El G77 y China en La Habana: una cumbre necesaria en el contexto político internacional actual
La trascendencia de la Cumbre del G 77 y China en La Habana guarda estrecha relación con el contexto político internacional en el que esta se desarrolló y con el tradicional activismo del Gobierno cubano para hacer avanzar los intereses comunes del sur global, ahora potenciados desde la presidencia pro témpore del Grupo, asumida desde enero de 2023.
¿En qué contexto global se desarrolló la Cumbre del G 77 y China en La Habana? ¿Cuán válido es hablar de multilateralismo en el mundo de hoy? ¿Qué aportó este foro en particular? ¿Qué rol le correspondió a Cuba en este diálogo de los países en desarrollo? Interrogantes loables que convocan a valorar la importancia de esta Cumbre, en el marco de las tendencias geopolíticas, económicas, y de seguridad internacionales.
¿En qué contexto global se desarrolla la Cumbre del G 77 y China en La Habana?
La trascendencia de la Cumbre del G 77 y China en La Habana guarda estrecha relación con el contexto político internacional en el que se desarrolla, y esta evidencia un cambio significativo en la correlación de fuerzas globales. Elementos estructurales revelan un paulatino declive de la hegemonía occidental y la transición hacia un mundo multipolar. Algunos expertos vaticinan la entrada en una era post europea y en alguna medida post occidental, para pasar a la era asiática (Lamo de Espinosa, 2020:14).
Dos tendencias de largo plazo que van a continuar son ilustrativas de importantes cambios en la correlación de fuerzas globales: la enorme diferencia demográfica y la convergencia de este factor con la pérdida occidental del monopolio de la tecno-ciencia. En la Cumbre de La Habana estuvo representada el 80% de la población Mundial. Si hace un siglo Europa sumaba 20% o 25% de la población mundial, hoy alcanza el 9,37% aproximadamente, Latinoamérica, 8,28 y todo el viejo Occidente, incluida América del Norte, será pronto poco menos de 20%, más o menos lo que será África que representa un 17,92, mientras Asia es y será el restante 60%. Por su parte, potencias asiáticas han tomado el liderazgo en tecnologías de vanguardia, como las telecomunicaciones 5g, y la biotecnología. El PIB acumulado que producen los trabajadores chinos es el segundo del mundo y el primero en paridad del poder adquisitivo.
A ello habría que agregarle la influencia internacional y creciente cooperación entre diversos mecanismos de concertación política e integración, como son la Unión Económica Euroasiática, la Organización de Cooperación de Shanghái, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, los BRICS, entre otros, cuyas iniciativas si bien no se muestran antagónicas con el modelo global de acumulación y el sistema capitalista predominante, sí son percibidas como una amenaza para la proyección estratégica occidental, al cuestionar en la praxis sus mecanismos de gobernanza mundial (Pellón, 2023:3).
Desde el sur geopolítico resulta evidente la necesidad de una reforma integral de la arquitectura financiera internacional y de un enfoque más inclusivo y coordinado de la gobernanza financiera mundial, con mayor énfasis en la cooperación entre los países, incluso mediante el aumento de la representación de los países en desarrollo en los órganos mundiales de toma de decisiones y formulación de políticas, lo que contribuiría a mejorar las capacidades de los países en desarrollo para acceder y desarrollar la ciencia, la tecnología y la innovación.
La arquitectura financiera predominante, así como, sus mecanismos de gestión de riesgos y prácticas de supervisión han conferido a EE.UU. y aliados, durante décadas, la capacidad de monitorear la situación política, económica, y social en parte importante del mundo. Al respecto, los condicionamientos establecidos en el ámbito de sus relaciones económicas a nivel global y el incremento de medidas coercitivas y de sanciones unilaterales devienen en instrumento a través del los cuales occidente promueve y ejecuta diversas formas de injerencia y pretende socavar la soberanía de los Estados. Entre otros pasos pueden destacarse los requisitos que establecen para que otros puedan participar en el Sistema Generalizado de Preferencia (SGP). Le siguen los condicionamientos establecidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) para que las naciones de renta media y baja puedan emprender los procesos de renegociación de sus deudas en el Club de París, y las establecidas bilateralmente para brindar sus recursos financieros (Pellón, 2017).
La promoción que realizan los EE.UU. y aliados de su noción de “buena gobernanza” también ha respondido al interés de incidir en los asuntos domésticos de otros actores e imponer sus intereses a escala global. El cumplimiento de sus exigencias —vinculadas a diversos ámbitos de la vida domésticas y no necesariamente a las garantías de tipo económico— se transforman en requisito imprescindible para poder tener acceso a los flujos de ayuda externa, ser elegibles para préstamos, no confrontar malas calificaciones como posibles destinos de inversiones extranjeras, ventajas comerciales o simplemente lograr la firma de tratados, convenios u otros beneficios. Mecanismos que han reproducido estructuras económicas dependientes en los países del sur y perpetúan paralelamente las asimetrías con el norte industrializado en ámbitos esenciales para el desarrollo económico, como lo son el acceso y uso de la ciencia, la tecnología y la innovación.
Expresión de un cambio en la correlación de fuerzas internacionales, desde el sur geopolítico se apuesta por una reforma de la arquitectura financiera internacional aún predominante, al tiempo que surgen o se consolidan nuevas estructuras e iniciativas que son funcionales y paralelas.
La Cumbre de los BRICS, recientemente celebrada en Sudáfrica y donde Cuba participó en calidad de presidente pro tempore del G 77, constituyó un hito en el ámbito de las relaciones políticas internacionales. Destaca la importancia y avance de estructuras financieras como el Fondo de Reservas y de Estabilización o el nuevo Banco de Desarrollo, que representan alternativas a las necesidades de financiación de los países en desarrollo y a las deficiencias de crédito que existen en las instituciones financieras multinacionales (Lula, 2023). A nivel multilateral el grupo favorece un comercio internacional más justo, predecible y equitativo, mientras que las proyecciones sitúan el PIB de los BRICS por encima del G7.
Ciertamente, la preponderancia de EE.UU. sigue sustentada tanto en su peso económico, científico-técnico, militar y político, como en las vulnerabilidades estructurales de la Unión Europea (UE) y la pérdida de protagonismo de Japón en su papel de potencia económica regional y mundial. Sin embargo, también es un hecho que EE.UU. muestra cada vez menos capacidad de afrontar por sí solo los trastornos internacionales y garantizar el suministro de los bienes comunes de estabilidad y seguridad. Al propio tiempo, las divisiones y las vacilaciones europeas inhabilitan a la UE para llenar el vacío creado por una progresiva retirada estadounidense y por un igualmente progresivo traslado del poder de Occidente al Este y el Sur (Pellón, 2022).
En un escenario multipolar y ante las múltiples repercusiones de la guerra en Ucrania, crece la dependencia de la UE con EE.UU., particularmente en los asuntos de seguridad. La Unión pierde relevancia como actor internacional. Las sanciones occidentales contra Rusia han tenido un efecto bumerán, incrementando los costos de la energía, obstaculizando las cadenas de suministros, afectando la producción industrial en la UE, su peso en el PIB mundial y su competitividad frente a otros polos de poder (Pellón, 2023).
En el corto plazo las tendencias generales que se manifiestan para la UE son negativas y, como balance también su efecto estratégico, tanto sobre la naturaleza del modelo de integración, como sobre las capacidades de la UE en su condición de actor global. Entre las variables clave están los efectos negativos de la crisis sistémica, la interrupción de las cadenas de suministros globales, la elevada deuda pública y privada, así como, la insuficiente recuperación del consumo y las inversiones. Las dificultades para acceder a materias primas fundamentales, con precios competitivos, también destacan entre los factores que inciden en la evolución del proceso integracionista. El efecto combinado de estas variables determina un período de estanflación económica para la UE y de recesión en varios de sus Estados miembros (Pellón, 2023).
En este contexto, la UE y EE.UU. han cometido un error de cálculo al utilizar la desconexión del SWIFT[1] como medio de presión sobre terceros y como parte de su amplio arsenal de medidas coercitivas unilaterales. En respuesta surgen y se desarrollan sistemas de transferencias de mensajería financieras alternativos, entre los que destaca el China International Payments System, conocido por (CIPS) por sus siglas en inglés, el desarrollado por el Banco Central de Rusia (SPFS) conocido por sus siglas en ruso, o el sistema de telecomunicaciones interbancarias de Irán (SEPAM) (Rodríguez, 2023:7). Se conoce que el empleo del rublo ruso y la rupia india en el intercambio comercial ha llevado a un sistema de pagos alternativo que igualmente sustituye el sistema SWIFT mientras que en los países de la Unión Económica Euroasiatica (UEEA), la proporción de pagos en monedas nacionales ya ha alcanzado el 75 % (Meeting of the Supreme Eurasian Economic Council, 2022).
En síntesis, la fractura del swift apunta a favor de un paulatino proceso de desdolarización de la economía mundial y será perjudicial a largo plazo para el dominio del dólar en el mundo. Cabe esperar una mayor fragmentación del sistema monetario y la proliferación de eventuales acuerdos para la utilización de otras monedas en el intercambio comercial, aunque el dólar continuará por un tiempo mayor como moneda de reserva internacional dominante.
Por su parte, China y Rusia comparten la estrategia de crear una red de interconexiones entre no menos de cinco zonas de medular importancia estratégica: Rusia (puente clave entre Asia y Europa), los países de Asia Central, el Sudeste Asiático (con importantes funciones para Arabia Saudita, Irak, Irán, Siria y Turquía), el Cáucaso y Europa del Este (entre otros, Bielorrusia, Moldavia y, en función de una pretendida estabilidad, Ucrania). La planificación de la Nueva Ruta de la Seda de China por Eurasia, aunque atraviesa obstáculos de todo tipo, prosigue. El resultado final podría ser la construcción de infraestructuras integradas (carreteras, trenes de alta velocidad, oleoductos, puertos), que conectarían a China con Europa Occidental, el Mediterráneo y otras zonas de importancia geoestratégica en todas las formas imaginables.
El objetivo estadounidense de aislar a Rusia, a la vez que procura debilitar a la UE, persigue estratégicamente dividir a Eurasia e impedir posibles avances de una relación económica y geopolítica (no controlada por la Casa Blanca) entre la Unión, China y Rusia. Estos son factores esenciales tras el conflicto en Ucrania, que explican algunas de sus causas y el motivo por el cual EE.UU. prefiere dilatar la guerra, e ignorar las salidas diplomáticas propuestas por diversos actores internacionales. Tras la aparente cohesión de los aliados transatlánticos en su política de sanciones contra Rusia y el envío de armas y financiamiento a Ucrania, persisten las inquietudes sobre cómo va a terminar el conflicto. Algunos líderes europeos siguen viendo a Rusia como un vecino ineludible, que no podrá ser aislado permanentemente sin plantear grandes peligros para la seguridad internacional.
En el contexto global descrito, el Cáucaso y Asia Central y Oriental cobran importancia como centro geopolítico y económico mundial. Los instrumentos de cooperación existentes y los acuerdos futuros serán instrumentos de poder por medio de los cuales las potencias históricas y las emergentes se disputarán un lugar en la correlación de fuerzas mundiales.
En general, las tendencias geopolíticas, económicas y de seguridad actuales pudieran acelerar el debilitamiento del monopolio del dólar, la erosión de la cohesión transatlántica por las discrepancias en el mediano plazo en cuanto a la política hacia Rusia, y el deterioro del liderazgo estratégico mundial de EE.UU., en la medida en que tiene que enfrentar cada vez más resistencias a su dominio económico y político. Pudiera argumentarse que la política de máxima presión occidental contra Rusia y la creciente rivalidad con China, también aceleran la convergencia estratégica entre Moscú y Pekín y profundizan la integración euroasiática que, si bien se enmarcan en la regionalización inherente a la transnacionalización mundial, también limita el alcance de las estrategias de Washington y la otan como reguladores del ámbito político-militar internacional.
No obstante, ante el grado de avance que tienen las posiciones económicas, comerciales, financieras, y tecnológicas del Sur global y, particularmente ante la cooperación entre Beijing y Moscú, occidente evidencia una fuerte oposición, determinando la intensidad de los conflictos en el sistema de relaciones políticas internacionales actuales. EE.UU. otorga a la otan cada vez más importancia como mecanismo de coerción dirigido a garantizar sus intereses estratégicos en cualquier parte del mundo, en la forma de un incremento de las concertaciones, las alianzas y las afiliaciones a la Organización. En dicho contexto la industria de defensa europea pasará a ser fundamental como elemento de disuasión, produciendo una escalada de la carrera armamentista y donde los instrumentos de control y no proliferación de armas se debilitan (Pellón, 2023:4).
¿Cuán válido es hablar de multilateralismo en el mundo de hoy?
La transición hacia un mundo multipolar sigue múltiples tendencias que en ocasiones pueden ser contradictorias: la diseminación del poder, con una traslación del centro de gravedad económica de Occidente a Asia; cambios en la geopolítica internacional, incluyendo el ascenso de las posiciones nacionalistas de fuerzas de extrema derecha y neofascistas; el aumento de la importancia de los factores étnicos, religiosos y civilizatorios; el debilitamiento de la gobernanza internacional; la crisis del multilateralismo; el incremento de la inestabilidad regional y el acrecentamiento de la posibilidad de que estallen conflictos internacionales (Pellón,2022:2).
Sin embargo, existen varios factores que explican la viabilidad y necesidad de una estrecha coordinación y cooperación, no solo dentro de lo que reconocemos como mundo occidental; sino entre este y el asiático, entre el norte industrializado y los países en desarrollo, e incluso entre actores que promulgan modelos democráticos de organización política, económica y social distintos.
Partiendo de los factores más generales, debe considerarse que, en la fase actual de las relaciones de producción capitalista, y a pesar de la polarización promovida desde los EE.UU., existe una importante interdependencia e interconexión de los mercados, las naciones y los procesos productivos a escala global. Este entramado de conexiones tiene un carácter objetivo, determinando que, en medio de una tradicional competencia a nivel regional e internacional, los actores globales tengan que desarrollar acciones coordinadas para el enfrentamiento de los denominados problemas globales (Pellón, 2020: 60).
Problemas como las pandemias, las crisis económica cíclicas, el cambio climático, la estabilidad financiera internacional, las migraciones, el tráfico de drogas, de armas y de personas, la crisis alimentaria, el terrorismo —entre otros— son muy difíciles de manejar sin una amplia coordinación internacional, lo cual implica inexorablemente la formación de concertaciones y alianzas entre actores de diversa naturaleza, sean asiáticos u occidentales, sean del sur o del norte, si se apuesta por una definitiva solución.
De manera más específica debe destacarse que las casusas de diversos problemas referidos en la Cumbre del G 77, como el incremento de las desigualdades, la fragilidad institucional, o el carácter mercantil de la ciencia, las tecnologías y la innovación responden en esencia a factores inherentes al modelo liberal. Las causas esenciales de estos problemas son endógenas, venía manifestándose antes de la crisis provocada por la covid 19 y están asociadas a las políticas neoliberales impuestas desde occidente a los países en desarrollo, conllevando a la reducción de la gestión de los Estados, a excesivas privatizaciones y al debilitamiento de las políticas públicas.
Fortalecer el multilateralismo y promover un nuevo orden económico internacional, basado en la justicia, la equidad, la solidaridad, la paz internacional y la sostenibilidad de un desarrollo para todos resulta esencial ante los problemas comunes que enfrenta la humanidad. En ese orden, el nivel de concertación y la unidad de acción del G 77 y China resulta clave; así como, considerar los intereses y la capacidad de articulación económica, política y de seguridad de las potencias emergentes, junto a una mayor participación de las naciones en desarrollo en los procesos que se encaminan a crear organismos, normativas y alianzas de naturaleza financiera, comercial y de seguridad antihegemónicas y verdaderamente democráticas.
¿Qué aportó la Cumbre del G 77 y China en La Habana?
La Cumbre del G 77 y China destacó por ser oportuna y necesaria, en momentos que gana espacio la polarización política al interior de los Estados y en el escenario internacional, al tiempo que se debilitan los instrumentos de control y no proliferación de armas y activan las alarmas de potenciales conflictos a escala global.
La declaración de La Habana ha sido un antídoto contra la construcción estadounidense de un orden internacional dividido en bloques, altamente polarizado e incapaz de atender los desafíos generados por el orden económico actual, que es injusto para los países en desarrollo, pero al propio tiempo ha sido funcional ante los intereses hegemónicos de Washington.
Quedó evidenciada la pertinencia de que el sur global dialogue permanentemente en función de su unidad, en la elaboración de acciones que se dirijan a reforzar el multilateralismo, y a lograr una reforma integral de la arquitectura financiera internacional, con un enfoque más inclusivo y coordinado en la gobernanza financiera mundial.
La declaración política de la Cumbre, formalmente aprobada por todas las delegaciones, también insiste en el rechazo a la imposición de leyes y regulaciones con efecto extraterritorial y todas las demás formas de medidas económicas coercitivas, incluidas las sanciones unilaterales contra los países en desarrollo, y subraya la urgente necesidad de eliminarlas inmediatamente.
Entre los 47 párrafos que conforman la declaración, todos esenciales, también se destaca que los principales desafíos generados por el actual orden económico internacional, han alcanzado su expresión más aguda en la actualidad debido, entre otras cosas, a los persistentes efectos negativos de la pandemia de COVID-19, a pesar de que la OMS ha levantado la Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (ESPII) por COVID-19; las tensiones geopolíticas; las medidas coercitivas unilaterales y las múltiples crisis actuales, incluidas las crisis económica y financiera; la fragilidad de las perspectivas económicas mundiales; el aumento de la presión sobre los alimentos, la energía; el desplazamiento de personas; la volatilidad de los mercados; la inflación; el ajuste monetario; la creciente carga de la deuda externa; el aumento de la pobreza extrema; el aumento de las desigualdades dentro de los países y entre ellos; y los efectos adversos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la desertificación, las tormentas de arena y polvo, y la degradación del medio ambiente, así como las brechas digitales, sin que hasta ahora haya una hoja de ruta clara para hacer frente a estos problemas mundiales (Declaración de La Habana, 2023).
Se destaca el importante papel de la ciencia, la tecnología y la innovación como pilares, facilitadores y catalizadores para apoyar el crecimiento sostenido, inclusivo y sostenible, reiterando el papel crucial de la Asistencia Oficial para el Desarrollo, en el apoyo a las necesidades de los países del Sur y en la urgente necesidad de que los países desarrollados cumplan su compromiso histórico en este sentido.
Se promueve el fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur para optimizar el potencial y complementar los recursos y conocimientos especializados, que permiten hacer frente a los desafíos comunes de los países en desarrollo y, entre otros, acelerar el progreso en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Como parte de un plan de acciones se acordó solicitar al Presidente de la Asamblea General que convoque, en el contexto del Octogésimo Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, una Reunión de Alto Nivel sobre Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo, centrada en particular en las medidas que deben adoptarse para atender las necesidades de los países en desarrollo en estos ámbitos. Se reafirmó el compromiso de aplicar en los planos nacional e internacional las medidas concretas contenidas en la Declaración y ratificó la decisión de retomar el trabajo del Consorcio de Ciencia, Tecnología e Innovación para el Sur (COSTIS), instando a los miembros del Grupo a evaluar y trazar estrategias para garantizar su funcionamiento efectivo (Declaración de La Habana, 2023).
¿Qué rol le correspondió a Cuba en este diálogo de los países en desarrollo?
El pueblo de Cuba una vez más fue el anfitrión por excelencia de los pueblos del Sur. “La Habana capital de la familia del sur global”, así definió el presidente de Venezuela Nicolás Maduro el rol de Cuba en este diálogo de los países en desarrollo (Maduro, 2023).
Cuba asumió en enero pasado la presidencia pro tempore del G77 y China, con una membresía de 134 naciones donde habita el 80% de la población mundial. Desde entonces, la Isla desarrolló una intensa agenda para llevar a la práctica la visión defendida por ese mecanismo de concertación, el más amplio y diverso de la esfera multilateral.
Asumida desde Cuba como una cumbre austera, que requirió un gran esfuerzo debido a las difíciles condiciones de la economía cubanacomo resultado del recrudecimiento del bloqueo impuesto por EE.UU., los efectos de la pandemia de la covid-19 y de la crisis económica y social mundial.
Correspondió al Gobierno cubano, en calidad de presidente pro tempore, garantizar un amplio, transparente e inclusivo proceso de negociación intergubernamental, en función de acordar contribuciones prácticas, que fueran leales a los propósitos y principios del grupo, atenta a las necesidades de los países en desarrollo y apegada firmemente al reclamo del derecho al desarrollo en medio de un orden internacional cada vez más excluyente, inequitativo, injusto y expoliador.
El éxito de la Cumbre, fue en primer lugar una obra colectiva del G 77 y otras organizaciones prioritarias como son el Movimiento de Países No Alineados (NOAL). El resultado no ha sido fortuito, también encontró una fortaleza en los principios de la política exterior cubana y en una tradición de acoger eventos internacionales muy importantes, entre los que sobresalen la primera cumbre del sur del G 77, que se desarrolló en el 2000, y donde trascendió aquella frase que destaca a Cuba como un lugar de encuentro, como una encrucijada cultural y un protagonista indispensable de los acontecimientos del siglo XX; o la cumbre del NOAL desarrollada igualmente en La Habana, en 2006.
Cuba acogió la cumbre con profunda modestia y un sentido de servicio al G 77 y a la comunidad internacional, representó el placer de cumplir con un deber y realizar un aporte al debate internacional desde el sur, y sumarse a la lucha de los países en desarrollo que es la propia lucha de Cuba. Cuba no propuso, ni suele hacerlo en este tipo de organismos, mucho menos cuando ostenta la presidencia de ellos, incluir un tema de interés nacional. Por el contrario, la posición cubana en esta declaración y en esta cumbre fue subordinar cualquier interés nacional de Cuba, al internes general del G 77 (Rodríguez, 2023).
No es de extrañar tales principios y prácticas en la política exterior cubana, la cual tiene diversas expresiones en la historia de la Revolución.
En el año 1960 Cuba envió la primera brigada médica al exterior para apoyar al pueblo de Argelia, en 1966 se organizó en La Habana la Primera Conferencia Tricontinental de los pueblos de África, Asia y América Latina, Cuba es el país que contribuyó de manera determinante a la liberación de naciones africanas como Angola y Namibia y, adicionalmente tributó de forma directa al fin del régimen del Apartheid en Sudáfrica. La colaboración médica internacional en el campo de la salud pública cubana ya tiene una historia de más de 60 años. En general, más de 605 000 trabajadores de la salud han estado presentes en 165 países. En todo este tiempo, se han realizado 2 200 millones de consultas, más de 15 millones de intervenciones quirúrgicas y se han salvado aproximadamente nueve millones de vidas (Cabañas, 2023).
En La Habana se desarrolló una cumbre claramente exitosa, celebrada por el pueblo cubano, la comunidad internacional y que sirvió también reconociendo a la unidad y solidaridad del G 77. Contrario a la fallida pretensión estadounidense de aislar a Cuba, el Gobierno revolucionario recibió todo el apoyo, la solidaridad, y el agradecimiento del G 77 y China por la organización y desarrollo de esta Cumbre, confiados en que marcará la pauta de futuras acciones en estos tiempos de enormes desafíos y permitirá avanzar hacia legítimas aspiraciones, de los países en desarrollo.
Bibliografía
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Pellón, 2020: Aportaciones de: Jorge Taiana / Adrián Bonilla / Raynier Pellón / Silvia Vatnick /Anna Ayuso / Rebeca Grynspan, en MEMORIA DEL VI FORO TRILATERAL LAS PERSPECTIVAS DEL TRIÁNGULO AMÉRICA LATINA, UNIÓN EUROPEA Y NORTE AMÉRICA: REFORZAR EL MULTILATERALISMO FRENTE A LA CRIS DEL COVID-19. SECRETARÍA GENERAL IBEROAMERICANA, SEGIB REAL INSTITUTO ELCANO, 22 y 23 de junio de 2020.
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Pellón Azopardo, Raynier, 2023. Escenarios de política internacional Europa, en: Centro de Investigaciones de Política Internacional. Coordinador del informe, colectivo de autores, inédito.
Rodríguez, Bruno, 2023. Conferencia de prensa del canciller de Cuba con motivo de la Cumbre del G 77 y China.
Rodríguez, José Luis (2023). El conflicto con Ucrania y la economía rusa durante el 2022. Perspectivas del 2023. En: Dossier “Impactos de la Operación Militar Especial en el entorno económico, político y militar de Rusia. Reflejo en la situación regional e internacional”
[1] La Society for World wide Interbank Financial Telecommunication (SWIFT) es una sociedad creada en 1973 que integra 11 000 establecimientos bancarios a lo largo y ancho del mundo, a los que permite realizar operaciones financieras de transmisión de órdenes de pago. Se considera un sistema muy cercano a la Secretaría del Tesoro de Estados Unidos y al USD.
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