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Conflicto

¿Qué busca Irán con la acción militar hacia Israel?

abril 25, 2024   0

El embajador de Irán ante la ONU Amir Saeid Iravani en un debate con su homólogo de Israel en el Consejo de Seguridad dijo “que la operación [militar] de su país fue enteramente en el ejercicio del derecho inherente de Irán a la defensa propia, como se describe en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas y reconocido por el derecho internacional”.

Además, explicó que “Esta acción ya concluida fue necesaria, proporcionada y … “precisa, que solo tenía objetivos militares para reducir el potencial de una escalada y evitar daños a los civiles.”

Sin dudas, la operación militar contra Israel fue un acto de legitimidad y en defensa de la soberanía nacional por la agresión de Tel Aviv al consulado de Irán en Siria y ¿Por qué no? también pudo ser en respuesta a otros ataques de Tel Aviv a objetivos de Teherán dentro y fuera del país en los últimos años.

Sin embargo, la referencia del diplomático iraní al carácter necesario, proporcionado y dirigido a reducir el potencial de una escalada pudo suscitar desconfianza entre interlocutores por lo aparentemente contradictorio. Además, que la acción fue concluida de inmediato, demorada y avisada.

Entonces, valdría la pena preguntarnos una vez más, no sólo ¿qué buscaba Irán con la acción militar hacia Israel?, sino también ¿qué intereses de estrategia política pudieran estar presentes.?

En una primera aproximación a la respuesta es posible afirmar que, en la operación militar de Irán hacia Israel, concurren el derecho a la defensa nacional e intereses de búsqueda de legitimidad.

La legitimidad es entendida como el interés de Irán en reclamar aceptación y reconocimiento de la comunidad internacional en general, y de la región en particular, para desempeñar un papel como actor para la estabilidad en el Medio Oriente. Considerando que la acción del pasado 13 de abril de 2024, también debe fortalecer la unidad nacional en Irán.

Con la acción militar hacia Israel el liderazgo iraní intenta legitimarse en todos los escenarios posibles, léase —internacional y regional con repercusión favorable en el contexto nacional—. Esto pudieran ser otros de los objetivos tras la defensa a la soberanía nacional que vienen a fortalecer conceptos y presupuestos de seguridad nacional.

Lo que parece paradójico es que Irán con la utilización de una acción militar que amenaza con elevar el espiral de violencia en la región intente reducir el potencial de una escalada bélica y legitimarse como actor de estabilidad.

Sin embargo, pudiera inferirse que Teherán se plantea como estrategia mostrar fortaleza militar e influencia política para implicar en el conflicto a los principales actores internacionales que pudieran presionar a Israel para que ponga fin a su política criminal e iniciar negociaciones para alcanzar la estabilidad regional. Un movimiento que se mueve bajo el filo de una navaja por los peligros que pudiera ocasionar si la situación se fuera de control.

Irán tienen una tradición milenaria y cultura militar con potencial económico, influencia política-religiosa, extensión territorial y elevado conjunto poblacional, con profunda fe en la religión islámica donde el martirologio, se acepte o discrepe, es una opción y acción natural de enfrentamiento militar. Además, mantiene estrechas relaciones con fuerzas aliadas más allá de sus fronteras que reconocen su liderazgo en la región y el mundo musulmán.

Por su parte, Israel tiene tradición militar, capacidad tecnológica y económica, además de contar con el apoyo incondicional de Estados Unidos y aliados Occidentales para enfrentar un conflicto militar.

De ahí que la evaluación de expertos militares y políticos descalificando el impacto real de la acción de Irán por su efectividad y dando posibles pronósticos de éxito a una de las partes amparado en el potencial bélico, carecen de credibilidad si se deja de lado las negativas consecuencias que se derivarían de un enfrentamiento entre ambas potencias regionales en materia de refugiados, desplazados, de acciones de comandos, de utilización de múltiples y variadas formas de conflagraciones bélicas más allá de las fronteras regionales. 

Con el lanzamiento de drones y mísiles al territorio de Israel el gobierno de la República Islámica de Irán demostró que tiene capacidad para desestabilizar la región y conducirla a una guerra de consecuencias incalculables con implicaciones para toda la comunidad internacional.

El embajador de Israel ante la ONU, Gilad Erdan parece confirmar la capacidad de Irán para desestabilizar cuando dijo:

“… que “Irán debe ser detenido antes de que lleve al mundo a un punto sin retorno, a una guerra regional que pueda escalar en una guerra mundial” … y convocó a …tomar medidas ahora, no por el bien de Israel, ni por el bien de la región, sino por el bien del mundo. Detengamos a Irán hoy” concluyó el diplomático israelí.

En términos similares se expresó el Comando Central de los Estados Unidos (USCENTCOM) por sus siglas en inglés en un comunicado, donde “reconoce la capacidad de la nación persa de poner en peligro la estabilidad regional y la seguridad de las fuerzas estadounidenses y de la coalición.”

Esos mismos temores fueron confirmados por las reacciones inmediatas de la mayoría de los líderes mundiales. De ahí que no sea casual que, después del 13 de abril y en espera de una respuesta militar de Israel, los llamados a “la moderación” en sus más variadas formas están presentes en el discurso de los líderes políticos.

Frases tales como: “evitar una escalada”, dar una “respuesta diplomática coordinada”, “abstenerse y actuar con gran cautela”, “el no agravar la ya tensa situación”, “evitar desencadenar un conflicto devastador en toda la región” “calmar la situación y evitar que empeore” han comenzado a formar parte permanente del glosario de las relaciones políticas internacionales.

De igual forma, se reiteran las: “advertencias contra las acciones de provocación y las políticas de riesgo en el ya volátil Medio Oriente”, y “preocupación porque un error de cálculo por parte de cualquiera de las partes pueda resultar desastroso”, son de las expresiones más reiterada por jefes de Estados, gobiernos y organizaciones internacionales después de la acción militar de Irán.

Otras declaraciones han ido más lejos; por sus llamados a la “importancia de la paz y la estabilidad en Medio Oriente para sus países”, “a detener el conflicto en Gaza”, “o la necesidad de que el Consejo de Seguridad asuma su responsabilidad en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales”, así como, “el compromiso que el gobierno de Estados Unidos de no participar en ninguna ofensiva contra Irán”, reflejan el reconocimiento de muchos de evitar que escale la espiral y salga de control.

La incursión militar a Israel el pasado 13 de abril puso en tensión la región y los peligros que puede ocasionar el gobierno persa dentro y fuera del espacio regional. No obstante, se quiera reconocer o no la comunidad internacional ya ha sufrido un daño psicológico

El gobierno iraní está plenamente consciente que a los principales actores internacionales y regionales por muchas razones de política interna y externa no le interesa una mayor degradación de los niveles de inestabilidad en la región Medio Oriental.

Estados Unidos (por elecciones y razones de intereses de geopolítica), Unión Europea (por la guerra en Ucrania), China (por el proyecto de la Franja y la Ruta), entre otras, desean evitar un conflicto entre Israel e Irán.

Con la réplica militar, Irán intenta movilizar al mundo árabe-islámico que ha mostrado inercia frente a la matanza en Gaza.

Lo cierto es que en la medida que Irán intenta legitimarse con la incursión militar a Israel parece deslegitimar aquellos Estados Árabes-islámico en particular que abogan por la negociación con Israel sin la solución de la causa palestina. Más evidente aún, cuando algunos de los gobiernos de la región no solo colaboraron sino también participaron para enfrentar la incursión de Teherán. 

Lo mismo sucede con aquellos actores internacionales que se apresuraron en condenar la incursión militar de Irán a Israel mientras han permanecido prácticamente en silencio frente a la matanza del gobierno de Benjamín Netanyahu en Gaza.

Por otro lado, con el lanzamiento de mísiles hacia Israel, Teherán también confirma su compromiso y lealtad con aquellas fuerzas que bajo su liderazgo enfrentan con alto costo de vidas humanas la agresividad militar de Israel.

Estos grupos en la actual coyuntura precisan de Teherán respuestas similares a la ocurrida el pasado 13 de abril cuando no queda la menor duda que los objetivos del gobierno de Netanyahu es la ocupación total del territorio de Gaza.

Ni Hamas, ni Hizbollah, ni los Hutíes entre otros pueden hacer más si Teherán no se involucra con efectividad y visibilidad en la actual contienda militar en Gaza.

De forma similar, con la incursión militar hacia Israel, el liderazgo persa persigue vigorizar los principios y presupuestos del patriotismo iraní. Y es lógico que así sea. La operación militar de Irán, como acto que la sociedad persa considera de legítima defensa a la soberanía nacional, presupone, según la lógica de enfrentamientos entre las dos naciones, una respuesta militar por parte de Israel.

Como es natural, y sucede en la mayoría de los casos, que frente a las amenazas externas se elevan los niveles de patriotismo, que en el contexto iraní comporta también un creciente compromiso con la fe islámica. 

Lo anterior debe contribuir a elevar los niveles de aceptación en torno al liderazgo de la Revolución Islámica en momentos que desde el interior de la sociedad se escuchan voces disonantes sobre el modelo de Estado Islámico.

En resumen:

  • La estrategia del liderazgo chiita parece valorar que la mejor forma de reducir el peligro militar en la región es desarrollando una acción militar moderada.
  • Por lo pronto la moderación parece prevalecer como palabra de orden, tanto en la acción y retórica discursiva, implícita o explicita de los principales actores directo e indirecto en torno al conflicto en la región.
  • De ahí que a pesar de los niveles de agresión que caracteriza la región, el enfrentamiento, entre Irán e Israel parece pasar hasta el momento por el tapiz de la moderación.
  • No fue casual que la respuesta de la República Islámica de Irán, al ataque a su consulado en Damasco, haya sido moderada, avisada, demorada y con leves daños materiales y humanos, según fuentes de Israel.
  • Irán logró lo esperado, que la acción militar tuviera un impacto psicológico tanto en Israel como en la comunidad internacional. El efecto de la operación militar de Irán hacia Israel parece invitar a todos a la acción diplomática con un llamado a la moderación en la acción y el lenguaje discursivo.

Cierto que las primeras reacciones apuntan a condenar a Teherán por la operación militar, sin embargo, si prevalece la racionalidad debe imponerse la realidad: No habrá solución negociada en la región sin la presencia de Irán.


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