Las elecciones generales en Sudáfrica; resultados y significado
Las elecciones generales en Sudáfrica, el 29 de mayo de 2024, exhibieron el escenario político más polarizado que ha vivido el país austral, desde aquellos momentos que condujeron, a finales de abril de 1994, al establecimiento de una sociedad democrática multirracial, antecedido de negociaciones medulares que tuvieron como presupuestos clave el levantamiento del sistema de apartheid y la reconciliación nacional.
Treinta años después, el predominio electoral del Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés) como partido gobernante, respaldado por la troika conformada con el Partido Comunista Sudafricano (PCSA) y el Congreso de Sindicatos (COSATU), se ha visto afectado sensiblemente al perder la mayoría y la capacidad de conformar ejecutivo por mérito propio; realidad esta que los observadores atribuyen a una crisis que se ha acentuado por años a intervalos, y que ha desembocado en la ampliación del espectro de los partidos políticos nacionales y provinciales en el país.
En el desenlace electoral, el ANC alcanzó sólo el 40% de los votos válidos a escala nacional, seguido por el centro derechista Democratic Alliance (DA), con el 22%, que se reafirma como la segunda fuerza política sudafricana, el nuevo uMkontho we Sizwe (MK), liderado por el ex presidente Jacob Zuma, con el 15%, Economic Freedom Fighters (EFF), 10%, e Inkhata Freedom Party (IFP), el 4%, todo ellos con la mayor proyección de votos logrados en el ejercicio de las urnas.
El resultado electoral alcanzado a escala nacional abre un capítulo inédito en la Sudáfrica post apartheid, que obligará al ANC a procurar alianzas con los partidos más votados, que por demás reflejan el tono opositor deliberado y una agenda que difiere en temas locales, nacional e internacional a los promulgados por el partido gobernante.
El notable declive del ANC a nivel nacional tuvo reflejo relevante a nivel provincial, con las pérdidas en Gauteng (Johannesburgo y Pretoria) y Kwazulu Natal (Durban), cuyos resultados ilustran el panorama complejo para la gobernabilidad en lo sucesivo.
Sobre lo antes apuntado, el recién estrenado MK ha mostrado reticencia inicial en establecer algún tipo de compromiso con el presidente Cyril Ramaphosa, precondición que dificultará de momento cualquier tipo de arreglo entre ambas organizaciones políticas contrapuestas, cuyos líderes fueron presidente y vicepresidente de Sudáfrica (2014-2018), hasta que Zuma tuvo que renunciar a la máxima magistratura, presionado por las acusaciones diversas que condujeron a un proceso judicial y su ulterior condena penal.
Sobre la realidad indeseada, pero insoslayable que representa la búsqueda de una negociación y acuerdo con el variado espectro opositor, el secretario general del ANC comunicó la disposición de su partido al diálogo y establecimiento de un acuerdo, que le permita proseguir al frente de los destinos de Sudáfrica.
Desde esta perspectiva, se presentan varios escenarios posibles reflejados por el rotativo Daily Maverick, a partir de su acceso a tres documentos de discusión concebidos por el Comité Ejecutivo Nacional del ANC, destinados a potenciales conversaciones sobre power-sharing, que animarán el curso de acción política de inmediato,[1] que establece como más conveniente un vínculo pragmático ANC-DA-IFP, que rememora la variante de gobierno de unidad nacional inicial tres décadas antes entre el ANC-National Party-IFP.
En este sentido, no se descarta incluso la opción de acuerdo de confianza y oferta, que no contemplaría cambios dramáticos de la agenda principal de gobierno del ANC, sino compromisos puntuales y de cierta regulación que garanticen, al mismo tiempo, la gobernanza del país.
Todo ello, en contraposición de una tercera opción mucho más abarcadora y, por ende, comprometedora en lo sustancial, como representaría el establecimiento de un gobierno de coalición, variante esta por la que apostarían probablemente los partidos radicales de MK y EFF, en franca disputa con la agenda del ANC.
Si bien los tres documentos de referencia valoran todas las opciones posibles para la referida negociación es evidente que el Comité Ejecutivo del ANC tendrá que sortear obstáculos no menos importantes, atendiendo a aquel segmento al interior del ANC que se muestre reticente a establecer una negociación con el DA y, en menor medida, con IFP.
Lo ilustrado arriba pone de relieve la complejidad del tablero de ajedrez político sudafricano que, paradójicamente, tiene en el presidente Ramaphosa al paradigma del negociador eficaz, demostrado en la transición del apartheid hacia la democracia multirracial, cuya contraparte por el entonces National Party y ex ministro de los ejecutivos presididos por De Klerk y Mandela, Roelf Meyer, ya ha ofrecido sus valoraciones sobre el panorama postelectoral, en entrevista con Daily Maverick.[2]
En el intercambio con el periódico local, Meyer subrayó que el país cuenta con instrumentos importantes para encarar el estado de cosas actual, como resultan la Constitución y el Bill of Rights (Declaración de Derechos),[3] que son garantes de la democracia, del mismo modo que observó los pronunciamientos iniciales de buena voluntad mostrados por los líderes de los partidos de Democratic Alliance, Economic Freedom Fighters e Inkhata Freedom Fighters, como punto de partida importante (a diferencia de Jacob Zuma).
En este contexto, los aspectos destacados por los observadores que caracterizan la crisis que padece Sudáfrica, se pudieran resumir en las problemáticas siguientes:
- Un país con la mayor desigualdad en materia de distribución de la riqueza, según el Banco Mundial;
- Corrupción, cuya máxima expresión fue la de un ex presidente condenado a prisión;
- Tasa de desempleo que alcanza un 32% de la fuerza laboral activa, mayormente jóvenes;
- Protestas callejeras por razones diversas en todos los ámbitos;
- Crisis eléctrica debido a mala gestión y corrupción en la compañía Eskom (gestor público principal);
- Incremento vertiginoso de la criminalidad.
Todas estas problemáticas impactaron directamente en la disminución de respaldo político de la población al ANC, que se verificó con el surgimiento del EFF, bajo las riendas de Julius Malema, ex máximo dirigente de la Liga Juvenil del ANC, desde hace una década, y más recientemente el MK de Zuma.
En un año eminentemente electoral a nivel mundial, con procesos de ese tipo en países como Rusia, India y los EE.UU., los comicios generales en Sudáfrica cobran significación especial, atendiendo no sólo a las problemáticas domésticas referidas, sino también al lugar que ocupa el país austral en el concierto africano y como miembro de los BRICS.
Es en este escenario, que varios observadores han anticipado posibles impactos de los resultados electorales y de las negociaciones requeridas por el gobernante ANC con la oposición en la política exterior, que abraza temas de debate (y controversia) como son el reconocimiento de la RASD, Palestina, Cuba, la OME de Rusia en Ucrania, entre otros.
Para Bhaso Ndzendze, académico sudafricano y profesor asociado de la Universidad de Johannesburgo, el próximo tipo de gobierno resultante de las negociaciones del ANC con los tres principales partidos de oposición (DA, MK y EFF) obligará, de un modo u otro, a una readecuación de la agenda exterior del ejecutivo,[4] subrayando que al menos dos temas tendrán mayor peso de evaluación para la DA, como son Israel y sus definidas posturas pro-Ucrania y anti-Rusia, a lo que añade el escepticismo en relación con los BRICS.
Apunta, asimismo, que el manifiesto de MK no se distancia ostensiblemente de las posiciones de política exterior del gobierno, cuyo manifiesto expresa solidaridad con Rusia, Cuba y Palestina, observando además que este alineamiento con la actual política exterior del ANC —incluyendo la entrada en los BRICS— es resultante de la agenda diseñada bajo la presidencia de Jacob Zuma (2009-2018).[5] Precisamente, el trasvase de simpatizantes y electores, en fin de cuentas, del ANC al MK ha privado al partido histórico y centenario revalidarse en las urnas.
Resulta evidente, al mismo tiempo, que la diferencia sustancial con el ANC descansa en el reclamo por parte de MK de la salida de Sudáfrica del Tribunal Penal Internacional, en favor de la soberanía sudafricana.
Mientras, el EFF muestra en su manifiesto su respaldo a una mayor integración continental, que comprende el libre movimiento de las personas. Apoyo a la causa palestina, que se amplía incluso al reclamo de entrega de armas a Hamas.
Con la exposición de este inventario de agendas de política exterior de los principales partidos de oposición, el académico sudafricano contribuye a ilustrar los niveles de coincidencia y disensos que, en principio, pudieran desempeñar algún rol en las negociaciones inmediatas que cobrarán espacio previsto hasta mediados de junio de 2024.
[1] Haffajee, Ferial (2024). Exclusive: ANC Discusión Documents Tabled Ahead of Power-Sharing Talks-One Favours ANC-DA-IFP. Daily Maverick, 03 Jun 2024, https://www.dailymaverick.co.za/article/2024-06-03-exclusive-anc-discussion-documents-tabled-ahead-of-power-sharing-talks-one-favours-anc-da-ifp/
[2] Haffajee, Ferial (2024). ‘A New Ruling Order Has To Be Built’-Roelf Meyer on SA’s Power Sharing Future. Daily Maverick, 04 Jun 2024, https://www.dailymaverick.co.za/article/2024-06-04-roelf-meyer-a-new-ruling-order-has-to-be-built-in-sa/
[3] Ibidem.
[4] Ndzendze, Bhaso (2024). South Africa: Uncertain Times for South Africa’s Foreign Policy As Country Heads for Coalition Government. ANALYSIS, The Conversation Africa 1 JUNE 2024, https://allafrica.com/stories/202406030019.html
[5] Ibidem.
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