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Conflicto

Israel, Palestina y la encrucijada estadounidense

octubre 29, 2023   0

Pudiera afirmarse que un primer momento de lo que académicos, expertos y medios de prensa del Occidente global identifican como guerra de Hamás contra Israel –en realidad, resistencia palestina contra el Estado sionista agresor–, tuvo su punto culminante con la visita del presidente Biden a Tel Aviv, en un gesto de reafirmación del compromiso de los EE.UU. con la defensa y seguridad de Israel.

Mientras, de modo paralelo, se estaría apuntalando los intereses estratégicos de la superpotencia, concretamente en tratar de evitar una escalada militar en la región, a la vez que desestimular cualquier intento de reocupación de la Franja de Gaza, consecuencia de la operación Espadas de Hierro.

No obstante, el ataque criminal perpetrado contra el hospital Al Ahli Arab, en Gaza, así como el bombardeo a la iglesia ortodoxa griega en el enclave, desataron manifestaciones de rechazo en varias capitales y ciudades del mundo, incluido en los propios EE.UU. y, sobre todo en la región, que reforzaron la solidaridad con el pueblo palestino y el reclamo de su derecho a disponer un estado.

Del mismo modo trascendieron las negativas del presidente de la Autoridad Nacional Palestina y del rey de Jordania a sostener una cumbre con Biden, sobre la situación de guerra en la Franja de Gaza, así como el reclamo del reino de Arabia Saudí de la creación del estado palestino, con base a las fronteras de 1967.

Cabe destacar que el pronunciamiento del reino saudí no pasó inadvertido, además de anunciar la suspensión del proceso de normalización de relaciones con Israel, mediante el derrotero de los Acuerdos de Abraham; decisión esta última que no estaba en los cálculos de Tel Aviv y Washington.

Por su parte, el gobierno egipcio exigió la entrada de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, posición que se vio acompañada con la posición personal del secretario general de la ONU coincidente, que verifica un momento diplomático diferente en relación con los palestinos.

Este panorama ilustra diferentes dinámicas en un contexto en que confrontación y negociación conforman parte de un todo de este ajedrez complicado, que involucra intereses regionales y globales de los actores regionales e internacionales.

De lo anterior dependerá la evolución hacia una tendencia u otra, que dependerá en buena medida del alcance y resultados de la operación Espadas de Hierro en la Franja de Gaza, que se mantiene como una prioridad del estrenado gabinete de emergencia nacional, que encabeza el controvertido primer ministro Benjamín Netanyahu.

El escenario quedaba listo para la denominada Cumbre de la Paz,[1] que dejaba por sentado una posibilidad de diálogo que supondría una oportunidad para el ejercicio diplomático de alto perfil, con la participación de la Unión Europea, que no tuvo declaración final, además de las ausencias de Israel y de funcionarios de alto nivel de los EE.UU.

Es evidente que Tel Aviv y Washington están de acuerdo, en principio, que la eliminación de Hamás constituye una prioridad bajo el concepto de su clasificación como una organización terrorista, que suma su rechazo a la existencia del Estado de Israel, lo cual implicará una operación militar terrestre, que recibirá apoyo tecnológico y logístico estadounidense.

Pero también trasciende que los EE.UU. no desean perder la iniciativa en el Medio Oriente en lo que refiere al abordaje y posible solución de la problemática israelo-palestina, en cuyo desenlace de acciones ha sido un actor internacional relevante.

El desempeño estadounidense está avalado en su participación determinante en los acuerdos de Camp David (1978), Oslo (1993) y Abraham (2020), en cuyo escenario regional actual los actores árabes asumen roles cada vez más activos en defensa de sus intereses, en interacción con otros actores.

Otros ejemplos evidentes verificados en el área multilateral, los encontramos en los dos vetos ejercidos por la representante permanente de los EE.UU. en la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, que abordó el tema palestino e Israel, que estuvo secundada por Gran Bretaña y Francia, respecto a los proyectos de resolución presentados por Rusia y Brasil, dirigidos a potenciar el respaldo humanitario destinado a la población palestina que habita en la Franja de Gaza.

Merece observar que la visita del presidente Biden a Tel Aviv tuvo lugar en un momento en que ya los EE.UU. se encuentran inmersos en la campaña electoral presidencial 2024, en cuyo ámbito el ataque de Hamás a Israel tuvo resonancia controversial, con un hilo conductor común como resulta el compromiso de Washington con la defensa y seguridad del Estado sionista y, hasta de respaldo a Netanyahu, si bien el ex presidente Trump arremetió contra su figura.

Sin embargo, la definición de un speaker en la Cámara de Representantes, ante el rechazo del sector republicano moderado de las propuestas de candidatos extremistas, ha conducido a una situación inusual en el ámbito congresional, que impacta de modo directo en el retraso de la aprobación o no del monto presupuestario de ayuda destinados a Ucrania, Israel y para la población palestina de la Franja de Gaza, por un monto de 100 millones de dólares.

Un detalle adicional que condiciona el respaldo estadounidense a Israel lo representa la presencia de judíos estadounidenses en el gabinete del presidente Biden, que no tiene precedentes en las administraciones anteriores en lo que va de siglo XXI, sobre todo con mayor relevancia en el equipo de seguridad nacional en el ejecutivo.

De todos modos, el incremento de la presencia militar estadounidense en la región, casi inmediatamente después de tener lugar el ataque de Hamás a Israel, indica que la administración Biden reforzará las capacidades defensivas y de ataque en la región, si bien estrategia fundamental de Washington es la implementación de los Acuerdos de Abraham.

De lo anterior se desprende que la prioridad ahora para el gobierno de emergencia nacional y su aliado estadounidense sería la eliminación de Hamás, como organización palestina clasificada de terrorista.

A ese propósito de Washington y Tel Aviv se suma el respaldo político de la UE, bajo el argumento del derecho de Israel a su defensa y seguridad, pero condicionado por el factor humanitario que despierta la situación precaria de los habitantes palestinos del enclave, a lo que se une el reconocimiento tímido de la solución de dos estados.

Apreciamos que para la administración Biden resultará retadora la puesta en marcha el capítulo terrestre de la Operación Espadas de Hierro dentro de la Franja de Gaza, como parte de la estrategia de las Fuerzas de Defensa de Israel para alcanzar el objetivo primordial.

Esto no quiere decir que ya se está operando con equipos especiales en la Franja de Gaza y Cisjordania, en la ejecución de captura de dirigentes políticos y militares de Hamás, que medios estadounidenses refieren encarcelamientos y ejecuciones.

A lo apuntado, se añade otra cuota de peligrosidad que entraña cualquier intento de Israel de ampliación de las acciones punitivas contra Siria, como ha ocurrido con lanzamientos de misiles aéreos contra el país vecino con intermitencia, lo cual pudiera estimular acciones defensivas de apoyo por parte de los aliados sirios, como son Rusia e Irán, sobre todo provenientes de Teherán, que no reconoce la existencia del Estado de Israel y es un simpatizante de la causa palestina.

Respecto a los aspectos definitorios de la concepción de la Operación Espadas de Hierro los encontramos en lo reseñado por el ministro de Defensa israelí Yoav Gallant ante el Comité de Asuntos Exteriores y Defensa del Knesset (parlamento), quien señaló que su país se encontraba en la primera fase del plan, en la que la campaña militar tiene lugar con fuego, a la que seguiría una maniobra cuyo propósito es la destrucción de operativos y dañar la infraestructura y destruir a Hamas.

A lo referido observó que la posibilidad de una campaña terrestre, con una continuación de la lucha en un nivel de intensidad bajo, para eliminar los bolsones de resistencia. Mientras, en la tercera fase, Israel asegurará la creación de un nuevo régimen de seguridad en la Franja de Gaza, con una nueva realidad en materia de seguridad para los ciudadanos de Israel y los residentes israelíes que viven en el área cerca de la frontera del enclave.

La implementación del plan sionista de restructuración y reorganización de la Franja de Gaza, manu militari, tendrá un efecto multiplicador de la solidaridad regional e internacional con los palestinos y su causa, básicamente de ese preciso entorno regional, tanto de gobiernos como población, que reasumirá una militancia antisionista, como de hecho se puso de relieve en la Cumbre de la Paz, celebrada en El Cairo, donde el gobierno del país anfitrión ratificó “…su posición firme en apoyo de los derechos palestinos, su creencia en la paz, como opción estratégica e irreversible respecto a la visión de una solución de dos estados, palestino e israelí,…”.

Algunas consideraciones

  1. La administración Biden ratificó su respaldo al compromiso con la defensa y seguridad de Israel, que se verifica en su apoyo moral y material en la lucha del Estado sionista contra la organización nacionalista islámica palestina Hamás, con clasificación de terrorista, en la Franja de Gaza.
  2. El respaldo político de la Unión Europea a Israel es evidente, si bien consideraciones de índole humanitario y el alineamiento formal con Washington respecto a la solución de dos estados, la sitúan en un escalón de influencia menor respecto a los intereses sionistas de Tel Aviv;
  3. El ataque de Hamás a Israel ha motivado un movimiento de solidaridad internacional con la causa palestina, inédito en los últimos años, que se había desvanecido a tenor con el debilitamiento de la Autoridad Nacional Palestina, y a los impactos propios que tuvo en los niveles regional e internacional el conflicto en Siria. No obstante, la dinámica negociadora que ha vivido la región, con destaque para el rapprochement alcanzado entre Teherán y Riad, influye en un enfoque mayor de los actores regionales e internacionales sobre la problemática palestina, en la cual Rusia y China podrían sumarse con mayor determinación, entre otros actores;
  4. Al mismo tiempo, la guerra mediática (retórica) prevaleciente entre las partes que respaldan a Israel y Palestina se hace evidente, con protagonismo esperado en lo que respecta a la controversia entre Washington y Teherán;
  5. La administración Biden se esforzará por mantener la gestión de la crisis, en función del interés de sostenerse como actor internacional fundamental en la región, junto a aquellos que también interactúan en ese escenario como son Rusia, Turquía y China, que tiene en la implementación de los Acuerdos de Abraham un instrumento de utilidad para sus relaciones internacionales en Medio Oriente;
  6. El tema palestino refleja el pobre papel a cargo de la ONU, cuyo órgano principal a cargo de la paz y seguridad mundiales, reafirma la prevalencia de la selectividad, como lo pusieron de relieve el ejercicio del veto por parte de los EE.UU. y sus aliados permanentes, Gran Bretaña y Francia, frente a dos proyectos de resolución dirigidos a la situación humanitaria de la población palestina en la Franja de Gaza, estableciéndose de facto, el “derecho” de Israel a la implementación de la Operación Espadas de Hierro.

[1] Convocada por el gobierno egipcio el 21 de octubre de 2023, a la cita acudieron el presidente de Egipto, Abdel Fattah El Sissi, el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan, presidente de los Emiratos Árabes Unidos, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, emir de Qatar, el rey de Bahréin, Hamad bin Isa Al Khalifa, el rey de Jordania, Abdullah II, Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, Nikos Christodoulides, presidente de Chipre, Ciryl Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, Mohamed Ould Ghazouani, presidente de Mauritania, Mohamed Al Menfi, presidente del Consejo Presidencial del Estado de Libia. Tuvo como sede al hotel St. Regis, en El Cairo.


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