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China

China: Balance económico en 2022

Otros autores: Dra. Elda Molina Díaz, CIEI
marzo 24, 2023   0

Imagen tomada de Prensa Latina

Este trabajo forma parte del Dossier "La China actual"

I.             EVOLUCIÓN DE LOS PRINCIPALES INDICADORES MACROECONÓMICOS

Luego de crecer a ritmos entre el 6 y 7 % en los últimos 5 años anteriores a 2019, en 2020 la economía china sufrió un colapso para sus patrones habituales. El PIB creció a sólo a un 2.3 % (FMI, 2021) debido en lo fundamental al impacto de la covid-19, aunque fue una de las pocas economías que crecieron ese año. Aun con ese modesto crecimiento China consolidó ese año su posición mundial de segunda mayor economía después de Estados Unidos, representando más del 22 % del PIB global. (Xinhua, 2022)

En 2021, la economía china se repuso, alcanzando un crecimiento de 8.1 % (FMI, 2022a), aunque ello no significa que el país ya había superado las dificultades que la aquejaron el año anterior. En 2021 el PIB de China representó el 18.5 % del mundial y su contribución promedio al crecimiento económico global superó el 30 %, siendo el país que más creció ese año. (Ma Hui, 2022)

Para 2022 el FMI y el Banco Mundial esperaban que la economía china creciera entre un 4.8 % y 5.1 %, respectivamente. (FMI, 2022b) Sin embargo, lo hizo en 3.3 % según datos del gobierno, por debajo de su meta que era 5.5 % y de las anteriores predicciones. De este modo, superó los 120 billones de yuanes (casi 18 billones de dólares), según datos del Buró Nacional de Estadísticas. (Xinhua, 2023a)

De todos modos, y a pesar de lo que plantean muchos analistas occidentales, el panorama no se presenta tan desalentador. Varios argumentos avalan esta afirmación: primero, si se promedian los ritmos de crecimiento de los 3 últimos años, la tasa es del 4.5 %, nada despreciable comparado con el resto del mundo incluso desde mucho antes de la pandemia; por otra parte, creció el PIB per cápita y otros indicadores se comportaron de manera favorable, como el consumo, la inversión, el comercio, a la vez que se elevó el nivel de vida de la población.

Entre los factores internos que han incidido en el débil comportamiento de la economía se destacan de manera particular las restricciones asociadas a la Covid y la caída del mercado inmobiliario, aunque no son las únicas.

Si bien en 2021 se logró controlar la pandemia, han seguido apareciendo brotes epidémicos en distintas ciudades y el gobierno sostiene su política de cero Covid, manteniendo estrictos controles para evitar su propagación.

En cuanto al sector inmobiliario, éste representa cerca de la quinta parte de la actividad económica en China, por lo que su caída de cerca del 10 % en 2022 (la primera desde que se iniciaron los registros en 1999) ha influido no sólo en los menores crecimientos del PIB, sino que ha afectado también al sector bancario. (FMI, 2022a)

La caída del sector inmobiliario fue resultado de las medidas regulatorias aplicadas por el gobierno en los últimos años para controlar la expansión desmedida que venía experimentando, y evitar una crisis similar a la de Estados Unidos en 2008. El mayor impacto de estas medidas se hizo sentir en 2022, año en que las ventas de propiedades sufrieron el mayor desplome desde 1992. (Jiménez, 2023)

Entre las causas externas, además de la difícil situación por la que está atravesando la economía mundial y lo que ello implica, sobre todo en términos comerciales, se destaca de manera muy importante las sanciones impuestas por Estados Unidos en el ámbito comercial y tecnológico, por el temor de ese país de que China se convierta no solo en fuente de fabricación e importación para los consumidores estadounidenses, sino también rival en todas las áreas de hegemonía estadounidense en la economía mundial. Asimismo, inciden otras tensiones geopolíticas en su entorno y a nivel global, que conllevan graves consecuencias comerciales y financieras.

Otros indicadores, sin embargo, se han deterioraron, como el índice de precios del consumo, el empleo e indicadores financieros, entre los más importantes.

A pesar del menor crecimiento y débil comportamiento de algunos indicadores, el desempeño económico de China no puede calificarse como negativo. Primero, el resultado alcanzado se debe en buena medida a una decisión del gobierno de sacrificar el crecimiento ante la salud de la población; y segundo, algunos indicadores mostraron comportamientos alentadores o al menos mejores respecto a otros países, no solo menos desarrollados sino incluso más avanzados, así que puede decirse que la economía china continuó desarrollándose a pesar de la presión a la baja.

En 2022 creció el PIB per cápita en aproximadamente un 3.2 % según el FMI (FMI, 2022a), aunque aún la brecha respecto a otros países de desarrollo similar es elevada.

Se mantuvo el crecimiento de la producción industrial, aunque en 2022 el ritmo fue más lento que el de 2021. Ésta se vio afectada por las interrupciones en las cadenas de suministro, la escasez y el encarecimiento de la energía y las medidas para la contención de las emisiones de carbono. Se destaca de manera particular el sólido desempeño de la manufactura de alta tecnología y fabricación de equipos.

La inversión en activos fijos se mantuvo fuerte, con un aumento de cerca del 6 % en 2022 (en 2021 creció en 4,9 %), debido fundamentalmente al incremento de inversiones en infraestructura (carreteras, ferrocarriles, puentes y servicios públicos). (Banco Mundial, 2023)

Los ingresos de la población rural han crecido en los últimos años más rápido que los de la urbana (Xinhua, 2023b), lo que favorece la reducción de la brecha entre ellos, pero todavía ésta es elevada.

El consumo creció en 2022 pero a un ritmo mucho más lento que en 2021. Aun así, contribuyó con un 32.8 % al crecimiento del PIB y aumentó más en China que en otros países desarrollados. El país se mantiene como el segundo mayor mercado de consumo del mundo y el mercado minorista en internet más importante del planeta, según el director del BNE. (Xinhua, 2023c) De hecho, una parte importante del incremento se debió al crecimiento de las ventas minoristas en línea, que aumentaron 4 % respecto al año anterior.

Sin embargo, el empleoy los precios mostraron una tendencia menos favorable en 2022 respecto al año anterior. El desempleo alcanzó una tasa de 4.2 %, similar a la de 2020 según el FMI, aunque se estima que la cifra es mayor. Las cifras oficiales lo sitúan por encima del 5 % (Jiménez, 2023) aun sin tomar en cuenta a los millones de trabajadores migrantes. El alza en el desempleo se debió en lo fundamental a que la actividad manufacturera y de servicios se vio afectada por el aumento de las infecciones por COVID en varios meses del año.

La inflación, después de haber crecido de manera importante en 2019, fue negativa en 0,3 % en 2020, pero creció nuevamente en 2021 y 2022 a niveles semejantes a los mostrados antes de la crisis. (FMI, 2022a)

II.            FINANZAS INTERNAS

Los indicadores financieros se vieron muy afectados durante la etapa de la pandemia pues, primero para enfrentar la misma y luego para estimular la economía, el gobierno se vio forzado a tomar medidas excepcionales de apoyo financiero, como la inyección de liquidez y la reducción de las tasas de interés con vistas a reanimar el crédito.

Sin embargo, las medidas expansivas generaron tensiones financieras y ampliaron desequilibrios existentes. Aumentó el déficit gubernamental: a inicios de la actual década este no superaba el 1 % del PIB, en 2019 pasó a representar el 6,1 % del PIB y en 2020, como consecuencia de los mayores gastos para enfrentar la pandemia, aumentó a 19.4 % del PIB. En 2021 bajó a 15.4 %, pero esto fue más un resultado del incremento del PIB, y aun así todavía es una relación muy alta. (FMI, 2022c)

De este modo, la deuda interna ha aumentado significativamente. No sólo la pública, sino también la privada, tanto de empresas como de individuos, que crecieron no solo en términos absolutos sino también con relación al PIB[1]. No obstante, aunque ello tensiona las finanzas internas, las autoridades se propusieron para el 2022 mantener una política monetaria moderadamente restrictiva y una fiscal más fuerte, con el fin de contribuir a la estabilidad macroeconómica.

Mercados de valores

Los mercados bursátiles de China se han comportado de manera similar a los del mundo durante la etapa de la Covid, con una gran volatilidad, reflejando la percepción de los inversionistas sobre el contexto económico y político del país. Los acontecimientos más importantes que han influido en ese sentido han sido la incertidumbre ante la evolución de la enfermedad y el enfrentamiento a la misma, la evolución del mercado inmobiliario y el giro político hacia una mayor supervisión estatal de las principales actividades económicas.

No obstante, en general se produjo un incremento de las inversiones en los mercados de bonos y acciones locales, tanto por parte de empresas nacionales como por parte de no residentes, siendo esto uno de los factores que incidió en el mayor uso del RMB en los últimos años.

En la actualidad, las bolsas chinas se encuentran entre las más grandes e importantes del mundo de acuerdo a varios indicadores, como la capitalización bursátil, el entorno de negocios, la reputación, la regulación, el uso de herramientas fintech, entre otros.[2]

Tipo de cambio

Las tasas de cambio de todas las monedas mantuvieron una alta volatilidad como es usual y particularmente en los años que se analizan. El yuan no ha sido la excepción a pesar del régimen de tipo de cambio controlado que prevalece en China.

En 2020 la mayoría de las monedas de mercados emergentes se apreciaron frente al dólar y la china alcanzó el mayor valor entre todas. Esto se debió al éxito de las políticas de contención de la pandemia y la rápida recuperación de la economía china, además de que el país se benefició de las cuantiosas entradas de flujos en cartera. (BIS, 2020)

En 2021, casi todas las divisas se depreciaron frente al dólar (debido entre otras causas a las políticas tomadas para reanimar las economías, los altos déficits internos, la alta inflación doméstica y la exposición a choques externos en términos de comercio), excepto el yuan, que continuó fortaleciéndose a pesar del stress que significaba el tamaño del sector inmobiliario. El elevado crecimiento de la economía fue el factor fundamental en ese comportamiento. En general, el yuan se apreció en alrededor de un 7 % contra otras monedas a lo largo del 2021. (OMC, 2021)

Sin embargo, en 2022 el panorama cambió debido a la reducción del crecimiento, las persistentes restricciones por la covid y la debilidad mostrada por el sector inmobiliario en lo interno, y en lo externo por las condiciones financieras internacionales más ajustadas. Esto trajo como resultado que el yuan fuera una de las monedas que más se depreció frente al dólar y otras monedas en el año. (BIS, 2022)

III.          COMERCIO EXTERIOR

A pesar de las afectaciones en la producción de China y en el comercio mundial por la crisis desencadenada por la Covid, China continúa siendo el líder del comercio mundial. Es el mayor exportador y el segundo importador de bienes del mundo. Sus exportaciones de bienes han crecido durante los últimos 3 años a pesar de la contracción del comercio y la demanda mundial[3], así como su participación en las exportaciones globales de bienes, representando más del 15 % del total. (OMC, 2022)

China se encuentra también entre los principales exportadores e importadores de servicios. El comercio de servicios también ha crecido en estos años a pesar de que algunos rubros se han visto muy afectados, como en todo el mundo, en particular el de viajes.

Es de destacar que China se ha mantenido como el principal socio comercial de 144 países distribuidos en todas las regiones del mundo (Castro, 2022). Ha desplazado a Estados Unidos en ese concepto en la Unión Europea y varios países de América Latina. En 2022 incrementó los intercambios con esta región en 11 %. (Xinhua, 2023d)

IV.         FINANZAS EXTERNAS

China tiene una amplia participación en el financiamiento internacional tanto como receptora como proveedora de flujos.

Ha mantenido su posición de segundo receptor de IED del mundo durante cuatro años consecutivos. Una parte importante del crecimiento de la IED hacia China en los últimos años ha estado dirigida a los sectores de servicios y alta tecnología, en los que las perspectivas permanecen robustas. Se espera que en 2022 la tendencia de la IED se vea afectada por la reducción de ganancias en algunas partes del país y sus implicaciones para la producción industrial y las CGV. (UNCTAD, 2022)

Como inversionista, se había mantenido entre los tres primeros lugares en el mundo, de hecho, en 2020 ocupó el segundo puesto, pero en 2021 pasó al cuarto (UNCTAD, 2022), aunque el valor sigue siendo significativo. Su inversión en el exterior se explica fundamentalmente por la expansión de las empresas multinacionales chinas y los proyectos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Estas inversiones se dirigen fundamentalmente a infraestructura y energía.

La reducción en las salidas de IED de 2022 se debió básicamente a los nuevos brotes de Covid durante el año, que llevó a recaídas en la producción de algunas áreas que ocupan un lugar importante en las CGV y como consecuencia, en nuevas inversiones relacionadas con esas industrias.

Los flujos de deuda también se han mantenido elevados, tanto los que entran como los que salen de China, de modo que es la principal prestataria y prestamista entre los países subdesarrollados.

La persistencia de los flujos de deuda hacia China se explica por sus significativamente mayores ratings de deuda soberana respecto a los de otros mercados emergentes[4]. Se destaca en particular el financiamiento recibido a través de emisión de bonos, especialmente los denominados en yuanes.

Como proveedor de préstamos, China se ha convertido en el principal acreedor gubernamental del mundo. Su influencia es mayor en economías subdesarrolladas, fundamentalmente de medianos y bajos ingresos, hacia donde los préstamos han crecido sustancialmente en las dos últimas décadas asociados sobre todo al proyecto de la Ruta y la Franja de la Seda[5], pero también constituye un importante prestamista de países desarrollados, en particular a Estados Unidos a través de la compra de bonos del Tesoro.

Deuda externa

China como deudor: La principal consecuencia negativa del incremento en la entrada de flujos financieros foráneos a China es el crecimiento de su deuda externa, que en 2022 se situó en 2.5 billones de dólares. (Caixa Bank, 2022) Las características de esa deuda no se diferencian en mucho de las del resto del mundo, que son preocupantes porque la deuda de corto plazo es mayor y crece más rápido, lo mismo ocurre con la privada no garantizada por el gobierno; además, la deuda en forma de títulos adquiere una gran proporción, lo que representa un problema en caso de dificultades de pago. Sin embargo, su proporción respecto al PIB no es muy elevada (alrededor del 13 %). (Caixa Bank, 2022)

China como acreedor: A tenor con su papel de prestamista China es también uno de los principales acreedores público, fundamentalmente del mundo subdesarrollado. El país acumula alrededor del 65 % de la deuda de los países de ingresos medios y bajos del mundo. (Banco Mundial, 2022) Tampoco la deuda que se le debe a China es muy diferente, se trata en lo fundamental de una deuda a corto plazo, con altas tasas de interés y exigencia de colaterales, lo que supone un riesgo potencial para los deudores, que son países pobres y muy afectados por la pandemia.

Internacionalización del yuan

Las autoridades chinas han continuado haciendo esfuerzos por internacionalizar el RMB en todos estos años, no sólo impulsadas por sus necesidades internas, sino también debido a las presiones externas a que está siendo sometido el país.

Pasos significativos en ese sentido son: la introducción del yuan digital (e-CNY) en 2021[6] y los acuerdos que ha firmado China con otros países (como Rusia, Indonesia, Turquía, Sri Lanka, entre otros) para incrementar el uso de las monedas nacionales en el comercio bilateral y las inversiones. Ambas iniciativas forman parte de la estrategia de China de enfrentar las sanciones estadounidenses y evitar o reducir el uso del dólar estadounidense. También el incremento de las inversiones de no residentes en los mercados de bonos y acciones locales incidió en una mayor internacionalización.

El resultado ha sido un aumento de la negociación del yuan en mercados cambiarios internacionales, siendo en la actualidad la quinta moneda más negociada. (McGuire, Schrimpf y Tarashev, 2022) Aun así, su peso relativo y papel internacional es todavía limitado. Si se compara con el tamaño de la economía, el volumen de las transacciones externas en yuanes representa sólo un 3 % del PIB[7] (Caballero et al, 2022); la brecha respecto a otras monedas como el dólar estadounidense y el euro es apreciable; no es de las más usadas en las transacciones interbancarias del sistema SWIFT (Chimits et al, 2022); y aunque ha crecido su uso como moneda de reserva internacional, su participación en el total de las reservas mundiales es baja. (FMI, 2022d)

Reservas internacionales de China

El resultado del desempeño de China en los dos últimos años se resume en la situación de las reservas internacionales del país: experimentaron reducciones durante el período asociadas a la necesidad de enfrentar los efectos de la pandemia, pero se reafirman como las más altas del mundo durante 17 años consecutivos (Ma Hui, 2023). En su magnitud inciden fundamentalmente los superávits corrientes y de capital con el resto del mundo.

V.           TRANSFORMACIONES EN EL MODELO ECONÓMICO

China ha ido modificando su estrategia para alcanzar los objetivos que se propone en el orden económico y social a largo plazo, lo que ha implicado cambios en la estructura de su modelo económico para adaptarlo a sus condiciones internas y al entorno internacional.

Si bien el modelo de desarrollo inicial descansaba básicamente en su sector externo (inversiones extrajeras y exportaciones), en la actualidad se ha propuesto pasar a un modelo más apoyado en el consumo interno. El modelo descansa en dos ciclos fundamentales: el externo, que prioriza las exportaciones de bienes de mayor valor agregado, con el fin de obtener los recursos financieros externos indispensables para llevar a cabo su estrategia; y el interno, que se propone expandir la demanda interna fundamentalmente a través del consumo. Además, se prioriza el mercado interno, aunque no se excluye el externo, haciendo que ambos se impulsen mutuamente. Ello lleva implícito equilibrar el desarrollo de las regiones más atrasadas, pues precisamente se pretende incrementar la base de consumo a partir de estimular el de las regiones más atrasadas.

China está profundizando los cambios estructurales de su modelo económico. El país está migrando de un modelo de crecimiento extensivo hacia uno intensivo. La estructura industrial está transitando de una gama medio-baja hacia una gama alta, encaminada al ascenso en las cadenas de valor global, a la vez la economía basada en los servicios de alto nivel está desplazando a la producción industrial y fabricación. Por tal motivo, el país está inmerso en una nueva etapa centrada en la innovación, con especial atención en la economía digital, la inteligencia artificial, el internet de las cosas y la robótica.

Nuevos sectores motrices se están desarrollando en la actualidad en China, dentro los que encontramos: tecnologías informáticas nueva generación, inteligencia artificial, biotecnología, equipos de alta gama, nuevas energías, nuevos materiales, ecología y protección medioambiental. Los sectores de alta tecnología están creciendo a un 10,6 % anual.

China avanza hacia los productos diseñados y creados por el propio país. Esta estrategia se enfoca en sectores claves como la automotriz de bajo consumo de energía, la industria farmacéutica, los semiconductores, la robótica y la inteligencia artificial en primer orden.

VI.         PREVISIONES PARA 2023

Casi todos -funcionarios del gobierno chino y analistas domésticos e internacionales- esperan una recuperación económica en el año. Se prevé que el crecimiento sea entre 4.3 % y 5 % según distintas fuentes[8]. Esta cifra pudiera variar en función de diferentes factores. Entre los internos a corto plazo, los principales son que continúen surgiendo brotes epidémicos y el gobierno mantenga la estrategia de “cero COVID” y que se agrave la crisis del sector inmobiliario.

En relación a la pandemia, la relajación de las estrictas medidas antivirus de los últimos meses ha inducido a incrementar las expectativas hacia la recuperación, pero también ha provocado un aumento de los casos de COVID que podría obstaculizar el crecimiento a corto plazo. Sobre el sector inmobiliario, las autoridades hasta el momento han logrado manejar la situación de modo que no desemboque en una crisis de magnitudes insostenibles.

La caída del sector inmobiliario y la debilidad de la demanda mundial hacen que la recuperación del crecimiento dependa en gran medida de los consumidores. Al respecto, Kang Yi, director del BNE, manifestó su confianza en que el consumo crezca en 2023 teniendo en cuenta la ampliación de esta base (mayores ingresos en el campo y zonas de menor desarrollo y estabilidad en el empleo), la recuperación de las actividades en las tiendas físicas y el surgimiento de nuevos patrones de consumo. (Xinhua, 2023c)

Las autoridades chinas han manifestado que este año la estabilidad económica será la máxima prioridad del gobierno, a la vez que continuará buscando el progreso del país. (Xinhua, 2023c). Cabe señalar además que un fuerte repunte en China podría tener consecuencias positivas para el crecimiento mundial, pero también podría favorecer la tendencia inflacionista justo cuando los responsables de política monetaria están empezando a controlarla.

CONCLUSIONES

Los efectos internos y externos de la Covid-19 provocaron una aguda desaceleración en los ritmos de crecimiento de la economía china. Aun así, estos se mantuvieron positivos durante todo el período. La recuperación fue rápida, sobre todo en términos comparativos con el resto de los países, gracias a las acciones de política tomadas por las autoridades, no sólo respecto a la economía sino también a la propia pandemia, que fue enfrentada fuertemente con medidas de aislamiento y altas tasas de vacunación.

De todos modos, aún persisten desequilibrios macroeconómicos y riesgos, algunos derivados directamente de la pandemia o resultantes de las políticas tomadas para favorecer la recuperación económica. Por ejemplo, las políticas monetaria y fiscal expansivas contribuyeron al crecimiento, pero desembocaron en un incremento de la inflación y la deuda.

Por otra parte, subsisten otras dificultades que estaban presentes desde antes de la pandemia como el crecimiento desmesurado del sector inmobiliario y de la deuda interna y externa, entre otras, que, junto a las anteriores, han retrasado el logro de las metas propuestas, como el cambio de la matriz energética, el salto tecnológico y el paso a un modelo de desarrollo más basado en el consumo interno y menos en las exportaciones e inversiones extranjeras.

En cuanto al sector externo, el país recuperó también de manera rápida los flujos comerciales y financieros. Continúa siendo el mayor exportador y el segundo importador de bienes del mundo, y se encuentra entre los principales exportadores e importadores de servicios. En las finanzas, mantiene su lugar como receptor y proveedor de inversiones y préstamos desde el mundo y hacia este. Asimismo, continúa dando pasos hacia la internacionalización del yuan.

En síntesis, el desempeño económico de China en estos años ha demostrado una vez más la capacidad de resistencia y acomodo del país para sortear las dificultades que se le presentan, amparada básicamente en sus enormes reservas de divisas, el dinamismo de sus exportaciones, la fortaleza de su moneda y el control sobre su sistema financiero.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


[1] La deuda del gobierno representa en estos momentos alrededor del 76 % del PIB (Trading Economics, 2022) y la privada, casi el 186 % del PIB nominal (CEIC, 2023).

[2] Por ejemplo, la Bolsa de Shanghái se considera la tercera más grande del mundo (después de la de Nueva York y el NASDAQ), con una capitalización bursátil de 7 374 billones de dólares, y la de Shenzhen, la quinta con 5 289 billones. (Santiago, 2022)

[3] Ello se explica en buena medida por la expansión de la economía digital, sobre todo el comercio por internet.

[4] Estos se mantuvieron bastante estables durante la pandemia porque la rápida recuperación económica ha primado sobre los factores negativos.

[5] Desde 2015 los préstamos otorgados por China a estos países supera a los provenientes del Banco Mundial, el FMI o cualquier otro gobierno. El monto total es mayor considerando que estas cifras no incluyen los acuerdos privados. (Barria, 2020)

[6] En un primer momento el objetivo es usar el yuan digital al interior del país, pero la meta final es ampliar su uso a través de las fronteras para facilitar el comercio y la inversión internacional.

[7] Las transacciones en dólares representan un 30 % del PIB de Estados Unidos.

[8] 4.3 % según el Banco Mundial (2023); 4.6 % según el FMI (2022a); el gobierno espera crecimiento en torno al 5 % (Jiménez, 2023).


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