La extrema derecha europea en tiempos del COVID-19
(Artículo publicado el 4 de mayo de 2020 en https://www.alainet.org/es/articulo/206312)
La crisis del coronavirus ha servido a la extrema derecha europea y los euroescépticos para relanzar su discurso contra el espacio de libre circulación Schengen, utilizando la propagación de la pandemia para culpabilizar a los emigrantes. Asimismo, la emergencia sanitaria ha desencadenado lo que algunos especialistas consideran “histeria social”, lo cual ha generado una oportunidad para estas fuerzas políticas de erosionar el discurso de los gobiernos tradicionales y promover la desconfianza en las instituciones.
Por otro lado, la industria cultural promueve campañas comunicacionales que propician el avance de tendencias nacionalistas radicales, tales como el fundamentalismo, el neofascismo, el antisemitismo, a partir de la construcción de relatos mediante el desmontaje de la historia, o el regreso a ella, las cuales propician conflictos políticos y sociales a nivel nacional y global, persisten en medio de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus[1].
Cuarentena, una población ansiosa y con miedos y una economía que entra en recesión: El escenario que se presenta a priori, para cualquier político de extrema derecha constituye un caldo de cultivo propicio para que la ciudadanía se sienta atraída por los mensajes más autoritarios, xenófobos, racistas y sexista, a favor de la defensa de los Estados Nacionales contra los mecanismos de integración regional, en este caso Unión Europea (UE).
Ante tal situación, la respuesta inmediata de la extrema derecha en Italia, Francia o Alemania ha sido reclamar la introducción de controles más estrictos en las fronteras. Matteo Salvini, líder de la Liga Norte, en un mensaje solicitó la dimisión del gobierno de centroizquierda de… y el cierre de fronteras. Además, señaló que la irrupción del virus es culpa a «la migración proveniente de África»; sin embargo, en ese momento solo se había detectado tres casos: Egipto, Argelia y Nigeria.
Con el tiempo la eurofobia podría ser un punto de partida a su favor, en parte se debe porque gran parte de los italianos dejan de confiar en la UE. Un escenario político donde la Liga Norte ha perdido 7 puntos desde noviembre del 2019, Salvini ha bajado sus índice de aprobación al 33 %, su más cercano contrincante Nicola Zingaretti, jefe socialdemócrata y gobernador de la región del Lacio, dada su manera de gestionar la crisis sanitaria lograr situarse en un 32 % de intención de votos, y el primer ministro, Giuseppe Conte, el político más popular de Italia, con el 57 %.
Por su parte, su hombre fuerte en el norte y presidente de Lombardía, Attilio Fontana, se puso en «auto-cuarentena» a pesar de no estar contagiado. En este contexto, el político italiano, al estilo de un nacionalista, apeló a sus seguidores a comprar productos marca país. Asimismo, es importante destacar que la ayuda de la brigada Herry Rivee de médicos cubanos, así como el envio de ayuda médica por parte de Rusia fue agradecida por parte de Fontana.
Sin embargo, la prensa italiana, en específico La Stampa, argumentaron que el 80% de los equipos donados por Rusia estaban defectuosos, politizando la ayuda con fines políticos y de propaganda. Pero el verdadero ausente y sin contar con una respuesta clara ante tal situación es la UE, países como Alemania y Francia negaron el envío de mascarillas, equipamiento médico y tests a Italia que ha venido de China.
En este sentido, es importante apuntar que esta crisis ha manifestado y potenciado el fenómeno de la fragmentación al interior de la UE en diversos aspectos. Uno de ellos es precisamente la posición respecto a China. En el contexto europeo las redes sociales fueron espacios de apoyo social, denuncia y lucha a nivel de las subjetividades. España e Italia, los países más azotados por el virus fueron escenario de este activismo desde las redes, denunciando desde el confinamiento, haciéndose eco de la quema de banderas de la UE como protesta frente a la incapacidad de los gobiernos nacionales y de las instituciones comunitarias para hacer frente a la situación, a la vez que aceptaban y agradecían la ayuda del gigante asiático, así como de Rusia y Cuba, sin importar su signo político (Fabelo, Concepción: 2020).
Como puede apreciarse los matices en el contexto de la emergencia sanitaria son variados y diversos evidenciando la fragmentación política no solo a interior de la Unión sino también a lo interno del los espectros políticos nacionales, incluso de una misma fuerza.
En Francia, Marine Le Pen, líder de la Agrupación Nacional (AN) ha utilizado el pánico generado por el coronavirus para cargar contra sus dos principales enemigos: los inmigrantes y la Unión Europea, por su parte exigió medida de protección más severa en las fronteras para proteger a los ciudadanos, con una estrategia de quebrantar la unidad nacional, con constantes crítica de cómo el gobierno afrontado la emergencia sanitaria, en uno de sus mensajes apunto que “en algunos lugares no han respetado el confinamiento”, haciendo referencia a la periferia de las grandes ciudades, donde viven sobre todo migrantes y otro señalo la postura del gobierno que “se repartieran mascarillas en los centros de refugiados, y no en las residencias de ancianos”, ni con sus teorías conspiratorias sobre el origen del virus no le permiten consolidarse entre el electorado.
Aunque su propaganda no ha valido para afectar al presidente Emmanuel Macron, a pesar de crisis sanitaria, los ciudadanos confían en la gestión del gobierno con valores del 39 %, según un sondeo del 2 de abril, índice de aprobación aceptable, mientras la popularidad de Le Pen ha caído tres puntos, hasta el 23%.
En Austria, el gobierno de Sebastian Kurz fortaleció los controles fronterizo con italiana. Con la llegada del virus al país, el partido de la Libertad de Austria (FPÖ) exigió poner en cuarentena a todos los inmigrantes indocumentados y solicitantes de asilo.
Por su parte, en Grecia, el gobierno de Nueva Democracia liderado por Kyriakos Mitsotakis, que actualmente cuenta con 158 escaños en el Consejo de los Helenos, realiza campaña de corte nacionalista y ha utilizado los casos de coronavirus detectados para militarizar aún más las fronteras y para relanzar su plan de construir campos de detención para los emigrantes, captando así a los partidarios del partido Amanecer Dorado.
En Hungría, el primer ministro Viktor Orbán[2] ve el estado de emergencia como una oportunidad para reforzar su poder, más que como una medida temporal y proporcionada. El Parlamento húngaro aprobó el 30 de marzo una ley que permite a Orbán legislar por decreto durante un periodo indefinido de tiempo, suspender el Parlamento mientras dure el estado de emergencia sin límite temporal, posponer elecciones durante este periodo y endurecer las sentencias contra quien desinforme (léase contradiga) la versión oficial sobre la gestión de la crisis. Es decir, gobernar por decreto como mecanismo para afianzar su poder y erosionar la democracia, mientras saca crédito de la crisis; algo que Orbán ya hizo en 2015 con la crisis de refugiados y que lo llevó a declarar un estado de emergencia todavía vigente y que prorroga ahora indefinidamente (Morillas, Pol: 2020); la “ley del coronavirus” de Hungría viola los principios democráticos, no sólo se observa el auge de los postfascismos o neofascismo sino también un auge del autoritarismo, se abre un nuevo foco de disensión dentro de la UE en medio de la cuarentena.
A pesar que la UE ha abierto varios expedientes al ejecutivo de Orbán por criticar las instituciones comunitarias y la postura que mantiene con respecto a los refugiados, las primeras ayudas de Bruselas por el coronavirus llegaron a Polonia con 7.435 millones de euros, Hungría con un monto de 5.600 millones de euros, más que España que asciende a 4.100 millones, e Italia con 2.300 países más afectados, a raíz de la aprobación de la Iniciativa de Inversiones de Respuesta al Coronavirus, que se realizó por los criterios de distribución por población y capacidad económica , y no del impacto de crisis sanitaria.
En Polonia, las elecciones presidenciales están previstas para 10 de Mayo se prevé que sea realice a través del voto por correo, el coronavirus también ha entrado en campaña, donde la oposición le exige al gobierno de Jaroslaw Kaczynski líder del partido Ley y Justicia (PiS), que revele la verdad sobre los casos de coronavirus que existen en el país. Mientras, aprovecha el contexto para fortalecer la ley del aborto, comparar la homosexualidad a la pedofilia e impedir que en los centros escolares se imparta temas relacionado con la educación sexual escuelas y criticar a la UE por su «deficiente manejo de la pandemia».
Un caso que merece especial atención es el de Alemania. Desde la llamada «crisis de los refugiados» de 2015, Alternativa para Alemania (AfD), el partido que logró en elecciones federales de septiembre de 2017 ingresar al Bundestag, primera vez que ocurre dese la Segunda Guerra Mundial que un partido de extrema derecha entra de nuevo al juego político, convirtiéndose en la principal fuerza de la oposición al Gobierno de Gran Coalición de Angela Merkel y su impacto en la política alemana es preocupante, se han convertido en la segunda fuerza política en los estados de Sajonia, Brandeburgo y en Turingia.
Con la llegada del coronavirus desaparece del debate público. Se estima que, en comparación con los datos de hace un año, el impacto de los mensajes de la AfD en redes sociales, canal de comunicación de los ultraderechistas, se redujo a la mitad desde mediados de marzo a principios de abril.
También se refleja en los sondeos, una encuesta realizada por el periódico conservador Bild, el cual daba el 8 de marzo, antes de que comenzaran las medidas de aislamiento, el 14% de apoyo para la AfD y un 24% para la CDU de Merkel. Un mes más tarde, otra encuesta para el mismo diario coloca a la AfD con un 10,5% de apoyo y a la CDU, con un 37,5% (Pérez de la Cruz: 2020).
Esto panorama se debe a que el AfD ha perdido espacio en el ámbito digital, que anteriormente replicaba sus mensajes hasta convertirlos en temas que los políticos no podían eludir. En este espacio, los mensajes centrada más en difundir teorías de la conspiración que en proponer los fundamentos de la AfD, que no acaban de encontrar una agenda común. Por ejemplo, primero criticaron a Merkel por no reaccionar a tiempo, para luego asegurar que las medidas de aislamiento social eran demasiado estrictas y renueva la propuesta de celebrar un referendo sobre la permanencia de Alemania en la UE.
Dierk Borstel, analista sobre la extrema derecha y politólogo de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Dortmund, señala que en tiempo de crisis la ciudadanía confía más en el gobierno, del que esperan liderazgo mientras que los partidos de la oposición no tienen espacio para hacer sus demandas, incluso llegando a la censura.
En estos momentos el AfD se encuentra en una crisis interna. Una parte del partido se siente inseguro debido a la decisión de la Oficina para la Protección de la Constitución de fijarse en las posturas asumidas por el grupo más radical conocido como Der Flügel (el Ala) de Alternativa para Alemania, encabezado Björn Höcke, líder del grupo parlamentario del partido en Turingia, uno de los Estados donde los ultraderechistas tienen mayor apoyo.
Además de su posible división, la AFD no tiene ningún programa eficaz para esta crisis. Hasta ahora ninguno de sus “enemigos” construidos en sus relatos, como el Gobierno, los refugiados o la propuesta de UE de los coronabonos, pueden ser considerados responsables del virus. Esta manera de construir enemigos ha sido la base de la política de la AfD.
No obstante, la crisis que asistimos golpea a todas las clases, nadie puede saber con exactitud qué consecuencias sociales, culturales y económicas traerá, pero es probable que aumente la desintegración de la sociedad y la desigualdad. En el pasado, estas crisis siempre impulsaron fuerzas autoritarias, a menudo de extrema derecha.
El desencanto y la indignación de aquellos que se vean más afectados pueden traducirse en una pérdida progresiva de confianza de la Gran Coalición a favor de un partido como AfD, que intenta seguir presentándose como alternativa al sistema.
A pesar de que Alemania para enfrentar la crisis económica presenta índices mejores que los de España, Grecia o Italia. Al igual que en el sur de Europa, se espera que su desempleo, deuda y déficit sufran de manera sin precedentes.
Y, por último, se encuentra el papel de Alemania dentro de una cada vez más tensa y fragmentada UE, donde los fundamentos de la UE, están en crisis: la zona euro, el espacio Schengen y Brexit que puso fin a la ampliación continuada del proyecto de construcción europea. El coronavirus ha llevado a re-establecer fronteras internas, limitar la movilidad de personas, ver peligrar el mercado único y demostrar la insuficiente capacidad de movilización de recursos comunes para hacer frente a las crisis sanitaria y económica.
Precisamente fue la crisis del euro y el debate sobre los rescates a Grecia el momento de creación de Alternativa para Alemania en 2013. La entonces recién fundada se quedó fuera del Bundestag por solo unas décimas al no lograr el 5% para obtener representación.
Ante el avance del coronavirus, se evidenció la incapacidad por parte de la UE de coordinar medidas cuya responsabilidad recae, ante todo, en los estados miembros (política sanitaria o control de fronteras). Seguidamente, una serie de desarrollos alineados con las dinámicas actuales de la política internacional (“mi país primero”), traducidas en la limitación de exportaciones de material sanitario entre estados miembros o el cierre de fronteras nacionales, a lo que se sumó una falta de coordinación en el plano europeo de las medidas tomadas por los estados (Morillas, Pol: 2020) .
En tal sentido, Angela Merkel rechaza a los coronabonos, postura que comparte la AfD, pero cualquier aportación de Berlín a un fondo común europeo será aprovechada por los ultraderechistas para reforzar su crítica a la UE.
Aunque el problema es que muchos países miembros siguen atados con las cadenas de la deuda, por unas políticas antisociales en la Unión Europea neoliberales y con las políticas de austeridad que son el verdadero motor político del auge de la extrema derecha, comparto la idea que Macron y Le Pen son dos caras de la misma moneda que se necesitan, justamente no podríamos entender el auge de la extrema derecha y el crecimiento de la xenofobia si las políticas de austeridad que genera una desigualdad social.
Además, la austeridad no solo genera recortes al presupuesto público, lo que piensa parte de la ciudanía es que se ha construido un proyecto como máquina de destruir derechos sociales para las clases populares, sobre todo que la UE construye un sentimiento escases, que no hay para todos, ante ese sentimiento se construye un imaginario que Jürgen Habermas llamaba el “chovinismo del bienestar” excluyendo a sectores sociales del reparto incluyendo a los inmigrantes.
La crisis del proyecto neoliberal de la UE en cierta medida está acompañada por la crisis de la socialdemócrata, recordar que muchos de los gobiernos europeos gobernaba partidos socialista cuando se aprobó el tratado de Maastricht[3] , cuántos gobierno ahora, séptimo lugar en las últimas elecciones en los Países Bajos, en Francia 6 % en las últimas elecciones presidenciales, cuarto lugar en Alemania con un 15% peor resultado de la historia en las últimas elecciones en Alemania, en Italia[4] Partido demócrata (PD) en el 2014 en las elecciones europeas obtuvo un 40 % de los votos al parlamento, ahora está en un 14 % de las encuestas, el Partido Laborista de Jeremy Corbyn baja 20 puntos de las anteriores elecciones en Reino Unido, que ha pasado no se cuestiona nada, si vemos en Hungría Orbán un 50% pero con el 21% lo tiene un partido de extrema derecha Jobbik.
Cuando gobierna en coalición de socialistas y populares comparte sus medidas de la xenofobia de matriz económica que está profundamente vinculada con la austeridad, también existe una xenofobia de matriz política que tiene que ver con la construcción de las políticas de la Europa fortaleza, vinculada Schengen, con la estigmatización de la población migrante, muy vinculada con los muros visibles sino también con los muros invisible en la que se ha construido las leyes migratorias en donde muchas veces se vincula de forma resuelta seguridad, migración y terrorismo, convertir al Mediterráneo en una fosa común, a perseguir ONG de búsqueda y rescate de migrantes, criminalizar alcaldes como el de Riace, en la región sur italiana de Calabria, Domenico Lucano[5] estuvo en prisión por el delito de apoyar la inmigración ilegal, es una parte del mapa de Europa.
Sin duda, la extrema derecha europea y la derecha mediática se retroalimentan para ubicar en el “mainstream” ideas sobre el coronavirus que dibujan un estado de amenaza constante, la explotación del miedo a lo diferente y la obsesión por los culpables externos.
Referencias bibliograficas:
Esther Barbé y Pol Morillas (2019), “The EU global strategy: the dynamics of a more politicized and politically integrated foreign policy“, Cambridge Review of International Affairs, 32:6, 753-770, DOI: 10.1080/09557571.2019.1588227.
González de Molina Soler, Pedro (2020). La crisis de la UE en los tiempos del COVID-19. Recuperado el 17 de abril de 2020 en https://www.eldiario.es/canariasahora/canariasopina/crisis-UE-tiempos-COVID19_6_1017758247.html
Pérez de la Cruz, Javier (2020). Alemania La extrema derecha alemana, en cuarentena. Recuperado el 19 de abril de 2020 en https://www.publico.es/internacional/alemania-extrema-derecha-alemana-cuarentena.html
Baelo, Patricia (2020). La ultraderecha, lista para aprovechar el miedo y tomar impulso en Europa. Recuperado el 26 de abril de 2020 en https://www.lavozdeasturias.es/noticia/actualidad/2020/04/26/ultraderecha-lista-aprovechar-miedo-tomar-impulso-europa/0003_202004G26P36991.htm
Morillas, Pol (2020). Lecciones de una crisis global: coronavirus, orden internacional y el futuro de la UE, CIDOB, notes internacionales, No. 231. Recuperado el 12 de abril del 2020 en:
Fabelo Concepción, Sunamis (2020). Efecto Wuhan y Geopolítica de la Infodemia en el contexto de la Covid-19. Recuperado el 22 de abril del 2020 en: https://politica-china.org/areas/sociedad/efecto-wuhan-y-geopolitica-de-la-infodemia-en-el-contexto-de-la-covid-19
[1] Es por ello que, por ejemplo, los medios occidentales, siguen utilizando la manipulación del fenómeno del terrorismo vinculándolo específicamente al factor religioso de carácter islámico, apoyados en que también los grupos terroristas manipulan el Islam a partir de los medios para implementar sus programas políticos y radicalizar el pensamiento de los jóvenes. Daviq, la revista del Estado Islámico es un ejemplo paradigmático en ese sentido. De ahí que el poder de control occidental de estos contenidos sobre los grandes medios que dominan, mantiene su postura de permisibilidad, incluso potencia la emisión de tales mensajes terroristas para legitimar el discurso occidental y crear un estado de opinión desfavorable al mundo islámico y útil a sus intereses.
[2] Fidesz (Unión Cívica Húngara) partido político de ideología conservadora, nacionalista, y populista de derecha, cada vez más como de extrema derecha, ha ganado tres elecciones desde el 2010, en medio de la crisis sanitaria del coronavirus, señala la politóloga Edit Zgut que los ciudadanos toleran decisiones autoritarias por temor.
[3] El proceso de ratificación del Tratado de Maastricht, el texto original fue rechazado en referéndum en Dinamarca (2 de junio de 1992), aunque por un estrechísimo margen, y aprobado en un segundo referéndum (18 de mayo de 1993), tras la incorporación de las principales reivindicaciones danesas, junto al “opt-out” negociado en su momento por el gobierno británico. Tras un tranquilo referéndum en Irlanda (18 de junio de 1992) vino el francés (20 de septiembre de 1992), mucho más complicado, a pesar del aprobado por un 51,4%. El 17 de septiembre de 1992, el senado italiano aprobó el Tratado de Maastricht con 176 votos a favor frente a 16 en contra y una sola abstención, todos los partidos perteneciente a la coalición de gobierno (democristianos, socialistas, socialdemócratas y liberales) votaron a favor incluyendo al Partido Democrático de la Izquierda, la Liga del Norte, el Partido Republicano y el Grupo Verde, sólo se opusieron Refundación Comunista y los ultraderechistas del Movimiento Social Italiano.
[5] Domenico Lucano, propuso un modelo de integración de los inmigrantes y de recuperación económica para los territorios. Riace era una ciudad con pocos habitantes destinada desaparecer en el tiempo, paso a tener alrededor de 2500 de los que un tercio son inmigrantes de 26 nacionales distintas, a partir del programa de acogida, las casas abandonadas fueron restauradas con fondos europeos para darle una vivienda digna a los inmigrantes, contaba con una guardería y un colegio donde se impartían varios idiomas, un modelo de integración que en el 2016 hizo que la revista Forbes incluyera a Lucano entre los 40 líderes mundiales más influyentes.
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