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China

Medio Ambiente en China: Impactos y respuestas del Partido y gobierno

marzo 24, 2023   0

Imagen tomada de Prensa Latina

Este trabajo forma parte del Dossier "La China actual"

Introducción

Con las transformaciones en los marcos de la Reforma y Apertura en China se sometió un intenso proceso de industrialización posterior a 1978, lo que incidió negativamente sobre el medio ambiente. A la vez, desde los años setenta del pasado siglo también ya China percibía impactos negativos de los efectos del cambio climático que estaba sufriendo el mundo como resultado de la incidencia de importantes potencias globales como Estados Unidos y países europeos por solo mencionar algunos ejemplos. En la actualidad, China ha devenido en un gran emisor mundial de gases, por lo que sus políticas para limitar las emisiones tendrán un impacto significativo en el clima mundial durante las próximas décadas.

Aunque países occidentales intentan culpar a China como el mayor contaminante al medio ambiente, es necesario entender que, desde una perspectiva histórica, el estatus de China como el principal emisor mundial es relativamente reciente. Durante la mayor parte de los siglos XIX y XX, las emisiones chinas fueron modestas. Luego, a principios del siglo XXI, cuando la economía china comenzó a ascender, las emisiones chinas comenzaron a dispararse, superando a las de Estados Unidos alrededor de 2006. Las emisiones acumuladas de dióxido de carbono de China desde el comienzo de la Revolución Industrial son aproximadamente la mitad de las del Estados Unidos o Europa (gráfico 1).

Gráfico 1: Emisiones acumuladas de CO2 (1751-2021)

Fuente: Sandalow et. al. (2022)

Durante muchos años China ha estado presente de manera permanente en los debates internacionales sobre la protección del medio ambiente. Su rápido desarrollo económico provocó un deterioro masivo de las condiciones ambientales y a causa de las altas emisiones, se considera que este país es uno de los peores “pecadores del clima” del mundo. Los índices ambientales internacionales demuestran el enorme alcance del deterioro del medio ambiente en China. Sin embargo, el estrés ambiental no es un fenómeno nuevo en este país. Además de los problemas provocados por el hombre, las difíciles circunstancias ecológicas suponen un reto fundamental. (Senz, 2021)

El alto nivel de industrialización al que ha sido sometida China ha conducido a severos daños ambientales con repercusiones nacionales y regionales. Al comparar las emisiones de CO2 per cápita por parte de la nación asiática se destaca una tendencia al alza en los últimos años sobrepasando a la Unión Europa, al Reino Unido, Sudáfrica y también al promedio del mundo. Sin embargo, las emisiones per cápita son aun inferior a las de la primera potencia global, estados Unidos y también a las de Canadá (gráfico 2).

Gráfico 2: Emisiones de CO2 per cápita.

Fuente: https://ourworldindata.org/co2/country/china?country=~CHN, (2022)

El crecimiento económico de China ha impresionado al mundo con su velocidad vertiginosa. Los niveles de contaminación y afectación a la sociedad china especialmente de las ciudades, incluso de países vecinos han sido severos. Tras fuerte impacto ambiental con repercusión sobre la salud humana el Partido y Gobierno chinos han dado gran atención a esta problemática. La importancia atribuida al medio ambiente es ahora mayor que nunca. Los responsables de elaboración de políticas han reiterado que la modernización de China se caracteriza por una convivencia armoniosa entre el hombre y la naturaleza.

El crecimiento económico de China no se ha alcanzado sin consecuencias negativas para el medio ambiente y el clima. Al cierre de la década de 1970, la economía de China comenzó a expandirse y la misma se aceleró en las siguientes décadas, durante las cuales también aumentaron los problemas de contaminación ambiental. Para lograr un equilibrio entre el auge económico y la carga ambiental, el país se ha esforzado por alejar su economía del desarrollo excesivo que daña el medio ambiente y avanzar en la conservación ambiental coordinada.

En la década de 1980, China consagró la protección del medio ambiente como una política nacional fundamental. La estrategia de desarrollo sostenible fue formulada y puesta en práctica en la década de 1990. Desde 2012, el desarrollo de una civilización ecológica ha ganado un mayor impulso. Ahora el país sigue una máxima ilustrada en el eslogan: «Las aguas lúcidas y las montañas exuberantes son bienes invaluables». (Xinhua, 2019)

Una mayor conciencia ambiental y las inversiones en China durante la última década han producido resultados. La calidad del aire en China continuó mejorando con más ciudades informando una caída en los principales indicadores de contaminantes. La calidad del agua superficial siguió mejorando en general. En términos de control de la contaminación del suelo, el país había reducido las importaciones de residuos sólidos en un 46,5 % el año 2018. La protección ambiental vigorosa ha inyectado impulso en los sectores relacionados. (Xinhua, 2019)

Las finanzas ecológicas también despegaron. En 2018, el país emitió un total de 31.200 millones de dólares en bonos verdes, siendo el segundo mercado más grande del mundo de ese tipo, según la Iniciativa de Bonos y China Central Depository & Clearing Co. El país anunció un plan en 2016 para establecer un mecanismo nacional de financiación ecológica, convirtiéndose en el primero del mundo en hacerlo. También ayudó a impulsar la financiación verde para que se incluyera en la agenda del G-20. (Xinhua, 2019)

Principales dificultades ambientales de China

El inicio de la Reforma y Apertura condujo a un intenso proceso de industrialización en el proceso de desarrollar la economía. La urbanización, los proyectos de infraestructuras a gran escala, la extracción de recursos, la industrialización y la intensificación de la agricultura, el incremento de la movilidad y la migración interna, el aumento de la demanda de energía y la prosperidad creciente, acompañada de cambios en el estilo de vida de grandes partes de la sociedad, son pautas que marcaron el aumento de la contaminación ambiental que estuvieron paralelos al desarrollo económico. En general, los problemas medioambientales actuales de China no sólo se tienen que considerar el resultado de las dinámicas y políticas económicas de hoy en día, sino que están estrechamente ligados a las actitudes sociales y las políticas estatales que han ido evolucionando a lo largo de los siglos.

La contaminación atmosférica, los suelos agotados o contaminados y la mala calidad del agua han caracterizado una gran parte del territorio chino posterior a la Reforma y Apertura. Las antiguas regiones industriales del nordeste y los centros industriales en los deltas de los ríos Yangtsé y Perla están especialmente afectados por las emisiones de lluvia ácida, los productos químicos de la agricultura, las actividades industriales y mineras y la eliminación no regulada de residuos. A mediados de la década del 2000, la autoridad ambiental nacional de China señaló por primera vez que la degradación del medio ambiente frenaba la evolución positiva de la economía porque el coste de la degradación ambiental era lo mismo que la tasa del crecimiento económico anual. (Senz, 2021)

China contribuye de manera significativa al cambio climático mediante las emisiones de gases de efecto invernadero. No obstante, este país también se ve afectado por los cambios climáticos a causa del incremento de la temperatura, el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, el hielo fuera de los glaciares, las alteraciones en las cantidades de precipitaciones y, por lo tanto, los cambios en el ya frágil balance hídrico. Según el Ministerio de Ciencia y Tecnología, entre 1980 y en el 2012 el nivel del mar en las zonas costeras aumentó 2,9 milímetros anuales. La temperatura media en China aumentó 1,5 grados centígrados en los cien años desde 1909 y, desde los años setenta hasta a principios del siglo XXI, los glaciares han retrocedido un 10 %. Como muchos sistemas fluviales de Asia dependen del Tíbet como “tercer Polo”, el hielo fuera de los glaciares y el cambio en el almacenaje del agua a través de la nieve y el hielo afectan a los niveles de agua estacionales del río Yangtsé y el río Groc, y suponen un reto para la gestión de los caudales de agua. (Senz, 2021)

El descenso del nivel de los ríos y el aumento del nivel del mar, así como el incremento de desastres naturales, exige una adaptación o reducción de daños de formas diversas. Si el nivel del mar sigue aumentando, podría afectar especialmente a las zonas costeras prósperas de China, de manera que el rendimiento económico de este país se podría reducir significativamente. La erosión de las zonas costeras, combinada con las actividades para ganar tierras al mar, ha dado lugar a la construcción de una nueva “Gran Muralla” en forma de diques y muros de protección. Los desastres más frecuentes en la China en los últimos quince años han sido los aguaceros y las inundaciones, así como las tormentas, que regularmente causan graves daños económicos y se asocian cada vez más con el cambio climático. (Senz, 2021)

Los efectos contaminantes de las partículas en suspensión son un grave problema en China. Sus índices son alarmantes y pueden tener graves repercusiones en la salud de las personas, ya que al disminuir la calidad del aire aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias y enfermedades cardiovasculares, tanto crónicas como agudas en ambos casos. La contaminación del aire también puede influir en la visibilidad de la luz y modificar las propiedades de la atmósfera. Por otro lado, debido a la alta concentración de óxidos de azufre y nitrógeno generados por actividades industriales, una cuarta parte de la superficie del país sufre las consecuencias de la lluvia ácida, transformando a China en uno de los países más perjudicados del mundo por el fenómeno de la lluvia ácida. A pesar de lo mencionado anteriormente, varios indicadores de calidad del aire han mostrado mejoras. (Graziati, 2022)

Entre el año 2000 y el 2014 China ha sido responsable de tres cuartas partes de la polución a causa del carbón de todo el mundo. Sus emisiones totales de dióxido de carbono superan las siete gigatoneladas (Gt) ya que el carbón es utilizado como fuente principal de energía debido a que abunda como recurso. Si bien la utilización del carbón ha disminuido, sus sustitutos son el gas natural y el petróleo. Estos compuestos contaminan el ambiente al momento de su extracción y transporte, ya que en el proceso de extracción se liberan grandes cantidades de dióxido de carbono y metano. Estas emisiones aumentan mayormente si se realiza fracking (fracturación hidráulica), técnica que utiliza un gran porcentaje de agua, contamina las capas subterráneas y en la que se utilizan ciertos químicos que terminan en la atmósfera. (Graziati, 2022)

Debido a que China es el mayor productor mundial de diversos productos (desde vehículos, productos de plástico, textiles, químicos, alimentos, electrónica, hasta minerales como el acero y el hierro y muchos más), las industrias son una de los principales contaminantes del país y las tienen mayor influencia en el cambio climático, debido a las elevadas emisiones de gases de efecto invernadero que liberan a la atmósfera. A su vez, muchas de ellas liberan vertidos industriales sin ningún tipo de tratamiento hacia cursos de agua importantes, contaminándolos. Al crecer las ciudades, crecen con ellas las construcciones y, para ello, se necesita cemento que genera grandes impactos en el ambiente. Por un lado, se produce la erosión de las montañas a causa de la extracción de piedra caliza. Por otro lado, en la producción se invierte una gran cantidad de energía y, a su vez, la calcinación en los hornos deja residuos como el polvo del triturado de la piedra que suele ser abandonado y puede contaminar las aguas subterráneas o los cuerpos de agua cercanos. (Graziati, 2022)

China se ha implicado cada vez más en las negociaciones mundiales sobre el clima y está tomando varias medidas para reducir las emisiones de CO2, incluyendo el desarrollo de energías renovables y la regulación de la industria nacional del carbón. Sin embargo, Beijing sigue siendo uno de los principales consumidores de carbón del mundo. El gobierno ha adoptado numerosas medidas para frenar el consumo. Por ejemplo, el decimotercero Plan Quinquenal (2016-2020) estipulaba unos límites y unas normas de eficiencia más estrictas para las centrales eléctricas; además, también se han planeado derechos de importación para el carbón y un límite de capacidad de esta sustancia al 55 % en la combinación energética. Eso se tiene que conseguir ampliando la cuota de energías renovables. China es el tercer mayor fabricante de vehículos a nivel mundial después de Estados Unidos y Japón. Debido a la quema de combustibles, el transporte es una importante fuente de emisiones de gases, sobre todo en aquellos transportes terrestres, independientemente de que se trate de un país que vende más automóviles eléctricos que cualquier otro. A su vez, existen implicancias por la expansión de carreteras, una mayor dependencia del petróleo importado y la calidad del aire, que a pesar de haber mejorado recientemente, continúa siendo insuficiente en algunas ciudades como Beijing. (Graziati, 2022)

La industria del carbón era y sigue siendo una de las industrias chinas que más puestos de trabajo proporciona y que además permitió una rápida industrialización de este país. No obstante, gran parte de los recursos de carbón chinos son de baja calidad y minarlos es difícil. La minería de la industria china del carbón registró un aumento de los volúmenes de producción relativamente continuo desde los años setenta, pero a partir del 2014 este crecimiento se estancó. Aunque la industria del carbón estuvo dominada por empresas estatales durante la primera fase de la República Popular China, desde 1978, con el inicio de la política de Reforma y Apertura, las minas de propiedad local tuvieron una importancia creciente. Eso permitió cubrir la demanda energética de manera más flexible y que las empresas más pequeñas fueran más rentables, todo y que a menudo a costa de graves daños ambientales. A partir de los años noventa, la industria del carbón daba trabajo directamente a entre 6 y 10 millones de personas, según diferentes estimaciones. A causa del gran número de actores implicados, incluidas poderosas corporaciones estatales, así como de incentivos erróneos en la transición de la planificación al mercado, la regulación de esta industria es difícil. En particular, las minas pequeñas, criticadas durante dos décadas a causa de condiciones laborales peligrosas, un equilibrio ecológico negativo y para rivalizar con las grandes empresas, han cerrado en los últimos años. Eso tiene consecuencias sociopolíticas, especialmente en las regiones que dependen unilateralmente del carbón.

Política interna ambiental

Para China, y desde hace ya algunos años, la cuestión ambiental se ha convertido en un asunto de la máxima importancia, inseparable de la transformación de su modelo de desarrollo. Entre las «tres duras batallas» enunciadas por el liderazgo chino se incluye la lucha contra la contaminación, lo cual la señala rotundamente como una prioridad política. En la superación de los desequilibrios actuales, la cuestión energética es clave. El 21 diciembre de 2020, se dio a conocer un libro blanco sobre el desarrollo energético del país. En él se afirma que “China ha estado trabajando en todos los frentes para reformar las maneras de consumo de energía, construir un sistema de suministro de energía limpio y diversificado, implementar una estrategia energética impulsada por la innovación, avanzar en la reforma del sistema energético y reforzar la cooperación energética internacional”, precisa el texto. (Ríos, 2020)

China es hoy el mayor emisor de dióxido de carbono en el mundo, un potente gas de efecto invernadero que ha causado que las temperaturas globales aumenten y los niveles del mar suban. Cada año, China produce un 28 % de la producción mundial, y en el año 2019, sus emisiones superaron a las de Estados Unidos, Europa y Japón, combinados. En años recientes, China ha estado tomando medidas para una transición a menores niveles de carbono. Un ejemplo es el esfuerzo por promover las energías renovables. El gigante asiático es uno de los mayores inversores del mundo en este tipo de energía y tiene el mercado de bonos ecológicos más grande del mundo. De hecho, se ha convertido en el mayor productor en el mundo de paneles solares, turbinas de viento y vehículos eléctricos; también en uno de los principales inversores en energías limpias. Aunque sus emisiones actuales han aumentado en comparación con 2005, las emisiones de CO2 de China por unidad de Producto Interno Bruto (PIB) disminuyeron un 48 % en 2019, lo que equivale a una reducción de aproximadamente 5.620 millones de toneladas. (Ríos, 2020)

La estructura energética del país también ha mejorado. El consumo de carbón continúa aumentando, pero su porcentaje de energía total producida se redujo de 72,4 % a 55,7 %, mientras que las energías no fósiles aumentaron de 7,4 % a 15,3 %. Por tanto, va en la buena dirección, aunque le queda mucho por hacer. Los combustibles fósiles, que producen grandes cantidades de dióxido de carbono, aún representan el 85 % del consumo de energía en el país. Esto significa que, si China realmente quiere cumplir su objetivo para 2060, tendrá que duplicar sus esfuerzos para lograr una economía baja en carbono. (Ríos, 2020)

Además, es importante señalar que China redujo la cantidad de partículas dañinas en el aire un 40 % entre 2013 y 2020, según el informe presentado en junio de 2022 por el Instituto de Política Energética (EPIC) de la Universidad de Chicago, que realiza mediciones satelitales. Es el mayor descenso de polución en el ambiente en un país en un lapso tan corto. De hecho, a Estados Unidos le llevó tres décadas alcanzar un objetivo similar desde la histórica Ley de Aire Limpio de 1970. (Amerise, 2022)

A finales de 2013 China emprendió el Plan de Acción Nacional de Calidad del Aire para reducir la contaminación en un período de cuatro años con un generoso presupuesto de 270.000 millones de dólares, a los que se sumaron otros 120.000 millones de dólares del ayuntamiento de Beijing. Ese plan fijó objetivos específicos para reducir la polución un 35 % en los siguientes cuatro años. Y el enemigo número uno fue precisamente el mineral que hizo posible la rápida industrialización china desde el último cuarto del siglo XX y principal fuente de energía del país: el carbón. (Amerise, 2022)

El gobierno prohibió la construcción de nuevas plantas de carbón en las ciudades y regiones más contaminadas y forzó a las existentes a reducir emisiones o cambiarse al gas natural. Solo en 2017 se clausuraron 27 minas de carbón en la provincia de Shanxi, la mayor productora de este mineral en China. En enero de 2018 cerró la última planta de carbón en Beijing, mientras el gobierno chino canceló los planes de construcción de otras 103 centrales. Aunque el carbón sigue siendo la principal fuente de electricidad de China, ha pasado del 67,4 % de la producción total en 2013 al 56,8 % en 2020, según datos oficiales del país. Para compensar la descarbonización, el gobierno chino también aumentó la generación de energía de fuentes renovables. Lo hizo hasta el punto de que en 2017 las renovables representaron una cuarta parte del total de la generación eléctrica del país, superando incluso a Estados Unidos, donde la cuota fue del 18 % ese mismo año. También ha promovido activamente la energía nuclear: entre 2016 y 2020 duplicó su capacidad hasta 47 gW con 20 nuevas plantas y para 2035 planea alcanzar los 180 gigavatios, casi el doble de la potencia actual de Estados Unidos. (Amerise, 2022)

Otra de las medidas fue reducir la capacidad de producción de hierro y acero en la industria: solo entre 2016 y 2017 rebajó 115 millones de toneladas. Y, por supuesto, puso en el punto de mira a los vehículos con motor de combustión. En Beijing, Shanghái, Guangzhou y otras ciudades grandes se restringió la cantidad de automóviles en circulación con cuotas diarias y se limitó el número de matrículas nuevas cada año. Esto no impidió que los automóviles en activo en China pasaran de 126 millones en 2013 a 273 millones en 2020, según datos oficiales. Eso sí, con menos emisiones: el gobierno endureció los estándares y a finales de 2017 suspendió la producción de 553 modelos de vehículos locales y extranjeros que contaminaban demasiado.

La experiencia de economía circular en China

La implementación de los principios de la economía circular en la región Asia Pacífico ha sido una necesidad revelada, ya que en las últimas dos décadas el crecimiento económico ha tenido como consecuencia un aumento sostenido en la cantidad de consumidores. Este efecto, considerado por muchos economistas como un ciclo virtuoso de las economías asiáticas, ha mostrado un lado oscuro del cual algunos gobiernos se han hecho cargo. Se trata de elevadas cantidades de emisión de gases efecto invernadero (GEI) y un crecimiento exponencial de residuos plásticos. (Observatorio Parlamentario, 2018)

En este contexto resaltan casos innovadores como el de China, donde se han instalado los primeros parques industriales con el fin de desarrollar la economía circular. En un artículo de Mathews y Hao Tan en la revista Nature de marzo de 2016, señalaron como el gigante asiático ha tomado serias medidas durante la última década para promover la recirculación de materiales de desechos, estas iniciativas más que financieras, han sido políticas públicas y legislación que tienen como objetivo “cerrar bucles industriales para convertir los residuos de un fabricante en los insumos para otro”, señala el texto. (Observatorio Parlamentario, 2018)

La necesidad de fortalecer la infraestructura pública y privada para el establecimiento de la economía circular, se explica por la desproporción en la producción de materiales y mercancías. Por ejemplo, las compañías chinas requieren de 2,5 kilos de materiales para producir un dólar del PIB, esto en contraposición al poco más de medio kilo que utilizan los países de la OCDE. Más aún, el artículo comenta que durante el año 2014 China generó más de tres mil 200 millones de toneladas de desechos sólidos industriales, de los cuales se recuperaron dos mil millones de toneladas a través del reciclaje. Por si fuera poco, en diciembre de 2015 se produjo el deslizamiento de tierra en un basurero en Shenzhen que dejó a 73 personas muertas. Esta catástrofe llevó a un aumento en la cantidad de protestas por parte de residentes locales, que ya se venían produciendo por la contaminación que producían los procesos de incineración de residuos. La consideración de tales eventos y la necesidad estratégica del gigante asiático por no depender de la importación de combustibles y minerales desde países inestables, ha llevado a que tome serias medidas para la solución. (Observatorio Parlamentario, 2018)

La más importante de las decisiones tomadas fue la creación del nuevo Distrito de Suzhou. Ubicada cerca de Shanghái, dispone de 52 kilómetros cuadrados para alojar a cuatro mil empresas tecnológicas y manufactureras. En este reducto los fabricantes de placas o circuitos utilizan cobre que se desecha de otras compañías residentes en el parque, en vez de importar la producción de empresas mineras. Este distrito es consecuencia del interés manifestado por el gobierno chino, que a partir de 2005 mediante su Consejo de Estado emitieron un documento donde se reconocen los riesgos económicos que produce la explotación de recursos pesados. Más aún, reconocen en la economía circular el medio principal para manejarlos.

La necesidad de incorporar dicho paradigma en la gestión pública de los recursos llevó a que la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (NDRC), que es la principal agencia de planificación del país incorporara a otros organismos como el Ministerio de Protección Ambiental para impulsar políticas fiscales y un fondo para apoyar la conversión de los parques industriales en aglomeraciones eco-industriales. El espíritu de esta preocupación por parte del gobierno se plasmó en un capítulo durante el XI Plan Quinquenal de 2006-2010, que luego se repitió en los siguientes donde se asignaron objetivos para las industrias del carbón, acero, electrónica, química y petroquímica, como la reutilización del 72 % de los residuos sólidos.

Finanzas verdes

China ha estado acelerando sus esfuerzos para desarrollar y estandarizar el mercado de finanzas verdes para facilitar su transición hacia un desarrollo sostenible y de alta calidad. El 14º Plan Quinquenal (FYP) para el período 2021-2025 también describe la necesidad de acelerar la transformación verde del desarrollo, construir un sistema de políticas de desarrollo verde y desarrollar vigorosamente las finanzas verdes.

Las zonas piloto de finanzas verdes de China son parte de los esfuerzos del país para construir un sistema financiero verde sólido. El primer conjunto de zonas piloto de finanzas verdes se lanzó en Zhejiang, Jiangxi, Guangdong, Guizhou y Xinjiang en junio de 2017. Desde entonces, China agregó Lanzhou a la lista en diciembre de 2019. Los objetivos clave de las zonas piloto son mejorar la el papel de las finanzas verdes en las instituciones financieras nacionales, promover el crédito verde, los seguros verdes y los bonos verdes, explorar la creación de mercados para los derechos ambientales y desarrollar mecanismos de control de riesgos de las finanzas verdes. (Wu, 2022)

En marzo de 2020, Huzhou fue nombrada la primera ciudad piloto de China para el desarrollo coordinado de edificios y finanzas verdes. Además, una mayor expansión y desarrollo de las zonas piloto regionales de finanzas verdes, como la Gran Área de la Bahía y el delta del río Yangtze, ofrecen una visión del futuro de las zonas piloto de finanzas verdes. (Wu, 2022)

Dado que se requiere una cantidad significativa de inversiones de capital (estimadas en 450-570 mil millones de dólares) para lograr los objetivos ecológicos del país, China está abriendo su mercado a la inversión extranjera y la experiencia para cumplir con los estándares internacionales. (Wu, 2022)

Con este fin, ha otorgado acceso ilimitado a inversores institucionales extranjeros calificados al mercado de valores chino desde junio de 2020, posicionando el mercado de bonos verdes del país, que solo representó menos del 1 % en el mercado de bonos en general en 2020, para una mayor expansión. Tras el esfuerzo del país para limitar el uso del carbón, las oportunidades estratégicas de inversión se encuentran en los sectores de infraestructura verde y energía limpia (como el desarrollo de la generación de energía eólica y solar), donde se espera que las finanzas verdes desempeñen un papel más importante en el futuro cercano. (Wu, 2022)

El tema ambiental en el XX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh)

En el marco del XX Congreso del PCCh, el tema ambiental constituyó un elemento de gran prioridad, lo que expresa la relevancia que tendrá en los próximos cinco años como política partidista y hacia el largo plazo. En ese sentido, en el magno evento se proyectó a China hacia la mayor disminución en la intensidad de las emisiones de carbono a nivel global y pasará del pico de a la neutralidad de carbono en el período de tiempo más corto de la historia. Se defendió el multilateralismo y el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas y capacidades respectivas, luego de que China ha promovido la firma, la entrada en vigor y la implementación del Acuerdo de París.

El principio de las responsabilidades comunes, pero diferenciadas, ha sido una norma constitutiva de la política climática global. Su interpretación tradicional sostiene que diferentes niveles de protección ambiental deben esperarse entre los países desarrollados y los países emergentes y/o en vías de desarrollo. China ha participado activamente en la cooperación entre los países del Sur Global en materia de cambio climático. Ha elevado los esfuerzos para apoyar a otros países en desarrollo, especialmente los pequeños insulares, naciones africanas, y los menos adelantados (PMA), con el fin de mejorar sus capacidades de respuesta al clima y reducir los impactos adversos del cambio climático.

Tras las discusiones del XX Congreso del PCCh se prevé que China promoverá un sistema de gobernanza climática global más racional para obtener resultados de beneficio mutuo, continuará profundizando la cooperación Sur-Sur sobre el cambio climático y contribuirá con sus capacidades y experiencias a la respuesta global al cambio climático. Las campañas para combatir la contaminación del aire, agua y suelo han dado resultados tangibles. En 2021, la concentración media de partículas peligrosas transmitidas por aire PM2,5 se redujo en un 34,8 % respecto a 2015 en las ciudades chinas de nivel de prefectura o superior. En cuanto a la restauración y protección ecológicas, el área total de reservas naturales a todos los niveles representa alrededor del 18 % de la superficie terrestre de China, y se han establecido cinco parques nacionales. Asimismo, se han restaurado y aumentado las poblaciones en hábitat natural de más de 300 animales y plantas silvestres raros y en peligro de extinción. El país también ha alcanzado sólidos progresos en el desarrollo ecológico, circular y con bajas emisiones de carbono. En 2021, las emisiones de dióxido de carbono por unidad del PIB de China cayeron un 34,4 % en comparación con la cifra de 2012, y la proporción de carbón en el consumo de energía primaria disminuyó del 68,5 al 56 % durante este período. (Agencia Xinhua, 2022)

Con la celebración del magno evento partidista en 2022, China se propuso como parte de su camino hacia “un país socialista moderno en la nueva era”, avanzar en la construcción de la “civilización ecológica con el fin de alcanzar la convivencia armoniosa entre el hombre y la naturaleza, así como proteger el medio ambiente”. Para concretar esta meta, en la última década China se enfocó en proteger lo que el presidente Xi Jinping denomina “las aguas lúcidas”, también orientaron tareas para salvaguardar las montañas, ríos, bosques, lagos y campos.

Hemos actuado sobre la idea de que las aguas lúcidas y las montañas exuberantes son activos invaluables. Hemos persistido con un enfoque holístico y sistemático para conservar y mejorar los ecosistemas de montañas, agua, bosques, tierras de cultivo, pastizales y desiertos, y hemos asegurado una mayor conservación ecológica y protección ambiental en todos los ámbitos, en todas las regiones, y en todo momento. Se han mejorado los sistemas de conservación ecológica de China, se ha avanzado en la batalla crítica contra la contaminación y se ha logrado un progreso sólido en la promoción del desarrollo verde, circular y bajo en carbono. Esto ha llevado a cambios históricos, transformadores e integrales en la protección ecológica y ambiental, y nos ha traído cielos más azules, montañas más verdes y aguas más limpias. (Xi, 2022)

Los elementos planteados por Xi Jinping en su discurso del XX Congreso Nacional, devienen en prioridad del PCCh centrado en el fortalecimiento de la protección del entorno ecológico y promoción del desarrollo verde y bajo en carbono. Apenas unos meses después, al celebrarse la I Sesión de la XIV Asamblea Popular Nacional, el informe del gobierno volvió a retomar el tema de las aguas limpias y las verdes montañas. En ese proceso se profundiza el uso de categorías que son reiteradas como “civilización ecológica”, “desarrollo sostenible”, “desarrollo verde”, “sociedad armoniosa”. Todo ello, enfocado en el reforzamiento tanto del tratamiento de la contaminación como de la construcción ecológica que implica una mayor atención al desarrollo de las fuentes renovables de energía.

Según el informe de gobierno presentado en marzo de 2023, China ha mejorado el sistema de compensación por motivos de protección ecológica. Se ha alcanzado una cobertura forestal superior al 24 % y una protección de más del 50 % de los humedales, así como una reducción neta de una superficie de 106.000 kilómetros cuadrados de espacios con pérdida de agua o erosión edáfica, 38.000 de tierras desertizadas y 33.000 de tierras degeneradas. En la optimización de la estructura energética, ha superado los 1.050 millones de kilovatios la capacidad de las unidades carboeléctricas que habían cumplido la norma de emisiones superbajas, mientras que ha subido de 650 millones de kilovatios a más de 1.200 millones la magnitud instalada de generación eléctrica con energías renovables y del 20,8 % a más del 25 % el peso específico del consumo de energía limpia. (Li, 2023; 23)

Los esfuerzos internacionales de China por la protección del medio ambiente

En septiembre del 2020, el presidente Xi Jinping anunció que China reforzará sus objetivos climáticos para el 2030, que el país llegará al máximo de emisiones antes del 2030 y que tendrá como objetivo conseguir la neutralidad de carbono en el 2060. Las medidas de la China durante la pandemia también contienen muchos elementos para una “recuperación verde”, pero esta política todavía no sigue una dirección clara para alcanzar una trayectoria económica baja en carbono. En general, sin embargo, en los últimos años este país ha experimentado una interesante transformación en la percepción internacional. Considerado durante mucho tiempo un “pecador del clima”, recientemente se ha percibido como un actor constructivo. China no sólo ha alcanzado cierto éxito a nivel de política nacional con respecto a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también ha llevado a cabo numerosos esfuerzos a nivel subnacional. En el 2016, por ejemplo, un total de 23 regiones metropolitanas, responsables de aproximadamente 16 % de las emisiones de CO2, se comprometieron, en una iniciativa internacional, a reducir significativamente estas emisiones en el 2030 (la iniciativa APPC, según siglas en inglés).

En 2021 las inversiones globales en materia de transición energética alcanzaron los 755.000 millones de dólares, lo que representa un incremento del 27 % en relación al año precedente. Además, los diez países con mayores inversiones en este terreno contabilizaron el 74 % de las inversiones globales en la transición energética. Según informe de BloombergNEF, se destaca que un tercio del total de inversiones en la transición energética en el mundo fueron realizadas por la República Popular China, que con 266.000 millones de dólares lidera por lejos el ranking anual. “China sumó 48 gigawatts (GW) en energía eólica y 53 GW de capacidad solar en 2021, incrementando su capacidad total en energía eólica y solar en 19 %”, sostiene el estudio. Entre los 10 países que más invirtieron en este campo acumularon 561.000 millones de dólares el año pasado, bastante más que el PIB de la Argentina, que cerró el 2021 en torno a los 400.000 millones de dólares. (Boyadjian, 2022)

Los dos mayores emisores de dióxido de carbono en el mundo, Estados Unidos y China, acordaron en 2021 intensificar la cooperación para abordar la crisis climática. Ambas partes se comprometieron a reducir las emisiones de metano, eliminar el consumo de carbón y proteger los bosques. China y EE. UU. compartirían tecnología para luchar contra la crisis climática. Además, por primera vez, China se acordó tomar medidas energéticas que contrarresten las fugas de metano. Las dos partes se comprometieron también a compartir tecnología que permita reducir las emisiones y a reunirse gradualmente para formular acciones concretas durante esta década que, según reconocieron, será clave para combatir la emergencia climática.

No es la primera vez que los dos países colaboran en temas climáticos. En 2014, un compromiso bilateral fue uno de los impulsos más importantes para llegar a los acuerdos de París en 2015. Unos pactos globales que siguen siendo exaltados durante la cumbre de este año. Sin embargo, la cooperación entre ambas partes se pausó cuando el expresidente estadounidense Donald Trump desconoció el Acuerdo de París. Y después de un aumento de la tensión en las relaciones entre EE. UU. y China durante la era Trump.

A nivel mundial el mercado de las tecnologías para energías limpias puede más que triplicarse de aquí a 2030 para representar 650.000 millones de dólares anuales si los países de todo el mundo cumplen con sus compromisos en el terreno climático, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). En un informe publicado, la AIE también señala que, en términos de empleos, se podría pasar de los 6 millones actuales en las energías limpias a casi 14 millones a comienzos de la próxima década. (El periódico de la Energía, 2023)

Los autores del estudio prestan también atención a los riesgos a los que están sometidas las actuales cadenas de suministro de tecnologías de energías limpias, porque se da un alto grado de concentración en la extracción y procesamiento de recursos, así como en la fabricación. Para ilustrarlo, señala que China domina las capacidades de fabricación de paneles solares, generadores eólicos, baterías para vehículos eléctricos, electrolizadores y bombas de calor. Y precisa que los tres primeros países productores de cada una de esas tecnologías (entre los que está China) concentran el 70 % de la capacidad de fabricación (gráfico 3). También se da un alto grado de concentración en los minerales necesarios para dichas tecnologías. Un buen ejemplo es que la República Democrática del Congo produce más del 70 % del cobalto mundial y solo tres países (Australia, Chile y China) suponen más del 90 % de la producción mundial del litio necesario para las baterías de vehículos eléctricos. (El periódico de la Energía, 2023)

Gráfico 3: Principales productores de energías limpias.

Fuente: El Periódico de la Energía (2023)

La Ruta de la Seda Verde como variante de la Iniciativa de la Franja y la Ruta

En mayo de 2017, se publicó en el portal de la Franja y la Ruta (BRI en inglés) de China un documento llamado «Guía para promover la Franja y la Ruta Verdes». Describió la intención de Beijing de «construir sistemas de cooperación e intercambio de protección del medio ambiente pragmáticos y eficientes» dentro de tres a cinco años. Xi Jinping reiteró este enfoque en el desarrollo verde en su discurso de apertura en el Segundo Foro de BRI para la Cooperación Internacional en el 2019, insistiendo en que China, en asociación con los signatarios de la Franja y la Ruta, «lanzaría proyectos de infraestructura verde, realizaría inversiones verdes y proporcionaría financiamiento verde a proteger la Tierra que todos llamamos hogar”.

BRI ha dado resultados fructíferos y ha tenido una influencia de gran alcance en el mundo desde su creación en el 2013. Al adherirse al desarrollo verde y promover la construcción de una Ruta de la Seda verde, China está trabajando activamente con varias partes para avanzar en la implementación de la Agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para el Desarrollo Sostenible.

Responsable de numerosas emisiones contaminantes, China impulsa una transición acelerada al desarrollo ecológico, con el objetivo de integrar en 2025 los conceptos de Civilización Ecológica y Desarrollo Verde en la iniciativa de la Ruta de la Seda para generar una red de cooperación en protección ambiental. La propuesta es de colaboración bilateral y multilateral, generando mecanismos de diálogo y consenso, potenciando a las empresas en la gobernanza ecológica, incrementando el financiamiento verde y estableciendo un sistema ecológico en las cadenas de suministros. De esta manera, China busca mejorar su imagen como potencia global responsable y convertirse en un creador de reglas en tecnologías verdes comprometiéndose con la defensa del medio ambiente saludable. La apuesta estratégica para su futuro sostenible es lograr avances tecnológicos dirigidos por el Estado, que permitan una transformación verde en el interior y un liderazgo tecnológico en el exterior. (Cruz, 2021)

En 2019, se estableció oficialmente la Coalición Internacional de Desarrollo Verde BRI. Ha atraído a más de 150 socios cooperativos chinos y extranjeros de 43 países. En junio de 2022, 29 países lanzaron conjuntamente la Iniciativa para la Asociación de la Franja y la Ruta sobre el Desarrollo Verde en la Conferencia de Alto Nivel de Asia y el Pacífico sobre la Cooperación de la Franja y la Ruta, que manifestó aún más el reconocimiento y el apoyo de la comunidad internacional al desarrollo verde.

La pandemia de la Covid-19 ha planteado sombríos desafíos a los sistemas mundiales de cooperación económica, social y ambiental. En un esfuerzo por satisfacer las necesidades de los países BRI en el avance de la recuperación económica y el desarrollo verde y bajo en carbono después de la pandemia, China ha realizado esfuerzos continuos para impulsar la construcción de la Plataforma de Big Data Ambiental BRI, el Centro de Transferencia e Intercambio de Tecnología Ambiental de la Franja y la Ruta, el Instituto de Desarrollo Verde BRI y la implementación del Programa de Enviados de la Ruta de la Seda Verde. (NDRC, 2022)

El país también llevó a cabo una investigación en profundidad sobre temas críticos de interés para los países BRI, incluida la inversión y el desarrollo de energía verde y baja en carbono, y publicó una serie de informes de investigación que incluyen Guía de desarrollo verde para el Informe de estudio de referencia de proyectos BRI. China ha capacitado para casi 120 países en desarrollo a más de 3.000 funcionarios y personal técnico para la protección ecológica y ambiental y para abordar el cambio climático y, por lo tanto, fue elogiada como un modelo a seguir en la cooperación Sur-Sur por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. (NDRC, 2022)

Las inversiones sustanciales de China en proyectos de energía nuclear, no solo en los países socios de la Franja y la Ruta, sino más allá, marcan un cambio importante para alejarse de los combustibles fósiles y prometen asociaciones cooperativas a largo plazo. Solo en Pakistán, China ha construido siete proyectos de energía nuclear. En octubre de 2016, la tercera unidad de la planta nuclear Chashma se conectó a la red de Pakistán. El reactor, construido por la Corporación Nuclear Nacional de China, fue descrito por los medios chinos como una “opción limpia y asequible en el suministro de energía” para un país asolado por un déficit energético considerable. Los proyectos más recientes incluyen dos reactores HPR1000 Hualong One instalados en una planta en Karachi y puestos en funcionamiento en mayo de 2021. (Mize, 2021)

Turquía proporciona otro ejemplo de cómo China ha incorporado proyectos de energía nuclear en su iniciativa Belt and Road. En 2015, los dos países firmaron un acuerdo sobre la construcción de la que sería la tercera planta nuclear planificada de Turquía en Igneada. China también está ofreciendo asistencia a Irán en el rediseño del reactor nuclear Arak para cumplir con los estándares del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA). Pero el creciente enfoque de China en las exportaciones de energía nuclear no se limita a las naciones socias de Belt and Road. En Rumania, China General Nuclear Power (CGN) acordó en 2015 construir las unidades 3 y 4 de la planta de Cernavoda. En Argentina, China planea instalar otro de sus reactores Hualong One en el complejo nuclear de Atucha, a 100 km de Buenos Aires. Y en el Reino Unido, CGN tiene una participación de un tercio en la estación Hinkley C y una participación mayoritaria en la estación Bradwell B. (Mize, 2021)

Conclusiones

El rápido crecimiento de la industria en China ha sido una de las causas de la contaminación en el país. Si bien su economía y poder han aumentado considerablemente, a cambio su salud, y la del resto del planeta en menor escala, se está viendo afectada. La principal fuente de energía de China es el carbón, y lo necesitan para hacer funcionar la industria y la calefacción.

La peor consecuencia de la contaminación es la salud de los habitantes de China. La polución no solo está en el aire, las partículas contaminantes también van a los alimentos y al agua.

Sin embargo, la prioridad que le ha otorgado el partido y el Gobierno chinos ha conducido a que el país ya cuenta con el mayor parque de energías renovables del mundo, está acelerando rápidamente las inversiones en proyectos solares y eólicos, ya que pretende construir una red más amplia y flexible para cumplir los objetivos de alcanzar el máximo de emisiones de carbono antes de 2030 y reducirlas a cero en 2060 o antes. Actualmente China es el país con mayor inversión en transición hacia energías limpias por encima de Estados Unidos, Alemania, y otras naciones en el mundo.

Antes de la celebración del XX congreso del PCCh ya se habían promovido varios conceptos que han estado asociados a estrategias de desarrollo ecológicas y amigables con el medio ambiente. La promoción de las categorías “civilización ecológica” o “desarrollo verde” está asociado a la visión de reducción de los niveles de contaminación e invertir en tecnologías limpias que garanticen un mejoramiento de la salud y del nivel de vida de los chinos y del exterior. Para ello no es casual su política de elevar las inversiones no solo al interior, sino en el resto del mundo en energías renovables, así como desarrollar proyectos menos contaminantes. El recién congreso partidista celebrado focaliza la cuestión ambiental dentro de la estrategia de desarrollo y las prioridades del país hacia el futuro.

El cambio climático representa una amenaza importante para la prosperidad a largo plazo de China. Si China no desarrolla una transición exitosa hacia una economía baja en carbono, será imposible alcanzar los objetivos climáticos globales. Pero también requiere de la cooperación con grandes economías globales contaminantes. Por tanto, no es casual la referencia a la responsabilidad compartida. Una transición requerirá un cambio masivo en los recursos, la innovación y las nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia energética y la productividad de los recursos y hoy China cuenta con recursos y la plataforma de la Ruta de la Seda Verde para realizarla.

Referencias bibliográficas


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