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Intervención del ViceministroCarlos Fernández de Cossío en la inauguración de la XXII serie de conversaciones de Cuba en la política exterior de Estados Unidos: «El camino hacia una relación diplomática: Diez años después»

diciembre 19, 2024   0

Crédito: Prensa Latina

Viceministra Josefina Vidal, embajador José Ramón Cabañas, director del CIPI, embajador Rogelio Sierra, rector del ISRI, miembros del cuerpo diplomático, invitados, académicos y amigos.

El día de hoy y el evento en su conjunto coincide con los diez años de haberse anunciado de manera simultánea por el presidente Raúl Castro y el presidente Barack Obama la intención de ambos gobiernos de avanzar hacia el establecimiento de relaciones diplomáticas. Habrá un panel que se dedicará específicamente a eso y estoy seguro que a lo largo de este evento se mencionará el tema, de modo que en mi intervención, no pienso profundizar en ese tópico.

Quisiera mencionar que desde nuestro punto de vista hay cuatro verdades que resaltan con respecto a este décimo aniversario.

Una es que Cuba cumplió con todos los compromisos que asumió, varios de ellos por escrito, con respecto al establecimiento de las relaciones bilaterales y al discreto avance que hubo en los vínculos en ese período, mientras que el gobierno de EE.UU. los ha incumplido prácticamente todos. Esta es una primera verdad que nosotros registramos y pensamos que salta a la vista.

La segunda es que el breve acercamiento que hubo en ese período resultó positivo para Cuba y para EE.UU. y concitó el respeto, diríamos que la felicitación y admiración  de muchos gobiernos en el mundo, entre ellos algunos muy cercanos a Cuba, gobiernos que son también aliados de EE.UU. y en particular en nuestra región de América Latina y el Caribe.  Eso, en nuestra opinión, es una segunda verdad que salta a la vista.

La tercera es que en los últimos ocho años, no en los últimos diez, y durante la mayor parte de los vínculos entre EE.UU. y Cuba desde 1959, lo que ha prevalecido es la agresión como característica definitoria de los vínculos entre los dos países.

La cuarta verdad que salta a la vista es que en esta difícil relación entre Cuba y los EE.UU. hay un país agresor y un país agredido.

Todas son importantes para el análisis académico e intelectual sobre el conflicto entre Cuba y los EE.UU. y para el estudio de las perspectivas de lo que pudiera ser una evolución hacia una relación más respetuosa, más civilizada entre nuestros dos países, pero la cuarta en particular, la que define que aquí hay un país agresor y hay un país agredido permite comprender la incongruencia de pretender ver este conflicto y este problema en un balance simétrico, en un balance en el que haya responsabilidades equiparables y permite además, ver la incongruencia en la idea que en muchas ocasiones surge de reclamarle a Cuba gestos o reclamarle a Cuba concesiones en aras de buscar un acomodo civilizado y viable con los EE.UU.

Es un enfoque, desde nuestra apreciación, que resulta intelectualmente insostenible y moralmente inaceptable y la historia de EE.UU. en el trato con otros países también demuestra muchas veces, que es un enfoque que resulta improductivo.

Esto no quiere decir, y quien estudie la historia lo comprenderá, que a lo largo de la historia, Cuba  no haya tenido la disposición de ofrecer gestos y que nesa disposicion no hays formado parte, en determinadas circunstancias, de nuestro modo de actuar en la relación con cualquier pais. Eso incluye EE.UU,  o sea, la posibilidad de encontrar fórmulas que no consideramos una obligación, pero que si entendemos que dentro de determinadas condiciones es legítimo y es oportuno ofrecer algún gesto para lograr un punto encuentro, para encontrar una solución a un conflicto que es difícil, pero lo que es incongruente es reclamarle a Cuba que sea quien tenga que dar un paso en esta dirección .

Durante estos ocho años en que lo que ha primado es la agresividad de la política Trump-Biden, Estados Unidos ha considerado conveniente y hasta cierto punto necesario encontrar formas de justificar la actuación y justificar los pasos que se han dado. Era necesario, primero, para justificar ante la opinión pública, sobre todo la estadounidense y de otras partes, el desmantelamiento de un proceso exitoso que había concitado respaldo y que había resultado positivo para ambos países, según las evaluaciones de la época. Después era necesario para fundamentar la aplicación de una serie sucesiva de medidas coercitivas y agresivas  contra Cuba que iban contradiciendo los compromisos que se asumieron entre 2014 y 2017 e incluyo aquí enero del 2017.

Conviene recordar cuáles fueron los pretextos que se fueron esgrimiendo, muchos de ellos parecen leyendas de películas de James Bond, pero se usaron y aún se usan algunos de ellos.

Por supuesto el primero que salta a la vista es el de los supuestos ataques sónicos o neurológicos contra diplomáticos de EE.UU. en Cuba, algo que las voces más autorizadas de la ciencia de Cuba, de muchos centros en EE.UU., de muchos paises que son aliados de EE.UU. la han descalificado por considerar que resulta imposible lo que se está alegando y por considerar que desafian las leyes de la fisica.

Es algo que, además, ya ha desacreditado la propia comunidad de inteligencia en EE.UU., sin embargo se reflota con frecuencia, aparece en artículos de prensa, aparecen reportajes, el Wall Street Journal es uno que los que  más lo reflota y CNN sacó un reportaje hace dos años sobre el tema tratando reflotarlo nuevamente sin ninguna evidencia, sin ninguna base y sin ningún apego riguroso a la ciencia, pero este fue el primero que sirvió para tratar de desmantelar un proceso que fue exitoso.

Durante varios años, sobre todo el 2019 y 2020 se esgrimió mucho la supuesta presencia en Venezuela de 20 mil, 30 mil y hasta de 40 mil  soldados cubanos. Nadie ha visto nunca un batallón cubano en Venezuela, un batallón tiene cerca de 1000 efectivos, no creo que nadie haya visto una compañía. Sin embargo, es un tema del que no se habla mucho, pero se repitió mucho y al amparo del cual se aplicaron contra Cuba medidas coercitivas económicas que hoy se mantienen en pie, que el gobierno de Biden las implementó estrictamente, a pesar de tratarse de una leyenda en la que nadie cree y que el gobierno no repitió.

Más recientemente está la leyenda de las bases militares chinas en Cuba que surgió en junio del 2023 y que se reitera cada cierto tiempo y aparecen artículos que repiten el tema. Una de las características de la capital cubana es que hay una amplia presencia de misiones diplomáticas incluyendo, por supuesto, una embajada de EE.UU., ninguna, ni siquiera la China ha reportado que existe en Cuba bases militares chinas. Una base militar supone efectivos militares que nadie ha visto y han llegado al punto de que  un centro por sus siglas CSIS (Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales) catalogado como un centro prestigioso sobre el análisis de seguridad e inteligencia que recibe financiamiento del gobierno de EE.UU., ha llegado a decir citando incluso a expertos,  donde es que están ubicadas las bases. Sin embargo, ese cuerpo diplomático y la prensa extranjera acreditada en Cuba no ha logrado encontrar dónde quedan esas bases misteriosas que pertenecen a China.  Cuba no es un país inmenso y se recorre en automóvil en  menos de un día, o sea, no es difícil que el que quiera buscar y  ubicar, sacar una foto, demostrar que es verdad esto que se alega en la prensa, lo haga, a pesar de que el gobierno de EE.UU. no se toma el trabajo de desmentir . Estoy seguro que si hay un gobierno en esta tierra que conoce si hay o no hay una base militar china en Cuba es el gobierno de EE.UU.

Se promulgó la idea de que Cuba sea una influencia maligna en la región de América Latina y el Caribe. Saben que nuestro pais tiene relaciones diplomáticas con todos los países de la región. Con la mayoría de ellos son relaciones de amistad y de cooperación y solidaridad, que nuestro país ha contribuido con programas sociales en buena parte de los países de la región y contribuye hoy y además  ha sido activo y ha sido reconocido por contribuir al proceso de paz en Colombia pagando incluso un costo político grande por mantenerse en ese esfuerzo solidario con una nación hermana de América Latina y el Caribe.

Está la sucia campaña contra los servicios médicos que presta Cuba en muchas partes del mundo acusándonos de que se asocia a la trata   de personas y a la esclavitud. Se llega al punto de aprobar unos fondos que se distribuirían a través de la USAID que es la Agencia de Cooperación de Estados Unidos para comprar testigos que vengan y digan que ellos tienen evidencias de que con la cooperación y servicios médicos internacionales de Cuba se practica la esclavitud o trata de personas. Este esfuerzo de Cuba, elogiado por muchos gobiernos del mundo, por algunos políticos de EE.UU. y por lo menos por dos Secretarios Generales de Naciones Unidas, cumple estrictamente con las normas y principios de esa organización sobre la cooperación sur sur que descansa en la noción de la complementariedad entre países en desarrollo, en que cada cual aporta lo que tiene. El cooperante de la salud cubano que presta en un país, para poder considerarlo víctima de la trata de personas tendría que ir engañado  y todo cubano sabe a dónde va, a que país va, a qué territorio va y cuál es su misión. Tendrían que estar restringidos sus movimientos, no poder moverse y bajo vigilancia. Todo el que conozca un poco sobre esto sabe que es un absurdo, pues no se puede tener a decenas de miles de profesionales en el mundo con un guardia al lado, es imposible.   En tercer lugar se dice que no reciben retribución. El médico o profesional de la salud que va a un país, mientras está en la misión recibe íntegramente su salario en Cuba, por tanto, recibe un pago por la actividad profesional que realiza y en adición recibe en el país de destino un estipendio que es muy superior al salario de él y al salario de sus colegas en Cuba. Por tanto es una absoluta falacia decir que se trata de personas que no reciben ingresos.   Sin embargo, esto es fuente de represalia contra Cuba y fuente de presión contra terceros gobiernos que reclaman estos servicios y constituyen además, un insulto y una ofensa a los gobiernos que participan en esta cooperación.

Se suman las leyendas con respecto al tema de los derechos humanos y otras falacias promovidas por un país cuyo récord en materia de abusos y atropellos en este tema, están ampliamente documentados; atropellos que se cometen dentro de EE.UU. contra la población estadounidense y en otras partes del mundo. Es un país además con una trayectoria de respaldo a varios de los regímenes más atroces que ha conocido la humanidad y aliado del genocidio y de las operaciones de limpieza étnica, no en el pasado, sino que se cometen hoy en este mundo.

Sobre la base de estas mentiras y estas falacias utilizadas como pretextos, el gobierno de Trump impuso contra Cuba la política que él mismo llamó de máxima presión económica y que Biden ha continuado aplicando y que implica en la práctica el reforzamiento del bloqueo a una escala sin precedentes.

En julio del 2021, ocurrió algo que forma parte de estas leyendas y están los supuestos abusos y atropellos cometidos por el gobierno cubano ante protestas que ocurrieron el dia once y en la mañana del doce y sirvieron de pretexto para justificar una política previamente concebida por el gobierno de Biden,  que a pesar de las promesas que hizo, como algunos artículos que se han publicado en estos dias señalan, de retomar al menos en cierta medida el rumbo del gobierno demócrata anterior y de revertir súbitamente, queda lo expuesto en la plataforma demócrata, las medidas de Trump, lo que hizo Biden fue continuar aplicando las medidas de reforzamiento económico, observar que sucedía en Cuba en el momento más dramático y más crítico para nuestro país con la pandemia de la Covid y confiar en que ellos no asumían el costo puesto que fueron medidas adoptadas por el gobierno anterior, a pesar de que lo estaban  aplicando con absoluta y sorprendente lealtad.

Hay que agregar que la narrativa con respecto a los abusos cometidos llegaron hasta incorporar a las personas que conocen  Cuba,  que han viajado a nuestro país, que conocen nuestra forma de actuar y por supuesto en cierta medida. Son expresión de la exposición que tiene la mayoría de los estadounidenses a la descomunal maquinaria de propaganda del gobierno de EE.UU. y de los grandes medios monopolizados de la información. El gobierno de Biden usó y aún enarbola hoy esa bandera, a pesar de que el gobierno de los EE.UU. tiene responsabilidad directa e indirecta por lo que aconteció ese día. Esto que estoy planteando lo hemos dicho directamente en los intercambios diplomáticos que hemos tenido con el gobierno de Estados Unidos.

Lo anterior son solo ejemplos y no son los únicos de las diversas maneras de tratar de demonizar una experiencia que resultó positiva y que fue celebrada, y por supuesto tratar de demonizar a Cuba con el ánimo de justificar la hostilidad.

En los próximos meses y en los próximos años, no debemos sorprendernos de que surjan nuevas leyendas parecidas, algunas tan exóticas como la de los ataques sónicos y neurológicos u otras para intentar justificar políticas de hostilidad. Es la manera de  venderle a la opinión pública una política y una conducta cruel que, a los ojos de la mayoría de las personas si estuvieran bien informadas resultaría inexplicable.

Conocemos lo suficiente sobre EE.UU. para comprender que si la mayoría del pueblo de ese país conociera los hechos como son,  si la información respecto a Cuba fuera objetiva y no distorsionada, si no se asustara constantemente a la población con respecto a peligros inexistentes relacionados con Cuba y si no se estimulara la hostilidad contra un supuesto adversario que no lo es y que no se propone serlo, el pueblo de EE.UU. tendría un respaldo aun mayor a favor de las relaciones con Cuba,  del intercambio entre los dos países y no por eso dejaría de tener diferencias políticas con nosotros. Estamos seguros que por puro sentimiento no respaldaría y no acompañaría una política como la que hoy se aplica contra nuestro país.

En varias ocasiones hemos precisado que a pesar de la continuación de la política de máxima presión económica, hay ciertas diferencias políticas en el comportamiento del actual gobierno de EE.UU. de Joseph Biden con respecto al anterior de Trump y nosotros la reconocemos en distintas áreas. 

Pero hay una que se ha mantenido con un grado de sistematicidad pudiendo haberse cambiado y que no podemos pasarla por alto, que es la presencia de Cuba en la lista del Departamento de Estado sobre países que supuestamente patrocinan el terrorismo. Esta fue una decisión adoptada por el gobierno de Trump en los últimos días de la presidencia y se conoce bien, que incluso, en un momento ha recibido rechazo desde las filas del Partido Demócrata en los días que Trump tomó la decisión.

Ha estado absolutamente en manos del presidente de EE.UU. y de  su Departamento de Estado modificar esa realidad. Se trataría de un puro reconocimiento de la verdad,  de hacer una declaración de honestidad para cambiar esa realidad.

El gobierno de EE.UU. conoce perfectamente bien que Cuba no patrocina el terrorismo, tiene absoluta claridad, pero también conoce perfectamente bien el daño que es capaz de causar manteniendo a Cuba en esa lista y evidentemente ese es el propósito que ha prevalecido. 

Lo paradójico es que EE.UU. Sí ha practicado y aun practica el terrorismo, incluyendo el terrorismo de Estado,  contra Cuba y en otras partes del mundo.

Estas son realidades que no pueden ignorarse cuando intentamos aproximarnos a la difícil convivencia entre Cuba y los EE.UU.

A modo de información, es importante entender que hay áreas en las que Cuba ha estado dispuesta a trabajar con EE.UU. por considerar que son de beneficio para nuestro país, por identificar que son también de beneficio para EE.UU. y que podemos cooperar.

Cuba pudo haber dicho con esta hostilidad, de la manera que se presenta, que no tenemos razones para estar interactuando con EE.UU., que deben primero modificar esto o modificar lo otro, antes de nosotros comenzar a actuar, y teníamos todo el derecho para hacerlo y se hubiera entendido, como algo lógico, que lo hiciéramos.

Voy a enumerar algunas de esas áreas, aunque naturalmente el gobierno de EE.UU. presenta ese intercambio como gestos de este gobierno con respecto a Cuba.

En realidad se trata de todo lo contrario. Ees Cuba la que tenía el derecho y la razón legítima para decir que no podemos cooperar si hay una hostilidad unilateral hacia Cuba, siendo un acto unilateral de Cuba hacia los EE.UU.

Entre esas áreas, está el tema migratorio que es importante para Cuba, pero también para EE.UU., con acuerdos que durante el gobierno de Trump se incumplieron unilateralmente por parte de EE.UU. y no sólo  tuvimos la disposición de retomar el diálogo, sino de mantener la cooperación y el cumplimiento de los acuerdos.

En este periodo ha habido cooperación y diálogos sobre aplicación y cumplimiento de la ley en  varias esferas, nuevamente un tema en que por el simple hecho de estar Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo tendríamos razones más que suficientes decir nosotros con ustedes no vamos a dialogar, están calumniando a Cuba, causando un costo económico grande a la economía y a la población cubana sobre la base de ese pretexto. 

¿Qué sentido tiene que nosotros tengamos que dialogar?  Sin embargo, nosotros, como gesto, dijimos: vamos a conversar, le interesa a EE.UU. y nos interesa a nosotros, es útil, puede contribuir a la relación bilateral.

Algo parecido sucede con los intercambios que ha habido en materia de medio ambiente; en materia de salud con muchas instituciones de EE.UU. y muy productivo; en materia de Ciencia y Tecnología, intercambios con la academia de las ciencias de avanzadas de EE.UU. de alto nivel, de alto calibre científico de Cuba. Ha habido intercambio y cooperación en materia de Geología, en Educación Superior; en Educación Básica y en Arte y Cultura, que posiblemente sea de lo que más se ve; o sea, que ha habido áreas que han demostrado la utilidad de una relación civilizada y respetuosa y que Cuba, a pesar de la hostilidad, ha tenido la disposición de encaminar y de desarrollar.

No podemos decir que estas áreas impliquen avances trascendentales en la relación bilateral, puesto que sabemos que el bloqueo económico es la esencia de la relación bilateral o es lo que más la marca esa relación, pero son áreas de importancia, cada una en su frente, beneficiosas para Cuba y EE.UU. y que demuestran lo que nuestros gobiernos y países son capaces de hacer.

Hemos estado dispuestos a tener un diálogo con EE.UU. específicamente sobre terrorismo y le hemos propuesto oficialmente tener un diálogo formal sobre derechos humanos. No hemos recibido respuesta. Pudimos haber tenido un diálogo sobre compensaciones que es muy importante para EE.UU. y para Cuba y evidentemente no apareció la disposición para esos diálogos. Reitero tendríamos todas las razones del mundo para rechazar esas posibilidades.

Quienes con dedicación han estudiado la difícil relación entre Cuba y EE.UU. cuentan con evidencias, no solo de ahora sino históricas, sobre el empeño persistente del gobierno cubano, a lo largo de la Revolución, en busca de un entendimiento con EE.UU. y la ausencia de ese entendimiento no ha quedado por nosotros.

La supuesta falacia de que Cuba tiene oportunidades perdidas y que no ha sabido aprovecharlas son eso,  falacias, y es tratar de culpar al agredido desde del lado de quien es el agresor. Quienes desde la ciencia se adentren en estos estudios, si buscan, encontrarán evidencia de esto.

Frente al período que se avecina, sobre el que hay mucha especulación y vaticinios, nuestra conducta seguirá siendo consistente. No será Cuba la que propondrá o tomará iniciativa para suspender los diálogos y cooperación que existen y ni siquiera los discretos intercambios en algunos temas sensibles. Esa iniciativa no será de Cuba. Nuestra posición seguirá siendo consistente como la que hemos tenido a lo largo de casi 66 años.

En las deliberaciones de este encuentro, estoy seguro que seremos testigos de apreciaciones y vaticinios sobre qué es lo que se puede esperar en los próximos meses o en los próximos cuatro años en la relación bilateral.

No es absurdo,  se conoce bien la trayectoria del gobierno anterior de Trump y muchos tienen profundos conocimiento de lo que ha sido la relación bilateral y no es difícil tratar de diseñar escenarios de lo que puede ocurrir y, además, se conocen la declaraciones que en el pasado han emitido algunos de los que conformarán el gobierno de EE.UU. y algunos de los que aspiran a formar parte del gobierno de Trump y de aquellos que nuevamente sueñan con que el momento ha llegado.

Para ellos, el momento es ver la destrucción de la Cuba que se ha edificado durante los últimos 60 años o más y creen que el momento ha llegado de verdad.  Eso se escucha y sale en la prensa.

Nosotros, por supuesto, estaremos atentos a la actitud que asuma el nuevo gobierno, pero la disposición de Cuba continuará siendo la misma que durante más de 60 años, dispuesta a desarrollar con EE.UU,  una relación que sea seria y respetuosa, y por supuesto que proteja los intereses soberanos de ambos países.

Lo cierto es que el gobierno de EE.UU. ha causado mucho daño al pueblo de Cuba y lo continúa causando hoy, y podrá en el futuro provocar perjuicios aún mayores, en los próximos años. El objetivo de perjudicar sin piedad al pueblo de Cuba podrá alcanzarlo, puesto que el gobierno de EE.UU. es poderoso y cuenta con la capacidad destructiva para causar ese tipo de daño. De proponerse a hacerlo, esgrimirá cuanto pretexto y mentira le sirva sin importarle cuán creíble sea y cuantas personas crean en lo que se diga.

Lo que no podrá hacer es alcanzar la meta de doblegar la voluntad de los cubanos, no ha podido hasta ahora y no podrá.

No tiene la capacidad de obligar a Cuba o de convencernos del abandono de nuestros derechos soberanos o que la renuncia  a  la libre determinación sean opciones viables para la nación cubana.

No nos engañemos.  Es en ese conflicto en lo que se centra la contradicción fundamental de estos casi 66 años, o sea, la incapacidad recurrente de casi todos los gobiernos de EE.UU. en todos los períodos, a aceptar que  Cuba es un  estado soberano y tiene el derecho a serlo.

Deseo éxito al seminario.

Muchas gracias.


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