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Conflicto

¿Europeísmo ante el conflicto israelo-palestino?

octubre 29, 2023   0

Se recuerda el holocausto judío en la antigüedad o durante la Segunda Guerra Mundial. También se recuerda el holocausto de gitanos y eslavos. Pocos aluden al holocausto de los hutus contra los tutsis en Ruanda y menos al apartheid en Sudáfrica ni las atrocidades estadounidenses perpetradas contra el pueblo vietnamita.

¿Quiénes prestan atención al perenne crimen israelita contra los palestinos desde el pasado siglo? Los derechos promovidos por los occidentales para el reasentamiento del pueblo judío al finalizar la Segunda Guerra Mundial, saldaron (en apariencia) la deuda nazi por el holocausto, pero expandieron el sionismo en la bíblica Palestina, mediante exterminios, la expulsión de sus tierras originarias, el constante genocidio, la destrucción patrimonial, la “colonización” y la perpetuación de crímenes de lesa humanidad.

Una mayoría ha presenciado impasible durante 75 años el asedio y holocausto del pueblo palestino, el más longevo en el Medio Oriente, obligado a desplazarse, sobrevivir y rebelarse contra la injusticia denunciada en Naciones Unidas, por consecutivas resoluciones destinadas a reducir las tensiones y armonizar dos Estados en convivencia pacífica.

Los ataques sionistas contra Egipto, Líbano, Siria, Irak, Irán y Palestina se han divisado fugazmente en los medios de difusión occidentales desde el siglo XX. Sin embargo, el reciente ataque de Hamás repercute universalmente y pretende justificar un nuevo holocausto en el siglo XXI, a pesar de los llamados en la ONU, de gobiernos sensibles y de los pueblos.

Antecedentes fundacionales de la integración europea recuerdan que desde los años 50 del siglo XX, los ideólogos Jean Monet y Robert Schuman propugnaron la aspiración a potenciar la recuperación, el desarrollo y las relaciones mediante la cohesión de valores e intereses. Así se trazó el objetivo primordial europeísta de una Europa para los europeos, a semejanza de la consigna estadounidense de “América para los americanos”. Así se sucedieron la Comunidad Económica del Acero y el Carbón, la Comunidad Económica, el Mercado Común y la actual Unión Europea.

Los siglos XX y XXI han escenificado el surgimiento, afianzamiento y declive de ideologías basadas en la discriminación, la xenofobia, la violencia político-social, la amenaza y el uso de la fuerza, tales como el fascismo, el falangismo, el nazismo y el sionismo desde la creación del Estado israelí en 1948. De una u otra forma, el terrorismo de Estado se repite en los actos sionistas, acompañados o silenciados por los principales aliados de Israel.

La geopolítica en el Medio Oriente

El Plan Yinon impulsó la estrategia británica en el Medio Oriente, refrendada y ampliada por el estadounidense Plan Biden, que también propugnó la división en Líbano, Egipto y Siria, anticipó planes para la disolución o partición de Irán, Turquía, Somalia, Pakistán y previó la disolución del norte africano, fragmentando a Sudán y provocando una “limpieza étnico-confesional” en la región. En su momento, la estrategia sionista fue saludada por dignatarios e ideólogos de Francia, Reino Unido y Estados Unidos y sustentó ulteriores estrategias como la del Medio Oriente Ampliado y el desenlace de la denominada Primavera Árabe.

Entre los objetivos propugnados por Yinon resaltaron: a) La división de toda el área en pequeños Estados y la disolución de todos los países árabes existentes. b) La dispersión de la población: Judea, Samaria y Galilea como única garantía para la existencia nacional. c) Rebalancear el país demográfica, estratégica y económicamente. d) Que los árabes continúen más divididos todavía de lo que están y e) En los años 65-67 del siglo XX la necesidad de conquistar “el resto de Palestina.”

Acuerdos internacionales y europeos

La normativa internacional sobre el conflicto es extensa, repetida, profunda y explícita, sin dejar dudas sobre los derechos del pueblo palestino a vivir en paz y a convivir con Israel en tierras de su legado histórico, cultural, étnico y religioso.

Bastaría citar del Derecho Internacional Humanitario (destinado a reducir los de la guerra y las catástrofes), los enunciados del Convenio IV y su Protocolo de Ginebra para identificarse con el sufrimiento palestino desde 1949, que prohíbe: los atentados contra la vida, la integridad y dignidad de las personas, la toma de rehenes, las deportaciones, los tratos humillantes, degradantes y discriminatorios fundados en diferencia de razas, de color, nacionalidad, religión o creencias, de sexo,  nacimiento o de fortuna, los traslados en masa o individuales de índole forzosa, las deportaciones de personas protegidas del territorio ocupado al territorio de la potencia ocupante o al de cualquier otro país y la destrucción de bienes muebles o inmuebles, pertenecientes individual o colectivamente a personas, al Estado o a colectividades públicas, a organizaciones sociales o a cooperativas y los actos de terrorismo.

Respecto a la jurisprudencia internacional, el “caso palestino” registra una vasta documentación aprobada desde 1949 en el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU y en sus organismos como la Comisión y el Consejo de Derechos Humanos, la UNICEF, la UNESCO, el PNUD, la FAO y la ACNUR, entre otros, suscrita por una mayoría de Estados europeos.

La sucesión de resoluciones se resumen cronológicamente en: la partición de Palestina en un Estado judío, uno árabe y una zona bajo régimen internacional particular; un lugar para permitir a los refugiados regresar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos; la instauración de una paz justa y perdurable en Oriente Medio que pasa por “la retirada del ejército israelí de territorios ocupados; el respeto y reconocimiento de la soberanía,  la integridad territorial y la independencia política de cada Estado de la región; la validez de  un alto al fuego y el inicio de las negociaciones; la comparación del sionismo con el racismo y el apartheid sudafricano; la invalidez de la creación de asentamientos por Israel en los territorios árabes ocupados desde 1967 y la exhortación a Israel para que, como potencia ocupante, respete  los Convenios de Ginebra relativos a la protección de personas civiles en tiempo de guerra,  y desista de adoptar medida alguna que ocasione el cambio del estatuto jurídico y la naturaleza geográfica; el derecho inalienable de los palestinos a regresar a sus hogares y recuperar sus bienes desde donde quiera que se encuentren desplazados y desarraigados;  y el derecho de la autodeterminación del pueblo palestino; la admisión de Palestina como Estado observador no miembro de la Organización y unaresolución de sesión de emergencia declarando el estatus de Jerusalén como capital de Israel como «nulo y sin valor».​

La legislación eurocomunitaria alude, indirecta o circunstancialmente al respeto requerido para la vida o a los derechos de los pueblos, como sucede en la Carta Europea de Derechos Fundamentales, el Tratado de Lisboa, el Tratado de Funcionamiento de la UE y varias resoluciones emitidas por su Parlamento.

Los citados documentos señalan fundamentarse en “los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías; acciones de ayuda humanitaria para asistir a terceros países víctimas de catástrofes naturales o de origen humano, y protegerlas, para hacer frente a las necesidades humanitarias resultantes de esas diversas situaciones”.

Anteriores resoluciones comunitarias abogaban esporádicamente por los derechos palestinos, a semejanza de anteriores adoptadas en Naciones. La más reciente de ellas abordaba las perspectivas de la solución de dos Estados para Israel y Palestina, basada en la denominada Línea Verde de 1967 y el reconocimiento de un Estado de Palestina soberano, con Jerusalén como capital de ambos Estados; el estancamiento del proceso de paz; la violencia cotidiana como graves obstáculos a la resolución pacífica del conflicto; la tendencia a intensificar la expansión de los asentamientos por Israel y las críticas (que no podían faltar) sobre la supuesta persecución por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) a los opositores y un reclamo para el ejercicio de la democracia y la celebración de elecciones.

La actualidad

El comportamiento oficial de los países industrializados, contradice los repetidos llamados en el Movimiento de Países no Alineados, el Grupo de los 77, la Unión Africana y el ALBA-TCP, entre otras organizaciones, al practicar el laisser faire. Mientras, durante siete decenios las potencias occidentales contemplaron impasibles la matanza de infantes, ancianos y embarazadas, expulsados de su tierra, condenados al hambre, a una guerra forzosa, a la destrucción de su patrimonio e infraestructura, a la apropiación de seis quintos de su territorio originario y a la pérdida de su hábitat. Los grandes medios de difusión silenciaron el holocausto palestino.

En cambio, aunque sea censurable cualquier ataque contra cualquier población civil, la acción militar del grupo Hamás (clasificado como organización terrorista en las listas de Washington y Bruselas), se utiliza ahora como un pretexto para acrecentar el exterminio israelita sobre el pueblo palestino y convocar a la “solidaridad” de sus principales aliados.

Los recientes objetivos sionistas anunciados por el primer ministro, Benjamin Netanyahu el 7 de octubre como parte de la operación “Espadas de hierro” contra Hamás comprenden: 1) «limpiar» las zonas infiltradas por las «fuerzas enemigas» y «restablecer la seguridad y la paz» en los asentamientos atacados; 2) exigir a las fuerzas enemigas que paguen «un precio inmenso» por sus acciones y 3) reforzar otros frentes para que nadie se una por error a esta guerra». A continuación, el Consejo de Seguridad de Israel aprobó oficialmente el estado de guerra en todo el país.

 La situación en las últimas semanas alecciona sobre el poderío militar en función de la geopolítica, con el respaldo logístico inmediato de Estados Unidos, las advertencias de la OTAN y la solidaridad gubernamental y mediática de la Unión Europea, quienes directa e indirectamente refuerzan las posiciones sionistas y fragilizan la paz en la región. Contabilizar las muertes de cada lado es improbable cuando uno de los países más militarizados del planeta ataca sistemática e impunemente a Palestina y amenaza al resto del Medio Oriente.

Los más recientes acontecimientos añaden inestabilidad a nuestro convulso planeta inmerso en conflictos temporales, regionales, internos y al que se prolonga en Europa, que agudizan los problemas contra la paz, la economía, las aspiraciones sociales, el desarrollo y la sostenibilidad de la mayoría. Esto se refleja durante los debates en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde el veto estadounidense (principal aliado del sionismo) o de Francia y Reino Unido, impiden condenar a Israel, pese a las atrocidades cometidas o simplemente para facilitar un corredor que facilite que llegue la ayuda humanitaria a Gaza.

La reacción comunitaria

La respuesta actual de la Unión Europea y de países afines se corresponde con el nivel de sus relaciones y compromisos concertados con Israel desde el surgimiento del Estado. El Acuerdo de Asociación entre Bruselas y Tel Aviv, establecido en 1995, relevó al Acuerdo de Cooperación de 1975 y se cimenta en la Política Europea de Vecindad y la Unión para el Mediterráneo (EUROMED), como marco jurídico, entre otros beneficios, para la exención de aranceles de bienes industriales, acuerdos de concesión para productos agrícolas, ampara al Consorcio de Asociación (entre líderes ministeriales) y el Comité de Asociación (entre oficiales superiores), que toman decisiones políticas y económicas y la cooperación o regional. Israel fue el primer país no europeo en asociarse con la Unión Europea en el Programa de Desarrollo de Recursos y Técnicos (RTD), que incluye equipamiento militar y participa en el proyecto Galileo para la navegación satelital. El 37% de las exportaciones israelitas se destina a la UE y un 40% de las importaciones provienen de esta.

En este contexto, los países europeos más cercanos a Israel en las finanzas, las relaciones económicas y políticas son Alemania, Francia y Reino Unido, apreciable en el tratamiento “comedido” del Viejo Continente al abordar las causas, la culpabilidad, los peligros y las soluciones al conflicto.

Lo precedente condiciona el apego, la gestión y las proyecciones del “europeísmo” político-securitario, según las afinidades. Aunque la UE proclame respetar los derechos palestinos y cumplir la normativa internacional, ello no le impide sumarse a la corriente occidentalista para justificar la agresión sionista y surge el inmediato apoyo de Estados Unidos al genocidio israelita en Gaza, que pudiere involucrar al resto de la región.

Las actuales relaciones israelo-alemanas todavía sufren el síndrome del genocidio judío por los nazis, que pervive en Berlín y se traduce en la conciliación de una mayoría de intereses políticos, militares y económicos. En resumen se expresa con la potenciación multifacética de sus nexos durante el mandato de la canciller federal, Angela Merkel, en la “razón de Estado” invocada por el actual gobierno para apoyar a Tel Aviv que justifica la política exterior sobre la base de que los intereses de ambas naciones son primordiales; la inmediata disposición de Berlín a entregar municiones y de la prohibición de las protestas propalestinas, restrictivas de la tan proclamada libertad de expresión.

Las relaciones francesas respecto al conflicto israelo-palestino se han modificado desde la fundación del nuevo Estado, con características propias, según las sucesivas presidencias galas y en función de balancear sus nexos con determinados países del Medio Oriente, propiciar un equilibrio de fuerzas en la región y tributar a los intereses de su consorcio militar-industrial. Ambas partes basan sus relaciones en acuerdos comerciales, creación de empresas, infraestructura, instalaciones portuarias, régimen arancelario preferencial, desarrollo de la energía atómica e intercambio cultural, entre otros.

Francia es el país occidental donde conviven más musulmanes y judíos, por lo que París lo considera un asunto de política interna, ya que la mayoría inmigrante y sus descendientes son de origen magrebí y mashrebí y la sucesión de disturbios en el país ha girado en los últimos años en torno a incidentes y actos discriminatorios contra estos. El reciente apuñalamiento de un profesor judío por un islamista alarmó al gobierno, provocó el reforzamiento de la vigilancia en escuelas y lugares de culto, la intensificación del patrullaje policial y la prohibición de manifestaciones públicas. Igualmente se presentaron disensiones en la izquierda francesa, cuando el partido Francia Insumisa rechazó calificar a Hamás como organización terrorista.

El apoyo británico para la aprobación de Israel como Estado constituye el pilar de sus relaciones actuales. Entre ambas partes progresan las relaciones económicas, industriales y comerciales libres de aranceles, de servicios (que benefician a más de seis mil empresas), el intercambio tecnológico y de seguridad, entre otros. 

Las primeras reacciones no han sido idénticas. Destacan: -Del alto representante de política exterior y seguridad de la UE, que “condena  inequívocamente los ataques de Hamás, expresó la solidaridad de la Unión Europea con Israel y afirmó que el «terrorismo y la violencia no resuelven nada», alertó que Israel debe actuar de acuerdo con las leyes internacionales humanitarias” y celebró la decisión de no suspender los pagos de ayuda “porque habría castigado a todo el pueblo palestino y habría dañado los intereses de la UE en la región y envalentonado aún más a los terroristas”. -La presidenta de la Comisión, quien calificó los ataques de Hamás como de «terrorismo en su forma más despreciable». – La intención de un comisario de bloquear 700 millones de euros y revisar toda la ayuda al desarrollo a Palestina; -El minuto de silencio para honrar únicamente a los israelíes fallecidos; -La enérgica condena del canciller federal y la “completa solidaridad de Alemania en estas horas difíciles” y de los ministros de defensa y relaciones exteriores. -La condena por el secretario de asuntos exteriores británico y la aseveración de que su país «siempre apoyará el derecho de Israel a defenderse». -Entre los primeros países en reaccionar se hallan: Croacia, Ucrania, Países Bajos, Albania y Dinamarca.

Incógnitas

La actual incertidumbre ante la exacerbación del conflicto israelo-palestino aconseja no arriesgar pronósticos que, a simple vista, pueden complicarse aún más para el pueblo palestino y el Medio Oriente, con mayor fractura de la paz mundial. Por ello se presentan las siguientes incógnitas sobre:

  1. Cómo resolverá la Unión Europea la dicotomía entre sus compromisos vinculados a los derechos humanos y el acompañamiento a la política israelí y estadounidense ante el conflicto más prolongado del Medio Oriente;
  • Consecuencias de la situación actual para el gobierno de Estados Unidos que apoya y financia dos conflictos simultáneos en Europa y el Medio Oriente; 
  • Desempeño de la democracia occidental y reacción popular contra gobiernos de países europeos solidarios con Israel.
  • Trayectoria del europeísmo en lo político, social y militar a partir de su afiliación a los objetivos de Estados Unidos e Israel en su geopolítica?

Referencias bibliográficas

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Zach, Haim. (GPO)RT. Putin sobre la escalada en Oriente Medio: «Es un ejemplo claro del fracaso de la política de EE.UU.».   7 octubre 2023  / Gettyimages.ru.


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