadas de ataque y defensa antimisiles.
Ante este entorno, los resultados de este encuentro fueron vistos por ambos países, como claves en las alianzas, en una región prioritaria para su política exterior. Se puso de manifiesto una alineación y cooperación estratégica en todas las áreas y en todas partes del mundo. Se está ante un realismo político y una configuración de fuerzas rígidas, muy similar al entonces escenario internacional previo a la II GM.
Conclusiones
La visita marca el inicio de una serie de acciones que representan el mayor cambio en la alianza militar entre ambos países en 65 años, incluidos acuerdos de defensa y tecnología. Estados Unidos y Japón son actualmente los aliados asiáticos más importantes de Estados Unidos y la mayor fuente de inversión extranjera directa del país que ha firmado 70 acuerdos de cooperación en defensa. Washington ha descrito la cumbre Kishida-Biden como una oportunidad histórica para que ambos países modernicen la alianza que durante mucho tiempo ha sido central para la estrategia de Estados Unidos en la región del Indo-Pacífico, pero lo más importante es que las relaciones de defensa se deterioraron bajo Kishida, quien elevó el prestigio de Japón en la seguridad regional y global.
Aunque uno de los principales objetivos de la visita de estado de Kishida fue resaltar la relación económica y cultural más amplia entre las dos naciones aliadas, sus resultados estuvieron encaminados a potenciar la modernización de la estructura de mando militar estadounidense en Japón basándose en la idea: trabajar hombro con hombro con las fuerzas japonesas en caso de una crisis. Desde que asumió el cargo en 2021, el primer ministro ha impulsado una revisión radical de la política de defensa de Tokio, abandonando la constitución pacifista que Estados Unidos le impuso después de la Segunda Guerra Mundial en favor de un aumento del gasto en defensa anualmente y adquirir recursos para capacidades militares de contraofensiva.
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