Cargando...

Elecciones

Venezuela: otra vuelta de rosca. Reacciones y posibles escenarios tras ser ratificada la inhabilitación de María Corina Machado

febrero 6, 2024   0

Imagen: @TSJ_Venezuela

Publicado en la sección Punto de Vista del Observatorio Político sobre América Latina y el Caribe del Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García".

El viernes 26 de enero, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela ratificó la inhabilitación de María Corina Machado para ocupar cargos públicos durante un periodo de 15 años. Ello confirma la imposibilidad de que dicha figura política, ganadora de las primarias de la coalición Plataforma Unitaria, en octubre, se pueda presentar como principal candidata opositora a las elecciones presidenciales previstas para este año. La decisión condiciona el estado actual de las relaciones entre el gobierno bolivariano, la oposición venezolana y el gobierno de Estados Unidos, y abre un abanico de posibilidades sobre los próximos pasos que pueden seguir estos actores.

La inhabilitación de María Corina Machado constituye, desde hace meses, un punto de debate y negociación entre el chavismo y la oposición radical. Tras la firma de los Acuerdos de Barbados, en octubre de 2023, donde ambas partes establecieron un grupo de condiciones y garantías electorales de cara a las presidenciales, un sector mayoritario de la oposición apostó por que el Tribunal Supremo de Justicia permitiera que Machado fungiese como candidata a dichos comicios. Sin embargo, el órgano judicial ratificó la sanción contra la líder opositora, argumentando que participó en el robo de los activos venezolanos en el extranjero y que pidió sanciones y la invasión de Estados Unidos a Venezuela.

La confirmación de la medida contra María Corina Machado exacerba las contradicciones entre los actores involucrados en el proceso político venezolano – incluyendo a Estados Unidos- y genera incertidumbres y expectativas sobre la posible respuesta del gobierno de Biden y de la oposición venezolana. En el caso de la oposición radical, la decisión ha sido recibida como una violación, por parte del chavismo, de los Acuerdos de Barbados. La reacción de Estados Unidos, por su parte, no se hizo esperar.

El gobierno de Joseph Biden revocó la Licencia General 43, interpuesta en octubre, que permitía la realización de operaciones comerciales con Venezuela en el sector del oro. Además, amenazó con que, ante la ausencia de “avances democráticos”, no renovaría la Licencia General 44, que posibilitó la comercialización de bienes y servicios y el libre flujo de inversiones en las industrias petrolera y gasífera del país sudamericano. En caso de que no se actualice esta última licencia, que vence el próximo mes de abril, Estados Unidos estaría retomando la política de “máxima presión” y la imposición de sanciones para forzar un cambio de régimen en Venezuela, una vía que no ha funcionado para el logro de estos objetivos y que se encuentra bastante desacreditada, incluso en segmentos de la oposición interna.

En lo que a la amenaza por parte del gobierno estadounidense, de “reimponer” las sanciones contra Venezuela, se refiere, parece haber importantes resistencias que complicarían esta decisión. Primeramente, existen presiones por parte de trasnacionales occidentales –como Chevron, ENI y Repsol- para evitar una nueva escalada en la política estadounidense contra el chavismo, con el objetivo de que no se afecten sus intereses en el sector petrolero venezolano. También, hay un interés del gobierno de Biden por que Venezuela aumente sus producciones de crudo para ayudar a re-equilibrar el mercado energético internacional, a la luz de un contexto marcado no solo por la guerra en Ucrania, sino por la escalada de conflictos en Medio Oriente. En esta misma dirección, no debe pasarse por alto la importancia que tiene, para Estados Unidos, el acuerdo migratorio firmado en octubre entre ambos países, que permite la repatriación de migrantes venezolanos, cuando su frontera sur se encuentra saturada. Todo ello ocurre en un año de elecciones en la Casa Blanca, factor que otorga especial connotación a cada uno de los elementos expuestos.

La oposición radical venezolana, por su parte, enfrenta un dilema entre continuar apoyando la posición de María Corina Machado o buscar un candidato presidencial alterno. La primera opción llevaría, presumiblemente, a la no participación de Plataforma Unitaria en las presidenciales venezolanas y al desconocimiento de los resultados por parte de la coalición opositora. Ello significaría un retroceso importante en el proceso de estabilización política del país, desechando lo conseguido en el largo proceso de diálogo. La segunda opción, por su parte, significaría designar a una nueva figura que, inevitablemente, acumularía menos capital político que Machado y disminuiría las posibilidades de que Plataforma Unitaria obtenga la victoria en las elecciones. A pesar de que no se ha vislumbrado un posible sustituto para ella, esta parece ser la opción más pragmática, y a la cual se inclinarían los principales sectores de la coalición opositora.

La decisión de no habilitar a María Corina Machado, interpretada como una negativa del chavismo a una exigencia fundamental de la oposición, indudablemente complica las relaciones entre los sectores que intervienen en la política venezolana. Sin embargo, y a pesar de que se valore la posibilidad de dar vuelta atrás a los avances políticos y económicos entre los actores involucrados, existen elementos que hacen pensar que Washington y la oposición podrían evitar que este hecho –la inhabilitación de Machado- se traduzca en un colapso de los acuerdos alcanzados con el gobierno bolivariano. Sobre este y otros puntos del panorama político venezolano volveremos en un nuevo Punto de Vista.

Bibliografía


Déjanos tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *