Cumpleaños 10mo de la Iniciativa de la Franja y la Ruta
Crédito: Xinhua
Entre el 17 y 18 del presente mes de octubre tuvo lugar la 3era Conferencia sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) en Beijing, República Popular China. Surgida en el año 2013, a partir de una propuesta del presidente Xi Jinping, la IFR muestra en la actualidad importantes resultados a escala global, pues en ella participan 152 países, ha logrado la firma de más de 3 000 proyectos de cooperación, por un millón de millones de dólares estadounidenses, ha significado la creación de 420 000 plazas de empleos y ha sacado de la pobreza a 40 millones de personas. Pero estas cifras envejecen todos los días a un ritmo acelerado.
La IFR comenzaría desde su creación a ocupar los espacios que dejaban vacíos los fracasos reiterados de la globalización neoliberal, en especial aquellos países donde abrir de par en par sus economías no significó alcanzar los objetivos de desarrollo que se habían propuesto.
Como parte de las celebraciones por el 10mo aniversario, los organizadores invitaron a un grupo de llamados tanques pensantes (también centros de investigación) a realizar un recorrido por cinco ciudades del Sur del país, con el objetivo de que se apreciaran aquellos cambios ocurridos al interior de China, que han permitido su proyección hacia el mundo de forma masiva, con una propuesta de cooperación y de futuro compartido.
El Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) es hasta el momento el único representante de Cuba con carácter oficial en ese grupo.
China es un país que se ha transformado mucho desde que comenzara el llamado proceso de la reforma en 1992. Para fundamentar la idea anterior normalmente se citan cifras macroeconómicas, niveles de construcción, presupuesto, exportaciones o inversiones. Pero la realidad de los últimos años va mucho más allá de las estadísticas, pues se trata de una nación de enormes proporciones, que ha logrado ir llevando el bienestar espiritual y material a toda su población, en un proceso de constante innovación.
Con el desarrollo multidimensional de su sociedad han surgido nuevos actores en todas las direcciones geográficas, desde administraciones regionales, hasta empresas, centros científicos, universidades y otros que, si bien siguen teniendo una dirección y coordinación central desde Beijing, cada uno de ellos proyecta su futuro no solo con iniciativas de carácter nacional, sino también internacional. Dicho de otra manera, el sistema chino es mucho más complejo que antes y conocerlo a profundidad requiere de más tiempo y especialización.
En cada una de las cinco ciudades visitadas se apreció el apego a la cultura e historia locales, especialización en tipos de producción y servicios específicos, desarrollo territorial y una población con una vida local intensa, como resultado de un esfuerzo enorme de generaciones pasadas y presentes. En todas partes está presente la informatización de los procesos principales, sea para la compra de un producto, o para el ingreso a un museo.
Al menos en cuatro momentos del programa, los representantes de los llamados tanques pensantes de una diversidad de países tuvimos la oportunidad de plantear criterios y propuestas sobre las mejores maneras de lograr que las acciones futuras de la IFR se originen en mayor medida de resultados de investigación y no sean solo a partir de propuestas puramente comerciales, o políticas. La dirección china invitaba así a una reflexión colectiva sobre lo positivo y lo negativo respecto a las experiencias de los 10 últimos años, con la propuesta además de imaginar un futuro de manera conjunta.
De forma paralela, desarrollaban su propio programa representantes oficiales de los países que son parte de la IFR, así como ejecutivos empresariales y otros sectores que tributan al desarrollo de la misma.
El momento cumbre de la Conferencia tuvo lugar el día 18 en la mañana, al dirigirse el presidente Jinping a los cientos de participantes en la misma, en presencia de varios jefes de estado, o de gobierno y del secretario general de Naciones Unidas. El dirigente asiático hizo un balance de lo logrado hasta el momento, pero sobre todo propuso las que serán las ocho prioridades de la Iniciativa en los próximos años, a saber:
- Construir una red multidimensional de conectividad de cinturones y carreteras.
- Apoyar una economía mundial abierta.
- Llevar a cabo una cooperación práctica para apoyar la construcción de alta calidad de la Franja y la Ruta.
- Promover el desarrollo verde.
- Avanzar en la innovación científica y tecnológica.
- Apoyar los intercambios entre pueblos, diálogo civilizatorio e intercambio cultural.
- Promover la cooperación de la Franja y la Ruta basada en la integridad.
- Fortalecer la construcción institucional para la cooperación internacional de la Franja y la Ruta.
Los académicos reunidos allí coincidimos en que se trata de un discurso que deberá ser leído y analizado en varias ocasiones, por lo que dice, por cómo lo dice, por cómo se interrelacionan los temas, porque constituye una nueva fase de un proyecto que ya ha probado su validez y por lo que significa en un momento de transición a un nuevo orden internacional.
También hay que repasarlo a partir de los temas que no trata explícitamente y encontrar la explicación de por qué no lo hace.
En ese sentido, el presidente Jinping no abordó ninguno de los problemas que podrían ser de primera prioridad de la política exterior china, como las acciones bélicas alrededor de la provincia de Taiwan, o la estrategia de enfrentamiento de gran potencia que se ha lanzado desde Washington.
Su discurso tuvo un valor superior, al tener como telón de fondo la visita del presidente estadounidense a Tel Aviv para dar respaldo al gobierno israelí en su política de tierra arrasada contra Palestina, aun en medio de una crisis política en Washington DC, en la que distintas facciones políticas del Congreso Federal ni siquiera son capaces de elegir el líder de una de sus dos cámaras, ni de aprobar legislación trascedente.
El segundo presidente en hacer uso de la palabra en el segmento de alto nivel de la conferencia fue Vladimir Putin, quien se refirió al valor de la IFR como nueva forma de articular las relaciones internacionales, a la futura participación rusa en la misma con compromisos logísticos de gran envergadura dentro y fuera de la geografía de su país. En un manifiesto ético hacia los anfitriones y asistentes, Putin no se refirió a las acciones militares en Ucrania, ni a la permanente campaña anti rusa desde el llamado Occidente. Dignatarios de grandes y pequeñas naciones sintieron que asistían a una reunión entre iguales para imaginar un futuro en el que habría espacio para todos, a pesar de sus diferencias.
Pocas veces en los años recientes se han mostrado dentro de las mismas 24 horas de un día las caras distintas de los dos mundos en que vivimos. Por un lado, el viejo espacio multilateral de la imposición, el terror y la desigualdad; por otro, el de la solidaridad, la igualdad y la paz posible.
Después de las experiencias vividas en estos días, desde la observación más simple de la realidad inmediata, hasta el debate intenso con expertos de diversas latitudes, se pueden extraer conclusiones ampliamente compartidas. La primera de ellas sería que la IFR dejará de ser un proyecto más de la política exterior de la RP China, para constituir un referente e instrumento único de concertación del multilateralismo al que aspira la mayor parte de la comunidad internacional.
No hay lugar a dudas tampoco respecto a la idea de que la dirección del gigante asiático, al proponer los ocho puntos mencionados, ya ha elaborado una minuciosa sustentación teórica de los mismos, ha realizado proyecciones con utilización de ingeniería de datos y ha imaginado un futuro alimentado con las experiencias de su cultura milenaria. Los resultados de los últimos 10 años son la mejor evidencia de que dicha proyección se concretará.
La invitación se nos ha formulado a todos de la manera más cortés posible y las posibilidades de cada país para beneficiarse de sus presupuestos y aportes dependerá de las lecturas que hagamos del significado de este hecho y en qué medida estemos con capacidad de innovar y de asumir retos a la velocidad que impone una nueva era.
Sabemos todos que la proyección exterior de un país depende de su política interna y, en ese sentido, la RP China nos está mostrando que ha logrado articular un modelo económico social interno en el que imperan los intereses colectivos, en el que se manifiesta la solidaridad humana y en el que la industria del odio y los gastos militares no son el motor impulsor. Por esa simple realidad es que está con capacidad de adelantarse y proponer, junto a otros actores, una alternativa de desarrollo común de intereses compartidos.
Es comprensible que los estrategas estadounidenses estén preocupados por estos días y agiten el argumento de la supuesta amenaza china a los cuatro vientos, porque se trata de un reto que no podrán superar. Para ello tendrían que cambiar las “reglas de juego” internas, ver a los demás como iguales y comprender que el mundo es un bien común, algo que ya parece estar lejos de sus posibilidades.
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