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Arabia Saudí

Diplomacia y negociación en Medio Oriente: el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudí

marzo 16, 2023   0

Crédito: Prensa Latina TV

El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Teherán y Riad, el 13 de marzo de 2023, con reapertura de embajadas, pactada dos meses después de asumido el compromiso entre las
partes, constituye un acontecimiento significativo, alcanzado mediante la mediación de Beijing.

La gestión china es relevante y reafirma su agenda política y diplomática concebida e implementada hacia Medio Oriente, particularmente hacia dos actores clave en la región como son Irán y Arabia Saudí, si bien de modo general el perfil más prominente había estado enfocado en el comercio y lo energético (petróleo y gas).

Irán y Arabia Saudí ocupan un lugar importante para el ambicioso proyecto globalizador, que representa la Franja y la Ruta, impulsado por el gigante asiático, que involucra el comercio multimillonario de hidrocarburos e inversiones en infraestructuras clave para las economías de los dos países, enfrascados además en una ampliación de sus relaciones internacionales, políticas y económicas, con la región asiática, en general.

El acuerdo fue logrado en el contexto de una semana de reuniones entre el asesor de Seguridad Nacional saudí, Musaad Al-Aiban, y su contraparte iraní, Alí Shamkhani, con la mediación de Wang Yi, asesor del Buró Político del PCCh y anterior canciller, a lo que se añade el desempeño previo de Iraq y Omán como
patrocinadores.

Como preámbulo, no menos crucial, Jordania había sido sede de la reunión sostenida entre los ministros de Exteriores de Irán y Arabia Saudí, mientras que en febrero de 2023 tuvo lugar la visita oficial del presidente iraní, Ebrahim Raisi a China, enfocada en el fortalecimiento y ampliación de las relaciones bilaterales.

Mediante una declaración conjunta, Teherán y Riad anunciaron el acuerdo, después que desde 2016 el Reino saudí cortó los vínculos con el país vecino.

La publicación Al-Monitor observa al respecto que el acontecimiento relevante tuvo lugar en la semana en que los EEUU dieron a conocer la Evaluación Anual de la Comunidad de Inteligencia, en la cual China tiene el rol principal como adversario global número uno, al mismo tiempo que la Asamblea Popular Anual otorgó al presidente Xi Jinping un tercer mandato. Sobre el particular, la reacción oficial de la administración Biden tuvo el comportamiento siguiente:

Ned Price, portavoz del Dpto. de Estado, declaró: “Apoyamos todo lo que sirva para rebajar las tensiones en la región y, potencialmente, ayudar a prevenir conflictos”.

La secretaria de Estado asistente Barbara Leaf comentó a AlMonitor, que los EEUU no están buscando una guerra fría, ni pidiendo a sus socios que tomen una postura contra China, sino que en vez de ello otorgarán prioridad a prevenir el acceso chino a la tecnología estadounidense.

Con dicha declaración, la alta funcionaria diplomática buscó disipar, en lo posible, cualquier interpretación que pudiera traducirse en una actitud de conflictividad agravada de Washington con Beijing, en lo que respecta, al menos, en este asunto específico.

Por su parte, el vocero del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, señaló que los EEUU estaba informado del acuerdo por los saudís, así como de las conversaciones sostenidas con la contraparte, como parte del proceso.

Washington dio la bienvenida al acuerdo, como hecho que pudiera ayudar al fin del conflicto en Yemen, lo que representaría un acto positivo ante la grave crisis humanitaria generada por dicho evento.

Los EEUU identifican a Yemen como una plaza con valor geoestratégico en Medio Oriente; razón por la cual varias administraciones han desarrollado una agenda política y diplomática bilateral con Sanaa, y a través de Riad, con el apoyo en el área de la defensa en el enfrentamiento del Reino contra los rebeldes hutis, de la misma manera que se han incorporado con la ONU en el esfuerzo humanitario de suministro de alimentos.

Por ende, en el pensamiento de Washington cualquier variante de arreglo negociado del conflicto en Yemen, deberá abrir una puerta a su influencia en ese país.

Lo alcanzado entre Teherán y Riad tiene trascendencia regional e internacional también, en un medioambiente caracterizado por las tensiones propias de la región y las que el conflicto en Ucrania
está generando en el ámbito de las relaciones internacionales, tanto en lo bilateral como en lo multilateral, tras poco más de un año del inicio de la Operación Militar Especial (OME) de Rusia.

En lo específico, ambos actores han mantenido una actitud constructiva y de cooperación con Moscú, tomando en consideración requerimientos e intereses propios, con destaque para el tema energético, atendiendo al desempeño asumido por la OPEP +, bajo acento de Arabia Saudí en 2022.

Al mismo tiempo, merece recordar que Riad mantuvo comunicación apropiada con Kiev y Moscú, en sus intenciones diplomáticas por desempeñar un papel activo en la búsqueda del cese el fuego y el establecimiento de conversaciones de paz entre ambos contendientes.

En esa dirección, el Reino saudí prometió ayuda humanitaria a Kiev, por un monto de 400 millones de dólares, que se concretó a finales de febrero último, con la visita oficial del ministro de Exteriores, príncipe Faisal bin Farhan, a Ucrania, quien fue recibido en audiencia por el presidente Zelensky.

No menos crucial resultó que el acuerdo de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Teherán y Riad tuviera en su favor la continuidad del diálogo, verificación y monitoreo pactado entre las autoridades iraníes y la OIEA, cuyo proceso estuvo a punto de descarrilarse, ante la alegada violación por parte de Teherán del nivel límite de procesamiento de material nuclear, señalado por el máximo organismo multilateral encargado.

El acuerdo tuvo repercusión en la escena política de Israel. AlMonitor captó el desenlace de los intercambios acusatorios entre los líderes de la coalición gubernamental y la oposición, que responde, en fin de cuentas, a la batalla política que tiene lugar en la escena doméstica israelí, en la que confluyen varios temas de controversia y que, de un modo u otro, apuntan hacia la figura del primer ministro Benjamín Netanyahu.

Merece observar, sobre este particular, que los dos ex primeros ministros israelíes, Yaid Lapid y Naftali Bennett, tuvieron declaraciones que ilustran el momento.

“El acuerdo (Saudí-Irán) es un completo y peligroso fracaso de la política exterior del gobierno israelí. Esto es lo que sucede cuando te enfrentas todo el día a la locura legal, en lugar de hacer lo que hay que hacer cara a cara con Irán, y en lugar de fortalecer las relaciones con Estados Unidos», apuntó el ex primer ministro Lapid.

Mientras, el ex primer ministro Bennet señaló: “La renovación de las relaciones entre Arabia Saudita e Irán es un desarrollo serio y peligroso para Israel, una victoria política para Irán y un golpe fatal al esfuerzo por construir una coalición regional contra Irán.

Es un fracaso rotundo del gobierno de Netanyahu, derivado de una combinación de negligencia diplomática con debilidad general y conflicto interno en el país”. Agregó: “Los países del mundo y de la región miran a Israel y ven un país en conflicto, con un gobierno disfuncional. Y así estos países eligen un bando. El gobierno de Netanyahu es un rotundo fracaso económico, político y de seguridad. Todos los días, sus acciones ponen en peligro al Estado de Israel».

De un modo u otro, estas declaraciones formuladas por ex jefes de Ejecutivos israelíes ponen sobre el tapete el debate existencial que vive ese país, matizado por reiteradas protestas y manifestaciones callejeras en las principales ciudades del país, en contra de aquellos proyectos del gobierno de coalición, que atenten contra la estructura democrática construida desde la fundación del Estado de Israel.

En resumen, se pudiera anotar, a modo de consideraciones preliminares, que la repercusión del acuerdo de restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita destaca lo siguiente:

  1. Contribuye a una potencial reducción de tensiones entre dos poderes regionales, divididos por razones políticas y religiosas, fundamentalmente, además del peso geopolítico que entraña hoy esas disputas, con potencias extracontinentales que interactúan y rivalizan en ese escenario;
  2. Reafirmación de la influencia creciente de China en el escenario de Medio Oriente (y mundial);
  3. Eventual ralentización del proceso de normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudí, atendiendo a la intensidad alcanzada por el proceso emprendido, bajo los Acuerdos de Abraham (/2019), sobre todo en lo relacionado a la enemistad de Tel Aviv con Teherán;
  4. Favorecer el proceso de evolución positiva en Siria, y;
  5. Contribuir al proceso de fin de la guerra en Yemen.

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