Bangladesh: entre el gobierno interino y las potencias extranjeras
Imagen tomada de: https://bangladesh.fes.de/our-work/geopolitics.html
Los acontecimientos internos en Bangladesh después del 5 de agosto con la renuncia y huida de su primera ministra Sheikh Hasina, se han caracterizado por la ocurrencia de sucesos cambiantes y dinámicos acordes con el proceso político de inestabilidad y desorden de un cambio de régimen. Las protestas estudiantiles que propiciaron lo que se ha denominado la segunda independencia del país posibilitaron la instauración por mediación militar de un gobierno provisional dirigido por el Premio Nobel de la Paz Mohammed Yunus y otras personalidades de la sociedad civil. Sin embargo, con el paso de los días analistas, especialistas del tema y de las dinámicas regionales han puntualizado lo interesante del proceso de cambio de régimen en Bangladesh, las fuerzas externas que pudieran estar involucradas y el camino a seguir por el gobierno provisional para reducir los impactos de la crisis nacional y asegurar un llamamiento a elecciones generales.
Buscando la génesis de las inestabilidades
Como se mencionó en el artículo anterior al tema publicado en este mismo sitio el 8 de agosto de 2024 y titulado “Implicaciones geopolíticas regionales de las inestabilidades en Bangladesh (julio-agosto 2024)”, la inestabilidad actual que se experimenta en el panorama social y político en Bangladesh se produjo debido a la incapacidad del gobierno de darle respuesta efectiva a las demandas de la población. La eliminación del sistema de cuotas gubernamentales fue el detonante de protestas estudiantiles para instaurar las ubicaciones por mérito en un contexto en el que casi 35 millones de jóvenes o no tienen trabajo, o poseen uno en condiciones deficientes. El agotamiento de un sistema de más de 15 años en el que, si bien generó crecimiento económico sin precedentes, estabilidad interna y regional, y coherencia en política exterior mediante la práctica de una proyección independiente, no fue lo suficientemente capaz de incluir a los más de 170 millones de bangladesíes.
La agresiva respuesta gubernamental al emplear las fuerzas del orden público, el toque de queda, el corte de los servicios de internet, y un discurso ofensivo que más que aplacar las protestas, las avivaron, constituyeron factores determinantes en una radicalización de las demandas estudiantiles. Se llegó a un contexto en el que ya no solo se pedía la eliminación de las cuotas, suprimidas desde el 21 de julio por mediación del propio gobierno de Hasina, sino que se fueron transformando en justicia para los más de 11 000 detenidos y más de 450 víctimas[1] de los enfrentamientos violentos con la policía y el ejército, la renuncia de varios ministros y el cambio de régimen. La utilización de estas demandas por parte del Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP) y de Jamaat-e-Islami, partidos opositores a la Liga Awami (LA), condujeron a este cambio de mentalidad y a una mayor agresividad por parte de los manifestantes que se tradujo en enfrentamientos violentos.
Y es que Bangladesh desde su proceso independentista ha estado marcado por un ambiente de violencia política y social impulsado desde las más altas capas partidistas y del gobierno. El proceso de liberación nacional en 1971 implicó el empleo de métodos armados para lograr la separación definitiva de Pakistán, incluso con la ayuda de su rival histórico: India. La instauración del gobierno bajo la tutela de Sheikh Mujibur Rahman estuvo marcado por el autoritarismo y el enfrentamiento a organizaciones pro pakistaníes y musulmanas ante las políticas inclusivas y seculares. El asesinato de Mujibur junto con su familia en 1975, marcó el inicio de un proceso de dictaduras militares en el que se sucedieron golpes y contragolpes desde los altos mandos del ejército, por lo que el ambiente de violencia, persecución y represión de las libertades civiles estaba sumamente limitado.
La llegada del proceso democrático en 1991, que en realidad fue la alternancia bipartidista entre la Liga Awami liderada por la hija de Mujibur, Sheikh Hasina y por el BNP de Khaleda Zia, viuda de Ziaur Rahman, consolidó y afianzó con matices más democráticos la tendencia ya habitual de emplear el aparato gubernamental como mecanismo para perpetuar el partido dominante en el poder. Los recientes acontecimientos en el país precipitados no solo por el movimiento anticuotas, sino por el malestar social ante la corrupción gubernamental, el autoritarismo, la persecución política y los abusos de poder desde los altos cargos, no son acontecimientos que han caracterizado específicamente a los gobiernos de la LA. Y es que en todos los gobiernos que han dirigido Bangladesh, se han empleado mecanismos para suprimir a las fuerzas opositoras. “La violencia política y la cultura del castigo están arraigadas en la política de Bangladesh y en su sistema de partidos que tiene como origen principal la violenta independencia del país y el posterior proceso de formación de la nación independiente” (Nandy, Roy y Tirtho, 2024).
El pertenecer a un partido político en el poder, garantiza no solo un respaldo político, sino una estabilidad económica en un país que tradicionalmente ha rozado los índices de la pobreza. El fortalecimiento de la base política y el empleo de esos mecanismos autoritarios para perpetuarse en el poder tiende a ser entonces una respuesta lógica. Sin embargo, en un panorama que históricamente ha estado determinado por la violencia y que nació de manera violenta, no es de extrañar que la intimidación, el uso de las armas y las fuerzas policiales, sean los principales instrumentos de reproducción de ese sistema impulsado desde los máximos cargos, sin distinción de quien lo ocupe.
Entre el 2001 y el 2006 bajo el gobierno del partido BNP y su alianza con Jamaat-e-Islami, se tomaron medidas represivas contra los partidarios y líderes de las organizaciones opositoras. Igualmente, fueron recurrentes los ataques contra las minorías hindúes debido a que ellos constituyen una fuente de apoyo sólida a la Liga Awami, principal contendiente político. La confiscación de tierras, las agresiones sexuales a mujeres y niños, los motines, las ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones forzadas, los tiroteos públicos, secuestros y torturas fueron los métodos más comunes empleados para intimidar no solo a los opositores, sino a todo el que estuviera inconforme con la gestión del gobierno y con la ideología radicalmente islamista que promovía (Nandy, Roy y Tirtho, 2024).
Los recientes acontecimientos de cambio de régimen en Bangladesh motivados inicialmente por la oposición de los estudiantes universitarios al sistema de cuotas instaurado desde 1972, constituyeron el asidero fundamental sobre el que se evidenciaron las prácticas violentas del sistema político bangladesí. Ya en el año 2018 el alto desempleo que sacudió al país motivó a que la propia primera ministra eliminara el margen de hasta el 30% que determinaba las cuotas, sin embargo, en junio de 2024, el Tribunal Supremo decidió volverlas a instaurar con un margen mayor. “Resulta irónico que en ese período los estudiantes que protestaban y el gobierno de Hasina estuvieran de acuerdo, pero la convergencia no detuvo el aumento de la violencia y la contraviolencia, lo que condujo a una paradoja interesante” (Hasnain, 2024). Entonces, teniendo esto en cuenta, ¿por qué el conflicto se radicalizó a sabiendas que la propia líder apeló la decisión del tribunal y las cuotas se eliminaron definitivamente a finales de julio?
Existen diferentes factores que pueden haber influido en una radicalización de los comportamientos de las masas populares y de las actitudes del propio gobierno. La propia naturaleza de las dinámicas internas en Bangladesh en donde, como ya se explicó, la cultura de la violencia y el castigo es inherente al sistema partidista; la falta de cultura democrática y política de la sociedad bangladesí desde su independencia que ha motivado la reproducción en el tiempo de un sistema que emplea la sucesión hereditaria y la alternancia bipartidista; la percepción de que la política es el medio más eficaz para avanzar económicamente y ejercer poder, y la fuerte dependencia que existe del poder callejero, determinan en gran medida el comportamiento de los estudiantes y del resto de las masas populares y partidos de oposición hacia un gobierno de más de 15 años. La polarización del espectro político en Bangladesh es tan elevada que los logros económicos presentados bajo la administración de Hasina, si bien no se diluyeron hacia la totalidad de la sociedad, no fueron impedimento para obligarla a dejar el poder y cambiar el régimen instaurado desde 1991.
Es importante resaltar que, si bien los estudiantes tuvieron el papel protagónico en las manifestaciones contra las cuotas y posteriormente contra Hasina, el rol de las ONG, de la diáspora bangladesí y de las mujeres[2] es destacado y, en muchas ocasiones, invisibilizado. Por un lado, la influencia de las ONG en el país es abrumadora por la gran cantidad de subvenciones que otorgan y que alivian el rol del gobierno en materia de presupuestos,[3] por otro, la diáspora ha influido sobremanera en el progresivo cambio de mentalidad de la sociedad civil. Mientras está en el extranjero, la diáspora adopta las políticas y terminologías de su país anfitrión a favor o en contra de su país de origen. Tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, la diáspora bangladesí es descendiente de líderes políticos y militares de diferentes matices ideológicos y ocupan cargos influyentes dentro de esos países. Las grandes contribuciones en concepto de remesas constituyen una poderosa palanca económica para expresar preferencias políticas.[4]
El toque de queda establecido casi de manera permanente desde el 10 de julio, fecha en que estallaron las protestas, y la actuación de las fuerzas policiales, no fueron suficientes para intimidar la “Gran Marcha hacia Dacca” convocada por el movimiento contestatario. “El 5 de agosto de 2024, cuando los manifestantes desafiaron el toque de queda a nivel nacional y marcharon hacia la residencia oficial de la primera ministra, las fuerzas de seguridad del país le dieron a Hasina un ultimátum de 45 minutos para que renunciara y se fuera antes de que multitudes furiosas irrumpieran en su casa” (Dutta Choudhury, 2024).La llegada de Hasina a la India y el anuncio de Waker-uz-Zaman, jefe del ejército, de la renuncia de la primera ministra, condujo inmediatamente a la creación de un gobierno provisional por mediación de las fuerzas del orden.
Gobierno provisional en Bangladesh: integrantes y perspectivas a corto plazo
Por mediación de las fuerzas del ejército y en consulta con líderes estudiantiles, militares y representantes de la sociedad civil y los diferentes partidos políticos, se conformó un gobierno provisional integrado por 17 miembros entre los que se incluye un asesor principal que es el cargo equivalente al de primer ministro. Desde el año 2009, el gobierno de Hasina había eliminado el mandato constitucional que regulaba la instauración de un gobierno provisional en el período electoral. Con la huida de la primera ministra y su renuncia al cargo, a petición del movimiento estudiantil, se eligió al Premio Nobel de la Paz de 84 años, Muhammad Yunus como líder interino del gobierno provisional y como la principal figura política del país. Tras su juramentación como asesor principal, se anunció el consejo de asesores compuesto por 16 miembros.
Ante el panorama inestable del país debido a más de un mes de protestas violentas que paralizaron la vida económica y social, el gobierno provisional tiene el reto de asegurar la vuelta a la normalidad, paliar los efectos que los paros laborales han causado en la economía del país y darle respuestas a las insatisfacciones sociales que determinaron las manifestaciones. En el plano internacional, la percepción de inestabilidad e inseguridad que ha generado el cambio de régimen en Bangladesh, es otro de los temas prioritarios para el gabinete interino. Por un lado, si bien el gobierno de Hasina había otorgado a la región cierto ambiente de estabilidad y de equilibrio en la competencia de grandes potencias en el área, las inclinaciones ideológicas del gobierno provisional y las propias dinámicas políticas que determinaron su nacimiento, también determinarán el rumbo a seguir en su proyección exterior. Se encontrará en la encrucijada de continuar con la política exterior de Hasina de equilibrar sus relaciones entre India, China y Estados Unidos (EE.UU.) bajo el precepto de amistad para todos, malicia para nadie; o se inclinará hacia una mayor cooperación o con Estados Unidos o con China.
“Según un anuncio oficial, Yunus supervisará una amplia gama de ministerios, conservando 27 carteras, incluidos los ministerios de Defensa, Administración Pública, Educación, Energía, Alimentación, Recursos Hídricos e Información” (Press Trust of India, 2024). El diplomático de carrera y ex secretario de Asuntos Exteriores Mohammad Touhid Hossain dirigirá el ministerio de Relaciones Exteriores, mientras que el general de brigada retirado del ejército M. Sakhawat Hossain se encargará del Ministerio del Interior. El ex gobernador del Banco de Bangladesh, Salahuddin Ahmed se encargará de los ministerios de Finanzas y Planificación, a la vez que el ex fiscal general AF Hassan Arif supervisará el ministerio de Gobierno Local. Como elemento novedoso y expresión del compromiso y la naturaleza del gobierno, los coordinadores del movimiento de estudiantes contra la discriminación, M. Nahid Islam y Asif Mahmud, estarán liderando los ministerios de Telecomunicaciones y Tecnología de la Información, y de Juventud y Deportes respectivamente. Otro aspecto relevante es la presencia de varias mujeres en el gabinete como la activista ambiental Syeda Rizwana Hasa al frente del ministerio de Medio Ambiente, Bosques y Cambio Climático.
Aunque se pudiera pensar que la retención de Yunus de 27 ministerios no ha significado una diferencia con la gestión anterior en el que el centralismo y el autoritarismo era una característica fundamental del gobierno de Hasina, al centralizar la gestión de numerosos ministerios, Yunus garantiza una toma de decisiones cohesiva y una gobernanza racionalizada durante un período crítico para el país. En un momento en que persiste la incertidumbre política y los ánimos remanentes de las manifestaciones y el derrocamiento de Hasina, la toma de decisiones estratégicas rápidas y el mantenimiento de un gobierno pequeño y cohesionado es primordial para gestionar la crisis interna y validar el cambio de régimen por el que sus miembros lucharon durante años y en el que todavía están presentes los resentimientos ante un gobierno que no supo resolver los problemas sociales.
“El profesor Yunus es un Premio Nobel con una importante experiencia en materia de desarrollo y emprendimiento social. Su prestigio internacional y su experiencia lo hacen excepcionalmente calificado para manejar ministerios críticos que son vitales para las necesidades inmediatas del país” (Hussain, 2024). Sin embargo, Yunus, uno de los impulsores de la microeconomía, junto a su equipo ministerial tendrá que hacerle frente a un panorama económico complejo. El colapso de las cadenas de suministro, los cierres, el toque de queda y el bloqueo de internet debido a las protestas provocaron una caída de los índices económicos bangladesíes y un aumento de la inflación con un aumento de los precios de los alimentos y del resto de las mercancías que se traduce en una reducción precipitada del poder adquisitivo de la población.
Si bien la inflación general en el país se ha mantenido por encima del 9% debido a los golpes de la pandemia y de la crisis ruso-ucraniana, Bangladesh bajo el gobierno de la LA y de Hasina experimentó un crecimiento del PIB del 8,4%, en donde en 2015 el ingreso per cápita del país superó al de Pakistán y en 2020 superó al de la India[5] (Bhandari, 2024). Sin embargo, estas cifras no muestran la realidad en el terreno: la venta de automóviles no rozan los mil al mes en una población de más de 170 millones de habitantes, el consumo de energía es menos de la mitad que el de la India y es menor que el de Pakistán, su principal sector económico, el textil, enfrenta una crisis debido a los bajos salarios de los trabajadores de alrededor de 115 dólares al mes, y enfrenta una sostenida devaluación de la moneda nacional, el taka, que ha caído un 30% frente al dólar en los últimos 3 años conjuntamente con la disminución del tipo de cambio.
Con el cambio de poder político y la instauración de un gobierno provisional en Bangladesh, la agencia de estadísticas nacional publicó los datos reales de la inflación en la nación bengalí, muy distantes de los datos proporcionados durante el gobierno anterior. El valor reducido de los datos económicos que publicaba el gobierno, a la vez que contenía la inflación, le daba más ventajas políticas. “El índice de precios al consumidor, que incluye la inflación de alimentos y no alimentos, aumentó 1,94 puntos básicos hasta el 11,66% en julio respecto del mes anterior, según datos publicados el 12 de agosto por la Oficina de Estadísticas de Bangladesh” (Karim Byron y Zaman, 2024).
De igual forma, el gobierno interino ha tenido que afrontar una desinformación mediática intensa y proveniente de los medios de prensa nacionales y extranjeros, principalmente partidarios de la Liga Awami y de ideología anti-musulmana. Las especulaciones sobre la interferencia de potencias extranjeras (China, Pakistán o Estados Unidos) en el proceso actual de cambio de régimen, han estado en los principales titulares de medios de prensa. “Las falsas narrativas han sido tan generalizadas que los medios internacionales, los expertos, los intelectuales, los influencers y el público en general las han propagado sin darse cuenta” (Sultana, 2024). La línea de desinformación se centra en mostrar un panorama social en el que se persigue a las minorías, principalmente a los hindúes,[6] una supuesta toma del poder por elementos radicales e islamistas y la posible participación, no verificada aún, de un gobierno extranjero en la organización y radicalización de las protestas.
Por último, uno de los aspectos que más se ha especulado por parte de los medios de comunicación es la postura exterior del gobierno de Yunus. Ante el cambio de régimen, inmediatamente los analistas predijeron la instauración de un gobierno de oposición liderado por el BNP y el Jamaat-e-Islami con una agenda anti-india, y una mayor inclinación hacia China; sin embargo, el gobierno provisional desde su juramentación ha expresado su compromiso con el apoyo a los refugiados rohingya, el logro de la estabilidad interna asegurando los intereses de las empresas internacionales en el país, el mantenimiento de la cadena de suministro de ropa de la que Bangladesh es uno de los centros neurálgicos en el mundo,[7] el apoyo a una investigación parcial sobre los hechos violentos ocurridos, el respeto a las minorías religiosas y el llamado a elecciones generales “tan pronto como podamos completar nuestro mandato para llevar a cabo reformas vitales en nuestra comisión electoral, el poder judicial, la administración civil, las fuerzas de seguridad y los medios de comunicación” (France 24, 2024).[8]
¿La geopolítica regional detrás del cambio político en Bangladesh?
Tan tempranamente como el 6 de agosto de 2024 un artículo del Times of India denunciaba las actividades de la agencia de inteligencia de Pakistán (ISI) y el patrón chino en la escalada de las protestas que obligaron a la caída del gobierno de Sheikh Hasina. Se acusaba al ala estudiantil del partido islamista Jamaat-e-Islami, la Islami Chhatra Shibir (ICS) de inflamar las calles y convertir las protestas por las cuotas en un esfuerzo decidido por reemplazar a Hasina. Se alegaba de un respaldo financiero de parte de entidades chinas y de entrenamiento militar en Pakistán y Afganistán (Shekhar, 2024). Sin embargo, a pesar de que la nota periodística pone de relieve muchas organizaciones con vínculos terroristas monitoreadas por la inteligencia india, no se puede encontrar ningún basamento concreto que vincule lo sucedido en Bangladesh con las actividades de las organizaciones terroristas que actúan en la frontera indo-bangladesí, con la inteligencia pakistaní ni con el financiamiento desde China.
Si bien es cierto que, para Pakistán, la secesión de Pakistán Oriental y su conversión en Bangladesh independiente fue un duro golpe económico y estratégico en su rivalidad histórica con India; y que, para China los intereses en Bangladesh son elevados en múltiples sectores, todavía es muy complejo a tan poco tiempo de los acontecimientos y con la forma en que se llevaron a cabo, dilucidar las responsabilidades externas. Ambos actores tienen intereses en el país: por un lado, Pakistán ansía una zona más benévola a sus intereses, y los grupos terroristas del área fronteriza con India y el ISI han sido acusados ampliamente por Hasina en el pasado de aliarse con el BNP para derrocarla. No obstante, el cambio de un régimen pro-India y con relaciones distantes con Islamabad hacia uno que posiblemente se distancie de Nueva Delhi, es un escenario favorable a los intereses pakistaníes.[9]
“Ahora que el nuevo gobierno asume el poder en Dacca, Islamabad podría estar deseoso de restablecer los vínculos con Bangladesh y reducir la influencia de la India en el país. Cabe señalar que Pakistán no ha olvidado el papel que supuestamente desempeñó la India en la secesión de Pakistán Oriental en 1971, que dio origen al Estado independiente de Bangladesh” (Jamal, 2024).
En el caso de China, cuyo posicionamiento geopolítico se ha visto reforzado por la inversión de 12 000 millones de dólares y la pertenencia del país a la Iniciativa de la Franja y la Ruta,[10] la ubicación estratégica de Bangladesh es primordial para asegurar sus rutas marítimas, sus corredores energéticos y comerciales que necesariamente pasan por el Océano Índico y la Bahía de Bengala, una vía de salida de sus mercancías al mar por el puerto de Chittagong, y una zona de respaldo ante sus actividades que generan discrepancias en el Mar de China Meridional. El hecho de que la administración de Hasina se asegurara de que los fuertes lazos con China no dañaran los intereses de seguridad con la India y de que se inclinara hacia la parte india para la ejecución del proyecto de desarrollo del río Teesta,[11] pudo haber influenciado la decisión de Pekín de solo otorgarle a Hasina un paquete de asistencia de 137 millones de dólares de los 5 000 millones que esperaba en su visita a China a inicios de julio, que se vio interrumpida por el comienzo de las manifestaciones (Dutta Choudhury, 2024).
La ubicación privilegiada de Bangladesh en el vértice de la Bahía de Bengala, los vínculos históricos con India y los más de 4 000 kilómetros de frontera que comparten ambos países, convierten a los lazos bilaterales indo-bangladesíes en estratégicos. Sin embargo, dicha relación en orden de prioridad, es más importante para India por las implicaciones geoestratégicas y de seguridad que incluye. Y es que “un flanco de la India estaba verdaderamente seguro mientras (Hasina) gobernaba: la frontera más larga del país no sufrió inestabilidad con su presencia en Dacca” (Hasnain, 2024). La zona noreste de la India que incluye su frontera con Bangladesh es crucial en varios factores: primeramente porque es el vínculo entre los territorios indios del centro de la Federación y los territorios del noreste que pasan necesariamente por el corredor de Siliguri; en segundo lugar, es la vía de conexión entre India y el sudeste asiático, así como la salida de las mercancías indias hacia la Bahía de Bengala, centro vital del comercio y las líneas de comunicación mundiales; y en tercera instancia, Bangladesh, durante más de 15 años ha mantenido a raya las actividades de los grupos islamistas radicales, de los rebeldes que actúan en la zona del noreste indio, y ha sido una especie de Estado amortiguador de la llegada masiva de refugiados rohingya.
Estos tres elementos, junto con las relaciones personales históricas de Hasina con los líderes indios,[12] posibilitaron que, teniendo la frontera noreste controlada y asegurada por un país amigo y aliado, India pudiera concentrarse en otros aspectos de su seguridad como los problemas fronterizos con China, la disputa con Pakistán en los territorios de Jammu y Cachemira, y los mecanismos internos y externos que le permitirán consolidarse como potencia regional y ascender como potencia global. La visita en junio de Hasina a la India como primera invitada al inicio del tercer mandato de Modi, conocido como Modi 3.0, le permitió asegurar acuerdos en materia económica y de seguridad. Ello no pudo detener el fuerte sentimiento anti indio que ha surgido en el pueblo bangladesí, lo que se ha visto traducido en la campaña “India Out” que incluye un boicot a los productos indios.
Con la presencia de Hasina en India después de su renuncia y huida, y la fuerte desinformación que existe en torno a los sucesos ocurridos durante las protestas e inmediatamente después de anunciarse el cambio de régimen, los expertos indios han avizorado un panorama hostil en sus relaciones con Dacca. No obstante, tanto el gobierno provisional como las autoridades militares y estudiantiles han asegurado la integridad de los ciudadanos indios y las familias hindúes que se encuentran en territorio bangladesí. La incertidumbre en la región de Asia Sur, a la que ahora se suma el panorama interno en Bangladesh, ha ubicado a India en una posición sumamente compleja: hostilidades permanentes con Pakistán y un resurgimiento del terrorismo en Cachemira, un contexto de relaciones con China caracterizado por la competencia geoestratégica en toda la región del Índico, las inestabilidades en Sri Lanka, un gobierno talibán en Afganistán y unas relaciones con Estados Unidos muy ambiguas.
En este sentido, el rol de Estados Unidos en Bangladesh ha sido denunciado por numerosos analistas como decisivo en la creación de una situación social que generó el cambio de régimen. A las enemistades entre el gobierno de Hasina y los enviados estadounidenses por sus constantes críticas de las violaciones de derechos humanos y de los procesos electorales del país, se debe sumar los propios recelos personales de Hasina y la intención de EE.UU. de establecer una base militar en la isla de San Martín. El diario The Economic Times reportó que desde abril de este año Hasina le había dicho al parlamento que Estados Unidos estaba siguiendo una estrategia de cambio de régimen en su país,[13] al mismo tiempo que en diciembre de 2023 la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova denunció que la victoria de Hasina en las elecciones de enero de 2024 podría provocar que EE.UU. creará una situación similar a las primaveras árabes para provocar un cambio de gobierno caótico en Bangladesh (Roy Chaudhury, 2024).
Lo cierto es que las cercanas relaciones del asesor principal del gobierno interino, Muhammad Yunus con altos funcionarios y destacadas figuras del Partido Demócrata y del establishment norteamericano, ha estado en el foco de atención mediático desde que se anunció su investidura como figura principal de Bangladesh. Igualmente, en un mensaje de la ex primera ministra que ahora reside indefinidamente en India, transmitido por medio de sus allegados, se enfatiza en el papel explícito del gobierno estadounidense en los sucesos recientes en Bangladesh. “Podría haber permanecido en el poder si hubiera entregado la soberanía de la isla de San Martín y hubiera permitido que Estados Unidos mantuviera el control sobre la Bahía de Bengala” (Roy Chaudhury, 2024). Sin embargo, el propio hijo de Hasina, Sajeeb Wazed, desmintió la supuesta declaración de renuncia atribuida a su madre por los medios de prensa y los funcionarios del Departamento de Estado de EE.UU. rechazaron públicamente cualquier vínculo de su gobierno con la renuncia de Hasina.
Los rumores de que EE.UU. quiere controlar la isla de San Martin han estado circulando durante varios años y Washington lo ha negado en repetidas ocasiones alegando que nunca se han celebrado conversaciones oficiales al respecto, nunca se ha expresado la intención de arrendar la isla y que solo su interés es estrechar lazos militares con Dacca. Sin embargo, los intereses geopolíticos y estratégicos norteamericanos con la instauración de una base militar en San Martín serían muy elevados en su competencia hegemónica con China. Si se tiene en cuenta el impulso que ha estado teniendo China en la región del Índico, la extensión y concreción de numerosos proyectos bajo la IFR y la construcción de varios enclaves con perspectiva militar y estratégica como la primera base submarina de Dacca, BNS Sheikh Hasina, y la supuesta instalación de inteligencia en la Isla Coco (Bose y Mishra, 2024), es indudable entonces una mayor participación marítima china en la zona del Índico y del Indo-Pacífico, una amenaza a los intereses estadounidenses declarados para esa área. A ello habría que agregar que San Martín sería el enclave ideal para EE.UU. en su necesidad estratégica de acercarse a una zona geográfica en la que no tiene una fuerte presencia en detrimento de China, debido a que la instalación de apoyo más cercana se encuentra en la base de Diego García en el Océano Índico.
“La mayor ventaja para cualquiera con una base militar en San Martín, a pesar de su pequeño tamaño,[14] sería la presencia estratégica que tendría sobre el Estrecho de Malaca, podría ser un punto crítico para los puertos de aguas profundas de la Bahía de Bengala y podría convertirse en un buen puesto de escucha para las actividades de vigilancia centrada en actores relevantes del área como China, India y Myanmar” (Snehesh, 2024).
Las implicaciones geopolíticas regionales del cambio de régimen en Bangladesh y la instauración de un gobierno provisional, son profundas y afectan el panorama estratégico del Océano Índico y a tres actores relevantes[15] EE.UU., China e India. Si bien el gobierno interino de Yunus tiene cierta afinidad por el lado estadounidense debido a sus intereses personales, el equilibrio entre las relaciones naturales e históricas con India como ganarte de la seguridad y las relaciones económicas con China, es un imperativo en su política exterior. La supuesta actuación de EE.UU. detrás del golpe de Estado a Hasina, aun sin confirmar, podría formar parte de una estrategia a largo plazo no solo enmarcada en la competencia geoestratégica con China, sino que también para buscar una contención a una India que no ha podido alinear tácitamente a sus intereses en la zona.
Consideraciones finales
El cambio de régimen en Bangladesh motivado por un movimiento anti cuotas que se radicalizó apoyado por elementos violentos y opositores al gobierno de más de 15 años de Hasina, demostró que el país no ha podido despojarse de su esencia violenta y de un sistema político reproductor de inestabilidades sociales y autoritarismo gubernamental. La incapacidad del gobierno anterior de no responder oportunamente a las demandas de los manifestantes catalizó una situación social insostenible.
El alto nivel de desempleo e inflación del país en un entorno pospandémico y con los efectos del conflicto ruso-ucraniano, opacaron los logros en materia de economía logrados por la administración de la ex primera ministra. Sin embargo, estos factores no determinaron por sí solos esa transformación del país, sino que ya se venía experimentando una radicalización de la sociedad bangladesí hacia posiciones más contestatarias, principalmente en los sectores jóvenes y de las clases media y baja.
El rol de los medios de comunicación ante un panorama de desinformación intenso y la falta de claridad sobre si actores externos influyeron o no en la organización y financiación de las protestas, son elementos a tener en cuenta a pocos días de ocurridos estos sucesos. Si bien es cierto que, con la salida de Hasina del poder y la instauración de un gobierno provisional, hay actores externos que se ven más beneficiados que otros en el rejuego geopolítico, las conclusiones no deben tomarse a priori.
Por lo pronto, el gobierno provisional liderado por Yunus, se ha concentrado en mantener la estabilidad interna del país, sofocar los focos violentos, proteger a las minorías e impulsar la economía del país detenida durante semanas. El llamamiento a elecciones generales dependerá del consenso nacional en el que, partidos de la oposición, las organizaciones estudiantiles y de la sociedad civil tendrán una voz decisiva.
Evidentemente el rol de Bangladesh en la geopolítica de la Bahía de Bengala, en el conflicto migratorio rohingya, en la estabilidad fronteriza con India y en la seguridad de la región del Sur y el Sudeste de Asia, es clave. India, China y Estados Unidos tienen importantes intereses en el país y en la zona, por lo que el desenvolvimiento del gobierno interino bangladesí es primordial en un contexto en el que el equilibrio de poderes entre las grandes potencias se encuentra amenazado.
Referencias bibliográficas
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[1] Algunos medios de prensa citando a investigaciones de la ONU refieren más de 600 muertes
[2] Las mujeres no han sido muy vistas en las calles de Dacca durante las manifestaciones, pero la fuerza laboral femenina, principalmente en las textilerías asciende al 80%, unos 4,4 millones de mujeres. Desde 2022 las mujeres han protagonizado varias protestas laborales por la mejora de salario y no por un cambio de régimen (Kripalani, 2024).
[3] La ONG extranjera más influyente en Bangladesh es la Fundación Ford, asentada desde 1972 y fusionada con el Foro de la Libertad de Bangladesh. También están presentes Open Society, y Care y Save The Children. Estados Unidos tiene en Bangladesh un total de 81 ONG, seguido por Reino Unido con 45, Japón con 19 e India con 2 (Kripalani, 2024).
[4] Los bangladesíes de todas las profesiones enviaron 22 000 millones de dólares en 2022-2023 y 24 000 millones en 2023-2024 (Kripalani, 2024).
[5] Según el FMI, el ingreso per cápita de Bangladesh en 2024, de 2.650 dólares, se acerca al ingreso per cápita de la India, de 2.730 dólares.
[6] En algunos medios de comunicación comenzaron a parecer reportes engañosos sobre los ataques que la minoría hindú en Bangladesh estaba sufriendo a manos de las fuerzas islamistas. Los hindúes constituyen la minoría étnica mayoritaria del país con alrededor del 8% de la población bangladesí. Son principalmente partidarios de la Liga Awami por sus inclinaciones seculares. Según Al Jazeera, los medios indios de alguna manera han estado interpretando todo el escenario a través de un lente islamófobo. Lo cierto es que los ataques a los hogares hindúes no están relacionados por el aspecto religioso, sino por el ideológico, es decir, porque las familias hindúes atacadas albergaban a líderes locales de la Liga Awami que, cuando ostentaban el poder, practicaban métodos intimidatorios (Mahmud y Sarker, 2024).
[7] Las 3 500 fábricas de confección de Bangladesh representan alrededor del 85% de sus 55 000 millones de dólares anuales de exportaciones (France 24, 2024).
[8] El gobierno provisional tiene un mandato constitucional de 90 días siguientes a la disolución del parlamento para convocar a elecciones, sin embargo, las fuerzas partidistas y civiles han expresado que lo principal el volver a la normalidad y cambiar el sistema, paro lo cual le han otorgado libertad al gobierno para convocar a elecciones cuando la situación lo amerite.
[9] El gobierno de Islamabad a la luz de los acontecimientos en Dacca, expresó su solidaridad con el pueblo bangladesí y afirmó que “el espíritu resiliente y la unidad del pueblo bangladesí lo conducirán hacia un futuro armonioso” y que “han apreciado la determinación y la resistencia de los manifestantes para oponerse al régimen anterior, empañado por la corrupción” (Jamal, 2024).
[10] En particular, desde que la Iniciativa de la Franja y la Ruta se extendió hacia la Bahía de Bengala, la parte china ha completado una serie de proyectos de ingeniería emblemáticos y de gran escala en Bangladesh, como el Puente Multiusos de Padma, el Túnel Bangabandhu Sheikh Mujibur Rahman y la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Dasherkandi, que han brindado beneficios tangibles al pueblo bangladesí. Las casi 1 000 empresas chinas que operan en Bangladesh hoy han ayudado a crear más de 550 000 oportunidades de empleo. Además, cerca de 20 000 estudiantes bangladesíes estudian en China, y dos Institutos Confucio y un Aula Confucio han impartido formación a unos 3 000 estudiantes en Bangladesh en 2023. China ha sido el principal socio comercial de Bangladesh durante 13 años consecutivos y, a fines de 2023, había invertido 3 200 millones de dólares en Bangladesh, lo que la convirtió en la segunda fuente de inversión extranjera más importante del país. También ha completado siete proyectos ferroviarios, 12 autopistas y construido 21 puentes y 31 centrales eléctricas en Bangladesh (Wen, 2024). Según los últimos datos comerciales publicados por la Administración General de Aduanas de China, de enero a mayo de 2024, el comercio bilateral entre China y Bangladesh ascendió a 74 910 millones de yuanes (10 300 millones de dólares), lo que supone un crecimiento positivo del 0,2 % interanual. China sigue siendo el mayor socio comercial de Bangladesh (Qi, 2024).
[11] La India ofreció asociarse con Bangladesh en el Proyecto del Embalse de Teesta, que también estaba llevando adelante China. La ubicación del proyecto, cerca del corredor Siliguri, es estratégicamente vital para India en una región estrecha que conecta la zona central de India con sus territorios del noreste.
[12] Las relaciones interpersonales de Hasina con los líderes indios se han visto reforzadas a lo largo del tiempo desde que, tras el asesinato de su padre Sheikh Mujibur Rahman en 1975 durante un golpe militar que le costó la vida a otros 15 miembros de su familia, Hasina pasó 6 años en India bajo la protección del gobierno indio. Sus gobiernos, a diferencia de la administración del BNP entre 2001 y 2006, aseguraron no solo una frontera libre de actividad terrorista e inestabilidad, sino que le otorgó un ambiente de estabilidad a los hindúes del país con las políticas mayormente seculares que impulsaba.
[13] El 24 de mayo, en reunión a puertas cerradas con líderes de 14 partidos en la residencia oficial del primer ministro, Hasina confirmó que una conspiración estaba siendo orquestada por un país extranjero que no estaba contento con su regreso al poder tras las elecciones en enero de 2024. Contó cómo un hombre blanco la había conocido antes de las elecciones y le propuso una reelección y carrera política tranquilas si permitía la creación de un Estado cristiano tomando parte de Bangladesh y Myanmar, y que el primer paso era construir una base aérea en la isla de San Martín (Mishra, 2024).
[14] La isla de San Martín se encuentra en la parte noreste de la Bahía de Bengala y tiene una extensión de apenas 3 kilómetros cuadrados. Situada a solo 8 kilómetros de Myanmar, este país afirma tener derechos de soberanía sobre la isla, aunque el Tribunal Internacional del Derecho del Mar reconoció la isla como parte de Bangladesh. Además, la isla está aproximadamente a 9 kilómetros de la costa Teknaf en Cox´s Bazaar en Bangladesh.
[15] Resulta necesario acotar que Bangladesh también tiene estrechas relaciones con Rusia, principalmente en el área de la energía nuclear. La planta Roopur es la única planta de energía nuclear que está siendo construida por Moscú en territorio bangladesí, cuenta con dos instalaciones y cuando entre en funcionamiento producirá 2 400 megavatios de electricidad que podrá sustentar a más de 15 millones de viviendas, siendo cubierto el 10% de le electricidad del país. Está siendo construida por Rosatom, la agencia de energía nuclear de Rusia. Moscú ha financiado la construcción con un préstamo de 11 380 millones de dólares, a ser pagado en dos décadas a partir de 2027 (Alam, 2023). De igual forma, Bangladesh ha sido uno de los países que se ha abstenido de adoptar una postura antirrusa en el conflicto ruso-ucraniano, lo que ha traído mayores recelos desde Occidente.
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