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China

Situación socioeconómica de China 2018 – 2022: logros y desafíos

Otros autores: Dr. Luis René Fernández Tabío, CIEI
marzo 24, 2023   0

Imagen tomada de Prensa Latina

Este trabajo forma parte del Dossier "La China actual"

Introducción

Los cambios en la estrategia de China para establecer un socialismo con características propias a partir de la apertura y reforma iniciada en 1978 resultan de la interacción de problemas internos asociados al patrón de acumulación adoptado en cada etapa, y condiciones externas de la economía y la política mundial. Dada la identificación del momento histórico, el liderazgo político del país ha realizado ajustes en su estrategia para el logro de sus objetivos. La más reciente proyección estratégica de China fue realizada en el 20 Congreso del Partido Comunista Chino realizado a finales de 2022 y allí se plantearon los lineamientos generales y los propósitos socioeconómicos a partir de 2023.

El texto del documento aprobado en ese conclave establece los objetivos de la sociedad socialista con características chinas y subraya entre otros temas la necesidad de: promover de manera coordinada la disposición estratégica de las «cuatro integralidades», por coordinar la prevención y control de la COVID-19 y el desarrollo económico y social, por dar coordinación al desarrollo y la seguridad, por adherirse a la tónica general del trabajo consistente en la pugna hacia un progreso basado en la estabilidad, por promover con todas las fuerzas el proceso de culminación de la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada, por implementar de manera completa, acertada y general la nueva concepción del desarrollo, por impulsar con empeño el desarrollo de alta calidad, por estructurar con iniciativa la nueva configuración del desarrollo, por propulsar a paso ágil y seguro la reforma, por impulsar con solidez la democracia popular de proceso entero, por promover integralmente la gobernación del país según la ley, por desarrollar con dinamismo la cultura socialista avanzada, por garantizar y mejorar destacadamente las condiciones de vida del pueblo, por librar con fuerzas concentradas la batalla de asalto de plazas fuertes en la liberación de la pobreza, por impulsar enérgicamente el fomento de la civilización ecológica (Texto íntegro de resolución sobre informe del XIX Comité Central del PCCh, 2022)

Entre las palabras clave de la anterior formulación están “la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada”, “desarrollo de alta calidad”, “garantizar y mejorar destacadamente las condiciones de vida del pueblo”, “liberación de la pobreza” y “civilización ecológica”.

Las mutaciones en la estrategia obedecen principalmente a percepciones sobre los desafíos por los que atraviesa su modelo de desarrollo en la actual etapa madura, tomando en cuenta el difícil y complejo proceso de transformación del orden mundial en el que China tiene un lugar protagónico por derecho propio. China es en la actualidad la mayor economía del mundo medida en base a la paridad del poder adquisitivo, el mayor productor y exportador de bienes manufactureros y tenedor en reservas de divisas extranjeras. (Congressional Research Service, 2019) En el orden interno, el acelerado ritmo de crecimiento de la economía china ha traído un fortalecimiento del país en todos los órdenes, pero también ha generado problemas de carácter socioeconómico que necesariamente deben ser corregidos dado el carácter socialista del sistema político. En el orden externo, el acelerado desarrollo económico del gigante asiático y su emergencia como potencia mundial ha generado cada vez mayores políticas hostiles por parte de Estados Unidos sobre todo a partir de la llegada a la presidencia de Donald Trump en 2017 y continuadas por el gobierno demócrata de Joseph Biden, precisamente dirigidas a obstaculizar ese avance con mayor empleo del multilateralismo y sus alianzas internacionales. Los estrategas del imperialismo estadounidenses pretenden subordinar a China a sus intereses, porque consideran que busca cambiar el sistema de relaciones internacionales bajo otro paradigma y desplazar a Estados Unidos de la hegemonía mundial, ya en entredicho.

Entre los problemas que ha enfrentado China en los últimos cuatro años, la crisis sanitaria de la pandemia de la COVID- 19 ha tenido costos importantes, asociados en 2022 a la política de CERO COVID. La guerra en Ucrania presenta enormes riesgos, tanto indirectos, como por los potenciales que podrían involucrar a China debido al incremento de sus vínculos con Rusia en este contextto. La guerra en Europa, aparentemente entre Rusia y Ucrania, se agrava progresivamente debido a la entrega de armas cada vez de mayor alcance y potencia por Estados Unidos y la OTAN al régimen ucraniano, y evidencian el carácter global de la guerra; aunque coexistan retóricas diplomáticas aparentemente negociadoras y visiones de figuras, como el primer ministro alemán, que pretendan evitar un mundo dividido en bloques y el establecimiento de una nueva guerra fría. (Scholz, Olaf, 2023)

En la actualidad, el escenario mundial de las relaciones internacionales políticas y económicas es sumamente complejo y con altísimo nivel de incertidumbre. No faltan los expertos que consideran la existencia de una tercera guerra mundial ya en proceso en Europa, o una guerra mundial fragmentada desde hace casi una década, (Merino, E; Rang Carlos coordinadores, 2016). El Papa Francisco expresó tempranamente su criterio de que actualmente está en marcha “la Tercera Guerra Mundial” y no “en pedazos”, como efectivamente había representado anteriormente. (ANSA, 2022) Este difícil contexto tiene gran trascendencia para China en cualquier escenario de la economía, la política internacional, la geopolítica y la geoeconomía mundial precisamente por su creciente poderío. Es decir, todo ocurre en el marco de una fuerte disputa entre grandes potencias, siendo el gigante asiático la potencia emergente con mayor capacidad económica, política, tecnológica y militar de influir en la configuración del nuevo orden internacional en formación.

En términos diplomáticos, la retórica política de Estados Unidos sobre China es ambivalente, porque en sus relaciones bilaterales existen, más allá de la estrategia de “seguridad nacional” y las visiones geopolíticas y geoeconómicas, intereses económicos significativos que el sector transnacional de la oligarquía financiera yanqui quiere preservar; si bien la competencia por la preeminencia mundial desde la perspectiva del realismo político, la lucha entre grandes potencias por la hegemonía global, impulsa al conflicto estadounidense con China con expresiones comerciales, económicas, tecnológicas e incluso políticas, ideológicas y militares. No faltan las interpretaciones en revistas influyentes en la conformación de la política exterior estadounidense como Foreign Affairs, que refieren las supuestas lecciones para China del actual conflicto bélico en Europa y proponen una política de concertación multilateral de Estados Unidos y sus aliados para presionarla mediante la coerción política y económica.

Para Beijing, la lección es menos sobre economía y más sobre diplomacia y relaciones. A medida que reabre su economía después de tres años de bloqueos, China está trabajando para reconstruir relaciones, recibir a líderes extranjeros de Asia y Europa, hacer negocios y complicar cualquier esfuerzo estadounidense putativo para forjar una coalición contra China. Para Washington, la conclusión es la misma: en cualquier confrontación potencial con China, el arma más valiosa en el arsenal económico de Estados Unidos será la fortaleza de sus asociaciones internacionales. (Feigenbaum, E. A.; Szubin, A. 2023, Feb. 14)

En el plano político e ideológico se suman argumentos para el conflicto bilateral asentados en las diferencias entre el sistema democrático liberal burgués (Estados Unidos y sus aliados occidentales) y el sistema socialista chino considerado como una autocracia, e incluso un sistema económico que no opera como economía de mercado. El desafío planteado por los estrategas del imperialismo estadounidense, parte de suponer que China pretende exportar su sistema político. (Beckley, M.; Brands, H. 2023) En la visión de la seguridad nacional estadounidense se considera un reto inaceptable para la hegemonía del imperialismo la expansión internacional de la influencia de China en todos los campos, incluyendo el ideológico y cultural. –desde la estrategia de la Franja y la Ruta hasta los programas para el establecimiento de Institutos Confucio en universidades por todo el mundo. A partir de esta interpretación, aunque no exista todavía un consenso entre los expertos sobre el momento histórico actual, gana terreno la caracterización de las relaciones internacionales como una nueva guerra fría (Alzugaray, C. 2022, sept. 9), en medio de la reconfiguración del orden internacional encaminado a la formación de un nuevo multipolarismo como uno de los posibles escenarios.

La importancia de este estudio sobre el desarrollo socioeconómico de China en los años más recientes descansa en el éxito demostrado por el modelo socialista con características chinas que, conservando sus particularidades, puede aportar a las experiencias de construcción del socialismo en el siglo XXI al resto de países del mundo. Se asume que la actual estrategia del liderazgo político chino se ha ajustado a los problemas socioeconómicos internos y los retos del contexto internacional.

El objetivo principal de esta parte es analizar la situación socioeconómica de China en la actualidad, y para ello se incluye después de la introducción una breve aproximación conceptual a la problemática socioeconómica en general y algunos elementos sobre el caso chino dado su sistema político. Asimismo, se presentan los antecedentes de la situación socioeconómica, identificando los resultados y también los retos enfrentados por el desarrollo de la nueva estrategia China en las cambiantes y difíciles condiciones de las relaciones económicas y políticas internacionales en el período 2018 – 2022. Por último, se exponen algunas ideas preliminares a manera de conclusiones.

Antecedentes de la situación económica actual

El programa de reforma y apertura de la economía en la República Popular China ha determinado un progreso significativo de las fuerzas productivas en función del bienestar del pueblo, ejemplificado como logro fundamental en el programa para sacar de la pobreza a casi 800 millones de personas en las últimas cuatro décadas.

Las modificaciones graduales y por etapas de la estrategia para el desarrollo económico de China han demostrado flexibilidad en el cumplimiento de sus objetivos, estableciendo prioridades en cada etapa y corrigiendo el rumbo e intensidad de las transformaciones en correspondencia con los problemas presentados en el período precedente.

El rápido crecimiento de la economía china se debió no solo a la reforma y apertura al mercado y a la acertada dirección de la estrategia al respecto, sino que ocurrió en un entorno favorable a tal expansión, caracterizado por el acelerado incremento del comercio mundial y las inversiones debido al auge de la globalización de la economía mundial. Este proceso se beneficia a partir de cambios en la política económica de los países capitalistas desarrollados, encabezados por Gran Bretaña y Estados Unidos desde finales de las décadas de 1970 y sobre todo a partir de las de 1980, alcanzando su mayor dinamismo en los años noventa y el interés explícito de provocar a partir de la inserción acelerada en la economía mundial, cambios del sistema político. Sin embargo, este escenario favorable al desarrollo hacia afuera comenzó a debilitarse en el siglo XXI. A la maduración del desarrollo económico de China transcurrido cuatro décadas en 2018 de su reforma y apertura, se agregan los cambios en el entorno económico mundial, derivado de las crisis económicas y financieras y en particular la Gran Crisis mundial ocurrida en 2008, que ha modificado paulatinamente el comportamiento de la economía internacional hasta la actualidad.

En rigor, la apertura internacional del comercio fue iniciada después de la Segunda Guerra Mundial y consolidó la tendencia de un ritmo de ascenso del comercio de bienes superior a la tasa de crecimiento del PIB mundial. Estas condiciones favorecieron los modelos de desarrollo basados en el rápido crecimiento de las exportaciones de bienes como fueron en su momento la economía japonesa, los llamados tigres asiáticos, Corea del Sur e incluso más tarde Vietnam. A partir de la década de 1980 se acrecentó el dinamismo de la economía mundial debido a la liberalización del comercio y el predominio del pensamiento neoliberal en política económica y sus expresiones institucionales desreguladoras e inclinadas a los acuerdos de apertura al movimiento de los capitales y el libre comercio, también reflejado en la Organización Mundial de Comercio y la proliferación de acuerdos de libre comercio por todo el mundo.

En la actualidad esta orientación ha variado, y aunque no exista total acuerdo en su caracterización del momento actual en las relaciones económicas internacionales, avanzan fuerzas contrarias a estas desregulaciones, aperturas y liberalización como habían ocurrido hasta 2017. Se fortalece en Estados Unidos las políticas proteccionistas y el empleo de los instrumentos económicos de poder como mecanismos coercitivos en la política internacional. Se propagan e intensifican como parte de la perspectiva geoeconómica del empleo de los instrumentos económicos de poder del imperialismo en su política exterior las llamadas sanciones económicas, financieras y tecnológicas, que fracturan las cadenas globales de suministro, reconfigurando la globalización previamente alcanzada. (Fernández Tabío, 2022) Este cambio en el contexto de la economía internacional es reconocido por el Fondo Monetario Internacional al distinguir una mutación en el proceso de globalización a partir de la crisis económica y financiera de 2008 caracterizada por una “disminución de la expansión transfronteriza de los préstamos y el comercio” (IMF, 2023, Feb. 8).

De esta manera, el crecimiento de la producción mundial se ha debilitado y en algunos años ha sido casi igual al ritmo de incremento de comercio de bienes, un comportamiento distinto a la tendencia precedente cuando se registraba un crecimiento más dinámico del comercio con relación al producto global. En los años 2014 al 2016 el crecimiento mundial del PIB fue superior al del comercio, en 2018 fue casi igual (3.1% PIB y 3.2 % el comercio) y en 2019 el PIB creció 2.4 % y el comercio 0.2%, casi cero. Durante la crisis mundial en 2020 el comercio disminuyó (-5.3 %) respecto al PIB mundial (-3.6 %) (OMC, 2021, Capítulo III: 22).

Dado el cambio en el dinamismo del comercio mundial respecto al incremento del PIB global, la estrategia de crecimiento basada en las exportaciones pierde significación y debe enfocarse más en el desarrollo hacia adentro, consistente en la elevación de los niveles de la demanda efectiva interna, las inversiones para promover un desarrollo sostenible. Ello supone aumentar el ingreso real de todos los hogares, reduciendo las diferencias en los ingresos reales entre las zonas costeras y del interior, y regiones rurales y urbanas. Las nuevas realidades y desafíos económicos internos y externos llevan necesariamente a la nueva estrategia del liderazgo chino encaminada a la “circulación dual”, (Lu, 2021) con énfasis en el desarrollo hacia adentro, pero sin descuidar el mercado mundial y la estrategia de la Franja y la Ruta, asumiendo un estrecho vínculo entre ambas circulaciones, demanda interna y externa.

Las consecuencias devastadoras de la pandemia de la COVID- 19 y la repercusión de la crisis mundial derivada de esta y otros problemas, como la inflación y altos precios de los hidrocarburos y las materias primas, también afectan a la economía china debido al menor ritmo de crecimiento de la economía mundial y por consiguiente en la demanda de exportaciones chinas. A pesar de ello, en el año 2020 el ascenso de la economía del gigante asiático fue de 2.2 %. –un crecimiento pequeño comparado con su comportamiento precedente que estaba aproximadamente en un 7 % promedio anual de incremento del PIB en la última década –, pero favorable si se compara con otras economías que registraban severas recesiones. La economía china aumentó el PIB en 8.1% en 2021 respecto al año anterior, aunque en lo adelante según la mayoría de las previsiones los ritmos de crecimiento dadas las condiciones internas y externas no deben ser de tal magnitud.

Se esperaba que en el año 2022 se alcanzaría un mayor dinamismo del producto, estimado por el gobierno en más de 5 % del PIB, pero el resultado fue ubicado en el entorno del 3 %. Ello se debió principalmente a la aparición de nuevas y más contagiosas cepas de la COVID – 19, que se extendieron vertiginosamente en las megápolis del país. Las autoridades sanitarias del trataron de frenar con renovados cierres de ciudades como hicieron al inicio, que afectaron la economía interna y sus encadenamientos globales. La política de CERO COVID para enfrentar la epidemia mediante el aislamiento de grandes ciudades con muy altas concentraciones de población, afectaron notablemente el dinamismo de la economía.

El recrudecimiento de las acciones agresivas de Estados Unidos contra China, aunque acompañadas de un discurso político diplomático difuso, agudizó las contradicciones y generó dificultades en las cadenas de suministro debido a la guerra comercial y tecnológica. La estrategia geoeconómica neoconservadora del imperialismo estadounidense, expresada en las acciones concretas cada vez más agresivas para limitar el acceso de China a los chips más avanzados y las respuestas a esa política del gigante asiático, serán de la mayor trascendencia para la correlación internacional de fuerzas en las próximas décadas, modificando la estructura de las relaciones internacionales de China con países y regiones no subordinados a las políticas del imperialismo estadounidense. Teniendo en cuenta todos estos obstáculos es probable que la economía china tenga ritmos de crecimiento menores a los precedentes, probablemente en el entorno del 3 al 5 % del PIB, y no los altos crecimientos sostenidos en las etapas precedentes.

Los grandes éxitos logrados en el desarrollo acelerado de la economía china basados en muy altos ritmos de crecimiento del PIB, trajeron importantes beneficios a la sociedad y en general elevaron el nivel de vida del pueblo chino en un muy corto tiempo, pero también han generado fricciones socioeconómicas. Estos problemas tienen una gran complejidad porque las transformaciones en el patrón de acumulación debido a las reformas y la apertura repercuten en el medio ambiente, los fenómenos demográficos, migratorios y se manifiestan en diferencias sociales internas. Se producen desarrollos dispares entre las zonas económicas especiales y las grandes ciudades que avanzan más rápido, respecto a regiones rurales. Las diferencias todavía subsisten en el campo de la educación, la salud y en afectaciones a las condiciones de vida de segmentos de población en comunidades, en pueblos y ciudades pertenecientes a distintas etnias y grupos poblacionales minoritarios de ese extenso país. Téngase en cuenta que China es un país con un territorio extenso, (9.596.900 km2, el cuarto después de Rusia, Canadá y EE. UU.), multiétnico, multilingüismo (hay seis lenguas principales en China, además del mandarín). Como es reconocido, los orígenes étnicos, culturales de los distintos grupos tienen incidencia sobre las condiciones socioeconómicas. Los procesos de desarrollo y la economía no operan de igual modo y celeridad en las transformaciones en distintas comunidades por la interacción de costumbres y valores con estos procesos.

La situación socioeconómica actual

En el periodo de cuatro décadas desde el inicio de la reforma y apertura de China en 1978 hasta 2018, han ocurrido, como se ha referido, trascendentales avances económicos y sociales en China. En esencia, la base de los éxitos sociales se basa en la orientación socialista del modelo chino y sus ajustes graduales en las políticas, que permitieron en sentido general alcanzar un rápido crecimiento para beneficio de toda la sociedad, minimizando los costos de dicho proceso en términos socioeconómicos.

El carácter socialista significa el compromiso hacia la prosperidad común, lo que no supone excluir o limitar el desarrollo del sector privado, si bien el objetivo supremo es el progreso de todos. En ese sentido la política de reducción de la pobreza ha tenido una alta prioridad, alcanzando resultados muy notables, calculados en alrededor de 800 millones de chinos que han superado la pobreza absoluta, considerando que en 2020 la tasa de incidencia de pobreza en por ciento de la población era cero. (Datos Banco Mundial, 2023). Además, en China se han creado en promedio unos 13 millones de trabajos urbanos, siendo la tasa de desempleo inferior al 4 %. Se observan avances en la educación, al reducir la tasa de analfabetismo desde el inicio de las reformas de 30 % al 3 %. La proporción de trabajadores con educación superior se incrementó de apenas 0.5 % a 25 % en ese mismo lapso y la seguridad social aumentó notablemente su protección de 85 % de la población con una pensión básica, a más de 95 % con un seguro médico. (Biliang, 2018)

El Producto Interno Bruto a precios constantes de 2010, según estimaciones del Banco Mundial y en dólares de Estados Unidos (USD) tuvo un incremento considerable. En 1978, siempre en los términos anteriores, el PIB per cápita de China fue de $381.1USD, ya en 2005 se calculó en $3,390.7, transcurrido solamente cinco años, en 2010, $5,647.1 y otro quinquenio y alcanza $8,016.4, llegando en 2018 a $9619.2 y $10,434 en 2020 (Datos Banco Mundial, 2023).

En el 2010 la tasa de urbanización era del 50 % y para finales de 2019 la tasa de urbanización de la población permanente de China superó por primera vez el 60 %, con aproximadamente 848,43 millones de personas. Actualmente hay 6 megalópolis (sobrepasan los 10 millones de citadinos): Shanghái, Beijing, Guangzhou, Shenzhen, Chongqing y Tianjin. (Lu, Li. 2021)

Los mejores y más armónicos resultados socioeconómicos asociados a esos crecimientos se observan desde 2015. De un estudio realizado por un grupo de investigación encabezado por Yonglong Lu (Lu, Y., et al, 2019, August 7), se extraen algunos de estos, que permiten establecer el estado de la situación socioeconómica de China.

Relación crecimiento económico y daño medioambiental.

Según la referida investigación, un índice de “desacoplamiento” entre el crecimiento económico y la afectación medioambiental para el caso de China muestra que “el nivel de acoplamiento exhibió una tendencia creciente de 1978 a 2002, se mantuvo estable de 2002 a 2014 y luego tendió a la baja en 2015, lo que indica que desde 2015, el crecimiento económico y el impacto ambiental han mostrado una respuesta al desacoplamiento.” Cabe subrayar que el incremento del llamado desacoplamiento, o el avance en esta dirección representa una mejoría en la situación socioeconómica general en tanto el crecimiento económico – al menos según este indicador– no incrementa el daño medioambiental, repercutiendo positivamente en la calidad de vida de la población. Los resultados destacan que el deseo de China de lograr una “civilización ecológica” ha dado una tendencia al desacoplamiento entre el crecimiento económico y el incremento en la emisión de los principales contaminantes desde 2015, aunque todavía se mantiene un fuerte acoplamiento con las emisiones de CO2.

Durante los últimos 40 años, el PIB de China se ha expandido en un promedio anual del 9,6 % a $74,35 billones de yuanes. Este crecimiento se aceleró de 1978 a 2007, pero ha disminuido en los últimos años. Este rápido crecimiento económico se ha logrado en parte a expensas de los recursos naturales y el medio ambiente, lo que ha dado lugar a emisiones excesivas, incluidas aguas residuales, gases contaminantes — dióxido de carbono– y desechos sólidos, que se extendieron desde la región desarrollada del este hasta la región no desarrollada del oeste. (Lu Y., et al, 2019, August 7)

El asunto de las desigualdades sociales.

La desigualdad muestra el siguiente comportamiento: “La brecha regional en materia de igualdad se redujo de 1978 a 1990, luego divergió marcadamente de 1990 a 1997, se estabilizó de 1997 a 2005 y finalmente disminuyó a partir de 2005.” (…) “Durante la década de 1970, con subsidios del gobierno, las regiones del noroeste, incluidas el Tíbet y Gansu, tenían el ingreso disponible per cápita más alto. Desde la década de 1980, el nivel de ingresos de Guangdong y Shanghái ha crecido rápidamente y ahora es el más alto de China. Desde la década de 2000, las provincias con niveles de ingreso disponible per cápita relativamente altos se han distribuido a lo largo de la costa.”

Una evaluación general de las desigualdades en el país se analiza mediante el índice de Gini. En la medida que este número ese aproxima a la unidad, la desigualdad es total y cuando más pequeño indica mayor igualdad en la distribución de los ingresos. El índice Gini en 2019 se estimó en 38.2, lo que representa una mejoría respecto al mismo indicador en 2010 que fue 43.7. Según este medidor, la desigualdad en China se incrementa desde 1990, cuando se ubicaba en 32.2, hasta el 2010 en que se comienza a mejorar, aunque en 2019 empeoró ligeramente y se situó en 38.2. (Datos, Banco Mundial, 2023)

Progreso en la educación

El crecimiento económico ha significado un avance general de la educación a todos los niveles. El número de años de escolaridad se incrementa, tanto para los residentes urbanos como rurales, aunque se observan diferencias. Así, para los residentes urbanos aumentó de 8 a 13 y de 4 a 10 para los residentes rurales.

En general se ha avanzado en el nivel educativo y para ambos géneros ha aumentado considerablemente. Desde principios de la década de 1990, la media de años de escolaridad en China ha aumentado de 6,3 a 9,1. Desde una perspectiva de género, el número de años de escolaridad de una mujer equivalía al 92,7 % de los hombres en 2016, frente a solo el 77,3 % en 1991, lo que es una mejoría, pero aún es insuficiente. La brecha en años promedio de escolaridad entre hombres y mujeres en todas las provincias ha seguido reduciéndose.

Situación migratoria

Se estima el total de emigrados chinos en alrededor de 10 millones, ocupando el cuarto lugar por el número de nacionales viviendo en el extranjero. El total de inmigrantes oscila en el entorno de 1 millón, lo que coloca al país en el orden 54 en este indicador, la mayoría de ellos se asientan en Shanghái, Guangzhou y Beijing. La población emigrante de China aumentó lentamente en la década de 1980 y se incrementó rápidamente desde principios de la década de 1990 en la medida que se relajaron los controles migratorios. La principal motivación de estos flujos es económica, tanto la migración interna como hacia el exterior tiene como principal objetivo buscar mejores condiciones de vida y elevar los ingresos.

En años más recientes los flujos migratorios con fines educativos han ganado significación. “Más de 700 mil chinos viajaron a estudiar en universidades extranjeras en 2019 y alrededor de 500 mil estudiantes internacionales ingresaron en la educación superior en China en 2018. Más recientemente aparece una nueva tendencia por “estilo de vida”, integrada por los que viajan a Europa y otros lugares en Asia en procura de climas cálidos y mejor calidad de vida” (Osbo, H; Speelman H., 2022).

La migración interna se realiza del interior rural del país hacia las regiones costeras en rápida industrialización y exportación de bienes manufacturados.

China se convirtió oficialmente en una nación que envejece en el año 2000, y la población en edad de trabajar alcanzó su punto máximo; en 2020, alrededor del 19 % de sus 1,400 millones de ciudadanos tenían más de 60 años, la edad de jubilación. Sin embargo, la escala de la migración interna de China sigue siendo inigualable: en el censo de 2020, casi 376 millones de personas vivían en un lugar distinto al área de registro de su hogar, un grupo al que a menudo se hace referencia como la «población flotante». (Osbo, H; Speelman H., 2022)

Los flujos migratorios hacia el país, aunque mucho menores que las salidas, tienen una creciente importancia debido a la necesidad de engrosar la fuerza de trabajo joven en proceso de declinación. En 2001, las fuentes principales de estos flujos hacia China fueron provenientes de Corea del Sur, Estados Unidos y Japón, pero también vienen del llamado sur global, incluyendo comerciantes y estudiantes. El censo de 2020 registró 1.4 millones de estos casos, un número grande, pero pequeño en comparación con la población total del gigante asiático. Considerando el reto del envejecimiento de la población y de la fuerza de trabajo, la atracción de fuerza de trabajo calificada como inmigración es un elemento de creciente importancia.

Otros desafíos internos

En la actualidad persisten retos acumulados que deben ser tenidos en cuenta en un escenario particularmente difícil, porque requiere aumentar el crecimiento económico hacia adentro, tratando de minimizar las afectaciones del sector externo y evitando empeorar los balances macroeconómicos, que traigan mayores afectaciones en los indicadores socioeconómicos, en correspondencia con los objetivos del país dirigidos a una modernización con características china.

En general, estos problemas fueron generados por el rápido crecimiento económico y la profundización de las relaciones mercantiles, que incorporaron a los viejos desequilibrios y retrasos estructurales, los nuevos “fracasos del mercado”, a pesar de los esfuerzos del gobierno chino a sus distintos niveles por moderarlos.

 En la teoría económica convencional estos llamados fracasos del mercado pueden ser divididos en seis categorías: el intercambio puede afectar a una tercera parte sin consentimiento (como resultado de la contaminación); el intercambio podría ocurrir sin conocimiento completo y consentimiento; el comprador puede ser víctima de sus propias acciones; la realización del intercambio puede exceder las capacidades individuales; los negocios pueden tener poder de mercado (supone establecer precios muy por encima de los costos) y por último, y es probablemente lo más importante desde una perspectiva socialista, si bien el mercado favorece el incremento de la eficiencia, no así la equidad. (Tirole, J. 2017: 157-159)

Los textos de economía del sector público plantean que los problemas de la información y las externalidades podrían ser compensados por los bienes públicos o la economía del sector Estatal, para corregir los efectos adversos sobre la situación socioeconómica de la población, expresada en las desigualdades generadas por la concentración de ingreso, propiedad y riqueza de una parte, y pobreza de otro, o cualquiera de las otras categorías formalmente reconocidas como fallos del mercado. Es decir, la complicación es que la apertura al mercado genera crecimiento económico, estimula la introducción y desarrollo de nueva tecnología, eleva la productividad, la eficiencia, e incrementa el ingreso nacional, pero su distribución tiende a ser desigual y ahí los instrumentos económicos, el sector público, los instrumentos del Estado socialista deben intervenir y por supuesto, ello no es una tarea sencilla, mucho menos en un país tan grande y diverso.

Según el informe de diciembre de 2022 de la Conferencia de Trabajo Económico Central (CEWC por sus siglas en inglés Central Economic Work Conference) la estrategia para 2023 se concentra en impulsar la confianza en el mercado, expandir la demanda interna, restablecer y aumentar el consumo e incrementar los ingresos urbanos y rurales a través de múltiples canales, enfocarse en la estabilización del crecimiento, el empleo y los precios, evitar los mayores riesgos y promover el mejoramiento de las operaciones económicas (Asia Society Policy Institute, 2023) lo que supone la utilización de instrumentos redistributivos para reducir las desigualdades y otros problemas sociales vinculados al rápido crecimiento.

Retos externos.

Los desafíos externos al desarrollo equilibrado de China tienden a incrementarse. Los mismos tienen relación con los problemas en el funcionamiento de la economía mundial y sus contradicciones, pero también con crecientes tensiones geopolíticas y geoeconómicas, en primer lugar debido a la cada vez más abierta hostilidad de la política de Estados Unidos –centro hegemónico del capitalismo y el imperialismo mundial—y sus aliados desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y las percepciones y estrategias de cómo relacionarse con China, considerada como un desafío al llamado orden liberal, dada la supuesta pretensión del presidente Xi Jinping de rehacer el sistema internacional y establecer un nuevo orden. (Economy, 2022) Una breve referencia a estas políticas y sus modificaciones permite comprender mejor la significación del momento actual.

Estados Unido ha pasado de “jugar la carta China” para dividir al campo socialista y exacerbar las contradicciones entre la República Popular China y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas mediante un acercamiento y una apertura económica y política hacia China, que al estimular el vínculo económico con Estados Unidos y con otros países capitalistas, favorecería un cambio político definido como la llamada transición del socialismo al capitalismo. El gobierno de Richard Nixon y el reconocido estratega Henry Kissinger desempeñaron una función principal en esta política.

Cuando el crecimiento de la economía China fue de tal magnitud, en algunos terrenos superior a el líder económico imperialista en el PIB calculado mediante la Paridad del Poder Adquisitivo, la participación en las exportaciones y en la producción mundial, los estrategas estadounidenses comenzaron a preocuparse y a diseñar políticas para contrarrestar sus efectos. Aunque muy criticado después, la incorporación estadounidense a la Alianza Transpacífico (TPP en su forma inicial) y los pasos para establecer un tratado de libre comercio con la Unión Europea, estaban dirigidos a tratar de crear un marco de integración que contrarrestara el ascenso de China en este campo y redujera relativamente su participación en estos mercados (Fernández Tabío, 2014).

Las administraciones de Donald Trump y Joseph Biden, el primero con un enfoque extremo unilateral y el segundo apelando al sistema de alianzas, han elevado el nivel de conflictividad en la misma medida que atribuyen a China los problemas internos de la economía estadounidense en cuanto a la disminución del empleo manufacturero y el déficit de la balanza comercial, perdiendo la perspectiva de que una parte no despreciable del mismo la realizan las propias empresas transnacionales de Estados Unidos y otros países capitalistas que han invertido en ese país para luego exportar desde allí a todo el mundo beneficiados por las cadenas globales de suministro.

Sin embargo, la preocupación principal, aunque se expresa en términos comerciales, económicos y tecnológicos, se basa en un problema de la llamada seguridad nacional de Estados Unidos, que no acepta perder su condición de única super potencia mundial y ser eventualmente desplazado por una potencia no subordinada. Es decir, se plantea una pugna feroz por la hegemonía mundial y la configuración del sistema mundo. Tal clima de confrontación plantea también retos para la problemática socioeconómica china en los próximos años, que, aunque pretende aumentar el papel de la demanda interna, puede ser afectada en su bienestar interno por sanciones económicas, financieras y tecnológicas.

Consideraciones finales

La sociedad china contemporánea ha elevado considerablemente su poder mundial, pero debe reconocer la complejidad de una nación asentada en un territorio y población enormes, multiétnica, multicultural y de multilingüismo, que inciden en los resultados del progreso social y las condiciones socioeconómicas de los distintos grupos de sus ciudadanos.

El modelo de socialismo chino ha demostrado ser exitoso y logrado un avance general de todo el pueblo y sus condiciones socioeconómicas desde el inicio de la reforma y apertura hasta la actualidad, pero el rápido crecimiento económico durante un período largo, incluyendo la reforma de mercado y la apertura al comercio y las inversiones extranjeras, no ha escapado a las contradicciones y los problemas asociados al incremento de las relaciones de mercado y la extensión de la propiedad privada.

Distintos estudios han mostrado niveles de desigualdad socioeconómica reflejadas en distintos indicadores de educación, salud y afectaciones a las condiciones de vida por deterioro al medio ambiente, problemas demográficos debido al envejecimiento de la población y la fuerza de trabajo, y asociados a los flujos migratorios internos, y externos, que pueden generar tensiones sociales, pero también compensar el envejecimiento de la población y la necesidad de fuerza de trabajo joven y calificada en el caso de los chinos que regresan a reinsertarse en su país de origen.

El balance de la situación socioeconómica de China a inicios de la tercera década del siglo XXI es positivo en un escenario de grandes retos internos por las transformaciones en el patrón de acumulación y el cambio de una economía centrada en el mercado externo, a una economía con mayor peso en el mercado interno, si bien es sumamente complejo modificar el balance entre las fuentes internas y externas en la formación de su producto en las actuales circunstancias.

A finales de 2022 el Partido Comunista China, encabezado por su líder y presidente de la nación Xi Jinping, identificó los retos para cumplir los objetivos del país y definió las tareas para buscar la modernización de la República Popular China hacia un patrón de crecimiento dual con mayor participación de la demanda interna. Se aprecia en la estrategia propuesta una decisión de prestar atención a los problemas socioeconómicos internos, que toma en cuenta la interacción entre los desafíos internos y externos en un escenario sumamente complejo y de elevada incertidumbre.

Fuentes bibliográficas


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