Cargando...

América Latina y Caribe

La CELAC: debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades de este mecanismo de concertación política de América Latina y el Caribe

mayo 22, 2024   0

Introducción

Cuando el 3 de diciembre de 2011 se firmaba la “Declaración de Caracas” entre los Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe asistentes a la III Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC) y la XXII Cumbre del Grupo de Río, la capital venezolana quedaría marcada como el escenario en que nacería la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), definido como el “mecanismo representativo de concertación política, cooperación e integración de los Estados latinoamericanos y caribeños y como un espacio común que garantice la unidad e integración de nuestra región”.

De muchos espacios de concertación de la historia —comerciales, políticos, de cooperación, etc. que han existido— este es el primero que logró aglutinar a los gobiernos de las 33 naciones de América Latina y el Caribe, y además excluir la participación de Estados Unidos y Canadá, que con sus políticas injerencistas han controlado históricamente la región.

El texto constitutivo, la antes mencionada “Declaración de Caracas” resaltaba desde su encabezado la significación de este acuerdo, materializado “En el Bicentenario de la Lucha por la Independencia Hacia el Camino de Nuestros Libertadores” en abierta referencia a la labor de los próceres independentistas, reconocidos en la historia por sedimentar el camino a la independencia regional, con destaque en la figura de Simón Bolívar, a quien expresa está “dedicado a la memoria y en homenaje a la trascendental obra histórica del Libertador”.

También, al ingente esfuerzo desplegado por el Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí, cuya labor intelectual y política se encomió a la unidad e independencia de este espacio del universo que denominara sentidamente “Nuestra América” o “Madre América”.

La fundación de la CELAC refrendaba aspiraciones vigentes durante siglos en nuestra región, de sustentar en la unidad su independencia y soberanía.

En este eje histórico se ubican las ideas difundidas por Francisco de Miranda y expresadas por el jesuita criollo Juan Pablo Viscardo y Guzmán en su “Carta a los americanos” de fecha tan temprana como 1791, en la que adelantaba la intención de formar de la América una gran familia de hermanos.

Este texto se ha considerado como antecedente también del “Acta de Independencia” y la “Constitución de 1811” de Venezuela; de la “Declaración de los derechos del pueblo de Chile” de este propio año, y de la “Carta de Jamaica” de Simón Bolívar (Bastin y Castrillón, 2004: 03) aunque se significa que este último documento ocurre tras la independencia de Hispanoamérica, por lo que las condiciones históricas distan en su alcance y proyección. En todos estos textos se registran menciones a la trascendencia de lograr la independencia, unidad y soberanía de la región americana.

Los análisis apuntan, no obstante, al indiscutible nexo entre la concreción de la CELAC con el ideario y accionar histórico de Simón Bolívar a favor de una confederación de pueblos que tributara a la consolidación de la independencia, la seguridad interna y la no intervención, así como al establecimiento de la igualdad jurídica entre las naciones americanas.

Precisamente el primero de los acuerdos constitucionales de la CELAC revindica y concreta la intención planteada en 1824 por Bolívar, cuando propuso la celebración del Congreso Anfictiónico de Panamá, convocado desde Lima, el 7 de diciembre de ese año y celebrado en la capital panameña entre el 22 de junio y el 15 de julio de 1826. El sueño de Bolívar destacaba tras las gestas independentistas de las naciones al sur del continente, la necesidad de lograr una unidad indestructible que enfrentara a las amenazas internas que asechaban, como las corrientes anárquicas, la posibilidad de la reconquista europea a partir del creciente interés comercial del imperio británico, de la iniciada Santa Alianza Europea y de la emergente presencia de los Estados Unidos, potencia en ascenso y con demostradas intenciones hacia la región.

Aun cuando lograron realizar el “Congreso de Panamá” —proponer la creación de una alianza militar, la eliminación de la esclavitud y la promoción del comercio entre los países de América Latina, y discutir temas medulares para el momento, como la importancia de afianzar la independencia, la seguridad interna y la no intervención, las relaciones entre los Estados por medio de un Congreso Plenipotenciario permanente; y la reforma social basada en la libertad y la paz— la cita bolivariana no pudo plantearse acuerdos dadas las condiciones económicas y políticas que enfrentaban los países presentes. También a consecuencia de los intereses de los oligarcas y de comerciantes ligados al capital extranjero con intereses en la región.

No obstante, la idea estuvo planteada y el objetivo denotaba la trascendencia de la integración para afrontar los sesgos del colonialismo y las amenazas latentes dentro del Continente y desde el otro lado del Atlántico.

“Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse; mas no es posible porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a la América: Que bello seria que el Istmo de Panamá fuera para nosotros lo que el de Corinto para los griegos” expresó El Libertador en la histórica y trascendental Carta de Jamaica.[1]

A pesar de su fracaso, el “Congreso Anfictiónico” trascendió en el tiempo a partir de su validez política y extraordinaria importancia, cuya necesidad quedó probada en el desarrollo histórico posterior de la región, con la permanente intromisión e injerencia de las grandes potencias en los asuntos internos, incluidos los Estados Unidos.

Este cónclave es considerado el primer gran antecedente para la conformación de un espacio de diálogo entre los países hispanoamericanos como lo que propuso desde sus inicios la CELAC.

En el pasado inmediato, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) resume un largo camino propio, desde que en los años 80 del siglo pasado se constituyó el “Grupo de Contadora”, conformado por Colombia, México, Panamá y Venezuela, con el fin de promover la paz centroamericana ante los conflictos armados internos en El Salvador, Nicaragua y Guatemala.

Una década después esta agrupación derivaría en el “Grupo de Río”, que incrementó la labor precedente al incorporar un mayor número de países, como Argentina, Brasil, Colombia, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela. En este contexto se incorporaron escalonadamente a naciones de la “Comunidad del Caribe” (CARICOM), a lo largo de 22 cumbres que abordaron situaciones clave de la región.

Posteriormente la Cumbre sobre Integración y Desarrollo de América Latina y el Caribe (CALC) fue un paso importante en el camino hacia la creación de la CELAC. Este espacio, fue impulsado por el entonces presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, con el objetivo de articular procesos propios de integración y desarrollo en la región frente a los desafíos de la crisis financiera de los países desarrollados, así como la crisis económica y la crisis alimentaria.

La primera Cumbre de la CALC se realizó en Brasil en 2008, y contó con la participación de representantes del Mercosur, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y el Grupo de Río. En este cónclave se discutieron temas como la integración energética, la lucha contra la pobreza, la desigualdad, y la promoción del comercio justo y solidario.

En la “Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe” celebrada en Playa del Carmen, México, en 2010, se acordó la creación de la CELAC como un espacio de diálogo y concertación política para todos los países de la región. Un año después la Caracas de Simón Bolívar sería la sede de la firma oficial de este espacio de concertación política regional, no exento de tropiezos y discrepancias, retos y oportunidades, que estaremos abordando en el presente trabajo.

Desarrollo

La Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe desde su fundación ha tenido significativos avances entre los que destacan el paulatino proceso de concertación de la región, que ha equilibrado la unidad y diversidad de los aspectos políticos, económicos, sociales y culturales de los 620 millones de habitantes de América Latina y el Caribe representados por sus Gobiernos en este mecanismo de diálogo y concertación política.

Entre los resultados principales que muestra en este período se encuentran:

  • La concertación sobre temas relevantes a nivel regional, como se mostró en la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz Mundial, realizada en el contexto de la II Cumbre tuvo lugar en La Habana, Cuba, entre los días 28 y 29 de enero de 2014.
  • El avance en el campo de la educación a través de iniciativas para intercambiar experiencias sobre cómo acercar el conocimiento a la mayoría de la sociedad. Ha fortalecido sus vínculos con el Caribe, particularmente en temas como el cambio climático, la respuesta a desastres y las relaciones extrarregionales.
  • El posicionamiento de la CELAC como voz autorizada para dialogar políticamente en nombre de los Gobiernos de la región e intervenir en las discusiones globales. El rol histórico de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha sentido el contrapeso que ha representado la CELAC en este sentido, aunque están claras sus indistintas misiones políticas.
  • La interrelación política, comercial, cultural, etc. que establece con bloques y potencias extrarregionales, como es el caso de la Unión Europea (UE) y el gigante asiático China, sin que medie las presiones e injerencias de Estados Unidos, por lo general.

En el caso de la relación con la Unión Europea se ha centrado en fortalecer su asociación estratégica en torno a prioridades comunes como la recuperación económica, la cooperación en seguridad, energía, salud y justicia social, entre otras áreas.

Además, han sostenido el diálogo político de alto nivel, fortaleciendo el multilateralismo y la cooperación, en temas fundamentales como la paz, la democracia y los derechos humanos, aunque sin imponer su manipulación, como sucede en el marco de la Organización de Estados Americanos (OEA). Debe mencionarse que se han celebrado tres cumbres CELAC-UE, la última tras ocho años sin su realización, lo que ralentizó el diálogo político, retomado en el 2023.

De acuerdo con cifras de la Unión Europea el comercio total en bienes y servicios asciende a 369 000 millones de euros —véase anexo 1— y entre otros logros se significa la realización de la Mesa Redonda Empresarial UE-ALC, organizada por la Comisión Europea, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco de Desarrollo de América Latina, para abordar oportunidades de inversión verde y digital en la región. En este encuentro se identificaron 135 proyectos estratégicos en energías renovables, materias primas críticas, digitalización, educación y salud. Se anunció el despliegue de 45 000 millones de euros de inversión en la región hasta 2027.[2]

Por su parte, el establecimiento del Foro China-CELAC en 2014, ha demostrado las potencialidades y capacidades de las partes para conducir sus vínculos. China ha estado brindando soluciones tecnológicas y de seguridad a los países de la CELAC, mientras estos últimos han reconocido a Beijing sus logros en el combate a la pobreza extrema.

El mecanismo cuenta adicionalmente con una hoja de ruta, planteada para el período 2022-2024 —de cara a la continuidad de los nexos— que fue discutida en 2021, durante la tercera reunión ministerial del Foro China-CELAC, donde adoptaron el “Plan de Acción Conjunto para la Cooperación en Áreas Clave”. Esta intención demuestra que el Foro China-CELAC persigue consolidar el patrón de relaciones entre ambos bloques, al tiempo que se proyecta internacionalmente como un componente del nuevo regionalismo para un mundo multipolar.

La presencia china en nuestra región —en las más diversas formas de colaboración económica y comercial— “refuerza el estrechamiento de vínculos entre los países de ALC y China, que tienden a profundizarse en los moldes de cooperación multilateral del foro China-CELAC bajo la sombra de una nueva crisis económica”.[3]

El ofrecimiento del gobierno chino a los miembros de la CELAC a integrar la “Iniciativa de la Franja y la Ruta” mostraron por una parte el carácter global de este proyecto asiático; y por la otra, los márgenes de autonomía que ofrecen a Latinoamérica y el Caribe, con una amplia posibilidad de inversiones y cooperación en rubros de magna importancia para esta área geográfica, como son la infraestructura; la ciencia, la tecnología, la innovación y el desarrollo sustentable.

Dentro del esquema de la política exterior de China —bajo los principios de apertura, inclusión, beneficio mutuo y ganancia compartida, en busca de dividendos del desarrollo con el mundo, y de cara al crecimiento sólido, sostenible, equilibrado e inclusivo de la sociedad global— la relación con América Latina y el Caribe a través de la CELAC persigue además fortalecer los vínculos a lo interno de la región y propiciar su crecimiento integracionista de forma endógena, un interés que le concede a nuestra área además en medio de la puja geopolítica-geoeconómica global actual con los Estados Unidos.

Estos resultados antes mencionados se ubican entre las principales fortalezas que sostienen a la CELAC, pero cuenta con otras que deben ser mencionadas y correlacionadas con sus oportunidades:

  • El consenso que prevalece a lo interno para rechazar el proteccionismo y las medidas económicas unilaterales, al tiempo que se ha enfocado en promover la relación económica con la Unión Europea. Existen, no obstante, otros mecanismos regionales que compiten por erosionar estas posturas.
  • A pesar de no contar con resortes propios de financiamiento, destaca las alianzas que ha fomentado para el desarrollo sustentable y las inversiones con calidad social y ambiental, con capitales foráneos y a través de proyectos para el desarrollo.
  • La proyección exterior de la CELAC con la voz de los 33 Estados sin los dictados directos de EE.UU., señal inequívoca de la conciencia colectiva sobre el impacto de este actor en las decisiones políticas, económicas y sociales de nuestra región.
  • La intención de crear mecanismos propios a lo interno de la CELAC para reducir la dependencia externa. El respaldo unánime a la propuesta de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) para fortalecer la producción y distribución de medicamentos, en particular vacunas, entre los propios países de la región, fueron prueba de la validez de estos planteamientos.

Esta última nos ayuda a comprender mejor las oportunidades que representan para la CELAC hacer frente a sus acuciantes problemas por vía de la cooperación, para enfrentar los afectos adversos de la Covid-19, del galopante endeudamiento y el desempleo en la región, que, a su vez, sufre el desabastecimiento de medicamentos y vacunas, algo que sin dudas mostrará pasos de avances antes las recientes decisiones de apoyo mutuo en este tema, con México, Ecuador y otros países caribeños.

Las fuentes bibliográficas consultadas destacan la trascendencia de reconstruir la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños mediante un gran acuerdo político, económico y social, y para ello estos pasos asumidos en pos de la colaboración biotecnológica y farmacéutica podrían significar un excelente comienzo, que deje atrás la dependencia externa, aunque para algunos la cooperación formal con socios como China representan de vital importancia, de cara al futuro de la CELAC.

No obstante, el análisis del tema permite encontrar los resquicios donde se reflejan las debilidades y amenazas que se ciernen sobre este mecanismo de concertación política:

Debilidades:

  • La falta de una estrategia clara con el concebido plan de acción que aborde las problemáticas y principales desafíos de la región. Existen planes o rutas concertadas, incluso con el auspicio y acompañamiento de la CEPAL, de forma reciente para hacer frente a los vestigios de la pandemia con los recursos propios, pero aun no alcanza para traspasar a otros temas medulares.

Esta sin duda no es una debilidad menor, pues al definir su estrategia de trabajo, con su plan de acción, la CELAC estaría presentando sus metas y objetivos, que a la postre se convertirían en ejes comunes para los países miembros. Esa carencia que existe en la actualidad podría agudizar en el tiempo la falta de coordinación y dirección, al intentar imponer algunos países miembros su agenda local, lo que devendría en reiterados conflictos y desacuerdos, de los que no se descarta incluso una erosión de este mecanismo de regional.

  • La ausencia de una agenda de cooperación y coordinación entre sus estados miembros.
  • La carencia de recursos financieros propios del mecanismo que permitan impulsar programas y proyectos de interés y prioridad regional.
  • La falta de voluntad política de algunos países por contribuir a la integración y consolidación de este mecanismo de concertación política.

Amenazas:

  • El impacto de la gran crisis económica que afecta a todas las naciones del área y el sistema mundial, de forma general.

Esta crisis ha tenido extenso alcance en las economías latinoamericanas. Entre los índices que así lo demuestran se encuentra una mayor inflación, la reducción de las exportaciones y del flujo turístico a la región, la baja en cuanto a remesas y los limitados recursos que existen para generar proyectos de inversión en América Latina y el Caribe. A pesar de que se ha discutido una agenda regional de enfrentamiento común a la crisis, la complejidad del momento se ha intentado aminorar con medidas de contención hacia los más vulnerables socialmente, para sopesar los riesgos de este malestar social.

  • Los trastornos económicos y sociales que han quedado como huellas de la pandemia de la COVID-19, sumadas a las dificultades de infraestructuras existentes previamente.
  • Los sesgos de las políticas neoliberales que dominaron las agendas económicas de la región durante décadas, y han dejado extensas deudas externas y condiciones internas desfavorables al desarrollo de las economías locales.
  • El incremento de algunas medidas económicas como el proteccionismo y las barreras comerciales que podrían interponerse al progreso y crecimiento económico de la región.
  • El privilegio a acuerdos bilaterales por encima de lo pautado en este espacio de concertación de forma multilateral.
  • La inestabilidad política a las que no escapan algunos países, con amenazas fuertes como la posibilidad de la llegada al poder de tendencias ultraderechistas en naciones de gran peso regional, como es el caso de Argentina.
  • La disputa por el protagonismo entre fuertes actores regionales como son México y Brasil, cuyo peso es evidente y rebasa las fronteras del ámbito de competencia de la CELAC como es el caso de Brasil, país fundador de los BRICS y líder del Sur Americano.

Hasta el momento, sin embargo, ambas naciones han tenido una participación activa en la promoción de la integración regional en América Latina y el Caribe. Brasil ha sido un actor clave en la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), mientras que México ha sido miembro de la Alianza del Pacífico y del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Conclusiones

El 2023 marcó un punto importante de cambio en la dinámica que había caracterizado a la CELAC en los últimos cinco años. El inmovilismo generado por la falta de encuentros en el contexto de la pandemia, tuvo un momento final cuando los mandatarios de las 33 naciones que conforman el bloque se reunieron en Buenos Aires para debatir sobre la complejidad de la región en la era post-Covid.

Se discutió intensamente sobre la alta deuda pública que afectaba a los países del área, de la necesidad de contar con mecanismos financieros realmente democráticos, del bloqueo a Cuba y del reclamo soberano de las Malvinas, entre muchos otros temas más.[4] Quedaba así disipada esa gran amenaza que ciertamente, parecía poner en duda la continuidad de este importante esquema de concertación política.

Otro evento significativo acontecido en el año fue la realización de la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea y CELAC celebrada en Bruselas en 2023, que dejó como resultado la adopción de una Declaración en la que América Latina y el Caribe no se dejó imponer agendas ni menciones ajenas y demostró su peso geopolítico en el momento de discusión de la Hoja de Ruta 2023-2025 sobre el futuro de las relaciones entre ambos bloques.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) no obstante enfrenta varios desafíos que deben abordarse para lograr sus objetivos como son:

  • La consolidación de sus instituciones y procesos de toma de decisiones para convertirse en una voz única y un foro estructurado de toma de decisiones que reúna a todos los países de América Latina y el Caribe.
  • La definición de su carácter, es decir, si las instancias que la integran tendrán carácter supranacional o funcionarán como órganos.
  • La promoción de la unidad entre sus estados miembros y la búsqueda de soluciones a desafíos comunes, respetando las diferencias ideológicas entre los gobiernos. Profundizando el concepto de la “Unidad en la diversidad”.
  • El análisis de la cuestión de la igualdad de género y la garantía de que las voces de las mujeres sean escuchadas y representadas en sus procesos de toma de decisiones.
  • La promoción imprescindible de la integración regional en América Latina y el Caribe, con la búsqueda del equilibrio, de la diversidad política, económica, social y cultural.
  • El análisis de los desafíos comunes como la desigualdad, el cambio climático, el narcotráfico, la desconfianza institucional y la discriminación de género.

En el contexto global actual, en el que prevalecen los conflictos armados —muchos de ellos instrumentados de forma genocida como es el reciente momento que sufre Palestina— la unidad, la concertación, el diálogo, la consolidación de la región y la prioridad política a superar sus amenazas y debilidades, debiera ocupar el centro de atención en los inmediatos y futuros objetivos y metas de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, único espacio del orbe que se ha autoproclamado como “Zona de Paz Mundial”.

La imagen de portada del presente análisis expresa, de forma abreviada e intensa, que aún se pueden remontar las vicisitudes existentes, y que todo dependerá para ello de la voluntad política de los representantes de las 33 naciones latinoamericanas y caribeñas que conforman la CELAC.

Bibliografía

ANEXO 1

Relaciones Comerciales UE-CELAC-2023


[1] Véase en https://web.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/carta_de_jamaica.pdf

[2] Véase “América Latina y Caribe: principales resultados del foro empresarial EU-CELAC 2023”, https://www.ceoe.es/es/ceoe-news/union-europea/america-latina-y-caribe-principales-resultados-del-foro-empresarial-eu

[3] Véase “China Global Investment Tracker”, https://www.aei.org/chinaglobal-investment-tracker/

[4] Véase https://www.reuters.com/world/americas/latin-america-caribbean-call-more-international-funding-celac-summit-2023-01-25/


Déjanos tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *