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África

África: los caminos de la integración (I). La OUA: una nueva etapa para la integración africana

Otros autores: MSc. Yoslán Silverio González, CIPI
mayo 25, 2023   0

Imagen tomada de Villa des Arts de Conakry (Facebook)

En el aniversario 60 de la creación de la Unión Africana este 2023, se hace imprescindible recordar el largo camino recorrido por la integración en África desde sus inicios y hasta la actualidad. Por ello es importante recuperar sus antecedentes, los cuales son clave para comprender las peculiaridades de dicha integración en los diferentes contextos históricos, cuánto se ha avanzado y qué aspectos quedan pendientes por resolver. La integración africana ha transitado por diferentes etapas, se ha adecuado a las necesidades de los diversos momentos y ha ido sobrepasando disimiles retos. En este sentido hay que hacer alusión a cómo dicho proceso estuvo inspirado por el ideal del panafricanismo (1) y el movimiento de descolonización. Luego de la independencia de África Subsahariana del control político de las potencias europeas se planteó la necesidad de lograr la unidad africana bajo la guía del panafricanismo como concepción ideológica.

Muchos fueron los líderes africanos que encabezaron e impulsaron la unidad africana: Modibo Keita, Jomo Kenyatta, Amhed Sekoú Touré, Julius Nyerere, Gamal Abdel Nasser, Muamar El Gaddafi. Una de las figuras más importantes de dicho proceso fue Kwame Nkrumah, no solo como un político destacado sino también como un hombre de ideas y pensamiento. Su ideario principal se puede esbozar en torno a la imperiosa necesidad de lograr la unidad de los pueblos africanos, para lo cual se consagró. Bajo su liderazgo, la República de Ghana se convertiría en el primer Estado subsahariano moderno que accedía a la independencia, por lo que fue tomado como ejemplo a seguir por todos los nacionalistas africanos. Al mismo tiempo, continúo desempeñando un papel importante como impulsor de las ideas del panafricanismo. Nkrumah fue considerado como su gran conductor en estos años. “La independencia de Ghana fue reconocida como la primera victoria ideológica del panafricanismo y ella sería el centro del mismo en los años 50 y 60, fuertemente dominado por la personalidad de Nkrumah” (2).

El proyecto de Nkrumah, estuvo en consonancia con las ideas socialistas que comenzaban a guiar a muchos de los movimientos nacionalistas en África, que fueron tomando diferentes orientaciones con respecto al socialismo que se quería adoptar, lo que se dio a conocer como el socialismo africano (3), que retomaba pautas de las sociedades tradicionales y las necesidades de una sociedad más justa y de igualdad. El “nkrumaismo” vino a ser la variante del socialismo ghanés.

La República de Ghana, se convirtió, bajo la dirección de su líder histórico, Kwame Nkrumah, en el centro de las ideas progresistas de África Subsaharana, durante la década de 1960. Su ideario, como planteamos, estaba basado en la corriente panafricanista. Así lo expresa la profesora de la UNAM, Cecilia Mendoza: “En su obra Africa must unite, Nkrumah plantea que la unión africana tiene que suceder a pesar de las diferencias históricas, lingüísticas, étnicas y religiosas del diverso continente, bajo el propósito de acabar con la realidad común de estar sometidos a la amenaza neocolonial, pues para él todo el imperialismo era imperialismo en el fondo, aunque los países africanos hubieran experimentado distintas formas de dominación” (4).

Nkrumah consideraba que la tarea suprema que tenían ante si las naciones recién independizadas de África era la creación de un orden social justo y progresivo. Durante su gobierno se celebraron en Ghana varias conferencias que buscaban la unidad entre los países africanos. Los primeros intentos integracionistas postcoloniales (uniones federales o confederales) fueron frustrados en sus intentos unionistas por no responder a los intereses foráneos: Unión Ghana-Guinea (nov 1958-1960); Federación de Mali (1959-1960); Unión Ghana-Guinea-Mali (1960-1962). Incluso Nkrumah llegó a plantear la idea de la creación de los Estados Unidos Africanos, en un contexto donde todavía África no estaba por completo descolonizada.

El principal mérito de estas iniciativas fue lograr unir por primera vez territorios excoloniales británicos y franceses, cada uno con un pasado institucional completamente diferente. Ello se hizo en un contexto donde ni siquiera el sentimiento “nacional” a lo interno de dichos países estaba arraigado y se pretendía traspasar las identidades políticas nacionales para crear una entidad federal, sin experiencia previa.

Todos estos primerísimos intentos fracasaron debido a múltiples problemas existentes tales como, además de las cuestiones ideológicas, organizativas y étnicas, por la falta de infraestructuras que conectasen a dichos países, la no complementariedad económica y las maniobras de las ex metrópolis y de EEUU. Por ejemplo, era prácticamente imposible realizar una llamada teléfónica entre Accra y Conakry sin que pasara por un servidor en Londres o París. A pesar de la radicalidad del pensamiento de Nkrumah y las contradicciones existentes entre la mayoría de los líderes africanos sobre cómo efectuar dicho proceso, todos se consagraron – de una manera más ferviente o no – en lograr el objetivo de la integración. Sin embargo, tuvieron que afrontar múltiples retos, dificultades y obstáculos internos y externos, varios de los cuales, de una manera u otra, se han mantenido.

Sobre este periodo, el profesor Armando Entralgo planteaba que las primeras ideas de unidad tuvieron inicialmente un doble desarrollo en África: las ideas en torno a la unidad política y las ideas en torno a la integración económica. Sin embargo, lo que predominó entre los líderes africanos fue la unidad política para poder hacer frente a las antiguas potencias coloniales y completar el proceso de liberación nacional a nivel continental. Ahora bien, todos estos intentos de integración, nos recuerda Entralgo, se dieron en un contexto de periferialización de las economías africanas sometidas al control de las antiguas metrópolis lo que impidió la adopción de políticas económicas propias. Esto se debe a que las exmetrópolis habían mantenido el control sobre la explotación y comercialización de los recursos naturales, así como de los principales renglones de las economías nacionales (5), además, de la injerencia constante en los asuntos internos de los países recién independizados.

Estos fueron los obstáculos iniciales a los que se enfrentó el proceso de unidad africano, además de las propias contradicciones entre los países independientes sobre temas cruciales como cuáles serían las relaciones con las exmetrópolis o con temas internos como las posiciones adoptadas por los líderes africanos frente a la crisis del Congo tras el asesinato de Patricio Lumumba. Estas cuestiones, en el orden económico, pero sobre todo político, provocaron que los países africanos se dividieran en grupos siguiendo sus afinidades o por el compromiso que determinadas élites mantenían con las exmetrópolis.

En este sentido, surgió el Grupo de Brazzaville, el cual estaba integrado por gobiernos que reconocían la preponderancia de la antigua metrópoli en sus políticas internas y externas, además manifestaban abiertamente su anticomunismo. Concebían la unidad africana desde una perspectiva de cooperación y no de unificación política. Fundan en 1960 una asociación de Estados francófonos denominada Unión Africana y Malgache (UAM). Sus miembros consideraban prematura una estructura orgánica y sugerían el refuerzo de la cooperación económica regional como paso intermedio en el camino hacia la unidad (6).

El Grupo de Casablanca se organizó en 1961 gracias a la alianza entre la monarquía marroquí y los gobiernos progresistas de Ghana, Malí y al República Árabe Unida (Egipto) de Gamal Abdel Naser. La Carta de Casablanca proponía “promover el triunfo de la libertad en África y alcanzar su unidad”. Planteaban la necesidad de una unión continental política con todas las instituciones necesarias, que debía preceder a la cooperación económica y como único instrumento para proseguir la lucha contra el colonialismo y el apartheid.

El segundo grupo creado fue el de Monrovia, también en 1961 en la capital de Liberia, en una reunión a la cual asistieron la gran mayoría de los países francófonos y anglófonos. Su objetivo era plantear una alternativa de unidad panafricana, pero con criterios más flexibles que los de Nkrumah. Este era el panorama político previo a la creación de la Organización para la Unidad Africana (OUA), en cuya conferencia constitutiva prevalecieron los criterios centristas del grupo de Monrovia y donde se impuso la idea de transitar por el camino de la unidad de acuerdo con el sentido descrito en la Carta de Lagos.

A pesar de las diferencias y los criterios encontrados, los líderes africanos sobrepusieron momentáneamente las divisiones entre ellos para encausar el proceso de creación de una organización continental en la cual estuviesen representados todos los países del continente. Surgía así, el 25 de mayo de 1963, la OUA, cuya sede central se estableció en la capital etíope, Addis Ababa, debido al simbolismo que representaba, al ser el único país africano que no fue colonizado. Kwame Nkrumah escribía en su obra “África debe unirse” de 1963, en vísperas de la creación de la OUA: “¿Acaso no es esencial nuestra unidad tanto para proteger nuestra libertad como para conquistar la libertad de nuestros hermanos oprimidos, de los luchadores por la libertad? ¿Acaso no es únicamente la unidad lo que puede convertirnos en una fuerza efectiva que sea capaz de generar su propio progreso y de aportar una valiosa contribución a la paz mundial?”(7).

La Carta constitutiva de la OUA careció de normas que hicieran obligatorias las decisiones de sus miembros, basada en los principios de igualdad soberana, no injerencia, respeto a la soberanía e integridad territorial. Plantearon como propósitos: la unidad y solidaridad; coordinar e intensificar la cooperación y los esfuerzos para alcanzar una vida mejor para los africanos; defender la soberanía, integridad territorial e independencia; erradicar toda forma de colonialismo en África y promover la cooperación internacional.

Los Estados se centraron en el objetivo de eliminar en todas sus formas el colonialismo de África. Por esta razón, la naciente organización se consagró en apoyar a los movimientos de liberación nacional en aquellos territorios donde todavía el colonialismo era una realidad. Este objetivo prevaleció por sobre el logro de la unidad. Se afirmó una política de no alineamiento respecto a todos los bloques. Esto constituyó un logro del Grupo de Casablanca. Se estableció el principio de intangibilidad de las fronteras heredadas de la colonización (8). El respeto a dichas fronteras fue uno de sus acuerdos más emblemáticos, cuyo consenso salvó al continente de un proceso de balcanización o fraccionamiento de los países y de guerras interestatales. Aún así, los problemas entre países africanos por cuestiones fronterizas no pudieron ser del todo evitados (9).

La OUA adquirió una estructura institucional de acuerdo con los tiempos. Se estableció un órgano legislativo con la Asamblea anual de jefes de Estado y gobierno, la cual coordinaba la política y aprobaba las decisiones adoptadas en el transcurso de las reuniones periódicas del Consejo de Ministros. Este Consejo de Ministros estaba compuesto por los titulares de Asuntos Exteriores de los países miembros. También implementaron una Comisión de Mediación, Conciliación y Arbitraje, la cual se ocupaba de coordinar los esfuerzos que se realizasen para resolver los litigios y los conflictos. Su órgano administrativo permanente era la Secretaría General, dirigida por un secretario elegido por un mandato de cuatro años.

A su vez, la OUA contaba con una serie de comisiones especializadas que cubrían campos como el transporte y las comunicaciones, la economía y la educación. La Organización, a pesar de mantener su naturaleza política, fue involucrándose cada vez más en la promoción de la cooperación e integración económicas. Estos esfuerzos desembocaron en la decisión de establecer una comunidad económica africana, que se plasmó en un tratado firmado por los líderes africanos en 1991. Tras recibir la necesaria ratificación por parte de dos tercios de los miembros, el tratado entró en vigor en abril de 1994.

Sin embargo, la OUA comenzó a enfrentar un conjunto de problemas y obstáculos. Por ejemplo, en las conferencias no se producían debates ideológicos de gran profundidad. Después de estas Cumbres, las acciones mancomunadas eran pocas y los acuerdos a los que se llegaban eran un reflejo de las políticas internas y externas de cada Estado. Muchos de ellos se resistieron a ceder soberanía en favor de la unidad continental, por lo que se fortaleció la idea del “Estado-nacional”.

 A largo plazo se demostró su incapacidad para detener los múltiples problemas a los cuales se comenzarían a enfrentar los países: como el fracaso económico, las cuestiones sociales, los conflictos fronterizos, las crisis de refugiado y los golpes de Estado. Entre ellos se pudieran mencionar los casos de Uganda, la insurgencia en el sur de Sudán, el separatismo eritreo, el separatismo en la región senegalesa de Casamance, la crisis de Ruanda, etc. La OUA no pudo enfrentar los retos que se fueron sucediendo, como los golpes de Estado, por ejemplo, el realizado contra Nkrumah y Modibo Keita o las posturas de gobiernos neocoloniales, etcétera.  Tampoco pudo pronunciarse y actuar sobre graves acontecimientos internos en sus países miembros, en gran medida como consecuencia de la apelación a los principios de igualdad soberana, no injerencia, respeto a la soberanía e integridad territorial.

Otros de los elementos que afectaron el buen funcionamiento de la OUA fue la presencia de otras agrupaciones anteriores a 1963 como la Organización Común Africana y Malgache (OCAM) o la participación de los países anglófonos en la Mancomunidad Británica de Naciones. El activismo de las exmetropolis fue un factor decisivo. Por ejemplo, Francia se encargó de atraer a varios de los países africanos (tanto a excolonias como a otros países provenientes de los imperios belga, portugués e inglés), a las cumbres francoafricanas que se desarrollaban anualmente, incluso con más audiencia que las de la OUA.

Desde el punto de vista económico, además se evidenció el escaso comercio intrafricano,el aumento de la competencia entre las naciones y un incremento del flujo de fuerza de trabajo hacia las antiguas metrópolis. Se comenzó a cuestionar en los foros internacionales sobre los problemas de derechos humanos, gobernabilidad y democracia en África (10), lo cual fue un factor de presión externa por parte de las potencias occidentales.

Si bien, la OUA mantuvo su fuerte enfoque anticolonial e independentista que fueron los ejes principales del proyecto de unidad durante las décadas del 60 y 70, no logró proyectar la unidad política y económica como elemento primario para la emancipación del continente; si no que la supeditó a la voluntariedad de los Estados. A partir de los años 1980 que se conocieron como la llamada “década perdida”, los Estados poscoloniales entraron en una profunda crisis económica y político-institucional. Luego le siguieron los años de la aplicación de los programas de ajustes estructurales.

Durante la década de 1990, la OUA vio sobrepasada sus funciones ante la generalización de los conflictos armados por casi todo el continente, cuyo momento de mayor crisis fue el genocidio en Ruanda. Este hecho demostró la incapacidad de la OUA de poder intervenir en un escenario como este, puesto que no estaba dentro de sus funciones, debido a su doctrina de la no injerencia en los asuntos internos de los Estados miembro. Todos estos elementos, sumados a los cambios experimentados en el sistema internacional tras la caída del campo socialista y la desintegración de la URSS, y la imposición del mundo unipolar, hacían a la OUA incompatible con el nuevo contexto. De aquí la necesidad de su transformación institucional hacia una organización de mayor alcance, con características y objetivos acordes con los retos y necesidades del momento. A pesar de todos los problemas identificados, la OUA fue una organización precursora en cuanto a dotar al continente de un mecanismo integracionista, que tuvo muchos logros, aunque enfrentó serias dificultades. Parte de su estructura y de sus objetivos fueron rescatados en el actual contexto que dio paso a la Unión Africana.

Referencias

  1. El panafricanismo fue un proyecto general de identidad, unidad y solidaridad surgido entre la diáspora africana a finales del siglo XIX. Luego se convirtió en un movimiento político, filosófico, cultural y social que defendía la liberación y emancipación del continente africano, así como la defensa de los derechos de las personas africanas y la unidad de África. Entre sus principales líderes se encuentran Henry Sylvester Williams y al doctor William Du Bois. El movimiento organizó varios congresos en 1919, 1921, 1923, 1927 y 1945. ​
  2. Elías Barrocas. “El Partido de la Convención del Pueblo de Ghana”. CEAMO, p.60.
  3. William Friedland y Carl G. Rosberg. “África socialista”. Fondo de cultura económica, México, 1967, pp. 105 – 131 y 201 – 243.
  4. Cecilia Mendoza.La figura de Kwame Nkrumah. Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África, UNAM. Disponible en: http://pueaa.unam.mx/blog/la-figura-de-kwame-nkrumah
  5. Armando Entralgo. Panafricanismo y unidad africana. 1989
  6. Idem.
  7. Nkrumah,Kwame. Africa must unite.  First published 1963, pp. 248, ISBN 978-0-901787-13-2 (H/b)
  8. OAU Charter, Addis Ababa (25 May 1963). Disponible en: https://au.int/sites/default/files/treaties/7759-file-oau_charter_1963.pdf
  9. De los conflictos internos y entre países vecinos que no pudo resolver, aunque ejerció una función mediadora y ayudó a aliviar las tensiones, destacan los casos de Ghana y Togo, entre Marruecos y Argelia (1963-1972), Somalia y Etiopía (1963-1973), Ruanda y Burundi (1966), Somalia y Kenya (1967).
  10. Radical Pan-Africanism and Africa’s Integration: A Retrospective Exploration and Prospective Prognosis, Adeniyi S. Basiru, Mashud L.A. Salawu, and Adewale Adepoju, 2018.

Bibliografía

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