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La lista pendiente

enero 20, 2025   0

El mundo entero, incluyendo los Estados Unidos ha abogado por la retirada de Cuba de la lista de estados patrocinadores del terrorismo atenido a la falta de argumentos que existen para ello y a las dificultades para Cuba en todos los sentidos, sobre todo económicas. Estar en esa lista constituye una de las mayores violaciones a nuestros derechos humanos. No es por gusto que diversas organizaciones con esa arista, incluida la conferencia de obispos católicos estadounidenses y muchos gobiernos extranjeros han solicitado la exclusión de Cuba siendo desoídos hasta ahora. Hay tantas medidas punitivas impuestas a Cuba por parte del Gobierno de los Estados Unidos, que en la actualidad se trata de soslayar el bloqueo, aun intocable e inefectivo según los intentos de someter al país y cambiar el régimen, pero con serias y graves afectaciones al pueblo cubano.

No voy a indagar el por qué el presidente Biden, a una semana de abandonar la Casa Blanca nos sacó de la lista, pero sí afirmo que lo podía haber hecho antes, así como el cese al fuego en Gaza, que se anunció recientemente a costa de una barbarie de sacrificios humanos muy similares a la Alemania de Hitler. Hubiera tenido un desempeño final trascendental para la historia de ese país evitando graves consecuencias para la humanidad. Esto induce a pensar que la política exterior de los Estados Unidos no tiene diplomacia ni se rige por preceptos legítimos como debería ser, dirigidos a una relación civilizada y de respeto hacia todos los países. No lo es, porque está intrínseco el afán de riqueza y expansionismo como país imperialista, porque sienten el desbalance negativo de su hegemonía en el mundo.

La pléyade de amenazas del nuevo Presidente dirigidas a poseer Groenlandia, apoderarse del orgullo nacional de los panameños, el Canal de Panamá y de incorporar a Canadá como el estado 51, es el legado del Destino Manifiesto del siglo XIX, ideología detrás de la expansión de los estadounidenses desde las 13 colonias hasta Occidente, que, entre otras cosas, expulsó de sus tierras a gran parte de las poblaciones nativas americanas que llevó al genocidio de muchos de ellos, como también afirmaba que los Estados Unidos tenían el deber y el derecho de avanzar hacia territorios extranjeros para garantizar el desarrollo y el experimento de libertad y autogobierno que el país defendía.

Dentro de estas ambiciones vuelve la competencia con China que, por solo poner un ejemplo, domina el mercado de minería y procesamiento de tierras raras que son bien demandadas por las energías renovables y la contención del cambio climático. Groenlandia, además de su posición estratégica, tiene importantes depósitos de minerales, entre ellos, tierras raras. Hasta ahora son amenazas, pero avizoran nuevas batallas en donde puede mediar la fuerza y el dinero y en que se atenta constantemente contra la paz y la soberanía de los países.

En la audiencia de confirmación de Marco Rubio, apenas se habló de América Latina y sí mucho de China catalogada como el principal enemigo de los Estados Unidos. También de Ucrania, de Oriente Medio y del cártel de México. De forma general, mucho peso se le dio a la geopolítica y es que en realidad es un factor que hoy está pesando en el mundo para bien y para mal e influye en la pérdida de hegemonía de los Estados Unidos.

El senador Marco Rubio, defensor de sanciones contra Cuba, nominado para Secretario de Estado y que dirigirá la política exterior de los Estados Unidos ha declarado en relación con la retirada de Cuba de la lista de estados patrocinadores del terrorismo, que “sin lugar a dudas, Cuba es un país terrorista que apoya las FARC, ELN, Hamas y Hezbollah y alberga fugitivos norteamericanos, tiene bases de espías rusos y chinos, y mantiene lazos con Irán”, afirmando que “nada de lo que la administración Biden ha acordado en las últimas 12 o 18 horas tiene que ver con la nueva Administración”; todo parte de una verborrea aprendida sin argumento creíble y sin decir concretamente qué hará la nueva Administración.

Habría que definir qué es terrorismo para Marco Rubio y en dónde se enmarca la larga hoja de servicio en terror que tienen los Estados Unidos. La opinión mundial sabe que no somos terroristas y nunca lo hemos sido. Por el contrario, hemos sido víctimas de ese flagelo, no sólo de esas acciones, sino de planes de atentado a dirigentes, de ametrallamiento a instalaciones costeras, sabotajes y muchas otras modalidades, todas mandatadas y financiadas por los Estados Unidos.

La próxima Administración, atendiendo a que es el segundo mandato del presidente Trump, que supone la ponderación de sus actos, podría tomar en consideración las oportunidades comerciales y de negocios con Cuba, las científicas, docentes, de capital humano, de salud y turismo, entre otras, que ávidamente diversos sectores estadounidenses desean desarrollar con nuestro país. Cuba no está sola y se inserta internacionalmente.

La otra opción es seguir secuestrado en la política anticubana y reinventar o fabricar cualquier argumentación que justifique estar nuevamente en la lista, que obviamente sería la peor carta a jugar y ya trillada. Quizás Trump decida cambiar el cuadro de James Jackson de la Oficina Oval, quien fue el séptimo presidente de los Estados Unidos y uno de los mayores exponentes del Destino Manifiesto por el del presidente Abraham Lincoln, quien tuvo la virtud de llegar a un acuerdo con quiénes se oponían a él y creía que la guerra era innecesaria e inconstitucional.


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