En el año 2015 se restablecieron las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos y ambos gobiernos accedieron a entablar conversaciones mutuamente respetuosas y recíprocas sobre una variedad de temas bilaterales, además acordaron adoptar medidas mutuas para mejorar el clima bilateral y avanzar hacia una probable normalización de los vínculos entre los dos países. Tras la victoria en las últimas elecciones, Barack Obama calificó el bloqueo como fracasado y obsoleto, ineficaz respecto a sus objetivos, causante de daños al pueblo cubano y de aislamiento al gobierno de los Estados Unidos y aunque expresó que el objetivo no era el cambio de régimen en Cuba, pocos le creyeron. La novedad por la parte cubana, aparte de mostrar aplomo e inteligencia negociadora, fue invertir la lógica del proceso y aceptar el restablecimiento de relaciones antes de que fuese eliminado el criminal bloqueo al que ha estado sometido el país durante más de 60 años.
Dos administraciones le sucedieron, Trump y Biden: el primero con sus acciones marcó un franco retroceso de lo logrado; el segundo, en el momento de escribir este artículo, lo ha secundado y ha profundizado el mencionado retroceso.