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Retirada sin gloria

abril 26, 2021   0

En comparecencia ante la televisión cubana el dos de noviembre de 2001, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, al referirse a la invasión estadounidense y de algunos de sus aliados a Afganistán, so pretexto de que protegían a Osama Bin Laden y su organización Al Qaeda, planteó que esa guerra podría durar 20 años o más. Tales palabras fueron proféticas.

El reciente anuncio del presidente de los Estados Unidos (EE.UU.) Joe Biden, de que las fuerzas militares norteamericanas se retirarán totalmente de Afganistán en el otoño de 2021, y el subsiguiente anuncio de sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que para esa misma fecha las fuerzas militares de esa organización que aún permanecen en el país centroasiático también se retirarán, parecen marcar el final de la ocupación de esa nación, tras la invasión realizada en el año 2001.

En un discurso televisado el 14 de abril de 2021, el mandatario estadounidense informó la decisión tomada, teniendo en cuenta el acuerdo hecho por su antecesor con los talibanes, planteando que existe consenso de que los objetivos que se perseguían cuando se produjo en el 2001 la invasión a Afganistán se había cumplido, que ya eran 20 años de presencia militar en ese país, que el enfrentamiento a las amenazas terroristas era más efectivo si mantenían sus fuerzas militares listas para actuar desde su territorio, y que los problemas afganos debían ser solucionados por ellos mismos.

El actual presidente de la nación norteamericana, Joe Biden hizo referencia a los militares que han cumplido su deber en esa guerra, significando los 2488 estadounidenses que han muerto en ese país, y los más de 20000 heridos. Nada dijo de los millones de desplazados, los miles de muertos, heridos y lesionados afganos debido a la guerra, muchos de ellos a causa de bombardeos indiscriminados o “errores” (los llamados “daños colaterales”). Nada dijo además, de la pésima situación de la economía interna ni del elevado papel en la producción y comercialización de heroína, que convirtió a Afganistán en el principal productor de esas drogas a nivel mundial, ante la presencia de los ocupantes estadounidenses y de sus aliados.

Como se recordará, el entonces presidente estadounidense George W. Bush ordenó a sus fuerzas armadas (FF.AA.) invadir Afganistán, bajo el pretexto de que el gobierno talibán ofrecía albergue a Osama Bin Laden y a miembros de la organización Al Qaeda. El gobierno estadounidense responsabilizó a estos por los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York y del edificio del Pentágono, sede del Departamento de Defensa, en la ciudad de Washington.

La invasión de Afganistán en el año 2001 por parte de una coalición de países liderada por Estados Unidos se materializó en la llamada Operación Libertad Duradera (Enduring Freedom), que incluyó una campaña aérea por la aviación norteamericana. Existe información de que previamente se habían introducido fuerzas de operaciones especiales norteamericanas para cooperar con la llamada Alianza del Norte, agrupación opuesta a los talibanes que llevaba años combatiendo en la zona norte del país. 

La «Operación Libertad Duradera» comenzó el siete de octubre de 2001, con el lanzamiento de 50 misiles de crucero Tomahawk y bombas guiadas de alta precisión lanzadas desde 15 bombarderos B-1, B-2 y B-52 y 25 cazabombarderos. Esta operación de combate estadounidense (incluyendo tropas de operaciones especiales) tuvo la participación de algunos países aliados (principalmente Reino Unido y Canadá) y se llevó a cabo principalmente en las regiones  sur y este del país, a lo largo de la frontera con Pakistán, e incluyó la ocupación de las principales ciudades del país.

Posteriormente, fue establecida la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (en inglés, International Security Assistance Force, ISAF) una “misión de seguridad multinacional” que se estableció el 20 de diciembre de 2001 mediante la Resolución 1386 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, conforme al Acuerdo de Bonn para el restablecimiento del Gobierno de Afganistán. Desde el 11 de agosto de 2003 la misión fue liderada por la OTAN. El objetivo de la ISAF era “permitir al Gobierno afgano proporcionar una seguridad efectiva en todo el país y desarrollar unas fuerzas de seguridad propias”.

La misión asumida por la OTAN estaba integrada por todos los países miembros del tratado y por países no pertenecientes a la organización. Esta misión fue la primera misión de la OTAN fuera de Europa y América del Norte. El total del territorio de Afganistán lo cubrieron un total de 128 961 soldados de 50 países y 25 Equipos de Reconstrucción Provincial (en inglés: Provincial Reconstruction Teams, PRT).

A partir de 2011, la responsabilidad de la seguridad fue transferida gradualmente a las fuerzas afganas. La ISAF puso fin a sus operaciones el 31 de diciembre de 2014, reemplazada por una nueva misión de la OTAN, con una presencia militar aliada más reducida.

A partir del primero de enero de 2015 la misión aliada en Afganistán pasó a denominarse «Apoyo Decidido» (Resolute Support), y supuestamente debía limitarse a asistir, entrenar y asesorar a las fuerzas de seguridad afganas. El marco legal para Apoyo Decidido estaba provisto por un Acuerdo sobre el Estado de las Fuerzas (SOFA), firmado en Kabul el 30 de septiembre de 2014 y ratificado por el Parlamento afgano el 27 de noviembre de 2014. El SOFA define los términos y condiciones bajo los cuales las fuerzas de la OTAN se desplegaron, así como las actividades que estaban autorizadas a realizar. La Misión también contó con el apoyo de la Resolución 2189 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, adoptada el 12 de diciembre de 2014.

En tanto, también se mantuvo la operación Centinela de la Libertad (Operation Freedom Sentinel OFS), nombre oficial utilizado por el Gobierno de los Estados Unidos para el seguimiento de la misión a la Operación Libertad Duradera,  continuación de la llamada Guerra Mundial contra el Terrorismo.

De acuerdo a los criterios estadounidenses, la Operation Freedom Sentinel era parte de la Misión de Apoyo Decidido de la OTAN, que comenzó el 1 de enero de 2015. El enfoque principal de la OFS según el entonces Secretario de Defensa Chuck Hagel «incluirá dos componentes principales: trabajar con aliados y socios en Apoyo Decidido, y continuando «operaciones de contraterrorismo contra los remanentes de Al-Qaeda para asegurar que Afganistán nunca más sea usado para organizar ataques contra EE.UU”.

A finales del año 2019 se hizo público que el gobierno de los EE.UU. había llegado a un acuerdo con el movimiento Talibán para poner fin al conflicto en ese país y retirar las tropas norteamericanas y de la OTAN desplegadas en la nación centroasiática desde 2001. Aun cuando se conocía que existían conversaciones, el anuncio se consideró un tanto sorpresivo, y no faltaron los que acusaron que este acuerdo tenía un objetivo electorero  por parte de Mr. Donald John Trump.

Con escasos días de diferencia a la firma de tal acuerdo, hecho público en Doha, Qatar, el día 29 de Febrero de 2020, varios hechos demostraban que la situación en dicho país no era favorable a los intereses estadounidenses, y tampoco para que se lograse una pacificación del país, pues continuaban los enfrentamientos entre las fuerzas del gobierno y los talibanes, 

Durante prácticamente todo el año 2020 se mantuvieron las conversaciones sobre el conflicto entre el gobierno de Kabul y los Talibanes. No obstante, no todas las informaciones han sido halagüeñas; el nueve de enero de 2021 miembros de la delegación talibana en las conversaciones hicieron comentarios señalando al presidente Ghani como un obstáculo para el logro de un acuerdo definitivo. Entre tanto, el propio presidente afgano declaraba el 29 de enero del propio año  que los talibanes no cumplían sus compromisos y clamaba por mayor presión por parte de EE.UU. y sus aliados, así como una revaloración de la retirada de las tropas.

Además de EE.UU. y los países de la OTAN, otros gobiernos de la región han apoyado de diferentes formas la realización de estas conversaciones, incluyendo Pakistán, la India, Irán, Uzbekistán, Turquía, la República Popular China, la Federación Rusa, entre otros. También se conoció que diferentes organizaciones internaciones, y organizaciones no gubernamentales del propio Afganistán saludaron la celebración de dichas conversaciones, que se plantean continuarán en una nueva sede, probablemente en Estambul, Turquía, en fecha aún por confirmar.

Las informaciones más recientes dan cuenta de que, aunque las fuerzas insurgentes han dejado de atacar a los ocupantes extranjeros, sobre todo en las ciudades, aun la violencia en las zonas rurales es notable.

Los problemas más serios a juicio del autor radican en que, primeramente, el tratado firmado por Washington se hizo sin la participación del gobierno, supuestamente legítimo, del país. En segundo lugar, aun cuando EE.UU. planteaba no reconocer al Talibán como un “Estado Islámico”, de facto y de jure llegó a un acuerdo con el movimiento, e incluso se comprometió a retirar las tropas norteamericanas y de la OTAN de ese país en 14 meses.

Los imperialistas estadounidenses al parecer no han comprendido todavía que los problemas de un país solo pueden ser resueltos cuando el pueblo de esa nación lo decide y ejecuta por su propia cuenta; tampoco han comprendido que las mentiras y tergiversaciones pueden ser útiles en un corto plazo, pero que finalmente son descubiertas y hacen más grande el descrédito de aquellos que las usaron. Olvidan la frase atribuida al Presidente Abraham Lincoln: “Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo…se puede engañar a algunos todo el tiempo…pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Los críticos al gobierno estadounidense, que incluyen algunos académicos destacados, señalan que no puede considerarse al movimiento Talibán como un interlocutor fiable, que tal acuerdo puede interpretarse como la aceptación de la derrota por parte de Washington, amén de un esfuerzo del presidente Trump para demostrar que estaba cumpliendo sus promesas electorales de 2016, envuelto en la campaña para las elecciones del tres de Noviembre de 2020.

De hacerse con el poder los Talibanes, pudiera representar un regreso a la situación que existía en la nación centroasiática en el año 2001; existen determinados grupos étnicos que no aceptaban el gobierno talibán y se encontraban en guerra contra el mismo, por lo que no sería extraño que la paz necesaria para la reconstrucción del país no se alcance.

Conclusiones

La anunciada retirada de las tropas norteamericanas y de sus aliados de la OTAN, antes del 11 de Septiembre de 2021, parece marcar el final de una de tantas guerras imperialistas que termina en el fracaso. Al parecer, para el imperio continuar gastando recursos intentando sofocar la resistencia afgana no reporta beneficios, y es más favorable abandonar ese país.

Sobre la Guerra en Afganistán, fueron premonitorias las palabras de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el año 2001: De algo sí puedo estar absolutamente seguro: basta con que 20 mil ó 30 mil hombres utilicen métodos inteligentes de guerra irregular, los mismos que quiere emplear Estados Unidos, y esa lucha puede durar 20 años. Es absolutamente imposible reducir a los adversarios afganos en una guerra irregular con bombas y misiles, sea cual fuere el calibre o la potencia de esas armas, en un terreno como el de aquel país (fin de la cita).

Una vez más, nuestro máximo líder demostró su capacidad de analizar y extraer conclusiones acertadas. Tras 20 años de conflictos, las tropas norteamericanas han de abandonar Afganistán sin una clara victoria, dejando un país devastado, y una  situación actual en ese país que no parece  clara, y será necesario esperar a que se logren acuerdos favorables y que realmente las partes cumplan sus compromisos y se alcancen resultados positivos. Esto es deseable para una nación que lleva decenios de guerras y conflictos, y precisa de una paz estable y duradera para labrar un futuro mejor para sus ciudadanos,

Bibliografía

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