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Relaciones China-Medio Oriente durante las administraciones de Trump y Biden: un breve bosquejo geopolítico

septiembre 27, 2024   0

Imagen tomada de: https://urgente24.com/mundo/china-reivindica-su-aspiracion-pacificadora-medio-oriente-n578026

Las relaciones de China con la región de Oriente Medio han estado caracterizadas durante las últimas décadas por un crecimiento paulatino en las áreas diplomática y económica con vista a potenciar los intereses del Gigante Asiático en el desarrollo de su proyecto multinacional The Belt and Road Iniciative (BRI), así como su enfoque desmedido en el mercado de los hidrocarburos, cuyo centro geopolítico gravita en gran medida– en la subárea del Golfo Pérsico.

Con la línea de política exterior “antichina” que impulsara el otrora presidente de los Estados Unidos Donald Trump, en su período de mandato correspondiente a los años comprendidos entre 2016 y 2020, la gran economía asiática fue empujada –con más intensidad– hacia una alternativa diplomática y económica que le garantizara un curso ininterrumpido de crecimiento ante la guerra económica que en su contra impulsara Washington. Oriente Medio fue uno de los puntos de enfoque de su giro determinante.

Sin embargo, aunque sí se agudizaron tras los intentos de boicot y amenazas desde la Casa Blanca hacia distintos mercados de China, los intereses de esta por el área medioriental datan de mucho tiempo atrás, con la década de los 90[1] del pasado siglo como período crucial en la materialización de acuerdos iniciales en los campos de la diplomacia, el comercio, la seguridad y la cultura.

Si se busca un aspecto caracterizador en un sentido general, se podría decir –a grandes rasgos– que los acercamientos y proyecciones de Beijing hacia el área de Oriente Medio han estado signadas por los intereses económico-comerciales en primer orden, en un ritmo parejo a su desarrollo y conversión en potencia.

Y desde el ámbito político es evidente –cuasi natural– una preocupación por parte del hegemón internacional (Estados Unidos) en relación con una pronosticada alteración del orden mundial establecido tras la caída de la Unión Soviética. Incluso, China ha logrado convertirse en auténtico impulsor de la paz, el antiterrorismo y la diplomacia en la zona medioriental, alcanzando significativos triunfos de reconciliación y a favor de la seguridad, en detrimento del papel que ha desempeñado Washington en igual territorio, con mucho más tiempo de presencia y visto como un mensajero de bombas y desestabilización.

Así, entre los logros diplomáticos más importantes mediados por Pekín destaca el restablecimiento de relaciones en el año 2021 entre Irán y Arabia Saudita, los cuales habían garantizado ruptura en todo ámbito desde 2016, como un eslabón radicalmente negativo dentro de la amplia historia de desavenencias bilaterales que registran. Este resalta como un hecho significativo de desafío al protagonismo de Estados Unidos en la región dentro del período de mandato de Joseph Biden.

De hecho, la rivalidad geopolítica entre Teherán y Riad ha sido por décadas uno de los principales problemas regionales en materia de seguridad, debido a que la competencia entre ambos lados se ha extendido incluso– hasta la conformación de enemigas formaciones militares proxies, poniendo en riesgo hasta el mercado energético internacional.

Sin embargo,aunque el peligro de confrontación noha desaparecido del todo desde el reimpulso de los compromisos diplomáticos, sí se han percibido modestos avances en la resolución paulatina de conflictos bélicos y en el desarrollo de convenciones de diálogo en búsqueda de altos a fuego, como lo ha demostrado el caso de Yemen.

A propósito de lo anterior, Beijing ha recibido grandes beneficios de seguridad y garantías de disminución del terrorismo para toda la infraestructura que ha ido desplegando y planea implementar, uno de sus intereses medulares dentro de todos sus esfuerzos de mediación.

En ese sentido, resulta necesario destacar que, aunque la década de 1990 fue contexto histórico de promoción de lazos entre Pekín y la región, los alcances diplomáticos contemporáneos tienen un fuerte punto histórico de partida en el triunfo de la Revolución China en 1949 y el establecimiento de vínculos con Pakistán, país que fue crucial para la apertura del entonces nuevo Estado Socialista[2] hacia el entorno asiático vecino al occidente sur.

Incluso, es substancial conocer que desde la época de Zhou Enlai como primer ministro de la República Popular China (entre 1949-1976) ya se habían diseñado las directrices base que definirían el desarrollo de las relaciones exteriores, conocidos como los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica[3] (Five Principles of Peaceful Coexistence), entre los cuales ha sido medular el que dicta la no interferencia en los asuntos internos de otros Estados.

La aplicabilidad de esta línea ha sido evidente en las proyecciones de Beijing hacia Medio Oriente y ha marcado un contraste de alta intensidad en comparación con la política que Estados Unidos ha ejercido en esa zona, vista en todas las administraciones de segunda posguerra, incluyendo las de Donald Trump y Joe Biden.

Una vez definida la intención de respeto a la situación interna de los países, de lucha contra el terrorismo y de combate al extremismo, la política exterior de Pekín ha ido evolucionando hasta derivar en el fomento del multilateralismo y el liderazgo en la creación de organismos internacionales para la cooperación en diversos ámbitos, como lo han sido –a partir del siglo XXI–la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO, por sus siglas en inglés), con enfoque en la seguridad, y los BRICS, ahora expandido a BRICS + con una amplia voluntad de inserción de nuevas economías, en especial las emergentes y en desarrollo.

En correspondencia, varios países de Oriente Medio han ido sumando sus propósitos e intereses nacionales a las propuestas multilaterales de China, incluyendo naciones como Arabia Saudita, Irán, los pequeños Estados del Golfo (en especial, Emiratos Árabes Unidos y Qatar) o Egipto. Y claramente, el lanzamiento del proyecto Belt and Road Iniciative (BRI) para la nueva centuria ha recogido entre sus trazos los mapas de varias naciones, entre ellas la persa (Irán), la pakistaní, la iraquí y la afgana.

Sobre esta cuestión, el investigador Jonathan Fulton, del Atlantic Council comenta[4] que “el anuncio de la BRI en 2013 confirmó la importancia estratégica de Oriente Medio y el Norte de África en las ambiciones políticas internacionales de China”, ya que, al comprender una extensión de infraestructuras desde el Mar de China Oriental hasta el Mediterráneo, la coloca como Estado en el centro de Eurasia y de la región del Índico.

Consecuentemente, este autor pone en conocimiento la jerarquía de prioridades[5] en las que China inserta a los distintos países de Oriente Medio para la cooperación comprendida en la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Esos niveles incluyen: coordinación política, conectividad de las instalaciones, comercio sin trabas, integración financiera y vínculos interpersonales (cultural).

Por ejemplo, el nivel que dicta la “Plena búsqueda de la cooperación y el desarrollo en asuntos regionales e internacionales” (Comprehensive Strategic Partnership) resulta el más abarcador, y dentro del área de Oriente Medio y África del Norte solo está trazada para cinco países:[6] Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Argelia y Egipto; aspecto que muestra la gran importancia que tienen esos Estados para la política exterior del Gigante Asiático. En el caso de la otrora Persia (enemigo acérrimo de Estados Unidos) y objeto de estudio en las relaciones con Pekín del presente artículo, muestra su centralidad para esta al estar incluido en la lista referida.

Por su parte, la Strategic Parnership –otro de los puntos jerárquicos chinos– es la otra perspectiva planificada para el resto de los países de la región: Iraq, Jordan, Kuwait, Omán, Qatar, Turquía, Marruecos y Djibouti. Esta estrategia percibe –en escala inferior a la mencionada– una coordinación más cercana para tratar asuntos regionales e internacionales, con inclusión de lo militar.

Se debe tener en consideración, para valorar la centralidad del área en los propósitos chinos, que los niveles diplomáticos establecidos por Beijing[7] son cinco y solo los dos de mayor ambición (comprensión de todos o una importante parte de los sectores colaborativos) son destinados a esa zona de Asia Occidental. No incluye los otros eslabones menos abarcadores: Comprehensive Cooperative Partnership, Cooperative Partnership y Friendly Cooperative Partnership. Con este tipo de atención no constan todas las porciones geográficas del orbe.

Partiendo de este punto de análisis sobre prioridades, Carlos Echeverría Jesús (2022) no ve separación entre las proyecciones de política exterior hacia Medio Oriente por parte de China y su papel en la punga entre potencias en el vigente y transitorio orden mundial. Al respecto alega:[8]

“La República Popular China (en adelante RPCh o China) es una de las potencias revisionistas que, hoy en día y en la dimensión geopolítica, juega un papel más proactivo en la llamada competición entre las grandes potencias. En dicho marco hay un apartado particular que tiene cada vez más interés, tanto para analistas de seguridad como para inversores del mundo entero, y que es la de la relación entre el gigante asiático y actores pertenecientes al mundo islámico.”

Paralelamente, Echeverría Jesús aporta un importante punto conclusivo al decir que:

“China ansía tener una posición central en relación con el resto de Asia –el «Imperio del Medio» y su protagonismo en términos de jerarquía regional– en una primera etapa, en la que ya estamos, y llegar a alcanzar el papel de líder global en relación con el resto del mundo en el año 2050.”

“Y en dicha primera dimensión, interactúa con varios países musulmanes de importancia. Como en clave regional tiene que competir con India, lo hace incrementando su influencia tanto en Afganistán como en las repúblicas centroasiáticas, y ello a la vez que trata de atraer la atención y el compromiso de Pakistán.”

A su vez, entre las implicaciones geopolíticas de los crecientes acercamientos entre China y Oriente Medio que los autores Mohammad Eslami y Maria Papageorgiou (2023)[9] no dejan pasar por alto está la atracción que impregna para los Estados de la región la estrategia de no intervención en asuntos internos por parte de Beijing, combinada con ventajosos acuerdos económicos que implican avances en infraestructura, innovación e inversión de capitales, donde cada una de las partes firmantes extrae beneficios significativos, a diferencia de las herencias imperialistas propias de países como Estados Unidos, Reino Unido o Francia, donde ha sido más evidente el despojo, el robo y la destrucción. Así dicen:

“Los países de Oriente Medio consideran cada vez más que el principio chino de no injerencia y el compromiso de salvaguardar los intereses comunes mediante la independencia y la autonomía constituyen una opción atractiva para diversificar sus vínculos económicos y de seguridad.

Este enfoque se alinea con el deseo de los países de Oriente Medio de una mayor autonomía y flexibilidad en sus relaciones exteriores. La posición de China como actor neutral y no alineado en la región ha dado a Pekín una capacidad única para aumentar su participación en la promoción de la paz y los esfuerzos de mediación en los últimos años.”

Eslami y Papageorgiou afirman[10] que Beijing impulsa el desarrollo económico de sus países socios o asociados más allá de los intereses en hidrocarburos, cuestión que se acentúa con la celebración de constantes cumbres y eventos capaces de prever los mejores escenarios para la implementación de nuevas políticas, desde la toma en consideración de las voces de todas las partes. Así lo comentan:

“Las recientes iniciativas diplomáticas de China demuestran la profunda inversión de Pekín en seguir desarrollando las relaciones con los países de Oriente Medio. En 2022, China celebró su primera Cumbre China-Estados Árabes y su primera Cumbre China-CCG, mostrando su compromiso de fomentar asociaciones estratégicas en la región y promover el desarrollo económico más allá de sus intereses energéticos tradicionales.”

Esto se traduce en grandes retos para Estados Unidos, nacientes en los años de Donald Trump y agudizados en la Administración de Biden, debido a una paulatina pérdida de confianza en las políticas y exigencias provenientes de Occidente –en especial de la Casa Blanca– y a giros económicos de relevancia donde el mercado asiático y el potenciado por China se convierten cada vez más en centro de intercambio; la diplomacia mandarín, como vanguardia en la seducción para las mejores oportunidades.

Sobre estos desafíos, Syed Jazib Shamim (2023) –junto a otros estudiosos del Asian Journal of Politicology and Allied Studies (AJPAS)– asevera[11] que “China como actor principal en Oriente Próximo puede fomentar cambios regionales de poder e influencia”, así como que “a medida que China trata de salvaguardar sus intereses, puede alinearse con los países de Oriente Medio de forma que desafíe el dominio regional estadounidense en la región”.

Entre los errores que Shamim y sus colegas alegan como culpables de la pérdida de terreno por parte de Estados Unidos en el área de Medio Oriente resalta la falta de efectividad en la resolución de conflictos. De este modo lo resumen:[12]

“Se ha comprobado que los conflictos de años en la región, como la crisis palestina y las tensiones entre Arabia Saudí e Irán, no han podido disiparse a pesar de la fuerte presencia estadounidense en la región. Las tensiones entre Arabia Saudí e Irán no han podido disiparse a pesar de la fuerte presencia de Estados Unidos en la región.

La principal conclusión es que EE.UU. no ha logrado mediar ni actuar como pacificador en estas cuestiones, ya que siempre ha tomado partido. Como actor neutral e imparcial, China ha conseguido ganarse la confianza de ambas partes.”

De hecho, uno de los momentos políticos durante el Gobierno de Biden que ha demostrado fricción y mayor búsqueda de autonomía en las decisiones de política exterior desde naciones árabes mediorientales, fue el protagonizado en 2022 –en el marco de la Cumbre OPEP+– por Mohammad bin Salman,[13] quien rechazó responder a los pedidos de la Casa Blanca en relación con aumentar los niveles de producción de petróleo para afectar los ingresos en divisas de la economía de Rusia, recién inmersa en conflicto bélico con Ucrania. En otro contexto, una reacción así hubiese sido impensable.

Y es que los cambios en las posturas políticas tienen asidero en los avances económicos que con China han afianzado diversos Estados mediorientales que, en otra época, solo esperaban de Occidente las ofertas de convenios. Riad cada vez sale mejor parada en las negociaciones con Pekín, como de igual forma ha ocurrido para Teherán.

Estar dentro de los países comprendidos en el nivel Comprehensive Strategic Partnership, dentro de la política exterior destinada a la región, se ha traducido en la firma de convenios de alto impacto y espectro como el Acuerdo Integral de Cooperación Estratégica por 25 años con Irán, firmado en 2021 y que no tiene comparativos en la historia reciente de esta nación milenaria.

La Administración de Donald Trump asintió e impulsó otra vuelta de tuerca a la creciente desconfianza que hacia Washington se había despertado en el área, en especial para el Estado persa, tras las traiciones a las palabras dadas durante la firma del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés), más popularmente conocido como Acuerdo Nuclear. Lo anterior, sumado al irrespeto abierto a la causa palestina, con una postura ampliamente parcializada que incluyó el insólito e increíble traslado de la embajada de Estados Unidos a Tel Aviv.

La redirección del enfoque de intereses de la Casa Blanca hacia el Pacífico Sur, en su persistente guerra geopolítica contra China, conllevaron al inicio de un abandono creciente del Medio Oriente, un espacio muy bien aprovechado por esta potencia asiática. Incluso, la iniciativa de retirar las tropas militares de Afganistán, así como parcialmente de Irak y Siria, ha demostrado las transformaciones en las prioridades del Imperio occidental, al tiempo que ha despertado en la política doméstica regional (salvo en Israel) la necesidad de alianzas más respetuosas y duraderas. A pesar de que con Biden las proyecciones no han sido tan estridentes como las de Trump, en sentido general las de este han sido inamovibles.

Este comportamiento no solo ha sido evidenciado por los acercamientos y vínculos mediorientales con Pekín, sino con otros actores extrarregionales de creciente interés como Corea del Sur, Japón y la India.[14] Por su parte, además de la falta de confianza en lo proveniente de Occidente, los intentos de transformar la matriz económica en varios Estados –como los árabes–, de dependencia absoluta a la industria petrolera, han despertado los propósitos de formular lazos ventajosos que faciliten el desarrollo de nuevos y diversificadores sectores, desde la emergencia de inversiones, infraestructuras y tecnología de avanzada.

Beijing ha venido a poner sobre la mesa muchas de esas oportunidades, sumadas a la paz, la seguridad y el respeto a los intereses nacionales. La neutralidad ante los principales conflictos (como Israel-Palestina o Irán-Arabia Saudita) ha sido una importante base.

Si hubiese que enumerar algunos de los principales proyectos que ha ido materializando China en la región de Oriente Medio, se pudiera mencionar:

  • Desarrollo de parques industriales conectados a puertos para que faciliten las cadenas de suministro. Destacan:
  • Los parques:[15] Khalifa Port Zona Franca del Puerto de Khalifa (KPFTZ) en Abu Dhabi (EAU); el de Omán Autoridad de la Zona Económica Especial de Duqm (SEZAD); la Jazan City for Primary and Downstream Industries (JCPDI) en Arabia Saudí, y la zona TEDA-Suez en Ain Sokhna (Egipto).
  • Los puertos: Khalifa Industrial de Abu Dhabi (KIZAD); SEZAD en Omán; la Base de Apoyo del Ejército Popular de Liberación en Yibuti; así como el Puerto Said en Egipto.
  • Ferrocarril “Rojo-Mediterráneo”, para conectar Eilat (en el Mar Rojo) con Ashdod (en el Mediterráneo). Con este proyecto, Pekín se permitiría no depender del Canal de Suez para el desenvolvimiento del comercio proveniente de Europa o del Norte de África.
  • Ferrocarril con ruta desde Zhejiang a Teherán.

Todas estas proyecciones infraestructurales –y otras muchas más– forman parte de los planes económicos para Medio Oriente que se recogen en la Belt and Road Iniciative (BRI), dividida –a su vez– en dos programas de suma importancia: el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda (SREB, por sus siglas en inglés) y la Iniciativa de la Ruta de la Seda Marítima (MSRI,) este último con perspectiva de ejecución a través de la región del Océano Índico.

A través de la profundización en el estudio sobre las relaciones entre China e Irán, propuesto por el presente artículo, se ponen en evidencia otros propósitos económicos y constructivos que permiten visualizar de mejor modo la amplitud del diseño que para la subregión asiática persigue el Gigante Asiático.

Algunos datos sobre intercambio comercial entre China y Medio Oriente durante las administraciones de Trump y Biden

En los últimos años, incluyendo los posteriores a la pandemia global de la Covid 19 –contexto en el cual se avizoró por algunos un desplome de la economía china, cosa que no ocurrió–, ha habido un aumento del intercambio comercial y de inversiones entre Beijing y la región de Oriente Medio, una consecuencia resultante de los propios acuerdos políticos y compromisos referidos anteriormente, suscritos fundamentalmente durante las administraciones de Donald Trump y Joseph Biden.

Según destaca el sitio de monitoreo y análisis económico Voronoi,[16] con apoyo en el especializado Customs of China, entre 2016 y 2023 el comercio entre el país asiático y el área medioriental osciló entre los $200 y $500 000 millones de dólares aproximadamente. En ese período, el año 2022 destacó con un monto total de $480 000 millones de dólares en intercambio.[17]

En un esfuerzo de comprensión sobre estos datos, el autor e investigador Ehsan Soltani asume que dicho comportamiento estriba en factores de medular importancia y centralidad como todos los proyectos asociados al Belt and Road Iniciative (BRI), a la cooperación energética (Medio Oriente como uno de los principales proveedores de petróleo y gas del Gigante Asiático), los Strategic Partnerships y los programas de diversificación económica.

Con una mirada más específica, el blog The Strategist[18] –del Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI, por sus siglas en inglés)– asegura que con los países árabes del Golfo Pérsico los contactos económicos han crecido de manera drástica. En específico, con los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC, por sus siglas en inglés) el aumento ha sido de $10 000 millones de dólares registrados en el año 2000 a más de $230 000 millones de dólares en 2021.

Sobre este acercamiento con los miembros del GCC, los expertos Mohammad Eslami y Maria Papageorgiou –del Georgetown Journal of International Affairs de la School of Foreign Service de la Georgetown University– afirman[19] que para el año 2020 Beijing reemplazó a la Unión Europea como el más grande socio comercial de estos referidos estados árabes.

Así, ambos autores acotan que Pekín se ha convertido[20] en el principal destino y abastecedor de productos no petroleros para Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, por tanto, protagonista en los procesos de transición tecnológica y transformación económica de ambos países para separarse de la dependencia a los hidrocarburos.

Por otro lado, The Strategist resalta también los compromisos cada vez más crecientes entre China e Israel, abarcadores de sectores como la tecnología (inteligencia artificial y telecomunicaciones), la agricultura, la educación y la infraestructura, y alcanzando niveles equivalentes a $21 000 millones de dólares, registrados en el año 2022,[21] lo anterior como respuesta a cerca de 500 convenios de inversión firmados durante la década previa a esa fecha.

A su vez, los vínculos de Pekín no solo se extienden al Estado Judío, sino además a los Territorios Palestinos, en un gesto constante de equilibrio diplomático y neutralidad ante los conflictos. Con Palestina, el gobierno chino ha impulsado desde 2018 negociaciones para la implementación de un Acuerdo de Libre Comercio (ALC China-Palestina),[22] cuya primera ronda de conversaciones se celebró en el año 2019, aunque el encuentro entre Xi Jinping y Mahmud Abbás no se materializó hasta 2023. No obstante, con la escalada de conflicto desatada en Gaza el 7 de octubre de 2023, los proyectos internacionales palestinos han quedado congelados.

Además del Acuerdo de Libre Comercio en proyección, Beijing desarrolla compraventa bilateral con Palestina, muy ínfima en cuanto a monto en comparación con otros territorios del área, pero completamente comprensible dada la realidad de violación a sus derechos como Estado.

Para el año 2022 los intercambios alcanzaron los $158 millones de dólares,[23] con un peso mayor en las importaciones de mercancías chinas y destacando como productos los aparatos mecánicos, muebles, reactores nucleares, calderas, máquinas eléctricas, ropa de cama, colchones, entre otros.

Las inversiones de China en territorios palestinos van adquiriendo relevancia gracias a las metas que persigue en esa zona la Belt and Road Iniciative. En ese sentido, para el año 2018 se firmaron acuerdos que contemplaron una cifra aproximada a $8,87 millones de dólares para arrojar en suelo árabe.[24]

No obstante, el compromiso mayor ha sido rubricado en 2022 bajo el nombre “Memorando de Entendimiento sobre la Cooperación en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta”,[25] el cual dicta la ruta para la colaboración en infraestructuras de transporte, en energías renovables, en el fomento de zonas industriales y polos económicos, en el impulso de la conectividad digital y el comercio electrónico, así como en el empuje de intercambios culturales y educativos.

A propósito de todo lo anteriormente expuesto y para tener una noción más exacta del significado que ha adquirido Medio Oriente para Beijing, el Consejo de Estado de la República Popular de China confirma[26] que la región se convirtió en 2022 en el destino de mayor crecimiento en materia de comercio, con un aumento por encima del 27,1 por ciento cada año, casi duplicando el ritmo de intercambio del Gigante Asiático con sus vecinos de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.

Eso sí, la extensión de los intereses chinos abarca toda el área, aunque con un mayor enfoque en la zona del Golfo Pérsico y en Israel.

Referencias bibliográficas


[1] Blanchard, Christopher M. (2023): Middle East and North Africa-China Relations. Introducción. Congressional Research Service. Disponible en: https://sgp.fas.org/crs/mideast/R47482.pdf

[2] Shamim, S. J., Nasim, M. M., & Shah, H. (2023). Role of China’s diplomacy in the Middle East and Saudi-Iran peace deal: implications for the region. Asian Journal of Politicology and Allied Studies (AJPAS), 1(1), 11-21. p. 12. Disponible en: https://doi.org/10.47264/idea.ajpas/1.1.2

[3] Ídem.

[4] Fulton, J. (2019). China’s Changing Role In The Middle East. Rafik Hariri Center for the Middle East. Atlantic Council. Disponible en: https://www.atlanticcouncil.org/wp-content/uploads/2019/06/Chinas_Changing_Role_in_the_Middle_East.pdf

[5] Ídem. p. 2.

[6] Ídem. p. 4.

[7] Ídem.

[8] Echeverría Jesús, Carlos (2022): “China y el mundo islámico. Desafíos y oportunidades”. Cuadernos de estrategia, ISSN 1697-6924, Nº. 212, 2022 (Ejemplar dedicado a: China: el desafío de la nueva potencia global), pp. 219. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8756237

[9] Eslami M. y Papageorgiou M. (2023): “China’s Increasing Role in the Middle East: Implications for Regional and International Dynamics”. Georgetown Journal of International Affairs. Disponible en: https://gjia.georgetown.edu/2023/06/02/chinas-increasing-role-in-the-middle-east-implications-for-regional-and-international-dynamics/

[10] Ídem.

[11] Shamim, S. J., Nasim, M. M., & Shah, H. (2023). “Role of China’s diplomacy in the Middle East and Saudi-Iran peace deal: implications for the región”. Asian Journal of Politicology and Allied Studies (AJPAS), 1(1), 17. https://doi.org/10.47264/idea.ajpas/1.1.2

[12] Ídem.

[13] Holland, Steve (2022). Biden promete consecuencias para Arabia Saudita tras la decisión de la OPEP+. Euronews. Octubre de 2022. Disponible en: https://es.euronews.com/2022/10/11/petroleo-eeuu-asaudita 

[14] Fulton, J. (2019). China’s Changing Role In The Middle East. Rafik Hariri Center for the Middle East. Atlantic Council. p. 10. Disponible en: https://www.atlanticcouncil.org/wp-content/uploads/2019/06/Chinas_Changing_Role_in_the_Middle_East.pdf

[15] Ídem. p. 7.

[16] Soltani, Ehsan (2024). China’s Trade with Middle East, Russia, and Central Asia Surpasses U.S. Levels and Matches EU. Voronoi. Disponible en: https://www.voronoiapp.com/economy/-Chinas-Trade-with-Middle-East-Russia-and-Central-Asia-Surpasses-US-Levels-and-Matches-EU-1639

[17] Ídem.

[18] Afterman, Gedalian y Weinberger, Allie (2024). China’s growing influence in the Middle East. Blog The Strategist, The Australian Strategic Policy Institute (ASPI). Disponible en: https://www.aspistrategist.org.au/chinas-growing-influence-in-the-middle-east/

[19] Eslami, Mohammad y Papageorgiou, Maria (2023). “China’s Increasing Role in the Middle East: Implications for Regional and International Dynamics”. Georgetown Journal of International Affairs. Washington, United States. Disponible en: https://gjia.georgetown.edu/2023/06/02/chinas-increasing-role-in-the-middle-east-implications-for-regional-and-international-dynamics/

[20] Ídem

[21] Afterman, Gedalian y Weinberger, Allie (2024). China’s growing influence in the Middle East. Blog The Strategist, The Australian Strategic Policy Institute (ASPI). Disponible en: https://www.aspistrategist.org.au/chinas-growing-influence-in-the-middle-east/

[22] China Briefing: China y Palestina: Relaciones Comerciales, de Inversión y Diplomáticas. Disponible en: https://www.china-briefing.com/news/china-y-palestina-relaciones-comerciales-de-inversion-y-diplomaticas/

[23]Ídem

[24] Ídem

[25] Ídem

[26] The State Council of The People’s Republic of China (2023). Sino trade volumes soar with  Middle East, Africa. Disponible en: https://english.www.gov.cn/news/202307/17/content_WS64b49b48c6d0868f4e8ddd72.html


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