Para inicios del siglo XXI, las economías de EE.UU. y la UE no solo siguen siendo las más desarrolladas, sino también, las más interrelacionadas. En un contexto caracterizado por un creciente número de amenazas a su proyecto hegemónico conjunto y por una creciente difusión de poder, el bloque trasatlántico funciona en términos de una alianza consolidada y decidida a mantener un rol protagónico en el orden internacional del siglo XXI.