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África

El “síndrome” del golpismo en África Subsahariana

agosto 7, 2023   0

Crédito: AFP

En las proyecciones realizadas sobre los temas de seguridad, por el equipo de África del CIPI, se ha planteado que la región no se liberaría de la posibilidad del golpismo o de intervenciones militares. Esta tendencia se ha comprobado y reafirmado con los sucesos más recientes ocurridos en Níger a raíz del golpe de Estado del 26 de julio de 2023. En África Occidental se ha producido un incremento de la incidencia de los militares en las esferas políticas nacionales, tal como ha ocurrido en Guinea, Mali y Burkina Faso.

Las causas detrás de estos hechos son multifactoriales. En Guinea se repite la variable del llamado “síndrome del tercer mandato”, mientras en el resto, el elemento común ha sido el deterioro de la situación de seguridad como resultado del avance de los grupos terroristas y la comprobada ineficacia de los programas militares liderados por Francia. Para profundizar en estos casos actuales se hace necesario retomar algunos antecedentes históricos y análisis previos sobre los golpes de Estado. Esto permite determinar algunos elementos tendenciales, así como las particularidades emanadas de la situación generada en el Sahel desde 2020.

África y los golpes de Estado (1960-1980)

El fenómeno del golpismo en África Subsahariana no es nuevo. Entre 1956 y 1984, se produjeron en África Occidental el 55% del total de todos los golpes de Estado realizados en el continente. Entre 1965 y 1979 se evidenció un ascenso de los regímenes militares en la subregión, siendo los más afectados Ghana, Nigeria, Alto Volta (Burkina Faso) y Dahomey (Benín). Esta fue la época que se conoció como la “latinoamericanización de África”. Para 1985, solo Costa de Marfil, Senegal, Gambia y Cabo Verde no habían experimentado ninguna acción castrense (1). Otras fuentes indican que entre 1952 y 2014, 33 países africanos sufrieron 85 golpes de Estado, de ellos 69 fueron en el África Occidental (42 dirigidos contra gobiernos civiles y 27 contra regímenes militares), para un 58,65 % del total en África (2).

La característica principal de estos golpes fue su articulación desde el exterior, sobre todo con apoyo directo o indirecto de Francia y de Estados Unidos, a favor de gobiernos proclives a sus intereses. Otro elemento que se puede identificar es el hecho de que dichos gobiernos de facto establecieron regímenes autoritarios, como fue el caso de Nigeria (1966, 1975, 1983, 1985, 1995). Sin embargo, hubo sus contadas excepciones, como la etapa revolucionaria de Tomás Sankara (1983-1987) en Burkina Faso; el corto período de Olusegun Obasanjo en Nigeria (1976-1979); de Jerry Rawlings en Ghana (1979 y 1981) o de Mathieu Kérékou en Benín (1972-1991). Sankara fue derrotado y luego asesinado por un golpe de Estado; Obasanjo entregó el poder a un gobierno civil; Rawlings se transformó en gobierno civil electo y Kérékou perdió en las primeras elecciones multipartidistas de su país.

Con la implementación del multipartidismo en África y la resistencia por parte de los gobiernos y partidos en el poder a hacer dicha transición, la región experimentó un conjunto de guerras civiles cuyo máximo exponente fue el genocidio de Ruanda en 1994. Los golpes de Estado no desaparecieron, sino se convirtieron en la vía para que sectores excluidos del poder llegaran a este o para evitar que accedieran, lo cual fue uno de los elementos generadores de tensiones internas.

Entrado el siglo XXI y tras la creación de la Unión Africana (UA), se comenzó a avanzar en el fortalecimiento de la institucionalidad democrática al estilo multipartidista y a la condena por parte de los organismos africanos a la interrupción de la vida política mediante un golpe de Estado. Sin embargo, estas posturas internas, sumadas a las presiones occidentales, no impidieron que la fórmula del golpismo siguiera presente, aunque sí hubo una tendencia marcada hacia su reducción, si se compara con las décadas de 1960 a 1980.

Tendencias del golpismo subsahariano entre 2010 y 2019

Para la segunda década del siglo XXI, la frecuencia de los golpes militares había disminuido considerablemente en África Subsahariana y la subregión occidental no había sido la excepción. En tan sólo diez años (2010-2019) habían ocurrido cuatro golpes de Estado efectivos (3): Níger (2010), Guinea-Bissau (2012), Mali (2012) y Sudán (2019), tres de ellos en África Occidental. También hubo varias tentativas de golpes, pero estas fueron marginales y no lograron sus objetivos. Por ejemplo, hubo un intento de derrocar al gobierno de Alpha Condé en Guinea en julio de 2011. De igual manera, tampoco fueron efectivos los articulados en julio de 2011 y en diciembre de 2015, por un reducido sector dentro de las Fuerzas Armadas nigerinas que buscaban derrocar al gobierno de Mahamadou Issoufou.

Este es otro elemento a tener en cuenta, no sólo los golpes efectivos sino los intentos frustrados, porque estos indican la existencia de fisuras dentro del sector militar o de contradicciones con el poder político. Estos intentos también reflejan la posibilidad de articulación de un evento de este tipo en el futuro, como fue el caso posterior de Guinea y de Níger, con otro intento fallido, el tercero que se daba, en marzo de 2021.

Las causas de estas acciones castrenses pueden variar de un contexto a otro, pero por lo general, se alude a críticas directas en contra del gobierno de turno, por cuestiones de seguridad o intereses particulares. Por ejemplo, en los tres golpes de Estado de África Occidental, los militares interrumpieron los respectivos procesos políticos en curso. En el caso de Níger, la causa fundamental de la deposición de Mamadou Tandja, el 18 de febrero de 2010, fue su intento de violentar el orden constitucional y establecer un tercer mandato. En Mali, los militares aludieron a la incapacidad mostrada por el gobierno de Amadou Toumani Touré en la solución de las crisis interna y el avance de los grupos armados hacia Bamako, tras el estallido de la guerra en el norte. En Guinea Bissau, los militares vieron afectados sus intereses y se opusieron a los líderes del PAIGC al frente de la transición.

Un elemento interesante de este periodo en África Occidental fue la forma en la que se “solucionaron” y cómo actuaron los militares. En todos los casos primó la disposición de las cúpulas golpistas de favorecer la transición hacia un gobierno civil en conjunto con los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil. Solo en el caso de Guinea-Bissau, el ejército se reafirmaría como el centro efectivo del poder y mostraba una fuerte reticencia en permitir que el depuesto presidente interino dirigiera la transición. La presión de actores internacionales y en particular de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), agilizó el proceso, el cual se desarrolló de manera “adecuada” (4). Este es un país en el que la mayoría de los cambios de gobierno se han dado por golpes de Estado (5). Las reformas del sector militar en dicha nación, de momento, han dado resultado y no se han sumado a esta ola golpista que afecta a la región desde 2020.

En su momento, la CEDEAO no desechó la intervención militar como mecanismo de presión externa pero no hizo falta. En los cuatro casos —incluido el de Guinea de 2008—, la salida de la crisis tuvo una vía electoral. Tanto en Níger como en Guinea-Bissau se produjo la reformulación de la Constitución y de la ley electoral, que dio paso al establecimiento de la Comisión Electoral Nacional, encargada de preparar los comicios. En Guinea, al igual que en Guinea-Bissau, uno de los puntos de la negociación estaba relacionado con una futura reestructuración de las Fuerzas Armadas. Mientras, las elecciones en Malí fueron útiles para reorganizar el aparato de gobierno y, dotarlo de una legalidad y legitimidad internacionales.

La actitud de los militares en Burkina Faso merece un apartado. En esta nación, la salida del poder de Blaise Campoaré respondió a la presión popular, por lo que no fue considerado como un golpe militar, de ahí que el país no fuera sancionado por la UA. También existió la voluntad, por parte del ejército, de facilitar, lo antes posible, el proceso de transición hacia un gobierno civil, mediante la convocatoria de las elecciones. No obstante, sectores dentro de las Fuerzas Armadas intentaron un “golpe de Estado” en septiembre de 2015 para detener la transición, pero no tuvieron éxito. A partir de esta fecha, el país comenzaría a verse afectado, como nunca antes, por la expansión de los grupos terroristas vinculados a Al Qaeda y al Estado Islámico. Cinco años después, la depauperación de la situación de seguridad determinaría el golpe de Estado de 2022.

Siguiendo con este periodo (2010-2019) habría que señalar que, durante el 2016, no hubo ningún golpe militar en todo el continente. Esto era un elemento indicativo del lugar creciente de los gobiernos y de los partidos políticos de oposición en la gestión de las crisis políticas sin que los militares actuasen directamente. Esta tendencia se mantuvo en 2017 hasta que los militares en Zimbabwe interfirieran en el gobierno de Robert Mugabe, el 15 de noviembre de 2017. Alegaban llevar a la justicia a sectores corruptos y criminales, pero protegiendo al presidente, al tiempo que declaraban que no era un “golpe de Estado”, pero Mugabe tuvo que renunciar. A pesar de este hecho, la intervención de los militares en la política siguió siendo una práctica muy reducida en el continente.

Otro caso particular fue el de Sudán y el golpe de Estado contra el gobierno de Omar Al Bashir, el 11 de abril de 2019, luego de una oleada de protestas sociales. Esta crisis ha generado una fuerte lucha de poder entre los militares al frente de una transición estimada inicialmente en 21 meses, pero que no se ha cumplido. Las contradicciones a lo interno de la junta se tradujeron en el contragolpe militar de octubre de 2021 (6) y enfrentamientos armados entre el general Abdel Fattah al-Burhan, jefe de las fuerzas armadas de Sudán y el grupo Fuerzas de Apoyo Rápido dirigido por el general Mohamed Hamdan Daglo (Hemedti). El conflicto en Sudán se ha agudizado desde el derrocamiento de Al Bashir.

El balance general de estos diez años se puede resumir en cuatro golpes de Estado efectivos, cuatro intentos fallidos, un golpe parlamentario-militar en el caso de Zimbabwe, un intento de golpe parlamentario en Sudáfrica contra el presidente Jacob Zuma, articulado desde 2017 y finalmente consumado en febrero de 2018, cuando Zuma fue obligado a renunciar (7). Esta fue una tendencia que la investigadora Leyla Carrillo identificaba en otras regiones como “golpes parlamentarios” (8). Sin dudas, estos acontecimientos se suscitaron de manera aislada en el tiempo y no concentrados en una misma zona, como ocurriría a partir de 2020.

Nueva ola golpista en África Occidental y Chad (2020-2023)

Una oleada de golpes de Estado sacudiría la zona poniendo en jaque a Francia y a las instituciones subregionales africanas. Hacía décadas que no se veía en África Subsahariana tal concentración de golpes de Estados, casi en efecto dominó, en una sola zona y en países que comparten fronteras. Esto no ocurría desde 1980, momento en el que hubo más golpes de Estado efectivos en un solo año y desde 1999 segunda ocasión en la que esta cifra fue récord en un año (9). En tan solo los últimos cuatro años se han producido ocho golpes de Estado, cuatro derrocamientos de gobiernos, incluido el polémico caso de Chad, dos intentos fallidos y tres en contra de las propias juntas militares. 

Una combinación de factores internos tales como, la profunda crisis socioeconómica postpandémica, decenas de miles de desplazados-refugiados y el impacto de los problemas de seguridad producto del activismo terrorista en el Sahel, marcaron la profundización de la crisis político-institucional de los países de la zona. El activismo de los grupos vinculados a Al Qaeda y el Estado Islámico elevaron las críticas sobre la ya cuestionada efectividad de la presencia militar extranjera encabezada por Francia. Al mismo tiempo, se agudizaron las contradicciones entre las cúpulas militares y la burocracia política gubernamental.

El país epicentro de la crisis de seguridad en el Sahel, por más de una década, y por el cual, una vez más, se iniciaba todo fue Mali. Se repetía el escenario golpista, pero en condiciones peores. Las premisas fueron muy similares: una escalada en el descontento popular por los resultados de unos “fraudulentos” comicios legislativos y demandas de renuncia del presidente por su mala gestión frente al terrorismo. El 18 de agosto de 2020, se inició el complot militar contra el mandatario Ibrahim Boubacar Keïta, obligado a dimitir (10).

El coronel Assimi Goita se presentó como presidente del Comité Nacional para la Salvación del Pueblo y anunciaba un periodo de transición de tres años. Como parte de las negociaciones con los partidos políticos y de la CEDEAO, luego de las sanciones impuestas (11), se acordó que, Ba N’Daou, exministro de Defensa y coronel retirado, asumiera la presidencia interina. El coronel Assimi Goita quedaba como vicepresidente, por un periodo no superior a los 18 meses. En octubre se iniciaba el gobierno de transición (12).

Sin embargo, las contradicciones a lo interno de dicho gobierno no demoraron en resurgir cuando se intentó reorganizar el gabinete y excluir a dos de los líderes militares. El 24 de mayo de 2021 se produce un “contragolpe” por parte del mismo coronel Assimi Goita. Depusieron al presidente Ba N’Daou; al Primer Ministro, Moctar Ouane; y al Ministro de Defensa, Souleymane Doucouré (13). Los acusaban de sabotear la transición y alegaban el deterioro de la situación de seguridad, así como el aumento del descontento popular (14).

También en 2021 se produjo un “golpe de Estado palaciego” en Chad, país que pertenece a la región de África central, pero que es parte del Sahel y, por ende, ha tenido un rol muy importante en la región, en la lucha contra el terrorismo de Boko Haram y luego contra el Estado Islámico de la Provincia de África Occidental (ISWAP). Este caso es bien interesante porque aquí se trató de la toma de poder por parte del general Mahamat “Kaka” Idriss Déby, hijo del fallecido presidente Idriss Déby en enfrentamientos armados en el norte del país (15).

Mahamat era el Comandante en Jefe de la guardia presidencial. Tomó el poder de facto junto a una junta de 14 generales, tras disolver el gobierno y el parlamento (16). Esta acción no fue tan criticada desde el exterior dado que han sido aliados incondicionales de los franceses. Tras negociaciones con los diferentes actores políticos se acordó una transición de dos años dirigida por Mahamat Idriss Déby.

Por su parte, en Guinea Conakry se va a repetir un escenario parecido al de Níger en 2010. Luego del golpe de Estado de 2008 en Conakry y el restablecimiento del orden constitucional, fue electo, democráticamente, Alpha Condé, en 2010 y reelecto en 2015. Como ocurrió en Níger en tiempos de Mamadou Tandja, Condé reformó la Constitución para un tercer mandato y ganó las elecciones de 2020. Esto generó un fuerte rechazo interno, manifestaciones y críticas al gobierno. A ello se sumaron los efectos de la crisis económica por la pandemia, el incremento de los precios a productos básicos como el pan, el aumento de los impuestos y recortes a los gastos de la policía y el ejército.

La conjugación de todos estos factores llevó al golpe de Estado del 5 de septiembre de 2021, dirigido por el Coronel Mamady Doumbouya (17). Luego de la disolución del gobierno, se estableció el Comité Nacional de Agrupación y Desarrollo (CNRD). Este órgano controlado por los militares se encargaría de dirigir el proceso de transición por 18 meses. Para ello se formó un gobierno de unidad nacional (18), pero que no ha restablecido el orden constitucional, a pesar de las negociaciones con los partidos de oposición.

Burkina Faso, desde el 2015, enfrenta un incremento exponencial del activismo terrorista de varios grupos, sin que hayan podido ser controlados. Ante la incapacidad del gobierno y su impopularidad, se repitió el escenario del golpe de Estado de Mali en 2012 y en 2020. En enero de 2022, un grupo de oficiales derrocaron al mandatario Roch Marc Christian Kaboré. La acción estuvo dirigida por el coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba quien instaló una junta militar con el nombre de Movimiento Patriótico para la Salvaguardia y la Restauración.

La crisis de seguridad en el país seguía siendo muy fuerte. Para la fecha, alrededor del 40% del territorio nacional estaba bajo control de grupos armados y de células terroristas de Al Qaeda y del Estado Islámico. Las contradicciones a lo interno del sector militar se mantuvieron y eso llevó a un contra golpe —deposición de la junta militar— (19) por parte de un sector mucho más joven, encabezado por el capitán Ibrahim Traoré, de 36 años, entonces jefe de las fuerzas especiales, en el norte del país, la zona más afectada por el terrorismo.

La Cuenca del Lago Chad sigue siendo el segundo foco de activismo terrorista en el Sahel. Níger ha sido impactado por esta problemática tanto en su zona sureste, en la frontera con Mali, como en la zona suroeste, en la frontera con Nigeria y Chad. En marzo de 2021, se produjo un intento de golpe de Estado en Niamey contra el recién electo presidente de ese país: Mohamed Bazoum, lo cual era una señal de alerta. En enero de 2023 se denunció también un intento de golpe de Estado en Chad, por once oficiales del ejército supuestamente liderados por Baradine Berdei Targuio, presidente de la Organización Chadiana de Derechos Humanos. Los implicados y otros ciudadanos presos en manifestaciones previas fueron liberados meses después (20). Chad padece graves problemas de seguridad alrededor de todas sus fronteras con Libia, Sudán, República Centroafricana, Camerún, Níger y Nigeria, sin contar los grupos armados internos. 

Tabla resumen de los golpes de Estado en África Subsahariana (2020-2023)

Fuente: elaboración propia.

El último de los golpes de Estado en el Sahel se produjo en Níger, el 26 de julio de 2023. Elementos de la guardia presidencial dirigidos por el general Abdourahamane Tchiani, detuvieron al presidente Mohamed Bazoum. Esta acción castrense en Niamey no fue antecedida de protestas antigubernamentales como sí ocurrió en Mali y Burkina Faso, por lo que no fue esperado. Las críticas principales de los militares recaían en la ineficacia y la no colaboración de dicho gobierno con el resto de los países del Sahel, en el enfrentamiento al terrorismo. El general Tchiani se declaró presidente del Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria. Hubo fuertes manifestaciones populares de respaldo a la junta y concentraciones frente a la embajada de Francia en Niamey como muestra del sentimiento antifrancés generalizado en la zona. La junta rompió los acuerdos militares suscritos con Francia y retiró a sus embajadores en Paris, Washington, Abuja y Lomé (21). Por lo tanto, los intereses de Estados Unidos también pueden resultar afectados.

Esta oleada o “re-eclosión” de los golpes de Estado como lo caracterizara Iván Navarro (22), ha contribuido, sin dudas, a una mayor desestabilización de todo el Sahel. Por su parte, Alioune Tine, presidente del think tank Afrikajom plantea que “el regreso de los golpes de Estado militares, del autoritarismo y el impás político por toda la región es un indicador del deterioro de la situación política y social en África Occidental”(23). Esta no va a tener una solución a mediano plazo, menos aún con el golpe de Estado en Níger. Para Seidick Abba, periodista especializado en el Sahel y colaborador de RFI, “la respuesta militar no debería ser sustituta de la respuestas políticas, económicas y sociales necesarias para salir de esta profunda crisis”(24). El Sahel lleva casi veinte años enfrentando el terrorismo, el cual se ha fortalecido en la última década, demostrando el fracaso de los programas militares.

Valoraciones generales de la situación en el Sahel

En el caso del África Subsahariana los golpes de Estado clásicos experimentados en el período señalado han respondido más a procesos internos y a las contradicciones o luchas por el poder político de los actores domésticos que a intereses extranjeros. Aunque, informaciones tendenciosas tratan de vender la idea de que Rusia y el Grupo Wagner estuvieron detrás de estas acciones. Pero, lo más probable es que en ninguno de los casos abordados, los golpes se produjeron por presión externa, ni de Rusia ni de Francia o de Estados Unidos, como había sido la característica en las décadas de 1960-1980. Más bien, estos golpes (2020-2023) han sido en contra de la presencia francesa en el Sahel y por factores internos ya explicados en cada uno de los casos. Sí se reafirma la tendencia de que la mayoría de ellos se han producido en la zona francófona.

Hasta el momento, las vías tradicionales de solución —medidas coercitivas y mediación diplomática— no han sido efectivas. De igual manera, las sanciones de la CEDEAO no pudieron ser mantenidas por mucho tiempo e incluso dichos países no fueron del todo excluidos del mecanismo subregional de integración como suele ser la costumbre.

Las juntas militares han alargado sus estancias en el poder sin que hayan intenciones de propiciar un regreso al orden constitucional, en el corto plazo. Esto ha sido fuertemente criticado por los organismos africanos. En la medida que los militares y los partidos políticos no lleguen a un acuerdo, esto hace que se prolongue la crisis interna en Mali, Burkina Faso, Níger y Guinea. Al parecer, pudiera ocurrir lo mismo con la junta en Níger. Aún queda por ver si se cumple otra de las tendencias de la etapa 2010-2019, por lo cual, los militares no se prorrogaban en el poder. Sin embargo, el periodo de transición hacia gobiernos civiles va a ser mucho más extendido de lo normal.

Estos golpes de Estado no han generado una gran violencia social como ocurría en el pasado. La retórica discursiva de los respectivos jefes militares malienses y burkinabeses ha sido de un enfoque antifrancés muy marcado, como no se había visto hasta la fecha, propiciado también por ese sentimiento antipopular contra la presencia militar de Francia en el Sahel, de ahí, el fuerte respaldo social que han tenido. Se evidencia un resurgimiento de ideas antineocoloniales y antimperialistas, pero esto puede ser sólo retórica discursiva. Hechos como la expulsión de las tropas francesas de Mali y Burkina Faso e incluso la ruptura de relaciones diplomáticas, en el caso de Mali y hasta la decisión de abandonar el francés como lengua oficial, pueden ser solo medidas coyunturales y no estructurales. En Níger, todo apunta a que estarán adoptando un camino similar al del resto de las juntas militares.

El tema de Níger es más complicado, puesto que, en primer lugar, las tropas francesas expulsadas de Mali se reposicionaron en este país. También Paris retiró sus efectivos de Burkina Faso. Esto significa que Francia no va a permitir que sus tropas salgan de Níger. Cuestionamientos y posiciones como estas no se veían desde la época de la descolonización. No existen antecedentes recientes, dígase en los últimos 30 años, en que efectivos militares franceses sean obligados a abandonar un país africano por mandato de un gobierno de facto.

Por eso se le dio un ultimátum a la junta, por parte de la CEDEAO, hasta el 6 de agosto, para que restablezca en el poder al gobierno de Mohamed Bazoum. De lo contrario se pudiera articular una intervención militar subregional, como se dio a entender en la cumbre de la CEDEAO en Abuja, el 31 de julio de 2023 (25). La realidad es que no ha habido ningún caso reciente donde, luego de un golpe de Estado, se restituya en el poder al mandatario depuesto y a su gobierno, puesto que ya existe una ruptura entre dichos políticos y los militares.

El segundo elemento, aún más estratégico, que diferencia a Níger del resto del Sahel, son las reservas de uranio. De este mineral depende Francia para el funcionamiento de sus plantas nucleares y la generación de electricidad. La protección de estos intereses económicos siempre fue la principal preocupación de Francia desde la guerra en Mali en 2012 y que no se afectasen las minas. Una medida sin precedentes fue adoptada por la junta militar al decretar la suspensión de las exportaciones de uranio y de oro hacia Francia. Por estas razones, lo que suceda en Níger va a ser determinante para el futuro posicionamiento de Francia en el Sahel, porque no pueden permitirse otro retroceso en el plano militar.

Estados Unidos, de manera directa e indirecta, está presente en el Sahel con sus programas de entrenamiento militar y apoyo logístico, al menos desde 2003. Si bien el foco de atención han sido los cuestionamientos a Francia, Estados Unidos parece pasar inadvertido, aunque con iguales intereses geoestratégicos. Su presencia militar más importante se encuentra precisamente en Níger, en la región de Agadez, donde establecieron una base militar de gran envergadura. Esta base fue presentada como un campo de vuelo e instalaciones para aviones no tripulados de vigilancia.

La construcción de la base aérea 201 (AB201) inició en 2016 con un presupuesto de 50 millones de dólares pero que sobrepasó los 100 millones. Entró en operaciones en 2019. Formó parte de un acuerdo con Níger por diez años que concluiría en 2024. Con esta, las fuerzas del AFRICOM podrían hacer vuelos de vigilancia por el Sahel occidental, al encontrarse justo en el centro de esta zona. Dicha actividad era imposible de realizar desde su base en Djiboutí. Por ende, el gobierno estadounidense también condenó el golpe y anunció la suspensión de los programas de ayuda para el país.

Todos los actores internacionales presentes en el Sahel serán impactados por estas dinámicas geopolíticas. Todo apunta a una escalada sin precedente de este conflicto, con implicaciones regionales no antes vista. A diferencia de la guerra en Mali de 2012, la cual se mantiene activa aún, después de más de diez años, y donde hubo un consenso subregional en realizar una intervención militar contra los terroristas, ahora la subregión se encuentra dividida. Los gobiernos de facto en Mali, Burkina Faso y Guinea declararon que apoyarían a la junta militar nigerina frente a una posible intervención militar de la CEDEAO encabezada por Nigeria, lo que considerarían como una “declaración de guerra contra ellos” (26).

La posible participación de Chad en esta acción es comprensible, puesto que este país ha tenido un rol fundamental en la Cuenca del Lago Chad contra el terrorismo, por ser aliado indiscutible de Francia, estar en la frontera con Níger y tener tropas francesas en su territorio. Esto puede ocasionar posibles divisiones o contradicciones dentro de la estructura militar chadiana. Hasta el momento, Chad ha declarado que no participaría en una acción de este tipo. De producirse dicha intervención, los gobiernos de las juntas militares de Mali y Burkina Faso retirarían a sus países de la CEDEAO y adoptarían  “medidas de autodefensa en apoyo de las fuerzas armadas y el pueblo de Níger”(27). Los medios de comunicación hablan de una “alianza golpista” y las catalogan como “juntas militares pro-rusas”.

Los “contragolpes” o destituciones de las juntas militares por otro golpe de Estado indican que no existe una homogeneidad a lo interno de las fuerzas armadas de la zona, tal y como ocurrió en Mali y en Bukina Faso. Esto plantea un escenario de posibles contradicciones por la forma en la que se gestionen las respectivas crisis internas o incluso por la manera en la que se busque una “solución” a la acción castrense en Níger. Por lo tanto, no es descartable que ocurra otro golpe de Estado en alguno de estos países. A pesar de esto, se ha evidenciado que los militares, en su mayoría, cuentan con una gran popularidad y respaldo social. Esto se magnifica en los líderes más jóvenes como el capitán burkinabé Ibrahim Traoré, quien participó en la Cumbre Rusia-África 2023 y que ya algunos comparan con Tomás Sankara.

Sin dudas, una intervención en Níger, en un contexto de tanta polarización de intereses y con posturas subregionales divididas, tendría muchas más implicaciones, incluso que la intervención de la OTAN de 2011, en Libia o la francoafricana de Mali, en 2012. El Sahel se encuentra en una situación de real deterioro en el plano de la seguridad, con altos niveles de deslegitimidad de los programas cívico-militares impulsados por la Unión Europea y Francia.

La solución militar ha demostrado estar muy lejos de ser la respuesta a la multiplicidad de problemas presentes en esta amplia zona semidesértica. Habría que tener en cuenta las posturas de China y Rusia, actores que, si bien no son, en lo absoluto, hegemónicos en el plano militar en esta región, sí han venido dando sus primeros pasos en los temas de seguridad en el Sahel. Ambos se pudieran beneficiar en cuanto a un incremento de su presencia militar. Por lo tanto, los intereses occidentales no han resultado, en lo absoluto, beneficiados por estos cambios de gobiernos, sino todo lo contrario: China y Rusia están en una mejor situación para ampliar su legitimidad en la región del Sahel, con propuestas más concretas que las que tradicionalmente ha ofrecido Occidente y, por ende, los países afectados ven en Rusia y en China una alternativa de apoyo real.

Sin dudas, la crisis de seguridad es tan grave en toda la región del Sahel que el escenario más probable está lejos de ser positivo. Todo apunta a que se va a concretar una intervención militar de la CEDEAO en Níger, pero en un contexto de polarización muy marcado. La escalada de un conflicto militar con estas dimensiones tendría consecuencias directas e indirectas para todos los países del entorno. Se estaría en presencia de una guerra interafricana a nivel subregional e internacionalizada por los intereses geopolíticos de todos los actores implicados. Una vez más, la injerencia externa no genera soluciones africanas a los problemas africanos.

Referencias bibliográficas

(1) Agyeman-Duah, Baffour: “Military coups, regime change and interstate conflicts in West Africa”, en Armed Forces and Society, 16(4), pp. 547, 550 y 551.

(2) Carrillo Ramírez, Leyla: Metamorfosis de una intervención, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2017, p. 21.

(3) En el 2008 ocurrió un golpe de Estado en Guinea dirigido por el capitán Moussa Dadis Camara, luego de la muerte del presidente Lansana Conté. Ver: Silverio González, Yoslán: África Occidental: crisis vs estabilidad política. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2019, pp. 298-310.

(4) Silverio, ob, cit., p.342.

(5) Silverio, ídem, pp. 179-191.

(6) Kottasová, Ivana y Eliza Mackintosh  (26 de octubre de 2021): Los militares se tomaron el poder en Sudán. Estas son las principales claves del conflicto que sacude al país. CNN. Disponible en: https://cnnespanol.cnn.com/2021/10/26/sudan-golpe-estado-claves-que-pasa-trax/.

(7) Parellada, Gemma (15 de febrero de 2018): Zuma cede a la presión de su partido y deja la presidencia de Sudáfrica. El País. Disponible en: https://elpais.com/internacional/2018/02/14/actualidad/1518637991_462085.html.

(8) Leyla Carrillo Ramírez, ob. cit., 2017, p. 22.

(9) The Conversation (25 enero de 2022): Burkina Faso coup: latest sign of a rise in the ballot box being traded for bullets. Disponible en: https://theconversation.com/burkina-faso-coup-latest-sign-of-a-rise-in-the-ballot-box-being-traded-for-bullets-175642.

(10) Bèle, Patrick (18 agosto de 2020): Coup d’État au Mali : le président Ibrahim Boubacar Keïta démissionne après son arrestation par des soldats mutins. Le Figaro y AFP . Disponible en: https://www.lefigaro.fr/flash-actu/mali-coups-de-feu-dans-un-camp-militaire-proche-de-bamako-20200818.

(11) Bamako News (19 de agosto de 2020): Mali: CEDEAO adopte des mesures contre les putschistes (Communiqué). Disponible en: http://news.abamako.com/h/239116.html.

(12) Journal Officiel de le Republique Du Mali (1ro octubre de 2020):  Decret n°2020-0072/pt-rm du 1er octobre 2020 portant promulgation de la charte de la transition. Soixante-et-unième Année SPECIAL N°17, Secretariat General du Gouvernement, pp. 5. Disponible en: https://sgg-mali.ml/JO/2020/mali-jo-2020-17-sp.pdf.

(13) Al Jazeera (24 de mayo de 2021): Military ‘arrests Mali’s president, PM’ following gov’t reshuffle. Disponible en: https://www.aljazeera.com/news/2021/5/24/military-arrest-malis-president-pm-following-govt-reshuffle.

(14) Ministerio de Relaciones Exteriores de España (2022). Oficina de información diplomática ficha país Mali, p. 4. Disponible en: https://www.exteriores.gob.es/documents/fichaspais/mali_ficha%20pais.pdf.

(15) Ogou, Viviane (29 abril de 2021). Crisis sociopolítica en Chad tras el asesinato del presidente. Disponible en: https://revista.puertadeafrica.com/index.php/2021/04/29/crisis-sociopolitica-en-chad-tras-el-asesinato-del-presidente/.

(16) Royo Aspa, Josep Maria (22 de abril de 2021).Golpe de Estado en Chad. Africaye. Disponible en: https://www.africaye.org/chad-muerte-idriss-deby/.

(17) Deutsche Welle (10 de septiembre de 2021). Unión Africana suspende a Guinea por golpe de Estado. Disponible en: https://www.dw.com/es/uni%C3%B3n-africana-suspende-a-guinea-por-golpe-de-estado/a-59147717.

(18) France 24 (6 de septiembre de 2021). Ejército promete un gobierno de «unidad» tras el golpe de Estado en Guinea. Disponible en: https://www.france24.com/es/%C3%A1frica/20210906-guinea-ejercito-nuevo-gobierno-unidad-golpe-estado.

(19) Ndiaga, Thiam y Anne Mimault (30 de septiembre de 2022): Burkina Faso soldiers announce overthrow of military government. Disponible en: https://web.archive.org/web/20221001004302/https://www.reuters.com/world/africa/heavy-gunfire-heard-burkina-faso-capital-reuters-witnesses-2022-09-30/ 

(20) Africanews (25 de mayo de 2023): Chad’s new presidential pardon for protesters and failed coup. Disponible en: https://www.africanews.com/2023/05/25/chads-new-presidential-pardon-for-protesters-and-failed-coup/.

(21) Sahara Reporters (4 agosto de 2023): República de Níger retirará embajadores en Nigeria y otros 3 mientras líder depuesto pide a Estados Unidos Para obtener ayuda. Disponible en: ttps://saharareporters.com/2023/08/04/niger-republic-withdraw-ambassadors-nigeria-3-others-deposed-leader-calls-us-help-

(22) Navarro, Ivan (2022): Crisis de gobernanza en el Sahel. Disponible en: https://www.africaye.org/crisis-de-gobernanza-en-el-sahel/.

(23) Forson, Viviane (6 de septiembre de 2021): Guinée : réactions et questions après le coup de force des militaires. Le Point. Disponible en: https://www.lepoint.fr/afrique/guinee-reactions-et-questions-apres-le-coup-de-force-des-militaires-06-09-2021-2441630_3826.php#11.

(24) Forson, Viviane (30 de enero de 2023): Seidik Abba : « Comme en Afghanistan, les objectifs n’ont pas été atteints au Sahel ». Le Point. Disponible en: https://www.lepoint.fr/afrique/seidik-abba-comme-en-afghanistan-les-objectifs-n-ont-pas-ete-atteints-au-sahel-30-01-2023-2506688_3826.php#11.

(25) Mednick, Sam (1 de agosto de 2023): Juntas militares prometen defender a golpistas en Níger ante la amenaza de intervención regional. Associated Press. Disponible en: https://www.sandiegouniontribune.com/en-espanol/noticias/story/2023-07-31/juntas-militares-prometen-defender-a-niger-ante-la-amenaza-de-intervencion-contra-los-golpistas.

(26) Agenzia Nova (1ro agosto de 2023): Malí, Burkina Faso y Guinea reconocen a la junta militar de Níger: nace la «alianza de los golpistas». Disponible en: https://www.agenzianova.com/es/news/mali-burkina-faso-y-guinea-reconocen-junta-militar-nigerina-nace-alianza-de-golpistas/.

(27) Agenzia Nova, ob, cit., 1ro agosto de 2023.

Bibliografía

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Silverio González, Yoslán: África Occidental: crisis vs estabilidad política. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2019, pp. 164-165, 184-187, 210-214 y 339-347.


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