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Al Aqsa

La operación Tormenta de Al Aqsa de Hamas en Israel. Algunos apuntes

octubre 13, 2023   0

Imagen tomada de Prensa Latina

La puesta en marcha de la sorpresiva y contundente operación militar Tormenta de Al Aqsa por el brazo armado del movimiento nacionalista islámico palestino Hamas, desde la Franja de Gaza hacia varias localidades de la geografía de Israel por tierra, aire, mar y cohetes, el 7 de octubre de 2023, es respuesta a las acciones violentas antipalestinas perpetradas por colonos, militantes extremistas, así como por efectivos policiales y de las Fuerzas de Defensa de Israel, a lo que se une la implementación de una política de apartheid sionista contra ese pequeño enclave.[1]

Ha trascendido en medios estadounidenses e israelíes que los dos objetivos clave de la operación militar de Hamas descansan en el interés de liberar a todos los prisioneros palestinos de Israel y poner fin a las provocaciones sionistas en Cisjordania y Jerusalén, en momentos en que la Autoridad Nacional Palestina se ha visto debilitada, con pérdida de influencia entre la población palestina, en cuyo contexto la fragmentación intra palestina es real, en correspondencia con las contradicciones y enemistades prevalecientes entre Hamas y Fatah, esta última fuera de la Franja de Gaza desde 2007.

Este año ha sido testigo de la estrategia calculada y deliberada del sionismo contra la población palestina, sobre todo en Cisjordania y Jerusalén Este, desarrollada por el ejecutivo de coalición gubernamental de partidos ultra religiosos, encabezado por el primer ministro Benjamín Netanyahu, oponente fiel de la fórmula de los dos estados y, por consiguiente, artífice de la política de anexión de territorios, contraria a las resoluciones de la ONU.

En momentos en que se concibe este análisis, la confrontación sigue su curso, con una proyección mucho más visible de la reacción de las Fuerzas de Defensa Israelíes contra Gaza, que exhibe una estrategia de tierra arrasada, con bloqueo total incluido, bajo la operación militar Espadas de hierro, que ya cuenta de hecho con el espaldarazo de la administración Biden, atendiendo a que Hamas está clasificada como una organización terrorista por los EE.UU. y la Unión Europea, y a la vigencia reafirmada del derecho de Washington D.C. a respaldar la seguridad de Israel.

Otro aspecto no menos importante en la ejecución de los ataques por parte del brazo armado de Hamas dentro de Israel fue el factor sorpresa, aprovechando el asueto que marca el Sabbat, después de un evidente minucioso plan de penetración a territorio israelí, que subraya al mismo tiempo la capacidad de resistencia alcanzada por la organización nacionalista islámica palestina, desde que alcanzó el poder en Gaza en 2006, mediante elecciones, y hasta el presente.

No obstante, no podemos demeritar los ingredientes que alimentan las diferentes teorías conspirativas que emergen desde el propio seno de Israel, que tienen sustento potencial en el proceso de fractura que vive la sociedad y la propia institucionalidad israelí, sobre todo entre el ejecutivo y lo judicial, en la misma medida que el primer ministro Netanyahu ha promovido acciones que apuntan contra las prerrogativas detentadas por parte de la Corte Suprema de Justicia, que resulta una suerte de garante en el equilibrio entre los tres poderes, condición sine qua non de la democracia israelí.

Sobre este respecto ha prevalecido, a lo largo del primer año de mandato gubernamental de la coalición de extrema derecha ultra religiosa, las tensiones marcadas por pronunciamientos callejeros multitudinarios en las principales ciudades de Israel en defensa de la democracia, quedando al desnudo la pretensión de Netanyahu de evadir, por intermedio de las controvertidas reformas citadas, sus diferentes causas pendientes con la justicia.

De modo preliminar, se pudieran establecer varias consideraciones sobre el conflicto de Hamas contra el estado sionista, que deberá impactar en las relaciones internacionales, en los niveles regional, principalmente, y global, en fin de cuentas. Se destaca lo siguiente:

1. Está claro que hubo una aparente fractura de los sistemas de alerta temprana de seguridad de las instituciones armadas israelíes, especialmente de los medios de la Fuerzas de Defensa de Israel, que hicieron posible la operación Tormenta de Al Aqsa por parte del brazo armado de Hamas;

2. Si bien medios académicos y especialistas estadounidenses e israelíes establecen paralelismo en lo ocurrido hace medio siglo con el Yon Kippur y la operación Al Aqsa, no es posible analogía, atendiendo a que, en el episodio bélico de 1973, Israel fue víctima de una agresión militar con fuerzas armadas convencionales de Egipto y Siria, neutralizada con efectividad evidente en pocos días en favor de Tel Aviv.

Mientras, en esta oportunidad el ataque provino de una organización nacionalista islámica palestina que está defendiendo el derecho inalienable de un pueblo a existir, amén de las complejidades que entraña su visión sobre la existencia del estado de Israel y sus vínculos foráneos regionales que, directa o indirectamente, incentivan su proyección ideopolítica contra el estado sionista creado hace 75 años;

3. Lo que sí tiene analogía real entre lo acontecido con el Yon Kippur y el conflicto actual, es que al igual que con los resultados de la Comisión Agranat, que condujo a la caída del gobierno de la primera ministra Gorda Meir, la operación Tormenta de Al Aqsa de Hamas estimulará un ejercicio de ese tipo. Parecería improbable que el gobierno ultra religioso no caiga, sobre todo cuando actores políticos clave de la oposición participarán en el convocado gabinete de unidad nacional de emergencia.

La administración Biden estaría interesada incluso que se contemplara ese desenlace indagatorio, atendiendo a su agenda de soft power, que ha estado implementando contra Netanyahu,[2] cuyo capítulo desembocaría en el establecimiento de una comisión investigadora sobre estos hechos, que dejaron por sentado un resquebrajamiento del orden de seguridad interior del país y de aparente desconexión entre sus actores fundamentales (inteligencia militar, Shin Bet, Mossad, por citar ejemplos);

4. No se pudiera descartar que Netanyahu pudiera tratar de capitalizar el momento crítico impactante, para recobrar un mínimo de credibilidad, que a la par permita reflotar el gobierno de coalición de partidos ultra religiosos, que emergió en el país en diciembre de 2022, posibilidad que abre interrogantes por el precedente histórico apuntado en la experiencia del Yon Kippur;

5. A pesar de la etiqueta de movimiento terrorista que pesa sobre Hamas por parte de los EE.UU. y la Unión Europea, en estos años ha recibido respaldo foráneo a nivel regional, como resultan los casos de Turquía, Catar e Irán;

6. Es de esperar que el estado sionista se embarque en una operación terrestre en la Franja de Gaza, en gran escala, con el propósito formal de retomar el control de la región, lo cual significará un esfuerzo de guerra colosal, y pérdidas de vidas humanas en un nivel inusitado para las partes en conflicto, pero sobre todo de la población civil del enclave.

7. La operación Tormenta de Al Aqsa reafirma la necesidad de retomar las negociaciones en torno al derecho de Palestina a disponer de un estado, como reclamo internacional, que sería favorable no sólo para esa causa, sino que también para los intereses regionales e internacionales presentes en Medio Oriente, que se han estado fraguando en los últimos tiempos, con los Acuerdos de Abraham y la Iniciativa de la Franja y la Ruta, por citar dos ejemplos concretos.


[1] La Franja de Gaza ocupa 360 km2 y está habitada por 2 047 969 habitantes, en 2023. Ver: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Franja_de_Gaza.

[2] Benjamín Netanyahu ha representado el principal líder de la extrema derecha israelí, desde finales de la década de los años noventa del siglo pasado. Desde sus varios mandatos como primer ministro ha subrayado la idea de la prioridad de la seguridad del país, con lo cual ha identificado a los palestinos como enemigos principales del estado judío. De un modo u otro, la coalición ultraderechista religiosa gobernante en Israel tomó como consenso esencial al liderazgo de Netanyahu.


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